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‹ Anterior (06/04/2011) MES Siguiente (2011-06-05)› ‹ Anterior (2011-04-23 - Nicaragua) PAIS Costa Rica San José (ver en mapa) 11/05/2011: El sábado por la noche me estiré en la cama, junto a Alexandra, y me empecé a revolver sin poder dormir. Hacía un día que habíamos llegado a Costa Rica y que habíamos sido alojados por dos chicos y una chica muy hospitalarios y simpáticos. A pesar de todo, habían vuelto a aparecer dudas en mi mente. No podía dejar de preguntarme si no era ya hora de abandonar el viaje y volver a casa. No era la primera vez que tenía estos pensamientos, pero con anterioridad siempre me había convencido de que sólo faltaba otro año de aventuras. Sólo nos faltaba recorrer el continente sudamericano antes de finalizar el proyecto inicial de conocer las diversas culturas del mundo durante seis años. Ya habíamos recorrido buena parte de Europa, África, Oriente Medio, Asia y América del Norte y Central; viviendo intensos momentos, haciendo amigos inolvidables, descubriendo tradiciones fascinantes, visitando parajes cautivadores... Y sólo nos faltaba otro año. En realidad, a ambos (Alexandra y a mí) nos hacía ilusión visitar Sudamérica, sabíamos que el continente nos maravillaría, pero al mismo tiempo nos sentíamos muy cansados. Durante los primeros años de viaje no habíamos tenido este problema, pero ya hacía semanas o quizás meses que nos agotaba cambiar cada pocos días de destino, dormir en camas diferentes, a veces en habitaciones inconfortables y sin intimidad. Seguíamos descubriendo lugares encantadores, pero a mí me costaba más dejarme seducir por su magia. Seguíamos conociendo a gente muy interesante, pero yo estaba menos ansioso para absorber sus conocimientos. Sólo nos faltaba un año y éste era precisamente el problema. Prácticamente desde el principio del viaje por América, Alexandra y yo habíamos mantenido una parte de nuestro pensamiento anclado en casa, haciendo planes para nuestro retorno. Faltaba relativamente poco tiempo para volver y no podíamos dejar los planes de futuro para el último momento. Alexandra quería vender productos comprados en India y yo quería escribir libros, un proyecto que ya tenía incluso antes de empezar el viaje. Estábamos demasiado ilusionados con el regreso y a menudo tenía que refrenar a Alexandra que, por ejemplo, se ponía a imaginar maneras sobre cómo podríamos decorar el piso que actualmente tenemos alquilado. También había otro problema. Después de publicar el libro de aventuras de África había comenzado a escribir un libro que inicialmente tenía intención de empezar a escribir una vez llegáramos a Cataluña. De tanto imaginar el futuro me había adelantado a los planes. Será un libro de filosofía que me apasiona, titulado ´Cómo vivir feliz sin libre albedrío´, el primer libro de una serie que planeo escribir. El libro me había mantenido encerrado muchas horas en varias habitaciones de hotel, consultando en Internet, leyendo y escribiendo. Sin embargo, me forzaba a salir a descubrir las diferentes ciudades donde estuviéramos. Pero el libro seguía ocupando buena parte de mi mente, haciéndome perder el interés por las conversaciones con otros viajeros o amigos locales y los lugares visitados, los cuales ya sólo me resultaban atractivos para fotografiar. Inevitablemente me preguntaba, si mi sueño era convertirse en un escritor, ¿qué sentido tenía finalizar el viaje? Durante los primeros años, el viaje me había aportado un conocimiento muy valioso para mi deseada carrera, pero recientemente había dejado de absorber información. Me sentía preparado para empezar a escribir algunas de mis conclusiones. Sólo nos faltaba un año de viaje, pero ya hacía tiempo que había decidido no considerar un fracaso la finalización anticipada de aquel largo proyecto. Tenía muy claro que debía de seguir el camino que me hiciera más feliz, pero ¿cuál era? Daba vueltas y más vueltas en la cama pensando la respuesta adecuada, despertando a Alexandra que a menudo gritaba que dejara de moverme. Llegué a la conclusión de que sería más feliz volviendo a casa. Pero también pensé que podía posponer mi decisión hasta después de llegar a Colombia, donde teníamos billete de avión en dos semanas desde Panamá. Con todo, si en Colombia tenía que tomar la misma decisión, quizá no era necesario esperar tanto. Tenía ganas de comentar mis dudas a Alexandra y discutirlo entre los dos, pero no lo podía hacer. Sabía que, si abría la posibilidad de volver a casa anticipadamente, Alexandra no me dejaría cerrar tan fácilmente esta puerta. Di otra vuelta en la cama y Alexandra se volvió a quejar. Dudando alcé la voz: ´Alex, te tengo que comentar algo´. ´Calla y déjame dormir´. Pensé ´ella se lo pierde´ y seguí pensando un rato más que tenía que hacer. Imaginé como sería nuestra vuelta y la imagen fue bastante positiva. Volví a despertar a Alexandra ´Tengo que decirte algo´. ´Calla´. ´Estoy pensando de volver a casa pronto´. Ésto la despertó enseguida: ´¿Cuándo?´ Me preguntó. ´Pronto, lo antes posible, ¿qué opinas?´ No hacía falta que se lo preguntara, Alexandra se puso muy contenta: ´Sí, volvemos a casa. Más adelante podremos volver a América y terminar esta parte del viaje´. Alexandra tenía razón. Tampoco era necesario dar por terminado el viaje, más adelante, quizás dentro de unos años, podríamos volver a Sudamérica y visitar todos sus países que de seguro nos cautivarían. Mientras descansaremos e iniciaremos otros proyectos que de momento nos aportarán más felicidad. Gracias por seguir nuestro viaje. En un futuro volveréis a saber de nosotros. Un abrazo para todos!
Cuando conocí a Jan nunca pensé que este proyecto podría llevarse a cabo en tanto tiempo, pero me uní a él y tuve los mejores años de mi vida. Hemos vivido experiencias increíbles que contar para toda la vida. Aprendí mucho sobre el mundo y sobre mí misma. Pero el viaje no es todo lo que somos y sentimos que necesitamos empezar hacer otras cosas en nuestras vidas y tener más perspectivas. Los últimos meses han sido bastante agradables, el viaje resultó mucho más fácil, pero al mismo tiempo el peso de todos los años de viaje, 5 más exactamente, pesaban profundamente sobre nuestras espaldas que nos cansaba cada vez que teníamos que cambiar de un lugar a otro, cada vez que teníamos que decir adiós a los buenos amigos de la carretera, cada vez que teníamos que cruzar una nueva frontera. Pensamos que era hora de volver, pero nos mantuvimos en silencio por muchos meses admirando las nuevas culturas y lugares que se desarrollaban a través de nuestros ojos. Manteníamos un gran silencio entre nosotros sobre el tema de volver a casa porque Jan sabía que yo quería y lo necesitaba, pero poco a poco él empezó a sentir lo mismo. El proyecto Globetour no está en su final, vamos a seguir de una manera diferente, con nuevos caminos, contribuyendo a nuevos proyectos y seguro viajaremos de nuevo en algún momento. Nuestras vidas cambiaron gracias a este viaje, hemos encontrado tantos buenos amigos y el viaje nos ha dibujado nuestro futuro. Gracias a todos y esperamos que podemos verlos de nuevo en Cataluña, nuestra casa, o en algún lugar de Europa. |
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