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‹ Anterior (12/08/2006) MES Siguiente (2006-10-11)› ‹ Anterior (2006-11-11 - Luxemburg) PAIS Siguiente (2006-11-17 - France)› Germany Mecklenburgier ? Seenplatie (ver en mapa) 11/09/2006: Hemos pasado la noche en el aparcamiento de un centro comercial de Oranienburg, el pueblo donde había el campo de concentración de Sachenhausen. Alexandra no se encontraba demasiado bien, dolor de cuello y un poco de fiebre. Aun así hemos ido a comprar juntos y hacía el mediodía nos hemos dirigido hacia el Museo de Sachenhausen. Alexandra ha salido primero mientras yo cogía la camera de fotografiar, bloc de notas ... Cuando he bajado de la Hymer Alexandra volvía diciendo que el museo estaba cerrado. No me lo he creído, pero efectivamente estaba cerrado por ser lunes. De todas maneras, el punto de información estaba abierto y dentro había algunos mostradores informativos y un par de ordenadores con mucha información. Me ha sorprendido la claridad con que exponían todos los crímenes nazis, los excesos, la brutalidad, los asesinatos ... Sachenhausen no tenía cameras de gas, pero tenía crematorios debido a la gran mortalidad debido a los trabajos forzados, hambre, enfermedades, torturas ... Hacia 1945 unas 220.000 personas de 22 países habían cruzado las puertas de Sachenhausen, unos 100.000 murieron. De todas maneras, el campo no se cerró al finalizar la guerra. De 1945 en 1950 el campo actuó de prisión soviética, por donde pasaron 60.000 personas, 12.000 de las cuales murieron de hambre o de enfermedades. El campo de Sachenhausen no destacó por mantener judíos, que normalmente eran enviados a otros campos de mortalidad más asegurada. De todas maneras, había unas cuantas barracas ocupadas por judíos. En una de éstas había un museo pero en 1992 una bomba destruyó parte del contenido. Después de esta pequeña introducción a las atrocidades nazis, hemos seguido camino hacia el norte, hacia una región nombrada Mecklenburgier - Seenplatie. En mi guía no aparece recomendada, pero Sophia de Dresden nos había recomendado visitarla. Buscando en el atlas he visto que en el centro de la región había un parque natural llamado Muritz, ocupando un área de bastantes lagos. Nos hemos detenido en diversos puntos de información al aire libre que mostraban mapas de la zona, carreteras y rutas para bicicletas. Hemos ido bordeando el parque por una pequeña carretera. Finalmente nos hemos detenido delante de un lago con una vista fantástica, al sur del pueblo de Userin. Un hombre nos ha hecho señales para aparcar justo delante del lago. Le hemos preguntado si tendríamos que pagar para acampar pero en vez de eso nos han contestado que podríamos comer algo con ellos, utilizar una canoa que había en una pequeña playa del lago ... Finalmente, después de insistir nos ha comentado que no le tendríamos que pagar nada, sólo la voluntad si utilizábamos la canoa. Alexandra no sabe nadar aunque me he comprometido a enseñarle. Por eso ha costado mucho convencerla para dar una vuelta con canoa por el lago. Pero finalmente ha accedido con la condición de llevar también la cámara de fotografiar. Si ella se caía al agua también lo haría la cámara. Al principio la embarcación se movía un poco y Alexandra estaba con tensión, pero después ella ha cogido el remo y se ha puesto a remar pausadamente cerca de los juncos y hemos podido disfrutar más relajados de la vista del lago al anochecer. Por la noche, el hombre que nos había dado la bienvenida ha encendido una pequeña hoguera cerca del agua, un poco apartada de la autocaravana. He ido a saludarlo un momento. Había un par de hombres más, uno que hablaba inglés y otro que sólo hablaba alemán y ruso, ya que provenía de la Alemania del este. El que hablaba inglés provenía de la Alemania del Oeste y el hombre de la bienvenida era del Berlín Oeste. Le he preguntado por la situación en Berlín Oeste durante la guerra fría y me ha comentado que era bastante buena, ya que recibían mucho dinero de América. De todas maneras, me comentaba cómo recordaba las interminables horas de cola en la frontera para poder cruzar la Alemania del Este por autopista para ir a la Alemania del Oeste. 12/09/2006: A media mañana hemos descargado las bicicletas y hemos hecho una larga excursión por el parque natural durante unas cinco horas. Hacía muy buen día, sol, ni demasiado calor ni frío. El parque natural está lleno de bosques de pinos y robles, también algunos campos y pequeños pueblos de vez en cuando. Hemos pasado por el lado de tres o cuatro pequeños lagos, excepto el último que parecía bastante mayor y conectado al lago de Muritz, mucho más grande, al cual no hemos llegado. El resto de lagos también parecían conectados, ya que nos hemos cruzado con un par de canales por los cuales circulaban canoas. En volver Alexandra ha rapiñado unas cuantas manzanas de un manzano cerca de la carretera, más tarde, me he parado en seco al lado de unos pinos. Al lado de la carretera, entre la hierba seca me ha parecido ver un par de níscalos. He girado uno y he rasgado un trozo. Ha surgido un líquido rojo, señal que era de los buenos. He seguido revolviendo por la zona y he encontrado unos 8 más, todos ellos muy hermosos. Alexandra no entendía que cogiera aquellas setas y me advertía que serían venenosas. Me ha extrañado mucho encontrar los níscalos tan cerca de la carretera y he pensado que los Alemanes no los recogían, pero durante el resto del camino no he encontrado ninguno más, aunque todo el rato estuviera mirando a lado y lado como un obsesionado. La cena ha sido excelente. Alexandra no ha probado mi comida, al igual que todos los platos que salen un poco de lo normal. Pero ha estado bien así, ya que si las setas no hubieran estado buenas me hubiera podido llevar al hospital. De todas maneras, por fortuna eran excelentes y a pesar de hacer broma no he sufrido ninguna intoxicación ni alucinación. Por la noche he salido a hacer unas fotos al lago. Al lado había una pareja de hombres, uno de los cuales estaba ayer a la cerca de la hoguera. Me han saludado y me han ofrecido cerveza. La he rehusado porque Alexandra me estaba esperando, pero he conversado un rato con ellos. Uno de ellos me ha comentado que está pidiendo permisos para abrir un hotel en la zona. Después me ha explicado que a la caída del muro de Berlín, muchos alemanes del Oeste se hicieron de oro engañando a los alemanes del este, por ejemplo vendiéndoles productos inútiles. Por otro lado, antiguos propietarios del este que vivían en el oeste reclamaron las antiguas tierras que poseían y echaron a los que las habitaban de hacía años. Por eso, según él, el muro todavía sigue en la mente de las personas y los alemanes del este desconfían de los del oeste. También me comentó que en el norte de Berlín hay muy poca inversión e industria. Hay poco trabajo y mucha juventud se deja deslumbrar por el nazismo. Pero no lo consideraban peligroso, ya que según ellos en Estados Unidos hay mucho más. Rugen Island (ver en mapa) 13/09/2006: Al mediodía nos hemos marchado de Mecklenburgier - Seenplatie. He pagado 7€ al hombre del aparcamiento, por la canoa y por la plaza de aparcamiento. Me lo ha agradecido aunque tampoco ha podido disimular que se esperaba más. De todas maneras antes de ayer me aseguró que la plaza de aparcamiento era gratuita. Por otro lado también me ha pedido hacer publicidad de la zona, y supongo que ya lo he hecho con el diario de ayer. Hemos continuado en dirección norte hacia la isla de Rugen. A lo largo del camino nos hemos cruzado pequeños pueblos, poco industrializados, con la impresión que viven bastante del campo. Una de las pocas señales de modernidad eran los grandes molinos de viento que ocupaban gran parte de la planicie. Queríamos parar a comer a Stralsund pero la carretera pasa por fuera directamente hacia la isla de Rugen. Hay un puente un poco viejo que conecta con la isla. De todas maneras, justo al lado están construyendo uno nuevo espectacular. No se si al finalizarlo destruirán el otro o lo dejarán. Hemos parado ante un punto de información turística en la isla, donde hemos comido. Después me he dejado aconsejar por la chica del punto de información. Me ha recomendado dirigirnos hacia el norte-Este, hacia un punto nombrado Konigsstuhl dentro de un parque natural, donde en teoría había unos maravillosos acantilados y bastantes carriles bici. Antes de entrar en la isla ya había intentado cargar la Hymer con agua pero no había habido suerte. En la isla busqué con más insistencia, pero las gasolineras y autolabados, o no tenían grifo de donde obtener el agua o no me dejaban cargarla, seguramente porque la isla es demasiada turística y demasiadas autocaravanas piden lo mismo. Finalmente en una gasolinera he visto un autolabado automático sin vigilar. He observado un grifo sin clave de apertura conectada a una lavadora. He querido comprobar si el grifo tenía agua para después conectar mi manguera y he desconectado la manguera que conectaba a la máquina. Pero por sorpresa mía ha salido agua a caudales con gran presión. He intentado volver a conectar la manguera pero había demasiada presión. En el primer intento he quedado completamente empapado, pero lo he intentado un par a veces más sin éxito. A continuación, avergonzado y con Alexandra tronchándose de risa hemos huido de la gasolinera, evitando llevarme una merecida recriminación. Hemos llegado a Konigsstuhl donde había un gran aparcamiento de pago. De todas maneras hemos aparcado un poco más allá y hemos cogido las bicicletas para visitar los acantilados. Pero el camino hacia los acantilados estaba prohibido en las bicicletas. Hemos intentado otro camino y también había otra señal de prohibición. Finalmente hemos preguntado a una señora de una tienda que nos ha informado de que los acantilados se encontraban a unos tres kilómetros y que se podían hacer con bicicleta sin problemas. Así pues nos hemos saltado la prohibición y nos hemos adentrado por un maravilloso bosque con algunos pequeños lagos escondidos. Muy de vez en cuando, ya que era tarde, nos hemos cruzado con algunos caminantes que nos miraban con miradas de reprobación, pero hemos seguido adelante hasta llegar a los mencionados acantilados. Allí había un museo de pago pero al lado había unas escaleras de madera que bajaban empinadas hasta el mar. Había unos quinientos escalones que después los hemos sudado para subir. Las escaleras bajaban entre un bosque, sin opción de observar los acantilados. Pero una vez en la playa de guijarros y mirando arriba nos hemos podido maravillar de los acantilados de tiza. Sí, eran de tiza. Tiza que teñía de blanco, que se deshacía en las manos si era húmeda y que permitía hacer pintadas en las rocas y árboles si era seca. 14/09/2006: Hemos hecho noche en un pueblo llamado Glowe, delante de una playa de arena fina y con algunas hamacas con parasoles de alquiler. A lo largo de la playa había un paseo por donde hemos iniciado una larga excursión con bicicleta. Después, el paseo se ha convertido en un pequeño camino asfaltado para bicicletas que transcurría al lado de la carretera, entre bosques de pinos. Los bosques estaban llenos de cazadores de setas, por lo tanto no me he entretenido otra vez mirando los márgenes del camino ya que he supuesto que todas las buenas setas ya deberían estar cogidas. Por otro lado, cada dos por tres había enormes telarañas sujetadas entre dos pinos, de manera que tampoco hacía mucha gracia adentrarse por el bosque. Hemos llegado a otro pueblo, bastante turístico, con algunos hoteles y habitaciones de alquiler. Lo hemos cruzado por la carretera principal y hemos seguido hacia el norte, dirección a un faro que habíamos entrevisto la noche anterior. El camino ha seguido entre campos, algunos tractores los estaban trabajando. Las vistas eras excelentes, sobre el mar, que quedaba bajo unos pequeños acantilados. A medio camino nos hemos encontrado con unos dólmenes, levantados por los antiguos habitantes de la isla hacía unos tres mil años. Llegando a los faros (en realidad había tres) nos hemos encontrado con una iglesia circular bastante antigua y a bajo, al lado del mar, un pequeño pueblo de pescadores que hemos visitado más tarde. Los faros debieron ser de diferentes épocas, pero no hemos adivinado cuál debería ser el más antiguo, ya que todos estaban muy bien conservados. Bajo los faros había un gran búnker, parece que construido durante la segunda guerra mundial. Se podía visitar, pero pagando. En volver hemos pasado por el pueblo de pescadores, con las casas con gruesos tejados de paja, la mayoría convertidas en restaurantes y tiendas debido a la gran cantidad de turistas que había, casi todos de la tercera edad. Se nota que no es temporada de vacaciones. Hemos llegado a la Hymer al cabo de unas seis horas, agotados, después de recorrer unos cuarenta kilómetros. Alexandra ha comentado que no volverá a tocar la bicicleta durante una semana. Rostock (ver en mapa) 16/09/2006: Ayer nos levantamos tarde, como siempre, yo más temprano que Alexandra y ella un poco más tarde, despertada por el ruido que no puedo evitar hacer en un espacio tan reducido mientras desayuno. Esta vez, sin embargo, ella estaba más quejumbrosa que de costumbre, quejándose de dolor de barriga y de cabeza. De hecho, durante la noche ya se había despertado alguna vez con el mismo dolor. Le hice una infusión de manzanilla y se la bebió, hecho impensable hasta el momento, ya que suponía traicionar a su querido té negro con un chorrito de leche de cada mañana. De todas maneras le debió haber ido bien, ya que hacia mediodía ya se encontró mejor. Hicimos camino hacia Stralsund, un pueblo justo en la entrada de la isla de Rugen que mi guía de viaje recomendaba visitar. Stralsund es un pueblo con un gran casco antiguo rodeado por mar y pequeños lagos. Estuvimos paseando por sus calles y parques. Por la mañana había mercado en una de las plazas, un mercado de fruta, verduras y ropa, como los de Cataluña, pero no como los de Rumania, ya que allí el gobierno los ha prohibido. Tiene diversas iglesias y edificios construidos de ladrillos, una de las cuales de estilo gótico, aunque un poco peculiar: muy alta y con grandes ventanas verticales que se abrían al exterior desde el techo hasta casi llegar al suelo. Alexandra me ha hecho notar que curiosamente en el pueblo también había muchos edificios desocupados, parecía que desde hacía tiempo. Por la tarde volvimos a la carretera, hacia el oeste, bordeando la costa, pero sin vista al el mar. Las carreteras han seguido como en toda Alemania del este, en buen estado pero cortadas de vez en cuando por obras, hecho que te desviaba por carreteras secundarias. El truco para no perderte es sencillo, seguir una "U" que con una flecha indica la continuación de la carretera principal. Llegamos a Rostock al atardecer. Anduvimos un poco la pequeña ciudad con la Hymer, intentando captar una red Wifi o de Internet sin cables. Detectamos una de un bar, pero no con bastante intensidad. De manera que no ha sido hasta hoy por la mañana que nos hemos conectado a Internet mientras bebíamos una cerveza y una cola en el mencionado bar. Ayer por la noche también tuvimos un rato para pasear por la ciudad. Rostock estaba de fiesta. En la plaza principal, había un grupo tocando música de las últimas décadas, diversas barras de bar ambulantes servían cerveza en abundancia. Alguien bailaba, pero la mayoría estaba sentado en sillas de plástico, delante de unas mesas también blancas, bebiendo y conversando. A lo largo de la principal calle comercial había muchas paradas que vendían objetos de decoración y bisutería. Había algún cartel de bar que anunciaba los precios bajo el título "octoberfest", pero en la publicidad de la ciudad se anunciaba como "Rostocker City Fest". Era como una fiesta mayor de pueblo de Cataluña. Hoy la fiesta seguía, con los mismos bares y paradas, pero en vez del grupo de música, en el escenario hacían sorteos, shows y también música, pero de más bajo nivel. En otras calles de la ciudad hacían actividades para los niños, pintando en el suelo, pintando caras, bailando, haciendo trabajar el intelecto ... En Rostock hemos analizado con más detalle una actitud que hasta ahora se reproducía en mayor o menor grado. Cuando un semáforo para los peatones está en rojo, todo el mundo se espera, aunque no venga ningún coche. Pero si alguien hace un paso para cruzar la calle el resto lo sigue, aunque a veces también se lleva la mala mirada de los otros. Por la tarde hemos vuelto a subir a la Hymer y nos hemos vuelto a dirigir hacia el oeste, esta vez para llegarnos a Lubeck. La segunda mitad del camino la hemos hecho circulante por una maravillosa autopista de dos carriles. Me ha extrañado ya que hasta ahora no habíamos encontrado casi ninguna autopista en Alemania, pero después, consultando el mapa de carreteras he constatado que gran parte de las autopistas alemanas se encuentran en la Alemania del Oeste. Mientras llegamos a Lubeck y durante toda la noche hemos estado manteniendo una conversación muy interesante con Alexandra sobre literatura. A ella también le gusta escribir pero da mucha importancia a la manera de escribir, la forma. En cambio yo comentaba que para mí lo único que es importante es el contenido. Ella afirmaba que la originalidad de algunos autores se encontraba en la forma de escribir y yo intentaba defender que había muchos más autores originales sólo por el mensaje que transmitían. Finalmente estuve traduciendo del catalán al castellano y leyendo en voz alta durante unas dos hora la novela que había escrito hacía unos dos años. Lubeck (ver en mapa) 17/09/2006: No sé si es así cada domingo, pero hoy por la mañana las campanas han estado repicando un buen rato cada media hora. Yo me he quedado en la Hymer mientras Alexandra daba una vuelta por la ciudad con bicicleta. Más tarde hemos ido los dos, Alexandra haciéndome de guía. Lubeck es una ciudad interesante, sobre todo un barrio que hay hacia el sur, siguiendo la banda izquierda del río. Un barrio de casas bajas, con muchas flores y plantas, objetos de decoración en las ventanas, gente tranquila comiendo en mesas delante del río ... El resto de la ciudad me ha parecido similar a las otras ciudades visitadas hasta el momento en el norte de Alemania, grandes edificios e iglesias antiguas siempre construidos de ladrillos rojos. La Iglesia de Marien es interesante, muy alta, de colores claros en el interior. Dentro también se puede observar un vistoso y bonito reloj astronómico y en un extremo una campana hecha añicos. Se ve que es la misma campana que cayó cuando los aliados bombardearon la ciudad y la iglesia durante la segunda guerra mundial. Dejaron la campaña rota y abollada tal cual y en frente una inscripción en alemán: "Una Protesta contra la guerra y la violencia". También queríamos visitar la puerta de la ciudad nombrada Holsentor, pero la estaban restaurando y estaba completamente cubierta bajo un logotipo publicitario. Hemos salido de Lubeck por la tarde, dirección norte, con la intención de coger hoy mismo uno ferry hacia Dinamarca. Nos hemos sorprendido de encontrarnos grandes colas y retenciones en los carriles contrarios, de diversos kilómetros. Pero era normal, era un domingo por la tarde y todo el mundo volvía hacia casa, en la ciudad, además había unas obras al principio. También me ha sorprendido todos los coches llevaran los faros encendidos, el sol se había escondido detrás de las nubes, pero la luminosidad era buena. Después hemos visto unos carteles que en Alemán parecían recomendar circular con las luces abiertas. Hemos llegado al puerto de donde salía el ferry. La chica del peaje nos ha comentado que el ferry salía en diez minutos. Después nos ha comentado el importe: 56€, sólo para 45 minutos de trayecto. Lo he encontrado una locura pero dar la vuelta entrando en Dinamarca por el continente sería más caro en gasoil y este camino ya lo haríamos de vuelta. No teníamos mucho tiempo para pensar ya que el barco estaba apunto de marcharse y al final hemos abonado la tarifa. El barco era curioso, no tenía delante y detrás, era simétrico, es decir, tenía una cabina de control y mando en cada uno de los dos extremos del barco, de manera que al llegar a puerto no tenía que dar media vuelta. El capitán simplemente tenía que andar hasta la cabina de atrás que entonces se convertía en delante. Hemos entrado en Dinamarca al anochecer y se ha hecho de noche pronto. Hemos ido circulando en dirección a Kobenhavn, pero a medio camino nos hemos desviado a la derecha y nos hemos dirigido hacia la isla de Mon que mi guía de viajes recomendaba visitar. La isla parecía desierta. La iluminación de las pocas casas que había era muy débil, pero finalmente hemos llegado al pueblo de Stege en el centro de la isla y hemos hecho noche. Denmark M?ns Klint (ver en mapa) 19/09/2006: Mon es una isla que me ha maravillado. Parece muy poco turística, quizás sólo por el turismo local. Pero dispone de muchos puntos o paneles de información casi todos en Danés. En los principales puntos de interés también hay pequeñas cajas llenas de trípticos con información, igualmente en Danés. De la misma manera, el punto de información de Stege hay grandes estanterías con montones de prospectos de los diferentes puntos de interés. Nos dejamos asesorar por la chica del punto de información y después de conectarnos un momento a Internet desde allí mismo nos pusimos en ruta. Primero visitamos la iglesia de Elmelunde, blanca, con un gran campanario, ancho. En el interior, el techo estaba pintado con dibujos de colores claros, simples pero interesantes. La iglesia estaba rodeada de un cementerio muy bien cuidado. A fuera del recinto había un manzano que Alexandra se encargó de descargar de las manzanas que tenían más buena pinta. A continuación visitamos un dolmen, una tumba megalítica. Toda la isla está plegada, pero visitamos el más vistoso, nombrado Somarmedyssen. Encima de una pequeña colina hay apiladas unas cuantas grandes piedras en forma de mesa o pequeño habitáculo. Es curioso que se encuentren dólmenes similares en Cataluña teniendo en cuenta que en aquel tiempo las comunicaciones y los viajeros deberían de ser casi inexistentes. También es sorprendente que pudieran arrastrar aquellas grandes piedras sin ningún tipo de maquinaria. Después de comer y de llover un poco, paseamos por los jardines Lisenlund. Unos Jardines creados en 1700 con un estilo romántico, con grandes prados, pequeños lagos, bosques, bonitas mansiones, una casa de estilo noruego, un salón de té de estilo chino. El paseo fue encantador. El parque enamoraba. Los jardines estaban situados cerca del mar. De allí salía un caminito hacia los blancos acantilados de Mons Klint. Pero nos dirigimos allí con la Hymer porque ya era un poco tarde. Alexandra estaba un poco cansada y salí a descubrirlos solo. Primero seguí un camino entre el bosque que se dirigía a la parte alta de los acantilados. Y cuando llegué allí se me detuvo el corazón y la respiración. La altura era impresionante. Los acantilados eran de arena, tierra que se deshacía con facilidad y se precipitaba verticalmente hacia el mar, al fondo, muy abajo. Los árboles parecían mantener firme la tierra pero debajo parecía que había el vacío. Ya que en uno de los miradores descubrí un agujero entre las raíces de un árbol, a un metro del vacío. El agujero de uno o dos palmos de profundidad que dejaba entrever la playa y el mar a bajo. De todas maneras, no me pude privar de hacer fotos, y haciendo de tripas corazón y desafiando el vértigo, pasé por debajo de la valla y arrastrándome por el suelo me acerqué a los límites de la tierra, pero no para sacar la cabeza, justo para poder estirar los brazos de manera que la camera quedara sostenida en el vacío. Después, todo cubierto de polvo, bajé los 500 peldaños que bajan por el lado de un arroyo y de un bosque dirección al mar. Al final de las escaleras de madera descubrí lo rápido que evolucionaba la erosión de la costa, ya que la escalera se sostenía casi totalmente sobre el mar y la tierra parecía haberse retirado un metro o dos. Más allá, andando por la playa de guijarros tropecé con algunos esqueletos de árboles que poco tiempo atrás deberían estar viviendo en el bosque que se extendía decenas de metros más arriba. Hemos vuelto a dormir a Stege y esta mañana hemos visitado el pequeño pueblo de Nyord, un pueblo que ha sabido mantener el encanto de hace dos siglos. Antiguamente, el pueblo era famoso por los pilotos, marineros que guiaban los barcos por las aguas poco profundas de la costa de la isla. Actualmente el pueblo se dedica a la pesca, la agricultura y al turismo, aunque hoy éramos los únicos que parecíamos visitarlo. A media mañana nos hemos puesto en marcha hacia Kobenhavn donde hemos llegado con el sol poniéndose, ya que nos hemos parado a un área de servicio para comer y limpiar a fondo la Hymer, que ya le tocaba. Hemos paseado un poco por Kobenhavn y lo poco que hemos visto nos ha maravillado, una gran actividad comercial y algunos músicos de calle, con mucho talento. Kobenhavn (ver en mapa) 24/09/2006: La primera noche en Kobenhavn nos dimos cuenta de que habíamos aparcado en mala zona, tanto por la noche como por la mañana había bastante ruido. Aun que por la calle no pasaban muchos coches por la noche los borrachos no nos dejaron dormir y por la mañana fueron operarios los que nos despertaron. Por otro lado, por la mañana también teníamos una multa, ya que no habíamos pagado el ticket del parquímetro y en un papel adjunto a la multa nos informaban de que Kobenhavn está asociado a la agencia internacional de recuperación de crédito. Por la tarde intentamos buscar un nuevo emplazamiento para la Hymer, pero todas las calles del centro de la ciudad tenían parquímetro, también las de Christiania. Después nos dirigimos un poco más a las afueras, en un barrio nombrado Norrebro y allí pudimos aparcar sin pagar en una zona residencial, llena de inmigrantes. Justo aparcar abrimos los ordenadores por si milagrosamente teníamos Internet, e increíblemente teníamos muy buena conectividad con una red wireless libre. De todas maneras, al día siguiente teníamos una otra multa. Por lo que nos explicaron, la mayoría de calles de Kobenhavn tenían parquímetro o bien sólo pueden aparcar los residentes. En cualquier caso, no volvimos a mover el coche de allí y no nos volvieron a poner ninguna otra multa. Estos días hemos seguido con el mismo esquema de las grandes ciudades. Medio día nos lo pasábamos conectados a Internet y el resto del día lo dedicábamos a recorrer la ciudad. Pero no siempre nos conectábamos a Internet desde la Hymer, ya que Alexandra había descubierto una gran biblioteca donde podíamos conectar los ordenadores a la corriente eléctrica y al mismo tiempo disfrutar de Internet. La biblioteca recordaba unos grandes almacenes, con grandes espacios, escaleras mecánicas. La única diferencia es que en vez de maniquíes había estudiantes y en vez de ropa, en los estantes había libros. Alexandra dice que Kobenhavn es la segunda ciudad de Europa donde le gustaría vivir, después de Praga, claro está. Es elegante, sin ostentar, y limpia. Tiene largas calles comerciales sólo accesibles por los peatones; canales con barcazas para turistas y cafés y restaurantes a ras de agua; bonitos jardines y parques; palacios y fortalezas; muchos carriles bicicleta y poco tráfico de coches; gente tranquila y amable; ... El único problema de Kobenhavn es que es una ciudad muy cara, como el resto de ciudades escandinavas. Uno de los lugares más curiosos que visitamos es el cementerio de Assistens, un cementerio antiguo en medio de la ciudad donde hay enterrado al famoso cuentista Andersen. Las puertas del cementerio están abiertas y si no fuera por las cruces y las tumbas escampadas entre el césped y los árboles podrías creer que más bien te encuentras en un parque. Y la gente también lo entiende así, ya que por todas partes hay chicas tomando el sol, chicos leyendo, parejas intimando, mujeres paseando el perro ... Otro día también nos llegamos a la famosa sirenita, icono de la ciudad. La sirenita se encuentra bastante alejada del centro, siguiendo un ancho canal que cruza la ciudad. Allí es el punto ideal para encontrar la fauna turística más variada: familias con hijos; parejas; pero por supuesto los japoneses, uno de los cuales puso un zapato en remojo al intentar llegar hasta la sirenita; aquel día también había unos "turenos" españoles con sus típicos vestidos que Alexandra confundía con nobles daneses. No nos hicimos ninguna foto, no quisimos entrar en el circo que se había formado. La mayoría de los días recorrimos la ciudad con bicicleta, moviéndonos en medio de muchos otros ciclistas. Kobenhavn es una de las ciudades donde he visto a más gente circulando con bicicleta (todavía no puedo compararla con otras ciudades del Oeste, como Amsterdam). Aseguraría que hay más bicicletas que coches circulando por las calles. Las bicicletas tienen sus propios carriles, a veces igual de anchos que los de los coches. También tienen sus propias normas y si te las saltas te puedes llevar una mala mirada o incluso algún insulto. Por ejemplo no puedes circular demasiado poco a poco, tienes que circular por la derecha para que te puedan adelantar, si tienes que cruzar una calle tienes que pararte fuera del carril bici ... Las bicicletas y la gente que las conduce son de lo más variada. Hay bicicletas de paseo, todo-terreno, tipo harley, triciclos (con dos ruedas delante o detrás), bicicletas estirando de un carro, taxis bicicleta, bicicletas de la ciudad (se pueden conducir gratuitamente por el centro a cambio de depositar unos tres Euros que después te devuelven) ... Los conductores pueden ser chicas con minifalda, otras con tejanos y tacones, hombres con americana y corbata, madres llevando a los hijos en el portaequipajes del triciclo, músicos, alternativos ... Por lo que se ve, en invierno también hay mucha gente circulando en bicicleta, aunque según me comentaron en Cobenhavn no hace tan frío como parece, ya que el océano mantiene las temperaturas estables. En Cobenkavn nos encontramos con diversa gente. La segunda noche, el miércoles, nos encontramos con Denis que nos invitó a pasar una noche con sus amigos. Daba la casualidad de que habíamos aparcado muy cerca de su casa y nos pasó a buscar a la Hymer acompañado por una amiga de Eslovenia, Lilena. Los amigos del Denis eran casi todos músicos, pero nadie se puso a tocar o a cantar. Básicamente estuvimos conversando y bebimos en casa de uno de ellos. Estuve conversando bastante rato con Jakob, un chico anarquista y alternativo. Tenía la cabeza muy serena y me explicó que en Dinamarca hay mucho trabajo, que es un país muy rico, en parte gracias al desarrollo de nuevas tecnologías pero también gracias a la explotación de otros países mucho más pobres. También me comentó, que aunque no fuera muy visible en la calle, Dinamarca era un país muy religioso. Eso se debía a que antiguamente Dinamarca también era muy rica debido a los abundantes recursos naturales y a la pesca, hecho que lo atribuían sin duda a Dios. Le pregunté sobre Cristiania. Según lo que había leído, en los años 70 grupos de hippies, artistas, activistas políticos y sin-techo, ocuparon un área sin utilizar del ejercido en el este de la ciudad e intentaron crear una sociedad alternativa, independiente y libre de impuestos. Al principio la policía intentó echarlos por ocupar un área privada, pero finalmente les dejaron estar debido al apoyo de la sociedad danesa. De todas maneras, unos diez años más tarde el experimento social había derivado hacia un mercado libres de drogas y la policía volvió a actuar, pero sólo contra la droga. Los ocupas siguieron ocupando la tierra y las barracas hasta hoy en día. Jakob me comentó que actualmente la policía lo controla a pesar del experimento social prácticamente ha acabado. De todas maneras, Cristiania es uno de los barrios donde hay más solidaridad social, más compañerismo y donde las organizaciones son más fuertes. Ayer, sábado al mediodía, quedé con Simon. Alexandra prefirió seguir trabajando con Internet desde la biblioteca. Simon me invitó a la terraza de la residencia donde tiene alquilada una habitación. Se interesó bastante por mi visión sobre la transición del franquismo en la democracia a España, ya que tenía que hacer un trabajo sobre este tema para la escuela. Yo también me interesé por la situación en Dinamarca. Por una parte me comentó que Dinamarca tiene moneda propia y no el Euro porque tienen miedo de integrarse demasiado a la Unión Europea y perder su identidad y cultura. Por otro lado Dinamarca es un país rico, en parte gracias a la alta tecnología que diseñan y construyen en países más pobres (tal como me había comentado Denis) pero también porque hace diez años descubrieron bastante petróleo en su territorio. Si eran tan buenos diseñando alta tecnología tenían que tener muy buen sistema educativo, y asimismo me lo me afirmo. Después me interesé por la familia real de Dinamarca, todo un símbolo nacional. Es un símbolo nacional, sin ningún poder. Y aunque la corona se embolsa parte de los impuestos, la gente está contenta ya que la familia realiza una fuerte promoción del país en el exterior generando más dividendos de los que ingresan. Finalmente me interesé por Cristiania. Me explicó la historia, similar a la que había leído pero fue muy crítico con la situación actual. Me comentó que los habitantes que antiguamente habían ocupado el espacio con ideas de solidaridad y libertad, actualmente se han convertido prácticamente con propietarios, sin papeles pero también sin pagar impuestos. Aunque algunos de los terrenos que ocupan son bastante amplios y podría ocuparles mucha más gente, no quieren dividirlos, hay ricos y pobres. Por otro lado es muy difícil ser aceptado como nuevo miembro ya que necesitas el voto favorable de la mayoría de la comunidad, por lo tanto, no deja de haber cierto nepotismo: favoritismo para los conocidos y familiares. Por supuesto, también entrevisté a Simon. Opinaba que el principal problema del mundo podía ser el racismo y la indiferencia hacia las soluciones. La gente no mira la humanidad como una única raza. La solución sería estar abierto, el diálogo y aprender de otras culturas. El principal problema en Dinamarca es la indiferencia ligado con el sentimiento de sentirse los mejores del mundo. La indiferencia es difícil de solucionar pero él puede ayudar dando ejemplo. Simon se siente feliz porque él puede hacer lo qué quiere y porque es libre. Él se siente satisfecho tal como es y no sabe si hay manera de ser más feliz. El secreto de la felicidad podría ser aceptar lo que la vida te da. Por la noche Simon organizó un encuentro y nos volvimos a reunir. También Alexandra. Subimos bebidas, mantas, música y luz a la misma terraza del medio día. Había gente de toda Europa y fue interesante conversar envueltos en mantas debido al frío que hacía. Estuve conversando bastante con un chico belga sobre sentimientos nacionalistas. Me comentaba que en Flandes hay mucho sentimiento nacionalista pero no en Bélgica en general. Durante la conversación comentó que curiosamente Barcelona era la ciudad extranjera más visitada por los belgas. Hoy, domingo al mediodía nos hemos encontrado con Christofer, un chico un poco más mayor que yo, introvertido, filósofo, escritor y pintor. Igual que ayer, también hemos hablado de la situación en Dinamarca. Ha comentado que en Dinamarca pagan muchos impuestos, pero que a cambio están contentos con las contraprestaciones sociales que obtienen. También ha explicado que los daneses tienen un sentido de ironía hacia ellos mismos muy saludable, pero por otro lado comentaba que la xenofobia está creciendo mucho. Preguntado sobre la familia real también se ha mostrado favorable, cuando menos como un símbolo comercial de Dinamarca. La familia real Danesa es la más antigua de Europa y por la simpatía que tiene en la sociedad diría que será la última a desaparecer. Finalmente hemos hablado de Groenlandia, un gran territorio olvidado que forma parte de Dinamarca. De todas maneras allí no vive mucha gente y también conservan una independencia política bastante considerable. También tome el pulso en al mundo con Christofer. El principal problema del mundo es la humanidad, ya que los principales problemas son causados por los humanos, de todas maneras los humanos también se preocupan por los problemas que han creado. El suicidio global de la humanidad sería una solución no deseada, estaría mejor aprender de la historia. Personalmente, Christofer intenta tener una actitud positiva, ser una persona decente y responsable, ser abierto y enseñar a los otros a ser abiertos. El principal problema para Dinamarca será el calentamiento global, ya que Dinamarca es un país plano, rodeado de mar. Pero actualmente, en Dinamarca, el principal problema es el incremento de la xenofobia e intolerancia. No hay nazis pero hay racistas refinados y amables. La solución se encontraría en la información y diálogo. Él puede ayudar pensando con claridad. Christofer se siente feliz, "es cuestión de actitud". Sería más feliz con la mujer de sus sueños o con una vida perfecta pintando y escribiendo poesía. De todas maneras, el secreto de la felicidad es ser feliz con lo que tienes. Por la noche hemos vuelto a quedar con Simon. Estos días, en Kobenhavn se celebraba un festival de cine y hemos aprovechado para ver una película francesa: "Goodbye Cheyene". No nos ha entusiasmado, pero tampoco nos ha decepcionado. Después de la película estuvimos paseando por las calles de Kobenhavn y conversamos, pero antes de media noche pedí a Alexandra de ir a dormir porque me dolía la barriga y no me encontraba demasiado bien. 25/09/2006: Ayer a la noche, mientras paseábamos por el barrio de Norrebro, dónde habíamos visto la película, Simon nos mostró diversas pintadas en las paredes, mostrando un 69. Sesenta y nueve es el número de un edificio habitado por ocupas, alternativos, y sin-techo que la policía quiere desalojar próximamente y derribar. La misma tarde había habido una multitudinaria manifestación que nosotros no habíamos visto. El movimiento estaba organizado en colaboración con otros ocupas que desde los años setenta habitan 85 acres al este de la ciudad: Cristiania. Finalmente, después de leer un poco de su historia e intercambiar algunas opiniones, hoy por la mañana he ido a visitar Cristiania, mientras Alexandra se quedaba en la biblioteca conectada a Internet. Cristiania es otro país, metafóricamente y literalmente, según sus habitantes. Justo en la entrada principal, si te giras mirando a la salida te encuentras un gran cartel que pone: "ahora estáis entrando en la UE". Enfrente de la entrada se abre una calle llena de bares y pequeñas tiendas, pintados con estilo "underground" y con la fauna humana más extravagante que te puedes imaginar; la mayoría de mediana edad; vestidos de cualquier manera; de orígenes muy diversos, medio bebidos o fumados; cantando, riendo o conversando; y en medio de todos ellos algún turista perdido y alucinado. Yo era uno de éstos últimos. He levantado la camera para inmortalizar aquella escena, pero decenas de voces y brazos al mismo tiempo me han chillado: "No!”. Me he acercado a uno de ellos para preguntarle cuál era el problema y me ha comentado que no podía hacer fotos en la calle principal. Entonces me ha mostrado el motivo: unos quinientos gramos de hachis que había sobre la mesa. El hombre ha partido la pasta por la mitad y me la ha dejado olfatear para seguidamente intentármela vender. Más tarde he leído en un libreto publicado por la sociedad de Cristiania que según ellos las drogas flojas están permitidas en su territorio, pero no las drogas duras. Antes de 1980 las drogas duras no eran del todo mal-vistas, pero los estragos de las drogas y la policía que intervenía día sí y día también, los hicieron decidir de prohibirlas y desterrar todos sus vendedores y consumidores. Las drogas flojas siempre se han vendido con facilidad en Cristiania, durante mucho tiempo con sus propias paraditas, pero a partir del 2004, debido a la actuación de la policía, se han seguido vendiendo un poco clandestinamente, o no tanto, tal como he comprobado. He seguido paseando por aquel "país" llamado Cristiania. Los jardines, casas y barracas en las cuales viven casi mil habitantes se extienden entre dos lenguas de suelo rodeadas de agua. En el centro hay un puente de madera que las mantiene comunicadas. Los habitáculos son antiguas casas y edificios del ejército en las cuales viven diversas familias en cada una o bien casas sencillas construidas de los estilos más diversos por sus propios ocupantes. Pensaba que la sociedad de Cristiania estaría al margen del sistema capitalista, pero en los tejados de muchos edificios he observado antenas de televisión, en un jardín he visto a una mujer cortando césped con una segadora, los coches allí no están permitidos pero en un escaparate he visto una bicicleta que vendían por 1000€. De todas maneras, se respiraba alguna cosa diferente. Los caminos de arena eran muy tranquilos, se escuchaban carcajadas de chiquillería por todas partes, las bicicletas en las aceras estaban sin atar, las puertas de las casas parecían todas abiertas. He entrado en el jardín de una casa comunitaria donde había una familia tomando un te. Les he pedido permiso para hacer una foto y a continuación he iniciado una conversación con ellos: - ¿Consideráis que vivís fuera del sistema? - Les he preguntado. - No, eso es imposible. De todas maneras creemos que aquí dentro, la sociedad es mejor. No hay robos porque se expulsa a quien roba. Hay mucha solidaridad. Nos gobernamos con un sistema más que democrático, buscando el consenso. Es lento pero fomenta la responsabilidad y el entendimiento. Por otro lado, los servicios que obtenemos de Cristiania pagando nuestros propios impuestos son muy buenos. Pero por encima de todo, aquí la gente es más feliz. - ¿Más feliz que a fuera? - He vuelto a preguntarles. - Sí, porque aquí tenemos la oportunidad de controlar un poco más nuestra vida, somos más libres. La lástima es que eso quizás se acabará, porque el gobierno quiere recuperar los terrenos. - ¿Y qué haréis si finalmente el gobierno consigue echaros? Han encogido los hombros pero después han contestado: - Ir a otro lugar. Si no tuviera el viaje y proyecto de antemano me hubiera gustado quedarme a vivir una temporada en aquel intento de paraíso. De todas maneras es difícil porque te tenía que aceptar la mayoría de los habitantes y por otro lado, según ellos no había más terreno para construir. He vuelto hacia la autocaravana con dolor de barriga. He comido porque a pesar del dolor tenía hambre y más tarde he ido a buscar Alexandra a la biblioteca. Después de comer ella hemos puesto en orden todos los trastos de dentro de la Hymer y nos hemos empezado a poner en marcha hacia el norte de Kobenhavn, a las afueras. Por la noche, Alexandra también ha empezado a tener dolor de barriga, con los mismos síntomas que los míos. Ribe (ver en mapa) 27/09/2006: Hemos estado dos días recorriendo Dinamarca con dolor de barriga. Uno dolor de barriga soportable, constante, pero a veces intenso, sobre todo por las noches. Nos quejábamos el uno al otro, riéndonos de nosotros mismos. El curioso es que a pesar del dolor teníamos hambre, si comíamos seguía el dolor de barriga, pero si desistíamos también. Por lo tanto, hemos seguido comiendo, pero comidas mucho más ligeras. Al primer día fuimos a una farmacia. La mujer que nos atendió hablaba inglés pero no sabía qué darnos. Finalmente nos dio unas pastillas que ayudaban a recuperar la flora intestinal. Pero a nosotros no nos ayudó mucho a recuperarnos. Bien, ésta fue la impresión. Aunque hoy yo ya me he empezado a sentir mejor, pero Alexandra todavía no. A pesar del dolor hemos estado visitando los puntos de interés que habíamos marcado en Dinamarca, volviendo dirección a Alemania. Ayer por la mañana visitamos el fabuloso castillo de Frederiksborg Slot, en el centro de la villa de Hillerod y en medio de un lago. El castillo de ladrillos rojos, de estilo renacentista, tiene unos magníficos jardines, muy bien cuidados, por los cuales estuvimos paseando un poco, hasta que el dolor y el cansancio nos volvió a vencer. Por la tarde nos llegamos a Roskilde, un pueblo que antiguamente había estado la capital de Dinamarca e importante puerto Vikingo. Del fondo de su bahía se recuperaron cinco barcos vikingos de hace más de diez siglos. Los exponen en un museo que no visitamos. De todas maneras, en el puerto de madera hay réplicas exactas de los barcos expuestos, algunos de los cuales tenían capacidad para 60 a 100 guerreros. También tuve la suerte - Alexandra se quedó en la Hymer intentando reponerse del dolor de barriga - de ver como cinco jóvenes se hacían al mar con un pequeño y bonito velero de estilo vikingo. Por la noche hicimos camino hacia el castillo de Egeskov, con la intención de visitarlo esta mañana. Cuando nos hemos dirigido allí hemos visto que en la entrada había unas taquillas y al aproximarnos nos hemos asustado con el precio: 12€. Hemos decidido no visitarlo, pero volviendo a la Hymer me he parado a mirar un mapa del castillo y me he dado cuenta que unos cien metros más allá había una entrada que comunicaba con los jardines del castillo. Alexanda no se fiaba de mis intenciones mediterráneas, pero me ha seguido y efectivamente había una callejuela con una puerta metálica abierta. Hemos entrado ignorando los pocos obreros o jardineros que había, que no nos han dicho nada. Hemos llegado a los bonitos y espaciosos jardines pero Alexandra seguía con tensión por el hecho de no tener ticket y le he dicho: "Mira, nadie nos pedirá el ticket, pero si fuera así, di que lo tiene otro pareja de amigos que han vuelto al coche". El espacio que ocupa el castillo de Egeskov quizás se merece los 12€ de entrada, pero nosotros no lo hemos recorrido todo debido a nuestro estado físico. Tiene diversos laberintos de plantas, pasarelas entre los árboles, atracciones por la chiquillería (y adultos), un museo de la Falck, los bomberos daneses. Un museo de coches antiguos y otro de coches y aviones que no pudimos visitar. El castillo, que tampoco hemos visitado, descansa delante de un bonito lago, muy transitado por viejos con sillas motorizadas. Por la tarde hemos hecho rumbo hacia Odense, la ciudad donde nació y creció Hans Christian Andersen. Gran parte de la ciudad e información turística está enfocada a este escritor que tuvo una vida muy similar a la de sus cuentos: una infancia muy dura con un final feliz. Hemos paseado por las calles de peatones de la ciudad, comerciales pero tranquilas, y también hemos ido al museo del escritor desde donde nace una pequeña callejuela de bonitas casas antiguas. Durante todo el día hemos intentado encontrar un supermercado donde poder comprar utilizando la tarjeta de crédito, ya que habíamos agotado casi todas las coronas y casi no nos quedaba comida, pero no hemos encontrado ninguno. al Final, antes de dirigirnos hacia el último pueblo que queríamos visitar en Dinamarca - Ribe - hemos intentado comprar los productos más económicos y nutritivos con el equivalente de cuatro euros. Evidentemente no hemos tenido por mucho, sobre todo porque en Dinamarca todo es muy caro. 28/09/2006: Esta mañana Alexandra se ha vuelto a despertar con un fuerte dolor de barriga. Yo tampoco me encontraba del todo recuperado. A pesar de todo, nos hemos sentido con fuerzas suficientes para visitar el bonito pueblo de Ribe, aunque hemos tenido que parar de vez en cuando para reponer. Ribe es uno de los pueblos Escandinavos más antiguos y fue un importante centro comercial. La catedral es una mezcla no muy atractiva de piedra gris cortada al estilo románico y ladrillos rojos apilados con estilo gótico. De todas maneras, su interior es muy interesante, con arcos y columnas románicas pintadas con reminiscencias árabes. El pueblo conserva buena parte de las calles empedradas. Las casas, antiguas, son bajas, de un solo piso o dos, con los tejados inclinados. Las ventanas acostumbran en estar descubiertas, dejando entrever el interior, pero sobre todo los objetos más diversos que las decoran en un primer plano. Es un hacer que he observado en el resto de países norte europeos. A partir de la decoración de las ventanas puedes hacerte una idea del tipo de persona o familia habita la casa y sus intereses: algunas ventanas tienen maquetas de barcos, otros sólo plantas, otras figuras africanas o asiáticas, objetos esotéricos ... A medio día hemos salido de Ribe en dirección a Alemania. Ha sido un cambio interesante de país. Nos habíamos acostumbrado al sentimiento nacionalista de los daneses que llenaban de banderas rojas con cruz blanca cualquier rincón y nos ha sorprendido en el entrar en Alemania la ausencia casi total de banderas. Ya me había explicado la Kerstin de Berlín que durante los mundiales de fútbol se había sentido extraña ver ondear tantas banderas alemanas, según ella debido al sentimiento antinacionalista que asumieron después de la segunda guerra mundial. Después de recorrer unos cuantos kilómetros en Alemania me ha llamado la cadena Ser de España para entrevistarme en el programa "Ser Aventureros". A pesar de ser un programa en teoría serio, estaban mucho bromistas y en vez de centrarse en mi viaje y proyecto se han querido centrar en cómo conocí Alexandra. Más tarde hemos parado en un supermercado y hemos cargado de comida, pero no hemos comprado muchos productos frescos, ya que la nevera parece no enfriar cuando funciona con gas (también funciona con electricidad cuando la Hymer está en marcha). Hemos seguido haciendo camino yendo hacia Hamburgo, pero no hemos entrado y nos hemos detenido en un pueblo a las afueras, en el norte, donde hay un distribuidor de la Hymer, con la esperanza de que mañana podamos solucionar el problema con la nevera. Germany Hamburg (ver en mapa) 29/09/2006: Hemos estado dando varias vueltas por Nordestedt buscando el distribuidor de la Hymer en Hamburgo. Finalmente lo hemos encontrado. He comentado a un mecánico el problema que teníamos con la nevera, que no se encendía con el selector en gas. Me han comentado que tenía que llamar a la compañía de la nevera y que ellos me la vendrían a arreglar allí dónde estuviera. De todas maneras, hoy no he llamado porque no hemos tenido demasiado claro hasta la noche donde dejaríamos la autocaravana. Hemos aparcado cerca de la estación central, una enorme estructura de cristal y hierro nombrada Hauptbahnhof. Allí había un punto de información que para desesperación de Alexandra no nos han sabido informar sobre accesos gratuitos a Internet vía Wifi. De todas maneras, más tarde, paseando por el barrio al este de la estación hemos encontrado diversos cafés de internet, uno de los cuales nos ha dejado conectar nuestros ordenadores a su red, de la misma manera que acostumbraba a hacer al principio del viaje. Hemos escrito a una decena de miembros de Hospitalityclub de Hamburgo y a la misma noche un chico nos ha enviado un mensaje al móvil. Hemos tomado el metro hasta la estación de S. Pauli donde al cabo de poco se ha presentado Gero con una amiga de Honduras. Mientras nos presentábamos hemos esperado un poco más a que llegaran unas amigas suyas de Berlín. Y cuando se han presentado las amigas hemos tenido una agradable sorpresa, ya que tres de las cuatro chicas habían estado al encuentro de Kloden y después habíamos vuelto a coincidir en la cena árabe en casa de la Kerstin en Berlín. Hemos estado paseando por la calle de Reeperbahn, una larga calle llena de discotecas, pubs, bares, sexshops, juventud, bebidas, prostitutas ... Reeperbahn se encuentra a 300 metros del puerto, por este motivo desde hace más de un siglo que es el centro del distrito rojo (red district). Cuando los marineros desembarcaban se dirigían rápidamente allí para olvidar las penas con alcohol y mujeres. Actualmente no sabría distinguir a los marineros, pero la juventud de la ciudad parece dispuesta a seguir con la tradición. Nos hemos desviado a la derecha y nos hemos metido en una taberna donde hemos estado bebiendo y conversando. Una de las chicas había estado unos meses en Uganda y nos ha estado explicando unas cuantas anécdotas. Después ellos han seguido la fiesta en otro pub, pero nosotros hemos ido a dormir porque Alexandra estaba bastante cansada, aunque durante el día se ha quejado mucho menos del dolor de barriga. 30/09/2006: Esta mañana la hemos pasado en la lavandería. Teníamos gran cantidad de ropa para lavar ya que desde Berlín que no habíamos pasado por ninguna otra lavandería. Pero por suerte la hemos podido embutir toda en dos lavadoras y nos hemos ahorrado de pagar tres. Al mediodía hemos recibido otro mensaje al móvil de otro chico para quedar por la tarde. Nos hemos reunido con Andreas en la calle de Shhulterblatt. Mientras lo esperábamos Alexandra se ha fijado con unas baldosas antiguas en el suelo con el signo A/H. Después Andreas nos ha explicado que esta calle antiguamente separaba Hamburgo de Dinamarca, las baldosas llevaban los signos indicadores. Nos hemos sentado en una de las numerosas terrazas y bares de la calle. Andreas, de unos 40 años, nos ha explicado que desde hace veinte años que recorre todo el mundo. Me he interesando por sus experiencias en el África y no ha visto muy claro que tuviéramos intención de recorrerla con una autocaravana. Después nos ha comentado que trabajaba como periodista freelance y nos ha estado asesorando un poco sobre cómo dirigirnos a los medios de comunicación. Finalmente lo he entrevistado. El Andreas piensa que la principal dificultad del mundo es mantener la paz entre gente de diferentes ideas. La solución es complicada pero pasaría por descubrir como vive la gente en otros países y comprenderla. Eso facilitaría la aceptación de la inmigración, que es inevitable porque Europa es rica. Él puede ayudar compartiendo ideas y enseñando sobre otras culturas. En Alemania, la concepción del trabajo ha cambiado mucho en pocos años (hay desempleo, la gente dispone de más tiempo libre...) y la gente no se ha sabido adaptar a los nuevos tiempos, por ejemplo, hay muchos estudiantes que siguen estudiando medicina pero pocas plazas para médicos. La gente tendría que estar alerta y pensar que no hay un trabajo esperándonos al acabar la universidad. Él sólo podría ayudar en un entorno muy reducido, por ejemplo en amigos e hijos. Andreas se siente feliz, sobre todo si se compara con otros. Se sentiría más feliz si su vida se estabilizara (a nivel laboral) y se pudiera relajar. El secreto de la felicidad es no tener expectativas. El Andreas nos ha recomendado aparcar cerca del puerto, donde el domingo a primera hora hay el mercado del pescado. Hemos movido la Hymer, pero en al pasar por delante del lago de Binnenalster hemos observado a bastante gente congregada, preparada para asistir a algún acto público. Hemos aparcado sobre la acera, como otros coches y hemos salido a observar. Al cabo de poco han empezado unos fuegos artificiales para celebrar las diferentes exhibiciones chinas que hay estos días en la ciudad. Pero los fuegos han sido ridículos y nos hemos marchado decepcionados hacía el aparcamiento recomendado. Aprovechando que estábamos cerca del puerto, por la noche hemos ido a pasear. Hemos pasado por un gran local con grupos de música en vivo y mucha gente bailando y bebiendo. Era una de las típicas celebraciones de Octoberfest. Se tenía que pagar una entrada bastante cara y hemos seguido andando. Al final hemos encontrado otro gran pub con bastante ambiente. Hemos entrado para beber una cerveza. Al salir, por otra puerta, nos hemos dado cuenta de que en este local también se tenía que pagar. 02/10/2006: Estos últimos días yo y Alexandra nos hemos sentido muy unidos, enamorados. Parece que todos los problemas de adaptación del principio se hayan desvanecido. No sé cuál ha sido el detonante de este cambio. Alexandra me pidió que me dejara bigote y barba y quizás ahora me considera más interesante. O quizás, al estar leyéndole mi novela por las noches me ha empezado a ver de otra manera. O yo he aceptado malcriarla un poco. El caso es que ahora no se impacienta cuando me detengo durante 10 minutos para hacer una foto que después acabo descartando. Y tampoco se crispa cuando utilizo un mapa para decidir nuestro recorrido por una ciudad en vez de utilizar la intuición. Pero a mí tampoco me molesta entrar en 10 tiendas de ropa en una tarde aunque no podamos comprar nada porque la economía no está por más gastos. A pesar de estar muy unidos, el domingo salí a visitar sólo el mercado del pescado. A Alexandra le gusta demasiado dormir y despertarse a las ocho es inconcebible. El mercado del pescado se encontraba muy cerca de la autocaravana. Había mucha gente y muchas paradas de todo tipo: plantas, ropa, verduras, pan, carne y naturalmente pescado. A muchas paradas había verdaderos artistas de la venta, chillando a viva voz las maravillas de sus productos, y a su alrededor décimas de personas con la esperanza de ser las siguientes a adquirir las gangas. Compré un poco de pescado, verduras y desayuno y volví a la Hymer a despertar Alexandra. Pero antes entré en el gran local donde ayer celebraban Octoberfest, la entrada era libre y seguía lleno como ayer, con nueva gente bebiendo y algunos aun de ayer que se aguantaban con trabajos. Por la tarde fuimos a visitar el puerto. Hamburgo tiene el segundo puerto mayor de Europa después de Rotterdam. Es curioso teniendo en cuenta que Hamburgo se encuentra a uno 75 kilómetros tierra adentro. De todas maneras, al puerto se llega a través del caudaloso río Elbe. El puerto ocupa una extensión enorme en el sur de la ciudad. Cruzamos el río por un túnel construido hace más de cien años, que transcurre a una profundidad de 20 metros, con una largura de 150 metros. En el otro lado nos encontramos con el laberinto de canales por donde transcurre el puerto. No nos adentramos demasiado. De todos modos, la vista sobre la ciudad, al norte, valía la pena. El lunes por la tarde estuvimos haciendo un largo recorrido con bicicleta por un área bien diferente de la ciudad. Rodeamos el lago de Aubenalster, en el centro de la ciudad, bordeado de parques y lujosas casas. Hacía bastante viento y el centro del lago estaba lleno de pequeñas embarcaciones de vela. Acabamos el paseo en el Rathaus, el bonito ayuntamiento dominandoe una espaciosa plaza al lado de un canal. Bremen (ver en mapa) 03/10/2006: Ayer a la noche estuvimos trabajando en el café de internet del primer día. Hoy por la mañana también nos hemos dirigido allí para acabar de trabajar, pero nos ha sorprendido que estuviera cerrado, también un supermercado del lado. Hemos entrado en una tienda asiática que parecía abierta, pero el dependiente nos ha informado que hoy la tienda estaba cerrada. Entonces nos ha explicado que era fiesta en toda Alemania para celebrar que 16 años atrás se reunificaron. Entonces hemos entendido que la ciudad pareciera muerte, pero lo que nos ha extrañado es que a casi en ningún sitio hubiera banderas alemanas ondeando. Parecía que nadie estuviera por celebraciones nacionalistas, que nadie se sintiera orgulloso de su patria. Así pues nos hemos puesto en marcha hacia Bremen, ciudad famosa por la historia de los cantores de Bremen. Un asno, un perro, un gato y un gallo que según la fábula se hicieron amigos e hicieron camino hacia la ciudad a probar suerte como cantantes. Pero de camino se detuvieron en una casa y decidieron pedir alojamiento cantando. Pero cantaban tan mal que unos bandidos que vivían allí se asustaron y huyeron corriendo. Entonces los cuatro cantores decidieron quedarse a vivir allí para siempre. 04/10/2006: Bremen es una ciudad muy bonita, que se desarrolla en torno a un río. En teoría, igual que Hamburgo, Bremen dispone de un gran puerto, pero el río parecía completamente muerto de tráfico de barcos. Por otro lado, Bremen tiene mucho más atractivo arquitectónico que Hamburgo. Ayer a la noche y hoy hemos estado paseando por sus cautivadoras calles de edificios medievales, góticos. Por la encantadora plaza del ayuntamiento y la catedral, también de estilo gótico y naturalmente, como todo el norte de Europa, de ladrillos rojos. En muchas esquinas o tiendas de la ciudad te topas con el típico icono de Bremen, un asno encima del cual hay subido un perro, sobre el perro un gato y arriba de todo un gallo. Las estatuas, todas iguales, están pintadas de los colores más diversos: de los colores del equipo de fútbol de la ciudad, dibujos abstractos, los colores originales de los personajes ... Estas estatuas son interesantes y divertidas. Cada ciudad alemana parece tener su propio símbolo. Berlín estaba lleno de estatuas de osos (también, todas idénticas) pintadas de las formas más diversas. Y Hamburgo estaba lleno de estatuas de un viejo portador de agua. A pesar de, recorrir un poco toda la ciudad, no ha hecho demasiado buen día y ha estado lloviendo a ratos. Hecho que hemos aprovechado para ir a la biblioteca a conectarnos a Internet y a trabajar un poco. He estado repasando todos los gastos del viaje, hasta ahora, y me he alarmado un poco. Por la siguiente parte del itinerario: África y Asia tendré que encontrar más esponsores y medios de comunicación que me den apoyo por que sino será complicado cumplir la siguiente parte del sueño. 05/10/2006: Estos días he estado llamando al número de teléfono que me había dado el distribuidor de Hymer para solucionar el problema con la nevera, que no enfría funcionando con gas. Después de marcar el número salía un contestador en alemán que no conseguí saltarme. Finalmente ayer miré a internet y descubrí que el fabricante de la nevera tenía un taller en Bremen. Hoy nos hemos dirigido allí y ha valido la pena, porque en un momento han cambiado una pequeña pieza y la nevera ha vuelto a funcionar. Después nos hemos empezado a dirigir hacia Holanda, pero sin prisas. Netherlands Leeuwarden (ver en mapa) 06/10/2006: Ayer por la noche, al entrar en Holanda, Alexandra comentó: "mira, las ventanas de las casas son mucho más grandes". Y efectivamente, la mayoría de las casas de los pueblos tenían unos grandes ventanales que iluminaban con la luz que provenía de los comedores, cocinas o habitaciones. Pasaba el mismo que en Dinamarca, mucha gente vivía ignorando que los vecinos pudieran observar su vida desde fuera, o quizás los vecinos no curioseaban. Nos detuvimos en la ciudad de Groningen y esta mañana la hemos salido a visitar, aunque igual que los días anteriores, ha estado lloviznando un poco. Groningen es una ciudad universitaria con bastante encanto. Se desarrolla en torno diversos canales, con barcazas donde la gente parece vivir, ya que tienen sus plantas en cubierta, el timbre en la puerta ... La ciudad recuerda las ciudades escandinavas, quizás por los canales, o por la arquitectura de las casas, o simplemente por la tranquilidad, aunque sea bastante comercial, con diversas galerías de arte, tiendas de quesos, 'cafeshops' ... Nos desviamos del centro y tropezamos por casualidad con el distrito rojo de Groningen: una calle de 100 metros de largo, con escaparates cada 3 o 4 metros, cada uno con una puerta medio abierta o cerrada, según la disponibilidad de la inquilina. Algunas de las chicas también tenían las cortinas abiertas, exponiendo sus carnes mientras miraban la calle sonriendo a los hombres solitarios. A pesar de esperarlo en Amsterdam, ha sido una visión sorprendente en esta pequeña ciudad. Por la tarde, después de comer y de conectarnos un rato a Internet, hemos hecho camino hacia Leeuwarden. Hemos llegado ya de noche. Nos hemos dirigido hacia el centro y hemos aparcado al lado de un canal. 07/10/2006: Esta mañana hemos visitado el tranquilo pueblo de Leeuwarden, del mismo estilo que Groningen: diferentes canales rodeando el casco antiguo, calles de ladrillos rojos, casas bajas, algunas áreas comerciales pero menos transitadas ... De todas maneras, aquí no hemos tropezado con ningún distrito rojo. Después de visitar casi todos los rincones de Leeuwarden hemos empezado a hacer camino hacia Amsterdam. Hemos circulado por la autopista A7 que circula por encima un dique de unos treinta kilómetros de largo que separa el mar abierto de una inmensa laguna, con las aguas por debajo del nivel del mar, hecho que ha permitido ganar muchas tierras que antes estaban bajo el agua. Por ejemplo, en un terreno próximo al dique hemos encontrado un cartel que anunciaba que aquel punto se encontraba en 4,8m bajo el nivel del mar. Aunque se encuentren a diferentes niveles, existe tráfico de barcos y barcas entre la laguna y el mar abierto, utilizando un sistema de compuertas. Nos hemos parado a comer a medio recorrer el dique, en un aparcamiento que dominaba toda su extensión. El viento soplaba muy fuerte, igual que a lo largo de toda la costa. No es de extrañar, pues Holanda siempre ha estado identificada con los molinos de viento. A lo largo del camino hemos visto alguno de antiguo, pero la mayoría eran nuevos, aunque tampoco parecía haber más que en Alemania del Norte o Dinamarca. Después de cruzar el dique y llegando a Ámsterdam, me he fijado que muchos campos donde pacían bacas, caballos o corderos, estaban delimitados por canales. Cada cien o doscientos metros había uno. Pero no parecían para navegar, simplemente parecían haberlos creado para sacar el agua de los campos. Después he leído en el mapa que la zona se llamaba "Water Land" Hemos entrado a Amsterdam a media tarde. Nos hemos perdido un poco para encontrar el centro pero finalmente nos hemos situado sobre el mapa y hemos conseguido aparcar en una callejuela muy tranquila al lado de un canal. Afortunadamente, desde la Hymer hemos podido cazar la conexión de internet de algún vecino. Mientras Alexandra utilizaba la conexión he salido a pasear un rato por los canales de los alrededores bajo la luz del atardecer. Amsterdam (ver en mapa) 08/10/2006: Esta mañana no ha sido demasiada entrañable. Cuando descargaba las bicicletas de la Hymer una mujer se ha parado y me ha empezado a preguntar por la autocaravana y los países que había recorrido. Después me ha preguntado: - ¿La autocaravana también la has pintado tú? He contestado afirmativamente, pensándome que se refería a los logos de los sponsores. Pero después he observado en el lateral, que algún sinvergüenza había pintado un graffiti durante la noche. No muy grande pero era suficiente para ponerte de mal humor. Después he descubierto una multa al parabrisas. Aparte de la multa, un papel traducido a diferentes idiomas informaba de que estaba aparcado en una zona de pago (3€/hora!) y que si no pagaba la multa o seguía allí, me arriesgaba a quedarme con la Hymer bloqueada con un cepo. Para terminar, he ido a un punto de información que había bastante cerca y me ha atendido una chica muy antipática que me ha informado que los mapas de la ciudad valían un mínimo de 2€. Por suerte, y aunque pudiera parecerlo, el resto del día no ha sido tan malo. Nos hemos encontrado con mi ex, Eva, que desde hace dos años vive en Holanda. Pensaba que podría haber algún recelo entre Alexandra y Eva, pero se han entendido muy bien. Hemos estado paseando bastante por la ciudad, casi sin coches pero con muchas bicicletas (no sorprende teniendo en cuenta el coste del aparcamiento). Quizás hay 50 bicicletas circulando o aparcadas por cada coche. También hay mucha gente que pasea a pie, como nosotros. Y algunos turistas con barcazas que recorrían los diferentes canales. Hemos ido a comer unas patatas fritas y un helado. Más tarde unas creppes holandesas, buenas pero no muy económicas. Eva ha estado explicando que los holandeses son gente que se queja mucho, y que de hecho, es sencillo iniciar una conversación quejándote del mal tiempo o del transporte público. Por otro lado, comparado con los Alemanes son gente que rompen más las reglas, por ejemplo cruzando la calle con el semáforo rojo si no vienen coches. Después hemos hablado de las drogas blandas que son legales en Holanda. En Amsterdam hay muchos Coffeshops: locales con aspecto de bar donde en vez de alcohol te sirven drogas blandas. Hemos leído en una revista que un gramo marihuana cuesta unos 7€. Yo no he comprado nunca, por lo tanto no puedo comparar o saber si el hecho de ser legal abarata el coste o el hecho de pagar impuestos lo sube. Por otro lado, según lo que ha explicado Eva, el consumo es legal, pero la producción no está legalizada. ¿Entonces, de dónde provienen las drogas? No lo sé, me siento como un niño preguntando de dónde vienen los niños. Después nos hemos adentrado un poco en el distrito rojo. Me ha sorprendido la gran cantidad de escaparates que había, con chicas con ropa interior intentando atraer hombres a cualquier hora. Igual que las drogas blandas, en Holanda la prostitución está legalizada y las prostitutas pagan sus impuestos para ejercer. Más tarde hemos leído en un artículo que el alquiler de un escaparate cuesta unos 100 o 150€ por 8 horas y que una prostituta popular puede llegar a ganar unos 500 o 750€ al día. El artículo seguía explicando que las menos populares ofrecen una mamada y un clavo por 50€. También describía otros servicios curiosos, como un número de teléfono donde llamabas y te proporcionaban a una mujer en menos de 30 minutos, igual de rápido que una pizza. La legalización de la prostitución la hace más visible, pero no diría que haya más que en el resto de Europa. Al fin y al cabo, apostaría que el número de hombres dispuestos a pagar una prostituta es el mismo que en todas partes. Bueno, más en la Europa del Oeste, ya que el nivel adquisitivo es más alto. Por eso en la Europa del Este me pareció que había menos prostitución, porque las mujeres dispuestas a vender su cuerpo siempre se ganarán mejor la vida en el Oeste, aunque sea trabajando ilegalmente. De todas maneras, en ciudades como Budapest y Sofía había muchos locales de estriptise y muchos anuncios de casas de relax. ‹ Anterior (12/08/2006) MES Siguiente (2006-10-11)› ‹ Anterior (2006-11-11 - Luxemburg) PAIS Siguiente (2006-11-17 - France)› |
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