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Ethiopia



Harar (ver en mapa)

09/12/2007:
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Al martes por la tarde llamamos a la Embajada del Sudán y nos comunicaron que todavía no habían recibido la confirmación desde Jartum para poder tramitar nuestros visados. Veían que la confirmación podía tardar una semana o más, decidimos descubrir el Este de Etiopía hasta Harar y el miércoles por la mañana empezamos a hacer camino. Nos detuvimos al cabo de poco, en Debre Zeyit, un pueblo donde hay diversos lagos volcánicos. Nosotros visitamos el lago Hora, en el Norte de la ciudad, donde había un área recreativa por donde paseamos y contemplamos algunos de los pocos pájaros que poblaban la orilla. Poco después seguimos la conducción hacia el Este, llegándonos a media tarde al Parque Nacional d'Awash, donde se pueden observar pájaros y algunos antílopes. El precio de entrada y de acampada eran accesibles y teníamos previsto pasar la noche cerca del río observando los animales. Pero en la entrada nos comunicaron que en el Parque Natural se podían producir asaltos armados y que era obligatorio pagar una escolta durante toda la estancia. Alexandra se negó tener alguien al lado de la autocaravana durante toda la noche y decidimos seguir el trayecto (cruzando el Parque y observando algunos órixs) y descansar unas pocas decenas de kilómetros más adelante.

El miércoles empezamos a enfilar las montañas de Chereher que se extienden a lo largo de los últimos 200 kilómetros antes de llegar a Harar. La carretera pasa por el arriba de las carenas, donde hay los poblados y los cultivos gracias a las temperaturas más templadas. Las vistas durante esta parte del trayecto eran espléndidas, con horizontes lejanos, anchos valles, ocasionales bosques, campos dorados o segados, casas de barro y tejados de plancha, gente muy simpática ... Finalmente, a media tarde llegamos a Harar, una ciudad musulmana amurallada que había sido el mercado más importante del Cuerno de África.

El jueves por la mañana, salimos a descubrir en profundidad la ciudad de Harar, aunque en algunos momentos hube de arrastrar el Alexandra para que me siguiera. La calle principal de la ciudad amurallada no tenía demasiado interés, había algunos comercios y pequeñas mercados, pero lo que más nos sorprendió fue la gran cantidad de miseria que había, con hombres y mujeres durmiendo en la calle o pidiendo caridad. Al final de la calle nos desviamos por pequeñas callejuelas laberínticas con las casas pintadas de blanco y algunas de colores vivos: verde, rojo o azul. Hacia el centro de la villa encontramos una plaza de arcadas con unas quince águilas descansando sobre el muro, cuando llegamos un hombre empezó a tirar trozos de carne para que las águilas las cazaran al vuelo. De todas maneras, la principal atracción turística en Harar son los hombres hiena que cada noche alimentan estos animales con carne. Alexandra se quedó en la autocaravana y yo llegué allí con tuc-tuc (triciclo). En una explanada tocando al pueblo había una decena de hienas esperando que un hombre con un cesto lleno de carne les diera de comer. Parece ser que, la tradición de alimentar las hienas viene de lejos, pero actualmente parece más bien una representación para los turistas, éstos en los alrededores medio amedrentados y los hombres hiena cobrando unos 5$/turista por el espectáculo.

Ayer el sábado decidimos empezar a hacer camino hacia Addis Abeba, pero antes visitamos el mercado de otra ciudad a pocos kilómetros al Norte de Harar, Dire Dawa, que ha prosperado mucho más que la anterior, gracias al tren que pasa conectando Addis Abeba con Yibuti. El mercado ocupaba un recinto amurallado, con los vendedores vendiendo sus productos por el suelo. En un extremo descubrí unos chicos que jugaban al "bingo" (así me dijeron que se llamaba el juego), apostando pequeñas cantidades para ver quién entraba más piezas de madera a través de unas pequeñas puertas en un gran tablero. Después de entretenerme un buen rato con los chicos del "bingo", volví al coche y seguimos el camino hacia Addis Abeba, volviendo a cruzar las montañas de Chereher y maravillándonos con sus vistas.

Hoy el domingo nos hemos parado en Nazret, a unos cien kilometros de Addis Abeba. Allí nos hemos encontrado con Hibre, que nos ha invitado a su casa para tomar café y observar la ceremonia de su preparación. La madre de Hibre ha empezado a tostar unas semillas de café en una pequeña plata sobre un brasero, mientras tanto ha quemado un poco de incienso, después ha triturado las semillas de café ennegrecidas y las ha vertido en una tetera de barro que había puesto a calentar en las brasas y al cabo de un buen rato, nos han servido el café de un gusto fuerte y delicioso. Mientras tomábamos el café, Hibre ha sorprendido a Alexandra explicando que estaba escuchando Radio Rumania Internacional desde hacía más de 5 años, y para demostrarlo nos ha mostrado tres diplomas que tenía. Después, Hibre nos ha explicado que Etiopía funciona como una federación de tribus o etnias. A él no le gustaba el sistema, porque él era Mhara pero se encuentra viviendo en la región Oromo y no puede conseguir trabajo en el gobierno si no habla la lengua Oromo. Yo expliqué que en la región que visto, en Cataluña, la gente preferiría una "federación étnica" para España, aunque esta federación también provoca injusticias como la que vive él. Hibre prefería el Nacionalismo Etíope, defendido por el partido de la oposición, que difícilmente podrá acceder al gobierno, porque el gobierno actual está soportado por los Estados Unidos. Además - ha acabado comentando - en Etiopía no hay libertad de prensa ni de expresión, y muchos de los que intentan desafiar el gobierno lo pagan con prisión.




Adis ababa (ver en mapa)

17/12/2007:
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Hemos permanecido otra semana en Addis Abeba con la esperanza de conseguir el visado para Sudán, pero hoy lunes día 17, después de haber estado telefoneando y visitar la embajada cada uno de los anteriores días, nos han vuelto a comunicar que no habían recibido ninguna respuesta desde Jartum. Con más insistencia, hoy he preguntado si había alguna manera para acelerar la obtención del visado y entonces, una de los jefes nos ha informado que si tramitábamos el visado de Egipto hoy, nos podrían tramitar un visado de tránsito de 15 días. Y ha continuado explicando que si no obteníamos el visado hoy, tendríamos que esperar más de una semana porque la embajada cierra hasta el 27 de diciembre por las fiestas musulmanas de Navidad. Hemos corrido hacia la embajada de Egipto donde nos han comunicado que a las tres tendríamos el visado. Hemos pagado un poco más del precio oficial establecido en un papel colgado en la pared, pero no me he quejado, porque a las tres ya teníamos el visado. A continuación hemos corrido hacia la embajada del Sudán y nos hemos presentado delante del jefe que nos había propuesto tramitar un visado de tránsito. Pero éste nos ha enviado a otro departamento y allí nos han comunicado que no nos podrían tramitar el visado porque tenían demasiado trabajo. En la misma situación se encontraban una pareja austriaca, un hombre de Irlanda y una mujer sudanesa con pasaporte francés que se ha quedado sin poder visitar su familia en el Sudán por Navidad. Todos los blancos que estábamos en la embajada hemos salido con la intención de volver a presentarnos el 27 de diciembre a primera hora y dos días antes, celebrar la Navidad conjuntamente.

Al conocer la respuesta de la embajada del Sudán hemos decidido de visitar el Norte de Etiopía esta semana, con el fin de no amargarnos en Addis Abeba. De todas maneras, la anterior semana en la capital casi no hemos tenido tiempo ni para descansar. Al llegar de Harar nos dimos cuenta que la batería se descargaba demasiado rápido y estuvimos media semana comprobando la acidez de los líquidos y buscando una nueva batería que se adaptara al coche. La otra media semana la dedicamos a buscar una rueda de recambio porque una que estaba a punto de reventar. Y para acabar de arreglarlo, el fin de semana se me ha colgado el ordenador portátil y he tenido que llevarlo a una pequeña oficina de informática donde me han recuperado los datos y me han reinstalado el windows y la mayoría de programas.

De todas maneras, también nos sobró un poco de tiempo para conocer un poco más Addis Abeba, contemplando su grandeza desde las montañas de Entoto y visitando la catedral de San Jorge (o St George) dedicada al mismo patrón de Cataluña, el santo a caballo matando el dragón. Al entrar en la catedral octogonal tuve que descalzarme para poder andar por encima las alfombras. En algún rincón había un grupo de hombres entonando un canto ininterrumpido, rítmico e hipnótico. Fui apartando las cortinas que separaban cada octavo hasta encontrarme con un grupo de unos 15 o 20 hombres cubiertos con un manto blanco, algunos con turbante, apoyándose en un bastón y haciendo restallar rítmicamente un instrumento de metal. Dos hombres acompañaban la melodía sentados y golpeando dos grandes tambores con las manos. Me quedé un buen rato observando y escuchando los cantos, cautivado por lo que parecía una ceremonia hindú o musulmana en una iglesia cristiana.




Lalibela (ver en mapa)

23/12/2007:
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Si en un lado de la balanza pusiéramos la visita a Lalibela y al otro los 20 $ de la entrada, los 1400 terribles kilómetros recurridos en 4 días de conducción (40 horas al volante), los 70 $ de diesel y las averías del coche (cuatro pinchazos que hemos ido arreglando por el camino, el gato para cambiar las ruedas estropeado, la protección tocando otro vez el motor, la nevera otro vez sin funcionar, dos fusibles cambiados y posible avería eléctrica), yo me decantaría definitivamente por la visita en Lalibela, pero Alexandra hubiera preferido indudablemente quedarse en Addis Abeba. Se enfadó y agotó tanto con las carreteras bacheadas y las pistas de rocas que se decidió no visitar ninguna de las iglesias. Pero yo sí las visité y salí cautivado.

Las iglesias de Lalibela, fueron cortadas en la roca en el año 1200 representando la Tierra Santa como respuesta a la captura de Jerusalén para los musulmanes. Cuatro de la decena de iglesias están completamente descubiertas por los cuatro lados, excavadas dentro de una masa rocosa, con gruesas paredes y grandes columnas soportando el peso del techo que se encuentra nivel de la roca original. El espectáculo arquitectónico es maravilloso, es impresionante la cantidad de metros cúbicos de roca que hubieron vaciar para dejar al descubierto las iglesias. Escuché un guía comentar que habían trabajando unos 40.000 obreros, y este número me confirmó el pensamiento que la obra tenía que haber sido un trabajo de hormigas.

La primera Iglesia que visité fue la maravillosa Bet Giyorgis (Iglesia de San Jorge), que se dice que fue construida después de la visita que el Santo hizo a Lalibela montando su caballo blanco. Bet Giyorgis es la pieza maestra de Lalibela, el icono de Etiopía; está apartada del resto de iglesias, excavado en una pendiente rocosa desde la cual se puede apreciar perfectamente su origen de la roca. Bajé por un pasadizo de roca cortada al lado y crucé dos soportales hasta el patio que rodeaba la iglesia. Había llegado un poco demasiado temprano, porque la iglesia estaba cerrada, pero me esperé apoyado en un pasadizo de piedra, al final del cual había un grupo de hombres y mujeres reunidos delante de una cortina una ducha. Las mujeres salían temblando y con el cabello mojado y un cura las bendecía refregándoles una cruz de madera por la cara y el hombro. A pesar de encontrarnos en una iglesia cristiana ortodoxa, todos ellos se saludaban con un "salam", como si en una mezquita en Cataluña los creyentes se despidieran con un "adiós". Cuando los hombres se empezaron a duchar a mí también me ofrecieron jovialmente ducharme, pero yo rehusé risueño. Cuando acabaron hice una ojeada detrás de la cortina, esperando observar un chorrito de agua caída por algún canal excavado en la roca, pero había un simple grifo que rompió todo el misticismo del momento. Más tarde pude visitar la maravillosa iglesia y todas las otras, convenciéndome de que el viaje a Lalibela había valido la pena.

Además, todos los problemas mecánicos no sufridos durante el viaje a Lalibela tampoco han estado del todo negativos, ya que habría sido mucho peor sufrirlos de camino a Sudán. En Addis Abeba tenemos a Andrea Rossetto, un amigo de Claudio, que tiene un taller donde trabajan muy profesionalmente y económicamente. Tendré que preguntar a Andrea qué puede haber pasado con los cuatro pinchazos, en dos ruedas diferentes, una de las cuales era nueva.

Finalmente, otro punto a favor a la visita de Lalibela ha estado el paisaje, que aunque en muchos momentos la carretera no nos lo dejaba disfrutar, siempre era espléndido. Cruzamos cordilleras, mesetas, valles ... con los campos segados y la paja amontonada, y pequeños poblados de casas de piedra, algunas de forma rectangular (cerca de Addis Abeba), y otras circulares (cerca de Lalibela). En todo momento también aparecían niños corriendo de los campos saludándonos y pidiéndonos dinero, y algunos adultos también. No creo que nadie de los que nos piden dinero haya recibido nunca algo de un blanco, aun así tienen la convicción o creencia que los blancos regalan dinero o cosas gratuitamente. Algunos piden dinero bastante agresivamente o corriendo largas distancias detrás de la autocaravana, y cuando los encaraba y les decía "no" se quedaban bien sorprendidos. ¿Nosotros casi nunca hemos regalado nada, tampoco la mayoría de los blancos que hemos conocido en África, así pues, de donde han sacado esta creencia? Supongo que debe haber turistas ricos que ocasionalmente vienen a África cargados de bolígrafos para regalar a los niños (o incluso dinero) y la historia de un niño recibiendo un bolígrafo o 10 céntimos de dólar debe correr como la pólvora por la comunidad y los diferentes pueblos, igual que la historia de quien le ha tocado la lotería que anima al resto a seguir apostando, o pidiendo. En cualquier caso, también creo que las ONGs tienen parte de responsabilidad, porque al regalar dinero para realizar un proyecto en una comunidad o pueblo genera la idea de que los blancos regalan dinero gratis. También es posible que las donaciones de los países blancos durante el hambre que sufrió Etiopía al principio de los 70 también haya contribuido a esta idea. Me he quedado con ganas de contrastar estas ideas con alguna ONG, pues teníamos oportunidad para visitar una a unos 600 kilómetros de Lalibela, pero visto el estado de las carreteras, hemos descartado la visita. Mientras tanto, nosotros seguiremos desilusionando el niños, sin regalar dinero ni bolígrafos, aunque ocasionalmente seguiremos regalando las botellas de agua vacías o comida que no vamos a comer.




Adis ababa (ver en mapa)

31/12/2007:
Ethiopia,+Addis+Abeba Ethiopia,+Addis+Abeba,+500+persons+waiting+in+Sudanes+Embassy


Alexandra tenía ganas de celebrar la Navidad en Addis Abeba y por este motivo habíamos estado corriendo para llegar a Lalibela, visité las iglesias en 24 horas y volvimos también escopeteados hacia Addis. Llegamos a Addis el lunes 24 por la mañana y nos reunimos con Michael, Stephania, y su pequeña hija Maria, la pareja de austriacos que nos habíamos encontrado en la embajada del Sudán hacía unos días. Con ellos visitamos a otro grupo de viajeros en un hotel de Addis para organizar alguna cena o comida de Navidad conjuntamente, pero éstos ya habían comprado comida para su cena. A pesar de todo, nos invitaron después de cenar para hacer unas copas, pero por la noche Alexandra se encontró mal (hay una pasa de gripe en Addis) y nos quedamos en casa de Claudio mirando películas en el ordenador. En cualquier caso, el siguiente día 25 sí hicimos una comida de Navidad en una pizzería con Michael, Stephania, y la pequeña Maria. Aunque la Navidad fuera una tradición casi sagrada para Alexandra, creo que ella también está sufriendo el típico desarraigo de los viajeros, en el cual los acontecimientos emotivos de la tierra de origen (fiestas, tradiciones, conflictos políticos, partidos de fútbol,...) pierden importancia. A mí ya hace tiempo que me pasa lo mismo, navegando entre dos culturas sin identificarme con ninguna de ellas.

El miércoles 26 pasamos todo el día en el taller de Andrea Rossetto, arreglando los desperfectos del coche causados por el viaje a Lalibela. Al mismo día, toda mi familia estaba reunida en Barcelona celebrando la Navidad. Es curioso pero, a pesar de haber recibido una llamada de mis padres hacía dos días deseándonos una buena Navidad, no pensé en mi familia reunida hasta ahora que escribo el diario (más consecuencias del desarraigo). Tuvimos que pasar la noche en el taller, porque habían enviado el estárter del coche a limpiar y no estaría listo hasta el día siguiente por la mañana (en realidad el estárter tenía un problema más grave, pero decidí solucionarlo más adelante).

El jueves 27 por la mañana, tomamos un taxi hacia la embajada del Sudán. Era el primer día que abrían después de 10 días de fiesta. Antes de cerrar el día 17, nos habían comunicado que el día 27 podríamos tramitar el visado de tránsito y que lo podríamos recoger el día siguiente. Pero sólo lo pudimos tramitar, porque por la tarde nos comunicaron que aunque nuestros visados estaban aceptados, no los podríamos pagar hasta el día 31 y pasarlos a buscar al día 1 de enero del próximo año.

Así pues, nos van sobrado otros 3 días en Addis Abeba, sin ningún otro desperfecto a reparar ni ninguna otra atracción a visitar. En la misma situación se encontraban Michael, Stephania y su pequeña hija, así pues compartimos la espera con ellos, decididos también a compartir el fin de año. Seguimos acampando en casa de Claudio, pero cada mañana movimos la autocaravana hasta el hotel donde se alojaban los austriacos y pasábamos el rato con ellos, conversando o jugando a bádminton con unas raquetas suyas.

Michael es un joven que pronto cumplirá los 30 años, muy trabajador y apañado, y por lo visto muy requerido en Austria para solucionar o construir cualquier cosa. Stephania es chica de 20 años, sencilla y vegetariana, que poco después de conocer Michael se quedó embarazada. Aun así, pocos meses después de tener la niña hicieron un largo viaje por India, y después de trabajar un poco más en Austria, se embarcaron en un nuevo viaje por tierra hasta Etiopía (no más lejos porque el motor de su vieja autocaravana a duras penas aguanta). Su hija Maria es una niña de 20 meses alegre y extrovertida que siempre cautiva al corazón de los Etíopes. De momento Maria está bastante mimada, por que con sus ojitos y sonrisa consigue cualquier cosa que pida, aunque sea un caramelo de un niño pobre que los vende por la calle o una banana de una frutería.

Hoy día 31, el último día del año, era el día de ir a pagar el visado para el Sudán. Hemos llegado a la embajada por la mañana, 30 minutos más tarde de la hora oficial de apertura. A fuera había unos 500 etíopes (los conté aproximadamente) también esperando para entrar. Los guardas nos han dejado esperar cerca de la puerta de entrada (los blancos tienen prioridad), aun así, hemos tenido que esperar unas dos horas bajo el ardiente sol. Junto con nosotros y los austriacos había otros blancos de diferentes nacionalidades: alemanes, belgas, holandeses, ingleses ... también una china y dos coreanas que se conocieron a la embajada. Definitivamente, la embajada de Sudán es el meeting point (punto de encuentro) de los extranjeros en Addis Abeba. La espera de las 500 personas ante la embajada me ha parecido una vergüenza denunciable, pero después he recordado haber visto colas similares enfrente de embajadas europeas, por lo tanto, no me podía quejar. Al abrirse la puerta, Alexandra y los austriacos se han podido colar, pero debido a la caótica aglomeración posterior, el oficial no ha dejado entrar a nadie más y yo me he quedado fuera. Los guardas han empezar a aclarar la entrada a golpes de bastón y han conseguido formar dos colas lado y lado de la puerta, la mayoría de los cuales de seguro no entrarían hoy. La embajada del Sudán había estado cerrada para los etíopes durante 15 días y esta era la razón de las excepcionales aglomeraciones. Por otro lado, la gran cantidad de etíopes que piden el visado del Sudán parece ser uno de los principales motivos de la dificultad de conseguir el visado sudanés desde de Addis. Todos los extranjeros, incluyendo los etíopes, necesitan la aprobación de Jartum para tener el visado de turismo. En cambio, desde Egipto, en 24 horas te entregan el visado. Hay viajeros que vuelan a Egipto desde de Addis para conseguir el visado y después poder seguir el viaje por tierra desde Etiopía. Al cabo de media hora observando los policías poniendo orden en las colas, el oficial de la puerta me ha dejado entrar. Todos los blancos estaban esperando para pagar delante de una taquilla que estaba cerrada. Finalmente hemos podido pagar y a última hora hemos podido entregar los pasaportes para que el miércoles día 2 (en vez del martes) nos devuelvan los pasaportes con el visado.

Después de comprar comida y bebidas hemos ido al hotel donde se hospedaban los austriacos, para celebrar con ellos el fin de año. Aunque habíamos anunciado nuestra llegada al hotel, el aparcamiento que habíamos reservado al lado de la autocaravana de Michael y Stephania estaba ocupada por dos coches. Alexandra ya estaba un poco de mal humor, pero este contratiempo la ha enfadado de sobremanera. La tarde ha ido pasando pero los coches no se marchaban, y la furia de Alexandra ha seguido en aumento, insultando a los trabajadores del hotel y sin hablarme porque yo aceptaba la realidad y no la defendía. Alexandra estaba de tan mal humor que en un momento que he ido a comprar cervezas con Michael, éste me ha preguntado inocentemente "seguirás el viaje solo cuando no aguantes más el Alexandra"?. Finalmente ha aparecido uno de los conductores y ha aparcado su coche fuera de nuestra plaza asignada, pero el otro coche, un taxi, ha seguido en el mismo lugar. Observando que el taxista no llegaba y que el enfado del Alexandra no disminuía, los trabajadores del hotel han abierto el taxi con unas pinzas y han podido apartar el coche. Así pues, finalmente he podido aparcar la autocaravana al lado de los austriacos. Aun así, Alexandra no se ha calmado y ha seguido enfadada y chillando histéricamente a los trabajadores del hotel, tanto, que éstos me han pedido de marcharnos del hotel. Pero yo les he pedido un momento para arreglar las cosas, y mientras Michael los invitaba a un whisky yo he cumplido una de las amenazas que mas aterrorizaban a Alexandra y he cortado la cola de Tuki, su elefante de peluche. Eso ha tranquilizado a Alexandra, aun así no hemos tenido uno de los fines de años más felices, aunque haya intentado olvidar los momentos anteriores con unas tres cervezas y media botella de whisky.



02/01/2008:
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Después de la desgraciada noche de fin de año, comuniqué muy seriamente a Alexandra que si tenía otra crisis de nervios nos lo dejaríamos. Desde Zambia ya había tenido 5 crisis de nervios en diferentes situaciones y yo no me encontraba con fuerzas de soportar ninguna más. Alexandra es como una niña malcriada que cuando las cosas no son como ella quiere se pone a chillar o llorar como una histérica, como cuándo no pudimos aparcar al lado de los Austriacos, cuando no quiso mover la autocaravana para visitar a un amigo a las afueras de Nairobi, cuándo nos encontramos en la playa de Diani Beach sin poder aparcar en un lugar tranquilo, cuando atasqué el coche yendo hacía el pueblo de Livingstònia en Malawi, cuándo me desvié antes de Lusaka para visitar un fuerte que aparecía al mapa ...

En cualquier caso, la tensión parece que se ha ido suavizando hoy, cuando por fin hemos podido recoger el esperado visado del Sudán (hacía más de uno mes que lo habíamos solicitado) y hemos empezado a hacer camino hacia Bahir Dar, donde esperamos relajarnos con los austriacos.

Hemos ido dejando Addis Abeba atrás con un extraño sentimiento de culpa, durante el mes que habíamos pasado en la capital, no había realizado ninguna entrevista para tomar el pulso en el mundo, aunque había tenido bastantes oportunidades, sobre todo con los amigos de Claudio. Me he propuesto a partir de ahora tomarse más seriamente el proyecto.





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