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‹ Anterior (10/04/2007) MES Siguiente (2007-06-09)› ‹ Anterior (2007-04-14 - Mali) PAIS Siguiente (2007-05-15 - Nigeria)› Niger Maradi (ver en mapa) 11/05/2007: Ayer, el día era gris, y también escribiría feo si no fuera porque la neblina apagaba la luz del sol y su insoportable calor. Empezamos a circular hacia Maradi por una carretera excelente que justificaba el pequeño peaje pagado, pero a medida que íbamos dejando atrás tierras áridas y pequeños poblados de barro y graneros de paja, empezaron a aparecer agujeros que fuimos esquivando haciendo slalom. Nos detuvimos al lado de un lago (o mar, como dicen ellos) para comer. El lugar era solitario, pero enseguida apareció un joven que sin decir nada se apoyó en un árbol observándonos. En marcharnos, el joven recogió la recompensa a la espera, unas botellas vacías y unas verduras medio podridas que habíamos tirado al suelo. A medida que los agujeros en la carretera se hacían más frecuentes, e incluso tropezaba en alguno de ellos, empecé a notar que el motor del coche perdía potencia. Pensé que el problema se podía deber a la mala calidad del gasóleo que había cargado por la mañana, sobre todo porque parecía que perdía potencia a intervalos. Por otro lado, también observé que el tubo de escape emitía humos más bien negros, hecho que indicaba una mala combustión, posiblemente porque no llegaba suficiente aire al motor. Nos paramos un par de veces y abrimos el capón sin observar nada anormal, pero en una pequeña subida el coche pareció que se iba a detener y de repente se encendió la luz de la temperatura del motor. Paré enseguida y al abrir el capón por tercera vez, fue Alexandra quien vio que el depósito del líquido refrigerante estaba completamente vacío. El motor goteaba, pero no descubrí de donde, aun así cargué el depósito de agua y, por si acaso, cambié el filtro del aire y seguimos la marcha. Paramos alguna otra vez para cargar más agua, pero aparte de eso parecía que la potencia del motor volvía a ser como antes. No queríamos pasar la noche en un pequeño pueblo lleno de niños enojadores y decidimos acampar en medio de la sabana, detrás de unos árboles. Estudié diferentes vías de salida en caso de que nos quisieran atracar por la noche, pero no pasó nada, a excepción del susto que nos hemos dado cuanto antes de clarear han pasado dos camellos con dos hombres encima hablando bajito. Por la mañana he abierto el capón con la intención de solucionar el problema del agua que goteaba. Había restos de agua azul secada por todo el motor, aun así he pensado que el problema se podía encontrar en una junta y para comprobarlo he desmontado la caja de fusibles para acceder a ella. Pero no ha habido suerte. He acabado descubriendo que el agua se escapaba por debajo del radiador y he acabado informando a Alexandra que tendríamos que encontrar un taller donde lo arreglaran. Alexandra se ha enfadado como un gorila, diciendo que todo era culpa mía, por querer ver las jirafas con el coche y por correr demasiado por las malas carreteras, y que si llevábamos el coche en un taller nos cobrarían mucho más que en Europa a cambio de estropearlo más de lo que estaba. Hemos llegado a Maradi parando de vez en cuando para llenar el depósito del líquido refrigerante. En la ciudad hemos preguntado por un taller y enseguida un chico se ha ofrecido para guiarnos con su moto hasta un taller al aire libre. He situado la autocaravana sobre un agujero donde un chico y yo hemos bajado para observar mejor el problema. Me ha costado aceptarlo, pero finalmente me he dejado convencer por el chico que tendrían que sacar el radiador y llevarlo a otro señor a arreglarlo. He preguntado cuándo me cobrarían por todo, y durante la negociación con el jefe he propuesto pagar unos 50€. Pero el jefe no entendía lo qué le proponía hasta que he entendido que le estaba ofreciendo demasiado. En cualquier caso el precio ya había estado fijado y enseguida se han puesto manos a la obra, destornillando entre cuatro todos los caracoles que podían hasta que han liberado el radiador del motor. Yo iba controlando que no rompieran o no se llevaran nada y a continuación les he acompañado al otro taller de reparación de radiadores. El jefe de los radiadores ha estado estudiando mi radiador hasta que ha deducido donde había el escape. Con unos alicates, ha roto por los dos extremos la pequeña tubería y a continuación ha puesto a calentar un pequeño martillo en unas brasas. El jefe ha visto mi cara extrañada y me ha preguntado: - ¿Te gusta cómo trabajamos en África? - Sí, es muy interesante, en Europa seguramente me habrían cambiado todo el radiador. A continuación ha cogido una barra de plomo y utilizando el martillo de las brasas la ha fundido sobre los dos agujeros resultados por la cañería extraída. Con el radiador arreglado hemos vuelto a la autocaravana y el mismo equipo de cuatro personas lo han vuelto a montar en un momento. Sólo habían pasado cuatro horas desde que había llegado al taller (incluyendo la media hora de negociación y los veinte minutos de plegaria) y me han pedido que pusiera en marcha el motor. Lo he hecho incrédulo y lo he dejado encendido esperando que se incrementara la temperatura, pero no, el radiador se ha mantenido firme y no ha soltado ninguna gota de agua más. Zinder (ver en mapa) 12/05/2007: Ayer a la noche conocimos tres franceses cooperantes que nos invitaron a cenar en su casa. Entonces me di cuenta de que en Níger no habíamos conocido ningun local y es una lástima, porque parecen muy amables y amigables. Esta mañana, al marcharnos de Maradí lo hemos comentado con Alexandra, por todas partes nos dan bienvenidas, nos saludan con bueno días y como estás, y si a los niños les dices que no hay "cados" (regalos) enseguida lo aceptan con una sonrisa, pero por otro lado, quizás son menos hospitalarios. Zinder es una gran ciudad que hemos encontrado muy tranquila. Hemos salido a pasear a la tarde por un barrio que recomendaba la guía pero nos ha decepcionado un poco, aunque había algunas casas pintadas con vivos colores y unos simpáticos niños que nos han estado acompañando todo el rato. 13/05/2007: Las historias de terror que habíamos escuchado sobre Nigeria nos habían hecho decidir hacía días tomar la carretera hacia Diffa (en el Niger) y de allí entrar en Nigeria, de esta manera reduciríamos considerablemente los kilómetros a recorrer por este país incierto. Conocíamos que la carretera hasta Diffa estaba en mal estado, pero valía la pena a cambio de evitar unos 600 kilómetros por Nigeria. Nos hemos despertado temprano y hemos empezado a circular por una carretera asfaltada llena de agujeros. Paciencia - hemos pensado -, pero al cabo de unos kilómetros nos hemos encontrado un control policial que nos ha explicado que el trozo de carretera recorrido estaba en buen estado, pero que en 200 kilómetros nos encontraríamos que la carretera estaba impracticable y que con nuestro coche seguramente tocaríamos al suelo. Hemos pensado que no perderíamos nada en descubrirlo, pero después de tropezar en unos cuantos agujeros más Alexandra me ha dicho que sería mejor girar cola y probar al día siguiente de entrar a Nigeria desde Zinder. Le he hecho caso, al fin y al cabo Alexandra era quien más preocupada estaba sobre Nigeria. Hemos vuelto a Zinder y para aprovechar el día he decidido que podría arreglar el grifo de vaciar el depósito de aguas sucias que se había roto hacía unos días. En una gasolinera he preguntado por un taller y enseguida se ha presentado un chico que me ha dicho que arreglaría lo que fuera. Le he explicado el problema y enseguida ha empezado a destornillar caracoles pero sin anunciarme el precio. Se ha presentado otro que me ha dicho que me arreglaría el problema con un poco de cola rápida pero yo le he comentado que buscaba una solución más firme. El primer chico ha desaparecido con el tubo de desagüe y al cabo de un buen rato ha vuelto a aparecer con el tubo y un nuevo grifo montado. Lo han instalado y diría que ha quedado mejor que antes. Pero entonces hemos entrado a la fase de la discusión a tres bandas (o cuatro, porque también estaba Alexandra) entre yo, el montador y el vendedor del grifo y las otras piezas instaladas. Ha estado una discusión dura en la que más de una vez he propuesto que ya podían desmontarlo y dejarlo como antes, pero al final hemos encontrado un precio que todo el mundo ha estado contento, excepto Alexandra que creía que me habían engañado. Nigeria Frontera de Banki (ver en mapa) 15/05/2007: Hemos recorrido (corrido) unos mil kilómetros por Nigeria en sólo dos días, en una especie de carrera a contrarreloj con el objetivo de evitar todos los daños y las plagas que infestaban el país. De todas maneras, a pesar de la carrera, la realidad que nos hemos encontrado en Nigeria ha sido bastante diferente a la descrita en los medios de comunicación e Internet. Contrariamente a todas las advertencias, hemos cruzado la frontera de Nigeria sin que los oficiales nos pidieran en ningún momento ninguno regalo o soborno, tampoco hemos tenido que pagar ningún tipo de tasa, en cambio hemos sido obsequiados con grandes sonrisas y amabilidad. Lo que sí ha coincidido con las lecturas sobre Nigeria es la gran cantidad de controles en las carreteras, en las proximidades de las fronteras a menos de un kilómetro entre uno y el otro. En la mayoría de los controles nos paraban, pero otra vez contrariamente a los avisos, en casi ninguno hemos tenido que pagar ningún soborno aunque que sí que nos pedían en bastantes casos algún regalo, sin presionar mucho. En total, después de unos cuarenta controles en dos días, sólo he tenido que regalar una docena de cigarrillos que había comprado en Marruecos con este objetivo (también es cierto que la mayoría de policías - musulmanes - no fumaban). De todos modos, sí tendría que explicar que en frente nuestro sí que he visto en un par de veces un camionero que daba disimuladamente un pequeño billete (en Nigeria no hay monedas) al policía del control. El paisaje de Nigeria se ha vuelto mucho más verde, quizás no la tierra que seguía bastante desnuda, pero los árboles tenían un verde mucho más tierno. Por otro lado, el país respira prosperidad o riqueza (en comparación a los países anteriores): anchas carreteras normalmente en muy buen estado; tráfico copioso (ni mucho menos como en Europa); bonitas casas de ladrillos, aunque también había pueblecitos con casas de caña y paja; abundante comercio en las grandes ciudades (nos ha costado cruzarlas); ... Es una lástima que Nigeria tenga tan mala fama - seguramente merecida - porque de buen seguro es un país muy interesante a conocer. Además, la gente acostumbra a ser muy simpática aunque al mismo tiempo un poco desinteresada de los blancos, que ya va bien cuando quieres descansar un poco de tantas demandas de "cados". Nos hemos fijado que la mayoría de las chicas llevaban un velo tapándose el cabello, pero la imagen parecía muy lejos de la ley islámica que se había instaurado en las tierras que cruzábamos y que había conseguido apedrear hasta la muerte a algunas mujeres acusadas de adulterio. A pesar de la buena imagen, por si acaso, ayer dormimos al lado de un cuartel de la policía y hoy lo haremos al lado de un control de carretera. También hemos viajado con los ordenadores y las cámaras ocultadas en un compartimiento escondido. Pero no ha estado suficiente y Alexandra se ha mostrado bastante paranoica y me ha hecho correr como Fernando Alonso (bien al contrario que en el resto del viaje), así pues, esta noche - igual que ayer - me mereceré una buena dormida. Cameroon Maroua (ver en mapa) 16/05/2007: Nos hemos detenido a los 10 controles de carretera que hemos encontrado en los últimos 15 kilómetros y hemos llegado a Banki, el pueblo donde había la frontera entre Nigeria y Camerún. En Banki hemos seguido por la carretera principal y asfaltada pero enseguida nos han informado de que para llegar a la frontera nos teníamos que desviar por pequeñas calles de arena hasta un edificio que hacía de aduana. Delante del edificio había una barrera (una barra de hierro entre dos pilares) con un cartel que anunciaba "Bienvenidos a Nigeria" en inglés, y en el otro lado de la calle de arena otra barrera con un cartel anunciando "Bienvenidos a Camerún" en francés. La gente del pueblo cruzaba de un país en el otro sin mostrar ningún tipo de identificación. En la aduana de Nigeria nos han atendido muy bien. Nos han hecho todos los papeles de salida y cuando se han dado cuenta de que no teníamos visado de Camerún han ido a preguntar si lo podríamos tramitar en la aduana del Camerún, porque si no lo podíamos tramitar nos podíamos encontrar entre dos fronteras sin posibilidad de poder volver a entrar en Nigeria. De todos modos les hemos explicado que teníamos la opción de pedir un visado de transito para llegar al Chad y tramitar el visado del Camerún desde N'djamena, su capital. Al cabo de un rato nos han informado de que en la aduana del Camerún podríamos comprar el visado y un oficial nos ha acompañado cruzando la barrera y un pequeño mercado. En la aduana del Caremun nos han informado de que podíamos obtener el visado turístico de un mes, pero no allí. Tendríamos que dirigirnos a Maroua, una ciudad que queríamos visitar a unos 80 kilómetros de Banki, de todos modos, para no tener problemas, un policía nos escoltaría. En Maroua nos hemos encontrado un pueblo muy desarrollado en comparación con los anteriores países que habíamos visitado: avenidas anchas, limpias y llenas de árboles; edificios bien pintados de más de dos plantas; bastantes restaurantes y locales de noche; coches relativamente nuevos y muchas motos, bastantes de las cuales trabajaban como taxi. De todos modos también había pobreza, tal como nos ha quedado demostrado después de pagar 160€ por los dos visados y de decidir "celebrarlo" en un restaurante. Mientras comíamos un pollo con patatas fritas hemos observado sin dar importancia a unos niños vistiendo ropas sucias y desgastadas que también nos miraban a cierta distancia. Cuando he acabado de limpiar los huesos estaba demasiado lleno para comerme las patatas que había dejado Alexandra y los niños lo han visto. Se han acercado con discreción y nos han preguntado si se podían llevar las patatas. Alexandra les ha llenado una bolsa, pero lo que más nos ha golpeado ha estado cuando nos han pedido los huesos del pollo y se han peleado entre ellos para ver quién recopilaba más huesos de los que poca carne más se podía extraer. 17/05/2007: Hoy me han robado. No me he dado cuenta de ello hasta que me he dispuesto pagar el gasóleo que he puesto en la autocaravana. Por la mañana hemos ido a pasear por el mercado, muy grande y llenos de paradas de recortes de ropa y modistas. Después de reponer y beber un zumo muy bueno "d’oceille" hemos seguido por el mercado de la carne y hortalizas, donde he comprado algunos vegetales. Cuando ya salíamos cargados, he notado que me rondaban a algunos niños. Normalmente dejo que me adelanten o que no se me acerquen, pero hoy seguramente me he distraído y me he encontrado atrapado entre dos adultos. Entonces he notado que unas manos presionando mis muslos o bolsillos. Instintivamente he apretado las mías contra los bolsillos, he chillado y me he escurrido entre los cuerpos. Me he palpado los bolsillos y he notado las claves, el móvil, la navaja y unas monedas: todo en orden. Hemos salido del mercado mucho más atentos de que no se me acercara ningún niño. Pero más tarde, después de comer y limpiar a fondo a la autocaravana a las afueras del pueblo, he ido para pagar el gasóleo que había cargado al depósito y me he dado cuenta de que me faltaban unos billetes (las monedas sí las tenía). Sólo los podía haber perdido a la trampa de la mañana en el mercado. Alexandra me ha reñido y yo me he propuesto vigilar mucho más a partir de ahora, de todos modo, la suma total robada no superaba los cinco o diez euros. Mandara Mountains, R (ver en mapa) 19/05/2007: Don Quijote es un personaje muy interesante, y no es de extrañar que en el pueblo lo nombren así, porque aparte de gustarle el teatro tiene ideas y visiones poco comunes, por ejemplo renegando abiertamente de las religiones predominantes al país: la animista, la cristiana y la musulmana; o opinando que África no se tendría que fijar tanto en Europa y que se tendrían que desarrollar a partir de su propia cultura; o explicando que tener hijos en África es una manera de asegurarse el futuro, a nivel individual y colectivo. A buen seguro que habríamos mantenido muchas más conversaciones interesantes, pero estos días, Don Quijote ha tenido bastante trabajo en el Kirdi Bar de Rhumsiki, en las montañas de Mandara, donde hemos estado acampados. Llegamos ayer, después de recorrer una planicie, adelantando muchas bicicletas, dirección a las montañas del fondo. De vez en cuando cruzábamos un poblado, con casas de paredes de barro y tejados de paja, y entre éstas, algunas otras casas construidas con ladrillos y tejados de plancha metálica. Era un contraste visual seguramente positivo, debido a la evolución y al desarrollo, pero diluía el encanto que tenían los pueblecitos perdidos entre el desierto y la sabana (y probablemente sin agua ni comida). Las montañas se acercaron y la carretera empezó a curvarse. El paisaje verde y rocoso era interesante y de vez en cuando me paraba a hacer alguna foto, y aunque el lugar pareciera despoblado, siempre a acababa apareciendo algún niño, niña o mujer pidiendo regalos (un "cadó"). Después, al entrar en la pista de tierra y circular más lentamente, no había que detenerse para que nos pidieran cados, los niños nos seguían corriendo y sus gritos también. Llegando a Rhumsiki aparecieron unas montañas mágicas: grandes torres de rocas sobresaliendo de las ondulaciones, como si se tratara de termiteros gigantes recortando el horizonte. Más tarde, Don Quijote nos explicó que los Capsiki, los habitantes de zona, creen que las montañas crecen y salen de la tierra igual que lo hacen las plantas, y realmente observandolas uno tiene la sensación que este es el procedimiento que las ha formado. Por la tarde, Don Quijote nos propuso que un guía nos acompañara a dar una vuelta por el pueblo y después nos acompañara a unas danzas de iniciación que curiosamente se celebraban ayer y cada dos años. Rhumsiki era un pueblo similar que los anteriores, quizás con más casas modernas gracias al turismo, las viviendas familiares valladas con hileras de cactus, y sorprendente: observamos los primeros cerdos en todo el África recorrida. El guía, un chico joven de unos 16 años, nos explicó con la misma emoción que lo habría hecho su abuelo, la historia de cómo se formó Rhumsiki y de cómo se defendieron de las primeras invasiones islámicas. A continuación nos explicó que cada dos años, los chicos entre 18 o 19 años pasaban unas pruebas de iniciación que les convertían en adultos, dándoles el derecho de casarse y marcharse de casa. Aquel día se celebraban unas danzas donde los chicos desnudos, y las chicas también, se exhibían para enamorarse los unos de los otros. De todas maneras, los tiempos habían cambiado y actualmente sólo las mujeres mayores mostraban su torso desnudo, las chicas iban vestidas y algunas sólo con sujetadores, los chicos tenían el cuerpo untado con algún aceite negro y llevaban lanzas y un tubo para silbar. Todos ellos, danzaban en círculo, corriendo en el sentido contrario en las agujas del reloj, al ritmo de los tambores, cantando y haciendo sonar los tubos a modo de flauta, construyendo una melodía disharmónica pero atractiva. Había el jefe de la villa seguido por sus mujeres que lo adulaban moviendo arriba ramas verdes, un hombre con un paraguas un poco bebido, chicos saltando y simulando enfrentamientos entre ellos, chicas que corrían en grupo un poco intimidadas por los chicos, y en el centro del círculo un pequeño grupo de niños que observaban el espectáculo riendo alucinados. Hoy nos hemos levantado temprano y hemos hecho una excursión fantástica guiados por Don Quijote, descendiendo un valle entre las montañas rocosas, hasta un pequeño pueblecito nombrado Ndri, donde unas cuatro o cinco familias intentaban subsistir. Durante la excursión, Don Quijote nos ha explicado muchas cosas interesantes. Nos ha contado como entierran a los muertos según la religión a la que pertenecían, si son cristianos bajo una tumba de cemento, si son musulmanes orientando el cuerpo hacia la Meca, y los animistas bajo un montón de piedras con una disposición especial indicando el sexo del difunto y el número de hijos e hijas que había engendrado. Al pasar por el lado de un pequeño baobab nos ha explicado que si a un bebé se le muere la madre, se lo alimenta con una harina extraída del fruto del árbol resultando un niño muy fuerte. ... --- Entrevisté Don Quijote, que opinaba que el mayor problema del mundo es la guerra producida por las religiones. La solución se encontraría en escuchar a todo el mundo y dar oportunidades a todos, al mismo tiempo tendríamos que ser pacientes. El principal problema en Camerún es el presidente, que con sus 25 años de gobierno es como un dinosaurio. Los cameruneses están vacunados para mantenerse bajo la misma ideología y son felices de estar en la mierda. La solución se encontraría en la educación, al aportar más medios a la escuela: buenos profesores, mesas, libros ... y quizás al hacer pagar la escuela, para que se valorara más. Él es feliz porque tiene una vida jubilosa. Para ser más feliz necesitaría salud y mantener a la familia unida. El secreto de la felicidad es conocer y aceptar que la vida está hecha de cosas buenas y malas y valorar la naturaleza y el aire fresco que respiramos. Garoua (ver en mapa) 20/05/2007: Don Quijote nos ha dicho que la continuación del camino, a través de las montañas hacia Garoua, estaba con el mismo "buen" estado que por donde habíamos llegado y que al cabo de unos pocos kilómetros el camino se convertía en una pista muy buena. Así pues hemos continuado con la misma dirección a pesar de la desconfianza de Alexandra, que ha resultado más que justificada. El camino estaba en un estado terrible, tenía que vigilar y tener mucha pericia conduciendo entre las rocas para no tocar al suelo, hecho que no he podido evitar en cuatro veces rascando suavemente los bajos. En una hora sólo hemos recurrido 12 kilómetros, de todos modos, al cabo de media hora más la pista ha parecido mejorar, y ha seguido así hasta que hemos llegado a la carretera principal y asfaltada, donde al cabo de poco ha empezado a diluviar de una manera apocalíptica. N?Gaoundéré (ver en mapa) 21/05/2007: La carretera hacia N’Gaoundéré es excelente y el paisaje también, transcurriendo entre montañas bajas y redondeadas, pasando de una zona verde pero con escasos árboles a otra de frondosa. Me ha sorprendido cruzar diversos grandes poblados todos ellos construidos con ladrillos de barro y tejados de paja, pero a pesar del aire rústico y tradicional, parecían prósperos con la agricultura y la ganadería, había hierba abundante y los cultivos parecían crecer sin demasiado esfuerzo. También hemos cruzado diversas zonas boscosas y algunas de protegidas, con vegetación espesa y plantas bajas de hojas anchas, en una de las cuales hemos visto unos grandes primates de culo rojo. Hemos parado para observarlos pero los gritos de ilusión de Alexandra los han asustado y se han ocultado enseguida. 22/05/2007: Ayer y hoy, nos hemos podido relajar bastante dentro de la autocaravana, sin asfixiarnos ni sudar, gracias a las frescas temperaturas de N’Gaoundéré, que se encuentra a 1100 metros sobre el nivel del mar. De todos modos también hemos salido a pasear por la ciudad, bastante tranquila y similar a Maroua, con casas sencillas y bajas y bastantes árboles haciendo sombra en las calles. Sólo las motos taxi rompían la calma, corriendo arriba y abajo con los conductores abrigados con anoracs y cubiertos con uno peto con el número de licencia y los pasajeros (uno, dos o tres más los paquetes) cogidos detrás. Por la mañana he andado solo por el mercado - sin que me robaran -, que se extendía a lado y lado de una larga calle, con paradas de todo tipo mezcladas: las verduras entre la ropa, el pescado al lado de las legumbres ... La gente del mercado era simpática y aceptaba fácilmente ser fotografiada, e incluso las chicas que en los países anteriores esquivaban amedrentadas el objetivo de la cámara, aquí se han mostrado más permisivas y alguna incluso me ha hecho proposiciones de matrimonio. Por la tarde nos hemos llegado a la caótica estación de trenes, destino final de la principal línea férrea del Camerún. Más de un chico me ha propuesto venderme billetes para cargar la autocaravana en el tren, que no tardaría al salir, porque la estación estaba llena de gente estirada entre grandes pilas de maletas. Yaounde (ver en mapa) 25/05/2007: Hemos recurrido case mil kilómetros de carreteras africanas en sólo tres días. Antes de ayer fue el día que estuve más rato al volante, aunque sólo adelantamos unos 300 kilómetros. El principio de la pista hacía Garoua-Bolai, cerca de la frontera con la República Centro Africana, estaba muy arrugada y a veces agujereada, cosa que no me extrañó del todo, ya que la mayoría del transporte del Norte al Sur del Camerún se realiza en tren hasta N’Gaoundéré. Empezamos a circular a una media de 30 km/h sacudidos por las incesantes pequeñas ondulaciones del terreno y nos dijimos que no teníamos prisa para llegar a ningún sitio, pero al cabo de dos horas la impaciencia o aburrimiento se apoderó de mí y empecé a buscar una velocidad en la que las vibraciones de la carretera fueran 1.5 veces la frecuencia de resonancia del vehículo. Pero Alexandra se enfadó sin comprender esta investigación, porque aunque a veces parecía que nos deslizábamos sobre la pista a 60 km/h, otras veces botábamos con tal brutalidad que parecía que la autocaravana se desmontaba. Confirmando la importancia de la vía férrea de Yaoundé a N’Gaoundéré, por la pista no circulaban muchos camiones, aunque igual que en las anteriores carreteras, había bastantes de estropeados en las cunetas, y uno de accidentado totalmente atravesado en la pista. Los habitantes del pueblo próximo habían abierto una pista paralela evitando el camión atravesado pero pedían un peaje que nos vimos obligados a pagar. A buen seguro que era una iniciativa lucrativa, aunque los pueblos por los que pasábamos no parecían pobres en extremo, por ejemplo había perros que no parecían pasar hambre; las casas eran menos primitivas, rectangulares, con las paredes lisas y pintadas con cuatro pinceladas y techo de paja o plancha oxidada; había cubiertos abiertos donde relajarse en grupo los días de lluvia; y más hacia el sur, las casas se adornaban con flores en frente, el césped cortado, la ropa bien extendida ... La vegetación de los alrededores de los pueblos era espesa y cada vez más impenetrable a medida que avanzábamos. Estábamos en plena selva y para demostrárnoslo por poco no atropellamos una larga serpiente verde que cruzaba la pista. En comparación al día anterior, la carretera de Garoua-Boulai a Bertoua era excelente, acabada de construir con los estándares Europeos. Hasta había áreas de descanso o carteles que indicaban las panorámicas. La carretera recortaba rápidamente las ondulaciones del terreno con poblados en las partes elevadas y cultivos a las bajas. No había demasiado tráfico, pero los habitantes de la zona habían encontrado una curiosa manera de sacar provecho del asfalto: extendían por las aceras grandes esteras de mandioca triturada para que se secara al sol. De todas maneras, a pesar de la buena carretera no llegamos a Bertoua tan rápidamente como cabía esperar. Hacía días que me encontraba mal, con mal de vientre y diarrea esporádica, y aprovechando las áreas de descanso y la poca prisa, aproveché para descansar y dormir algunos ratos. De la misma manera, teniendo en cuenta que no tenía que poner el 100% de mi atención en la carretera me quedó bastante tiempo para pensar sobre el viaje. A pesar de no encontrarme del todo bien, pensé con optimismo que después de haber llegado a la mitad del continente Africano dirección Sur y de haber superado con éxito centenares de kilómetros de pistas destroza nervios y coches, las probabilidades de llegar como mínimo a la Sudáfrica eran muy elevadas y, por lo tanto también las posibilidades de acabar cumpliendo el sueño de llegar a Australia de aquí a dos o tres años, cuánto ya tenga 36 o 37 años (Alexandra me lo recuerda a menudo). De todas maneras, si después todavía tengo ganas de seguir el viaje con el continente Americano, acabaré la aventura próximo a los 40. Esta edad no se identifica con la juventud, pero me gustaría llegar viviendo la vida como un joven impulsivo y aventurero, viajando para conocer mundo y para formarse en la vida, porque todavía hay mucho para aprender. Tal como habíamos presupuesto, la carretera que salía de Bertoua ha vuelto a ser una pista llena de botes y agujeros, pero pasadas unas tres horas y transcurridos unos cien kilómetros, nos hemos empezado a encontrar con maquinaria pesada que estaba construyendo una nueva carretera y la preparaba para alquitranarla. Hemos ido circulando entre las máquinas, sin que nadie dirigiera el tráfico, excepto después de conducir muchos kilómetros que nos hemos encontrado con un punto de control. El chico del punto de control ha visto que llegábamos y ha puesto situado una barra de pinchos en el suelo para evitar que pasáramos. En situarnos en su lado nos ha informado de que no podíamos pasar hasta las 18:30, al cabo de cuatro horas y media. Pero mientras preguntábamos el porque ha llegado otro todo terreno en sentido contrario y el chico ha sacado la barra de pinchos. Entonces el chico nos ha dicho que su jefe le había indicado que no podía pasar ningún vehículo grande. Nosotros le hemos intentado hacer entender que nuestro coche era pequeño, pero como hemos visto que no entraba en razón y observando que la barra de pinchos todavía estaba fuera del paso, he esquivado al chico y con cuidado he cruzado el punto de control. Hemos seguido circulando con precaución los kilómetros posteriores, pero no hemos pasado ningún tramo excesivamente complicado o que pudiera dejar de serlo al cabo de cuatro horas. Al llegar a Yaundé estaba fatigado y con más síntomas de encontrarme enfermo, pero hemos seguido la marcha para encontrar un lugar donde pasar la noche. Al llegar al centro escondido entre pequeñas montañas y ondulaciones, hemos visto el hotel Hilton detrás de una gran rotonda y hemos decidido mirar si tenían algún aparcamiento discreto donde dormir. Pero al dirigirnos siguiendo la ancha avenida que cruzaba la rotonda, unos chicos me han indicado horrorizados que no se podía circular por allí. He hecho media vuelta pero enseguida me ha parado una policía que me ha hecho seguirla hasta la comisaría del lado. No me encontraba demasiado bien, pero he intentado fingir encontrarme peor exagerando el temblor de mis manos y de mi estado de ánimo. Los policías reunidos me han explicado que la avenida que cruza la rotonda es la calle presidencial y que aunque no hubiera ningún cartel indicándolo, todo el mundo sabía que era prohibido de circular por ella. Yo he intentado argumentar que había llegado hoy, que no lo sabía y que no lo volvería a hacer, pero no parecían demasiado dispuestos a perdonarme. El oficial en jefe me ha explicado que el castigo de la infracción eran unos 40€, pero yo les he dicho que me podían poner la multa y que ya la reclamaría al ministerio (no estaba dispuesto a sobornarlos). Finalmente ha estado mi estado lamentable lo que les ha hecho entender que era mejor no perder más tiempo conmigo y nos han dejado seguir. 26/05/2007: Ayer preguntamos el precio para acampar en una pensión presbiteriana pero estaba fuera de nuestro presupuesto y pasamos la noche en un descampado un poco más allá. Pero esta mañana han golpeado violentamente la puerta. Me he puesto una camisa sobre mi cuerpo desnudo y he abierto la ventana. Al lado de la autocaravana había unos 8 policías, su todo-terreno y otra gente. El policía que había golpeado la puerta ha ordenado: - Abre la puerta. - ¿Estamos aquí durmiendo, hay algún problema? - Abre la puerta - ha dicho más autoritariamente. He abierto la puerta mostrando con mis partes intimas al vacío y he exclamado: - ¿Estábamos aquí durmiendo, qué problema hay? Otro policía del fondo, que parecía el jefe, ha chillado ofendido: - ¿Qué haces así? Cierra la puerta. La he cerrado y el primero me ha indicado a través de la ventana que me vistiera. Alexandra también se ha vestido y lo ha preparado todo para marcharnos. Yo he salido a fuera con el propósito de utilizar la misma táctica del día anterior. - ¿Qué problema hay? Estábamos aquí durmiendo y estoy enfermo - he dicho extendiendo mi mano temblorosa. - ¿Tienes parkinson? - se ha mofado el jefe. - Muy irónico - he comentado intentando no perder los nervios. Entonces me han explicado el problema: estábamos aparcados en los terrenos de la iglesia presbiteriana y una mujer bruja, que cada vez que yo abría la boca me trataba de mentiroso y de pervertido, se había encargado de denunciarlo. La mujer quería que pagáramos el coste de la pensión y yo me negaba. Finalmente el jefe de los policías nos ha tomado los pasaportes y nos ha comunicado que les tendríamos que acompañar a la comisaría, junto con el lame culos de la bruja. En la comisaría han presentado el caso a otro oficial que ha intentado de interceder entre las dos posturas pero yo me he mantenido firme (pero con las piernas temblonas por la enfermedad) en que no pagaría. Después de hablar mucho rato, he propuesto desde el suelo donde me había sentado: - Yo no pienso pagar, pero si la iglesia quiere me puede denunciar y que sean los tribunales los que decidan. El policía me ha comentado que las cosas no funcionaban así en Camerún, pero la proposición ha parecido causar el efecto buscado y el policía ha empezado a explicar al lame culos que no podían tratar a los turistas de esta manera y que los Cameruneses eran hospitalarios por delante de todo. Y para confirmar sus explicaciones ha expresado que para no tener problemas las siguientes noches podíamos pasarlas gratuitamente al parking de la comisaría. He agradecido su oferta, aunque sabía que Alexandra no la aceptaría, y he preguntado sobre problema con la iglesia. - Solucionado. - Ha contestado. - ¿Solucionado? ¿No tengo que pagar nada? - Tienes coraje y no tienes que pagar si no quieres. Nos hemos dirigido hacia el norte de la ciudad y hemos encontrado un aparcamiento relativamente económico dentro del recinto de una comunidad griega con iglesia ortodoxa donde me he pasado buena parte del día estirado e intentando recuperar fuerzas. Mientras dormitaba he estado pensando que éste mal de vientre y la falta de energías se podían deber a todas las tensiones vividas los últimos días, o los últimos meses. Me venían imágenes de los policías de la mañana, de los de ayer o del policía a la salida de Gao que se me había apuntado con un dedo casi introduciéndolo en mis ojos; recordaba con viveza cómo nos habíamos escapado de los habitantes del pueblo de ayer, al lado del cual nos habíamos parado a comer, y que habían llegado con machetes (todo el mundo lleva machetes a la selva) y nos habían pedido que les teníamos que pagar algo; visualizaba la cara de rabia de Alexandra hacía pocos días cuándo había descubierto que en tenderme en la cama había roto sus gafas de sol que estaban allí tiradas; también reproducía los temores que la autocaravana no aguantara todo el viaje y realmente se desmontara en una sacudida o recordaba que la nevera había dejado de funcionar hacía un día. Siempre había minimizado las preocupaciones, mirando el futuro con optimismo y pensando que las experiencias negativas son buenas para explicar, pero aunque mi mente se encontrara sin tensiones, notaba que mi cuerpo si lo estaba, concentrando todos los nervios en mi aparato digestivo. He intentado seguir visualizando cómo todas estas vivencias y temores se iban disolviendo e iban liberando mi estómago y me he imaginado con energía y completamente curado por mañana. después he seguido reposando todo el día y sólo he escrito un poco y he arreglado la nevera (sólo se había desempalmado un cable eléctrico). 01/06/2007: El guardia de la comunidad griega nos despertó el día siguiente a las seis de la mañana. Abrí la ventana y me preguntó: - ¿Que no os marcháis? - No, pensábamos pasar una semana aquí - respondí molesto por esta nueva interrupción del sueño. El guardia parecía preocupado, primero dijo que no se lo habíamos comunicado y que nos tendríamos que marchar, pero que después debería evaluar las ganancias (personales) que se llevaría y comentó que nos podíamos quedar sin problemas. Después de dormir un rato más, salimos a andar por los alrededores, pero todavía no me encontraba bien y volvimos a pasar la tarde divagando por las instalaciones de la comunidad, leyendo u observando como dos equipos de blancos competían a Voleibol. Fue entonces cuando Alexandra me llamó y me hizo darme cuenta que el guardia señalaba la autocaravana mientras hablaba con un hombre blanco que jugaba a cartas. Al cabo de poco el guardia se dirigió hacia nosotros y nos informó de que el presidente de la comunidad le había comunicado que nos tendríamos que marchar. Pedí hablar con el presidente, pero al guardia no parecía gustarle la idea, pero esquivándolo anduve a paso ligero hasta el hombre blanco que jugaba a cartas: - ¿Buenas tardes, me puedo sentar? - Pregunté notando que las piernas no me aguantaban. - Sí, siéntate. - El guardia nos acaba de comunicar que nos tendríamos que marchar, pero le quería pedir el favor de podernos quedar otro noche, porque ya es un poco tarde para buscar un nuevo aparcamiento. - El problema no es que os podáis o no quedar, el problema es que no sabemos quiénes sois. Entonces le presenté tanto bien cómo pude quienes éramos, qué hacíamos y que nos encontrábamos en Yaoundé para tramitar los visados de los siguientes países, y al acabar la exposición anunció: - Muy bien, ahora que sabemos quiénes sois os podéis quedar aquí toda la semana. - ¿Y cuánto tendremos que pagar? - ¿Habéis pagado al guardia? - Asentí. - No me ha dicho nada el desvergonzado. No tendréis que pagar nada. El presidente también nos invitó a cenar en el restaurante de la comunidad, aunque yo no comí casi nada porque mi estomago parecía rehusarlo. Estuvimos conversando con un chico de padres griegos que había vivido toda la vida en Camerún, Vasili, que a pesar de ser blanco se consideraba Camerunés como cualquier otro negro rico. De todas maneras, ya habíamos observado que, a diferencia de los anteriores países, en Camerún residia una gran comunidad de blancos y en concreto - nos informó Vasili - unas 300 familias griegas. Al preguntarle sobre el carácter del país nos explicó que los cameruneses son orgullosos y poco amables pero cuando haces un amigo es para toda la vida. Después nos siguió contando que Camerún se un país donde no falta comida: en los pueblos levantan la mano y tienen las frutas que quieren, o remueven la tierra y extraen más tubérculos de los que pueden engullir; y eso que tendría que ser positivo puede ser un problema porque hace que la gente sea perezosa y sin ganas de trabajar. También le cuestioné sobre el gobierno, recordando Don Quixot de Rumsiki se quejaba de no ser democrático porque hacía unos 25 años que estaban los mismos, pero Vasili esquivó la pregunta diciendo que no estaba interesado en política, aunque después añadió que mantener unido y en paz un país con 240 tribus, con 240 maneras de pensar diferente y 140 dialectos no era tarea fácil. Al día siguiente por la mañana seguía con mal de vientre y sin energías y, siguiendo los consejos de Vasili y Alexandra, fuimos al Hospital Central. Pagué los 3 euros que daban derecho a la consulta y esperé en un pasadizo limpio y repintado de hacía pocos años, pero viejo, en medio de gente de caras compungidas que esperaban de pie o sentados en los pocos bancos, a excepción de un par de enfermos que estaban estirados en un rincón, dejando pasar a los doctores que andaban arriba y abajo con caras de estar concentrados en algo. Pasada una hora u hora y media me vinieron a buscar y un doctor joven me atendió en una pequeña habitación aislada por una cortina de color incierto en la puerta. Después de explicar mi caso, el doctor diagnosticó que tenía alguna infección bacteriana y me recetó unos medicamentos milagrosos que me pusieron en forma en pocos días. Al volver del hospital nos paramos a comprar en un supermercado (son grandes y llenos de productos Europeos). Mientras bajábamos de la autocaravana, se nos acercó un chico blanco observando el mapa del recorrido dibujado en un lateral. Y acto seguido nos presentamos. Ben de Australia y Maria de Holanda hacía más de un año que viajaban por el África del este con uno todo-terreno, pero ahora estaban viajando mucho más rápido, como un relámpago, porque se les estaba acabando el dinero que habían obtenido con la venta de su casa. Ben comentó que le gustaba escribir, entonces les expliqué la posibilidad de financiar el viaje escribiendo para revistas, de la misma manera que estábamos haciendo nosotros. Ante su interés le dejé un libro que da pistas de cómo ganarse la vida viajando y escribiendo, de todas maneras su prioridad actual era llegar en Zimbabwe donde les esperaba un trabajo como administradores de un hotel en un parque natural, donde quizás los volveremos a ver. Ben y Maria se encontraban en Yaundé con el objetivo de tramitar los visados de los próximos países a visitar, igual que nosotros, así pues, los próximos días compartimos las esperas en las embajadas de Gabón, República del Congo y República Democrática del Congo y nos compadecimos conjuntamente de los costes de los visados de Àfrica Central, llevábamos gastados 560€ en visados, incluyendo los dos del Camerún, y todavía faltaba sumar el coste del visado de Angola, que por cierto parece que podremos conseguir sin problemas (anteriores viajeros habían escrito a sus diarios que habían tenido problemas para conseguir el visado Angoleño). Ben y Maria pagaron un poco más todavía para tener el visado de RD Congo al mismo día, pero nosotros podíamos esperar hasta hoy viernes, al fin y al cabo queríamos visitar la ciudad y nos queríamos encontrar con un contacto. Martin, un empresario con muchas ideas pero pocos recursos, apasionado y con una sonrisa incandescente, se presentó a la comunidad griega con su joven esposa. Tenía ganas que lo entrevistara, pues había intentado completar el cuestionario por Internet y no se había enviado correctamente. Al finalizar la entrevista nos comentó que en el pasado había viajado a Francia y que había descubierto que Europa no es el paraíso. Aunque el Camerún es un país donde no hay cultura de inmigración y más bien la recibe de otros países de África, hay muchas chicas camerunesas que sueñan en casarse con un blanco para poder emigrar a Europa. Después nos explicó que le entristecían las residencias de ancianos de Europa, en el Camerún no son necesarias porque las familias están muy unidas y también tienen muchos hijos, que son fuente de riqueza. En las ciudades los hijos empiezan a ser un coste y se tienen menos, pero en la selva hay mucho terreno virgen y cada hijo puede cultivar una nueva área sin el problema del reparto de la tierra entre los herederos que hay en Europa. Poco antes de marcharse, Martin nos nombró las tres pasiones de los cameruneses: el fútbol (la segunda religión según él), la música y la fiesta (o la cerveza según otras fuentes). Martin también nos había indicado algunos de los principales puntos de interés de Yaundé, una ciudad relativamente moderna, con altos edificios sobresaliendo entre la vegetación y grandes avenidas ondulando entre las colinas, con la circulación abundante, embrollada por multitud de taxis amarillos multi-clientes que hacen sonar su claxon continuamente en busca de más pasajeros. Nos aislamos un poco de este caos visitando el zoo, pero básicamente había primates y Alex se desilusionó porque todavía no ha visto un elefante. También pasamos por el lado de un lago, sin ningún interés, a excepción del reflejo de los edificios del fondo. Y hoy hemos subido hasta la colina donde está situado el palacio de justicia, desde el cual se disfruta de una buena vista sobre la ciudad. -- En Yaundé entrevisté Martin que opinaba que el principal problema del mundo es la pobreza e injusticia porque causan violencia. La solidaridad y comprensión sería la solución. Su grano de arena como cristiano es seguir el evangelio. El principal problema en Camerún es la corrupción y la pobreza, los beneficios de los recursos naturales se tendrían que repartir equitativamente. Él ha creado a una ONG para luchar contra la pobreza pero no tiene recursos para ayudar suficientemente. Martin es feliz porque no envidia a nadie. El secreto de la felicidad es estar en paz con Dios. Bafang (ver en mapa) 04/06/2007: Sólo teníamos el nombre de Frederick Djouyep, que la ONG Arsis de Cataluña nos había pedido que visitáramos en el pueblo Bafang, en el norte de Yaundé. También sabíamos que en Frederick trabajaba para una ONG local, pero al llegar a Bafang nos dimos cuenta que había muchas ONGs locales, por ejemplo en 50 metros de calle había tres que se anunciaban. Por suerte en una de ellas conocían a Frederick. Me informaron de que era cura y me hicieron un croquis para llegar a su misión, en lo alto de un tortuoso camino. Frederick, un hombre bromista y de carácter fuerte, nos dio la bienvenida y nos explicó que habíamos llegado en el mejor momento, porque al día siguiente habría una gran fiesta en la misión pues su diácono celebraba la primera misa y porque el lunes tenía una reunión con la asociación que había creado en tres pueblos: APROFER, Asociación para la Promoción de la Mujer Rural. Al oscurecer, salimos a comprar alcohol para la fiesta del día siguiente, circulando por las calles sin luz pero llenas de gente. Al terminar de comprar la mercancía, nos detuvimos a tomar una cerveza en una pequeña tienda llena de borrachos que querían que les invitara a una caja de cerveza. Al volver, nos dirigimos hacia la gran iglesia de la misión, donde se celebraba un concierto coral como introducción a la fiesta del día siguiente. Las chicas del coro cantaban con ritmo, juntando las manos en posición de plegaria mientras movían sensualmente la cintura y los asistentes las animaban continuamente con aplausos y aclamaciones. Me sorprendió, que el desenfreno finalizara con un silencio absoluto mientras el padre Frederick dirigía una plegaria. El día siguiente por la mañana, nos hicieron sentarnos en la zona de las autoridades, al lado del altar y después de esperar un buen rato, con unas 200 personas abarrotando la iglesia, la misa empezó con cambios de ritmos constantes: bailes africanos, cantos corales, lectura del evangelio, representaciones, aclamaciones al nuevo padre, más bailes al traer la Biblia sobre una plataforma llena de flores hacia el nuevo padre, que sonreía y reía ante los aplausos. Después, el nuevo padre expuso su mensaje sobre la Santa Trinidad, con la parroquia contestando al unísono que 1+1+1 era igual en 1. El nuevo padre tenía la explicación, era un misterio que no se podía comprender ni pretender comprender. Más tarde, vinieron la entrega de regalos para el nuevo padre (o para la iglesia, ya que los regalos se tenían que registrar), y después de muchos más bailes, cantos, aclamaciones y mensajes la misa acabó. Habían pasado cuatro horas pero en ningún había resultado aburrida, bien al contrario que en Europa. Al terminar la misa saludamos diferentes catalanes cooperantes que habían asistido por su amistad con Frederick. Uno de ellos me explicó que Frederick era presidente de una peña del Español, un equipo de fútbol de Barcelona donde juega el portero Kameni nacido cerca de Bafang. Me sorprendió la información, pues parece que los Cameruneses, grandes amantes del fútbol, sólo se visten con camisetas del Barça (donde juega el Etoo, otro Camerunés) y de la selección del Camerún. Otra chica, Mar, nos explicó que se está enviando mucho dinero al África pero falta un cambio de mentalidad para cambiar la situación. La gente está desmotivada y no lucha ante los problemas, viven por el hoy sin pensar en el mañana. A continuación se quejó del gobierno, que sólo está preocupado de mantener el poder y no hace nada para mejorar el modelo educativo o la actitud social. Por la noche quedamos a las ocho para ir a cenar con Mar, dos catalanas más, y otros africanos. Frederick nos pasó a buscar tarde y borracho, pero aun así, nos detuvimos en casa a un juez a tomar otra cerveza, después estuvimos a punto de atropellar a un hombre que chilló: - Ya me podrías haber atropellado, así me pagarías y tendría qué comer. Continuamos el camino cargando mujeres grandes y llegamos al restaurante a las nueve, pero las catalanas también hacía poco que habían llegado y la comida todavía tardó mucho más en salir. El restaurante estaba integrado dentro del mobiliario de una casa, para no pagar impuestos, según nos explicaron. Hoy hemos vuelto a subir al todo-terreno estropeado de Frederick y nos hemos dirigido acompañados de una enfermera voluntaria hacia Mbouassu, un pueblo extraviado entre las montañas y los campos de café (algunos de los cuales olvidados por el bajo precio del café) y de plataneros y cultivos de yuca y maíz. Fuimos recibidos en casa de un ex-jefe de brigada, según la costumbre con whisky de 12 años. Frederick abrió la botella y roció un poco frente de la casa, después nos humedeció las manos con el alcohol y finalmente brindamos. Destacando sobre una mesa había dos colmillos de elefante y un pie de gorila que, según parece, los locales cazan y comen ocasionalmente. Después del recibimiento nos dirigimos hacia la reunión por un pequeño camino entre las casas escondidas entre la vegetación y los campos de café. Andaba con una mujer de la asociación y la enfermera y escuchaba cómo la mujer se quejaba de que no tenían pozo ni fuente de agua potable y que tenían que coger el agua del río, dónde los mismos vecinos hacían las necesidades, cogiendo consecuentemente graves enfermedades. Por otro lado, también comentó que la gente está muy cansada y la enfermera comentó que seguramente se debía a la malnutrición. Aunque la tierra fuera muy productiva, los habitantes no ingerían una alimentación variada que les aportaran los nutrientes y vitaminas necesarias. Finalmente se compadeció que a pesar de ser una villa de unos 5000 habitantes con otras pequeñas villas dependiendo de ellos, no tenían ningún centro de salud. La reunión se celebraba en una casa que habían condicionado con una mesa y unas veinte sillas alrededor, había sentados mujeres vestidas para la ocasión y hombres, todos ellos concentrados y algunos escribiendo. La reunión se inició con una plegaria y a continuación Frederick se dirigió a las mujeres con las siguientes palabras: "las mujeres trabajan mucho y participan mucho en la sociedad pero tendrían que decidir más". Pero a pesar de los objetivos de la organización no se volvió a hablar más de la promoción de la mujer y pareció que continuaban siendo los hombres los que seguían tomando las decisiones importantes. Frederick propuso aportar enfermeras para educar en salud y en nutrición y técnicos agrícolas para mejorar la producción, pero antes de nada tenían que estar unidos y organizados para mejorar su situación pero también para recibir financiación de alguna ONG. Finalmente, se informó a los asistentes de la posibilidad de acceder a unas ayudas de la unión europea y Frederick entregó a la presidenta, entre aplausos y aclamaciones, un saco de abono y 30 euros para que la asociación pudiera iniciar el cultivo de un campo de maíz comunitario. Al terminar la reunión con comida y cervezas, Frederick nos mostró dos fuentes que tomaban agua de las montañas y que había financiado la ONG Manos Unidas. Después de escuchar todos los problemas que tenían al no tener agua potable, pregunté extrañado: - ¿Si hay estas fuentes de agua potable, como es que las mujeres se quejan de que tienen que coger el agua del río? - Porque hay una persona del pueblo que quiere cobrar dinero y les cerrado el grifo. - ¿Y no se puede hacer nada para solucionarlo? Sin dar más explicaciones, su mirada me dijo que no había nada a hacer. Más tarde le volví a interrogar, pero no saqué el agua clara. Volvimos tarde y cansados. Al llegar a Bafang, la Enfermera comento que estaba cansada y pidió a Frederick que la dejara en el centro, pero éste siguió conduciendo en silencio hasta la misión. 06/06/2007: El domingo, cuando conocimos a Mar y a las otras dos chicas catalanas, nos dimos cuenta de que el capellán que dirigía su proyecto se llamaba Michel Djaba, un hombre que la ONG ARSIS también nos había pedido de visitar. Quedamos en que nos vendría a buscar el martes en Bafang (o así lo creímos), pero al final resultó que habíamos quedado el miércoles. De todas maneras, dio la casualidad de que el martes por la mañana había la fiesta de despedida de la escuela de infantiles de debajo la misión y asistí con Frederick. Como ya va siendo costumbre, me hicieron sentarme en el mejor sofá, al lado del padre Frederick que inauguró la fiesta con una plegaria. Acto seguido, los niños y niñas, de unos dos a cuatro años, cantaron el himno Nacional, siguieron con una representación teatral de cómo el padre Frederick decía misa, continuaron bailando, recitando poemas, demostrando sus conocimientos de inglés, teatralizando una boda ... En la representación de la boda los dos esposos se hacían una prueba del sida antes de aceptar el matrimonio. Después los niños recitaron un poema en que se proponía la castidad para luchar contra el Sida, si la castidad no era posible, la fidelidad y sino la utilización de preservativos. Más tarde cuestioné sobre el tema a Frederick y contradiciendo la doctrina del Vaticano me manifestó que daba apoyo al mensaje recitado por los niños. La fiesta acabó, como siempre, con otra plegaria y con una comida comunitaria. Alexandra no había comido nada en todo el día, porque según ella no había nada para comer en la autocaravana, así pues, por la tarde, tuve que andar hasta el pueblo para comprar los productos requeridos. Bafang es un pueblo alargado a lo largo de una calle principal con todo tipo de tiendas detrás las aceras de fango, aun así tuve que andar hasta el final del pueblo para encontrar todos los ingredientes exigidos. Volví cargado con una moto-taxi. Por la noche volvimos juntos al pueblo, con Frederick y la enfermera, porque Mar nos había invitado al despacho de la asociación Kentaja, que dirige Michel. Compramos unas bebidas en el bar de debajo y Mar nos empezó a explicar el trabajo de la Asociación Kentaja, que tiene tres centros de acogida de niños de 6 a 18 años. A media explicación, llegó Frederick que había ido a comprar comida y nos contó una mala noticia, se había muerto un profesor de Español que Mar conocía, dejando en la miseria a su viuda y sus cuatro hijos. La mujer trabajaba vendiendo cacahuetes en la calle, actividad totalmente insuficiente para pagar el alquiler de la casa que ocupaban y la alimentación de los niños. Alguien preguntó: - ¿Y cómo podrán sobrevivir? Mar respondió: - Seguramente la asociación Kentaja se tendrá que hacer cargo de dos o tres niños para que la madre pueda salir adelante. Hoy por la mañana nos ha venido a recoger Michel para visitar el centro de acogida que la asociación Kentaja ha creado y mantiene en Badzuidjong. Durante el camino, Michel nos ha explicado con palabras que nos conmovían como antes de crear la asociación empezó a acoger niños huérfanos en la parroquia, después creó la asociación Kentaja con la ayuda de dos entidades europeas que soportan con apadrinamientos los gastos mensuales de salarios, alimentación, salud y escolarización de los 130 niños acogidos a los tres centros creados. De todas maneras, también reciben ayudas puntuales muy beneficiosas de otras ONGs y entidades, por ejemplo, hace unos años los bomberos de Barcelona se desnudaron en un calendario para recoger dinero para construir un dispensario maternal en el pueblo de Baku, otra mujer rica de Barcelona financió la edificación de uno de los centros con camas individuales para 64 niños. De todos modos, ahora están intentando iniciar proyectos de autofinanciación. El jefe del pueblo de Badzuidjong ha regalado tres hectáreas a la asociación que están destinando al cultivo y a la producción de carne, con dos objetivos: alimentar a los niños y enseñarles el oficio del campo. En este punto me he interesado sobre los caudillos de los pueblos y Michel me ha explicado que disfrutan de un gran poder sobre el pueblo y sobre los recursos financieros del gobierno destinados al pueblo. Entonces he explicado el caso del agua potable de Mbouassu, donde nos había llevado Frederick y después de la exposición Michel ha comentado. - Hay caudillos buenos e interesados con el progreso del pueblo, como el de Badzuidjong, pero también hay de malos y podría ser, que la jefe de Mbouassu haya cortado el acceso al agua potable para cobrarla y los habitantes no se atrevan a denunciarlo por miedo o respeto. El camino hacia Badzuidjong era en muy malo estado, intransitable con la autocaravana. Poco antes de llegar hemos escuchado una restallada bajo una rueda. Hemos bajado y Michel ha observado con preocupación que se habían roto dos ballestas de la suspensión. Hemos acabado de llegar a Badzuidjong, pero la suspensión dañada nos ha obligado a marcharnos justo después de visitar las instalaciones y los campos de maíz de la asociación, la escuela del pueblo y el río de donde volvían los niños de lavar la ropa. De regreso en Bafang, Michel nos ha explicado que recordaba cuándo tenía 10 años, hace unos 40 años, que tuvo que huir de su pueblo porque los franceses lo incendiaron, en parte por los aires de independencia que se imponían y por los de comunismo que se infiltraban. Llegados a Bafang, entrevisté Michel y en medio de ésta ha contado que era huérfano desde los 10 años, pero no he caído a preguntar si sus padres fueron muertos por los franceses. -- Tuve ocasión de entrevistar a Michel que opinaba que el principal problema del mundo es la ambición de los hombres que a veces les hacen felices y a veces les hace chocar con la libertad de los otros. Se tendría que fomentar el diálogo para solucionar estos problemas. El principal problema del Camerún es la falta de desarrollo, es necesario un cambio de mentalidad, tendría que ser un interés y responsabilidad de cada individuo. Él intenta, a través de la fe o de la acogida, que la juventud tome iniciativas a favor del desarrollo. Michel es feliz porque ha llegado a ser lo que soñaba (le ha tocado la lotería de ser sacerdote). El secreto de la felicidad es ser amigo de Dios y del hombre. Douala (ver en mapa) 08/06/2007: Camino de Douala, Michel ya nos había informado que en Nkonbsamba tenían el moderno y mayor centro de acogida, financiado por la mujer rica de Barcelona, pero no sabíamos que el pueblo estaba en la dirección de Douala. Por eso, cuando Alexandra observó un cartel de Kentaja al lado de un edificio de la comunidad Europea, decidimos retroceder y visitar el centro. La mayoría de los niños estaban en la escuela pero había dos educadoras que estaban preparando la comida. Me presenté y les pedí si me podían mostrar el centro de acogida hacer alguna foto, pero ellas no estaban informadas de mi llegada y fue necesaria una llamada a Michel. Después, las dos chicas, muy amables, me mostraron el sólido edificio de dos plantas con habitaciones y equipamientos de lujo según los estándares rurales del Camerún. Desde la terraza me sorprendieron explicándome que al lado se estaba construyendo otro edificio financiado por otra ONG para poder acoger a muchos más niños. Al mediodía llegamos al centro de Douala, avanzando por una calle con el asfalto roto y agujereado y con un tráfico que nos tuvo parados un buen rato. Parece mentira que siendo una ciudad mayor que la capital Yaundé y el motor económico de Camerún, Douala sea una ciudad tan olvidada en infraestructuras, aunque también es verdad que estaban arreglando algunas calles controladas por asiáticos. Aparte de eso, Douala es una ciudad sin ninguna gracia y con nada a visitar. Por lo tanto, hemos aprovechado estos dos días a la ciudad para relajarnos, hacer compras en el supermercado, sacar dinero y pasear entre los grandes edificios y pequeños comercios. ‹ Anterior (10/04/2007) MES Siguiente (2007-06-09)› ‹ Anterior (2007-04-14 - Mali) PAIS Siguiente (2007-05-15 - Nigeria)› |
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