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Pero las planchas de plástico se desintegraron en el primer intento de salir. Por el lado de la carretera encontramos neumáticos viejos qué utilizamos como planchas pero sólo adelantamos un poco. Entonces pasaron dos hombres con todo-terreno que nos preguntaron si necesitábamos ayuda y asentí agradecido. Sacaron unas planchas de metal y después de ponerlas correctamente conseguí salir por fin al asfalto. No parecía que hablaran francés (o no entendíamos lo que decían), pero dirigiendo la mano derecha al corazón exclamé Sucram (gracias en Árabe) y respondieron alguna cosa agradecidos por el cumplido. Después del accidente seguimos circulando por la carretera ondulada, que subía y bajaba sin cesar por unas grandes dunas estabilizadas por brotes de hierba, matorrales y algunos árboles. Detrás casi cada duna había un pequeño pueblo o simplemente unas pocas casas de barro y tiendas. Nos fijamos que por los alrededores de la carretera había muchos animales muertos: camellos y bacas atropellados durante la noche. Parecían fuera de lugar las vacas paciendo entre las dunas, pero no tanto hacia el este, cuando apareció una gran extensión similar a una sabana árida. De todas maneras al oscurezer volvimos a presenciar las dunas, esta vez muy más menores pero extendiéndose hasta el horizonte. Hicimos noche en la gasolinera de un pequeño pueblo porque queríamos llegar a Moudjeria de día con el fin de entregar un paquete que llevábamos de CCONG para la escuela del pueblo. Pero en al llegar al pueblo esta mañana y preguntar sobre la escuela nos han dicho que había dos. CCONG no nos había dado el nombre de ninguna persona - o bien nosotros no lo teníamos escrito o no lo recordábamos - así pues, cuando a la primera escuela nos han dicho que no conocían a CCONG o a Rafa - su responsable - hemos decidido ir a probar suerte en la otro escuela. Pero el director de la otra escuela tampoco parecía conocer a Rafa aunque ha hecho ver que lo recordaba ligeramente. Entonces le hemos comentado que llevábamos un paquete para su escuela y nos ha dicho que iría muy bien, porque tenían poco material didáctico, no tenían mesas o sillas, necesitarían cuatro aulas nuevas, también se tendría que mejorar el comedor ... De todas maneras le hemos dicho que el paquete era pequeño. Lo hemos ido a buscar a la autocaravana que habíamos aparcado delante de la escuela (circulando por un camino de arena), hemos vuelto con el paquete y lo hemos abierto delante del director, que ha arqueado extrañado las cejas cuando hemos extraído una veintena de camisetas del barça y dos paquetes de gafas de sol (productos regalados por dos empresas a CCONG). Después de abrir el paquete sorpresa, el director nos ha ofrecido aparcar delante de su casa, pero al intentar tirar la autocaravana atrás las ruedas de delante han patinado y se han hundido profundamente en la arena. Antes de poner en marcha el motor ya se habían congregado unos cuantos niños en torno a la autocaravana pidiendo "cados" (regalos), pero a partir del accidente nos hemos convertido la atracción del pueblo y han aparecido muchos más niños manifestando que no saldríamos de allí si no les dábamos "cados". Yo no les he hecho caso y he empezado a sacar la arena de las ruedas con la pala, pero los niños seguían golpeando la ventana de Alexandra que no sabía soportar la situación hasta que ésta ha explotado con histeria, hecho que la ha convertido en el centro principal de atracción generándole sucesivas crisis de nervios chillando que no había regalos, que sólo repartiría regalos si se alejaban, que estaban rompiendo la autocaravana ... Mientras tanto, yo y algunos otros chicos que me han ayudado hemos conseguido recopilar algunas planchas de metal que hemos puesto bajo las ruedas (pero no ha sido suficiente), hemos desinflado los neumáticos (tampoco ha sido suficiente), hemos levantado la autocaravana con el gato la rueda con menos tracción y hemos puesto bajo una de las planchas de metal (idem) y finalmente, después de dos o tres horas sudando bajo las demandas de cados y los gritos de Alexandra, se ha aproximado uno todo-terreno de la gendarmería que ha accedido a estirarnos y a sacarnos del agujero. Hemos aparcado delante de la tienda de comestibles del director, pero los niños y chicos han seguido pidiéndonos "cados" a cambio de su ayuda. Al final he sacado una caja de 36 rotuladores y los niños han enloquecido a mi alrededor. Uno de los chicos ha visto que mi integridad corría peligro y se ha ofrecido a repartirlos él y le he pasado la responsabilidad. Minutos más tarde, he observado desde la tienda donde me estaba relajando con un refresco cómo los niños se dispersaban entre peleas y llantos por culpa del reparto. El director me ha ofrecido comer con ellos - arroz con verduras - y he aceptado agradecido porque prefería no aproximarme a la autocaravana, ya que a dentro, Alex continuaba con su histeria, esta vez para tener la autocaravana limpia como una patena. Después de comer, un chico que se ha presentado como guía turista ha empezado a preparar un té al estilo tradicional (de un gusto fuerte y con mucha espuma). Mientras tomábamos el té, el chico, que se decía Bilal, me ha ofrecido guiarnos por algunos puntos de interés de la zona, pero el precio que me ha comentado me ha parecido demasiado elevado y he dejado pasar el rato. Finalmente el chico ha aceptado guiarnos a cambio de hacerle buena publicidad a Internet (Bidal Hamed - Tel: 7459480) y de un regalo. Alexandra ya se había tranquilizado un poco y Bilal ha subido a la autocaravana para dirigirnos hacia una carreterita que enfilaba la montaña delante de Moudjeria. Desde encima de la montaña el paisaje era impresionante, con la villa a los pies y una extensión de dunas que desaparecía entre una tormenta de arena que disminuía. Un poco más arriba Bilal ha hecho detener la autocaravana y me ha guiado a pie entre algunas dunas y rocas hasta los escombros del antiguo poblado de Moudjeria habitado hasta 1900. Y un poco más allá me ha mostrado una pequeña pintura rupestre que él había descubierto. Al volver hacia la autocaravana Bilal me ha preguntado porque Alexandra no nos había acompañado y le he contestado: - Es que las rumanas son un poco locas. - Sí, pero también muy guapas - ha añadido en Bilal. Hemos seguido la carretera hasta el siguiente pueblo, en medio de un grande oasis en el que se cultivaba de todo (según el chico) y hemos vuelto por la misma carreterita aunque nos hemos detenido antes de entrar en Moudjeria, en una fuente oculta entre las rocas de un estrecho valle. En Moudjeria hemos paseado un poco por el pueblo y me ha invitado a jugar a un típico juego, similar a las damas, que se juega en la arena con palitos y pequeñas cacas de camello como piezas. Bilal nos ha propuesto de ir a saludar a su madre después de plegar en la mezquita. Mientras lo esperábamos he aprovechado para ducharme, pero algunos niños seguían chillando fuera pidiendo "cados" y, incluso uno de ellos ha intentado abrir la puerta. Entonces he abierto la puerta en pelotas y los he chillado que el coche era nuestra casa y que no nos podían molestar así. Esta vez, las madres que había a la vista deben haber reñido a los niños porque no nos han vuelto a importunar. Hemos ido a casa de Bilal, que nos ha presentado a su madre y nos ha empezado a preparar de forma muy parsimoniosa el té tradicional. Se ha ido haciendo oscuro y hemos acabado bebiendo el té bajo la luz de las estrellas o de las linternas - la electricidad no llegará al pueblo hasta el 2008- . A continuación Bilal nos ha traido cena, un gran plato de pasta con judías que hemos comido ávidamente con las manos. Durante todo el rato Bilal nos preguntaba sobre la mejor manera de obtener el visado para Europa y si nosotros le podíamos ayudar. De postres nos han traido leche de cabra, acabada de ordeñar, caliente y espumante, que he degustado no del todo seguro. Y finalmente, poco antes de ir a dormir, Bilal ha hecho aparecer de la oscuridad un bubu, un vestido masculino típico de Mauritania, que me ha regalado - por la Mañana habían visto que Alexandra también llevaba el velo, el vestido típico que le había regalado la familia del Mohamed de Nouachott -. Ayoune (ver en mapa) 13/04/2007: Hoy me he dado cuenta con más realismo de que será complicado cruzar toda África y Asia con una autocaravana y que hay bastantes posibilidades que aparezcan problemas que nos lo impidan, aunque siempre intentaré evitar el máximo los problemas y solucionar los que surjan. Todo iba bien, avanzando entre dunas, montañas y semi-sabanas, cuando a un centenar de kilómetros de Ayoune, la carretera, que hasta entonces era excelente, se ha empezado a resquebrajar y agujerear delante nuestro. He ido aflojando la marcha, esquivando los primeros agujeros, pero cada vez aparecían más agujeros, profundos y llenos de arena. A pesar de los consejos de Alexandra no he reducido suficientemente la velocidad y al final me ha sido imposible evitar unos grandes agujeros que han aparecido delante nuestro. La suspensión ha estallado con fuerza y Alexandra me ha hecho parar. Goteaba un poco de agua de no sabíamos donde. No he querido dar importancia y hemos seguido la marcha, con una precaución que no ha impedido que volviéramos a sacudirnos con violencia alguna vez más. Entonces hemos vuelto a parar y hemos descubierto que chorreaba agua en abundancia por un tubo de desagüe y en un minuto se ha vaciado el depósito de las aguas limpias del habitáculo. Eso significaba no poder ducharnos a la noche, tener que buscar agua al día siguiente y encontrar qué había causado el problema y solucionarlo. Mientras encaraba la situación preocupado ha parado una gran moto al lado con una pareja encima. Enseguida me he fijado, por el logotipo que tenían en la moto, que había visitado su web antes de iniciar el viaje: www.porelmundoenmoto.com. Nos hemos presentado y nos han explicado que hacía unos 5 años que viajaban por todo el mundo. Ahora habían estado viajando por África del Oeste pero estaban volviendo porque se les acababa el dinero. Pensaban trabajar unos meses en España y después seguir el viaje hacia Asia. Hemos comentado que quizás nos reencontraremos cuando volvemos de África, pero no hemos conversado demasiado rato más, porque nos encontrabamos en medio del nada, en una carretera malísima, y las dos partes teníamos ganas de llegar al destino antes de la negra noche. Hemos vuelto a subir a la autocaravana y mucho más lentamente hemos seguido la marcha por la arena y entre los agujeros en el asfalto. Cuando la carretera ha mejorado ya se había hecho de noche. Por suerte hemos seguido poniendo mucha atención en la carretera, ya que por poco no estoy a tiempo a frenar delante de dos profundas grietas en el asfalto que hemos evitado circulando por la arena del lado. Al llegar a Ayoune he encontrado el problema del agua: se había destapado el tapón del fondo del depósito del agua. Nos hemos duchado tirándonos un poco de agua potable por la cabeza con la esperanza de que mañana conseguimos cargar los cien litros y solucionamos definitivamente el problema, sólo uno de los problemas, porque mañana aparecerán muchos más al cruzar la frontera con Malí. Mali Middle of nowhere (ver en mapa) 14/04/2007: Al final no hemos tenido problemas al salir de Mauritania ni al entrar en Malí, simplemente un poco de burocracia y pequeñas incidencias, pero supongo que eso es normal. Unos 100 kilometros antes de llegar a la frontera, un gendarme nos ha preguntado en un control si lo podíamos llevar hasta la frontera. Supongo que era mejor no negarse, de todas maneras ha ido bien, porque durante el trayecto hemos mantenido una conversación animada y nos ha comentado que no era necesario dar ninguno regalo o "cado" para cruzar la frontera. Así pues, cuando un oficial de la policía me ha pedido en una pequeña habitación lóbrega que le tenía que entregar un regalo, yo me he negado con seguridad, informándole de que el gendarme que habíamos llevado nos había comentado que sería innecesario. Ha parecido confundido, pero ha añadido que la gendarmería y la policía eran cuerpos diferentes. Finalmente, después de acompañarme hasta el coche, se ha convencido de que no le entregaríamos nada y se ha dirigido a unos senegaleses que habían llegado por el otro lado. Hemos seguido por la misma buena carretera sin estar convencidos de haber cruzado la frontera de Malí, ya que no habíamos comprado ningún visado aunque un policía con un uniforme de un verde diferente nos había dado la bienvenida a Malí. Hemos continuado intrigados mientras nos cruzábamos pequeños poblados de casitas redondas hechas de barro, manadas de vacas con joroba y enormes cuernos y estepas de hierba alta y árboles esparcidos, algunos de los cuales deduje que eran baobabs. Finalmente, después de un centenar de kilómetros nos hemos encontrado la aduana. Allí hemos cambiado dinero, comprado el visado, comprado el seguro del vehículo ... y al finalizar al cabo de un par horas hemos seguido la marcha. En la carretera nos hemos encontrado siguiendo un camión todo-terreno francés con quien nos habíamos saludado en la frontera. En el próximo poblado se ha detenido y nosotros lo hemos hecho detrás. He salido a conversar y el hombre nos ha comentado que estaba viajando solo por África del Oeste. Nosotros también le hemos explicado nuestros planes y ha hecho un gesto de sana envidia. Después nos ha informado de que seguramente dormiría por el camino, antes de llegar a Bamako, ya que no había ningún peligro. Nosotros le hemos dicho que seguramente también lo haríamos y así lo hemos acabado haciendo, aparcados entre los arbustos de la sabana. Bamako (ver en mapa) 15/04/2007: Hoy hemos empezado a probar la verdadera África y un poco de lo que nos espera a partir de ahora. Estoy escribiendo estas líneas a 40 grados a fuera de la autocaravana (ya son las 9 de la noche) y 35 grados dentro. Alexandra dice que se está muriendo, pero yo lo soporto bien, seguramente porque estoy bebiendo mucha más agua que ella, que hace sudar y refresca. Por otro lado, esta mañana, hemos estado circulando por una pista de tierra terrible porque todavía estaban construyendo la continuación de la pista asfaltada. Ya estábamos informados de esta pista, por eso la hemos encarado con lentitud y paciencia. Pero eso no ha evitado que la autacaravana vibrara alarmantemente con las rugosidades interminables de la carretera. Para evitar las vibraciones, a veces tomábamos caminos paralelos, con grandes agujeros pero más lisos. De todas maneras, estos caminos a veces se acababan repentinamente y las pasábamos negras para no tocar al suelo y volver a la "carretera". Al cabo de unos cuarenta kilómetros de pista y una hora y media de conducción nos hemos detenido para evaluar los daños: diversas botellas de agua se habían resquebrajado por la vibración o el calor, el depósito del lavabo se había desplazado, había un cajón que no se abría y Alexandra había perdido los nervios asegurando que con estas carreteras no llegaríamos ni a África del Sur. Por suerte, al cabo de tres horas y un total de 80 kilómetros recorridos se ha acabado el tormento de la carretera, hemos comido sofocados a la sombra de un árbol y hemos seguido hasta Bamako. En Bamako hemos empezado a buscar aparcamiento para pasar la noche. Un hombre con camiseta y pantalones andrajosos nos ha querido ayudar y ha ido corriendo delante de la autocaravana mostrándonos diferentes albergues y misiones pero todos los precios eran demasiados caros (próximos a los 10 euros). En uno de ellos nos hemos entretenido un buen rato esperando si llegaba el amo y podíamos negociar el precio, pero se estaba haciendo oscuro y al final hemos decidido buscar por nuestra cuenta o ir a dormir fuera de la ciudad. Hemos pagado al hombre con uno dólar y unas gafas de sol y, a pesar de mostrarse descontento, nos ha informado de que podíamos aparcar en el aparcamiento de un lujoso hotel. Nos hemos dirigido por una de las calles sin asfaltar y al girar a la izquierda nos hemos encontrado de cara con un policía que nos ha hecho detener muy severamente. Me ha informado de que estaba circulando en dirección prohibida y me ha pedido el pasaporte y documentación del coche. Evidentemente querían cobrar alguna propina pero yo no estaba dispuesto y le he informado de que no tenía dinero y que me podía poner la multa. Me ha advertido que tendríamos que ir en la comisaría pero yo le he pedido que antes quería ver la señal de prohibición, porque sinceramente no la había visto. Me ha hecho subir a su motocicleta y hemos enfilado la calle por donde había salido, pero no se ha detenido en la calle por donde había girado y se ha parado a la siguiente donde sí que había una señal de prohibición. Me ha dicho: - ¿Ves? Está prohibido de circular por la calle en la dirección que has conducido. - Sí, pero en la calle de donde venía no hay ningún signo de prohibición. El policía seguro de que ya lo sabía, porque no me ha acompañado a ver si realmente no había señal. Finalmente, después de discutir un rato más al puesto de control, el oficial me ha devuelto los papeles de mala gana. 19/04/2007: No creo que Alex haya conocido Bamako. Ha continuado buena parte del tiempo encerrada en la autocaravana, sudando - como yo - debido a las extenuantes temperaturas. Ha descubierto un par de vuelos a Europa desde Bamako, pero a pesar de ser económicos se ha convencido de que quiere seguir el viaje conmigo. Espero que lentamente se vaya enamorando de África y sea capaz de apagar este estrés que se tensa al interactuar con el continente. Yo, por mi parte ya hace tiempo que me estoy dejando cautivar por África y que intento conocerla con mucho respeto. He estado paseando por las calles y mercados de Bamako, admirando el caos de colores, ruidos y supongo que de olores, aunque desgraciadamente no tengo olfato para contrastarlos. Aunque la ciudad tiene un inmenso espacio - una telaraña de calles y pasajes - dedicados a un constante mercado, el resto de la ciudad está repleto de vendedores: de tarjetas de teléfono (igual que en Mauritania), de pocas frutas, de cacahuetes, pastas, comida guisada en las aceras, de bolsitas de agua potable - o no -, de tabaco, de bolsas de plástico, de ropa, de toallas, de trapos, de gafas de sol, de cd o cintas de cassette, de dinero de los cambistas, de tampones de oficina, de diarios ... También se ve bastante pobreza (Malí es el cuarto país más pobre del mundo): mujeres con criaturas pidiendo caridad, niños con pequeños cubos hechos con tarros de lata pidiendo regalos, viejos ciegos guiados por lazarillos ... Por el asfalto y por las calles de tierra y roca circulan muchas motocicletas, también coches estropeados y otros de lujosos y unas oxidadas furgonetas verdes que transportan arriba y abajo asfixiados pasajeros que intentan respirar sacando la cabeza por las ventanas sin cristales. Por otro lado, la ciudad, aunque sucia, es interesante por la gran cantidad de árboles haciendo sombra en coches y motos aparcados con desorden y a vendedores entre éstos. Detrás de los árboles se pueden observar los edificios, algunos de estilo colonial pero sin carisma, de uno o dos pisos y llenos de carteles sencillos anunciante los diferentes negocios. En uno de estos edificios subimos por una escalera polvorienta y a continuación continuamos andando por un pasadizo de baldosas sueltas. Nos detuvimos delante del cartel decolorado que indicaba "Embajada del Níger a Malí" y empujamos una puerta que chirrió. Dentro, el frescor del aire acondicionado y el agua de nos ofreció una mujer indecisa nos aportó un poco de energía. Le manifestamos nuestra intención de tramitar el visado para el Níger y nos entregó unos impresos que completamos y al cabo de media hora llegó un eficiente cónsul que acabó del trabajo. Alexandra, que tiene pocas páginas blancas en el pasaporte, le preguntó si podía enganchar el visado en una página llena de sellos de países Europeos y el cónsul, sin poner ninguna objeción, tapó los sellos con el adhesivo del visado. Después le preguntamos si podríamos tramitar el visado de Nigeria sin problemas desde el Níger y asintió con seguridad. También nos aseguró que en Bamako no había embajada de Angola (un país del cual puede ser complicado obtener el visado). Por lo tanto, nos encontramos con que en una sola mañana habíamos resuelto lo que pensábamos que tardaríamos una semana. Aun así, decidimos quedarnos hasta el viernes o al fin de semana, porque yo quería acabar de descubrir la ciudad, teníamos que trabajar un poco con Internet, teníamos que comprar algunas cosas (un ventilador para el calor, unas planchas para poder salir de la arena, fruta tropical, agua...), y también nos teníamos que encontrar con una chica. Nos encontramos con Melisa en el Centro Cultural Francés, donde cenamos y asistimos a un interesante concierto. Mientras cenábamos en el patio de arcadas con un jardín central, grandes ventiladores en el techo, confortables sillas y sofás, clientes blancos y camareros negros, me sentí transportado a la época colonial, sobre todo por el contraste que se respiraba fuera. Melisa, de origen canadiense, nos explicó que trabajaba de voluntaria en la organización Right to Play. Creo que Alexandra intimó más que yo con ella, supongo que su presencia occidental era un bálsamo a las emocionantes experiencias que estábamos viviendo. Después de la cena abarrotamos una sala donde un grupo haitiano llamando Bélo consiguió que las butacas se hicieran incómodas debido al ritmo que te inducía bailar. Los próximos días nos reencontramos con Melisa en su barrio. De hecho movimos la autocaravana cerca de donde ella vivía, por que aparte de parecer seguro, nos echaron del aparcamiento del hotel donde nos habíamos acomodado sin pagar. Volvimos a quedar en un restaurante económicos y tradicionals, en un moderno local pintado a rayas rojas y blancas, y en una terraza donde conocimos a algunos de los amigos de Melisa: unos estirados marines de la embajada americana, unas chicas americanas que coqueteaban con cualquiera y unos trabajadores Sudafricanos blancos, con uno de los cuales quedamos para encontrarnos en tres o cuatro meses al llegar en su país. No ha estado hasta esta mañana que he visitado a fondo el mercado que se extendía por una larga calle y las adyacentes. Los días anteriores me había acostumbrado al ambiente caótico de Bamako y eso me ha ayudado a moverme con confianza entre chicos y hombres corpulentos y altos que vestían ropa vieja de estilo europeo, igual que las chicas, voluptuosas y con el cabello corto y trenzado, mucho más destapadas que en los países anteriores. Todos ellos, junto con mujeres mayores y grandes y hombres vistiendo ropas anchas y ligeras, compraban o vendían en pequeñas paradas o tiendas de todo tipo: verduras, frutas tropicales, carne arrebozada de moscas, pescado seco, bebidas, cajas, ropa, colchones, motocicletas, trastos ... La gente era simpática, de vez en cuando me paraban para intentarme vender algo o simplemente para darme conversación, preguntándome qué buscaba, sobre mi origen o sobre mi opinión de Malí. De todas maneras, algunas veces, al pararme a hacer alguna foto enfocando sobre el mercado en general o sobre alguna escena en particular, alguna voz lejana y fuerte parecía protestar. Así pues, más tarde, cuando una voz en mi lado ha chillado "no!” he alzado de nuevo la cámara, me he girado y he preguntado: - ¿Por que no? - Porque entonces volverás a tu país mostrando que Malí es sucio y pobre. - Que no, Malí es muy bonito, mira esta escena - he indicado al hombre atrayéndolo hacia mí - está llena de colores, de actividad y de caras sonrientes. El hombre ha parecido convencido y después de tomar la foto, se ha empezado a interesar sobre mí y finalmente me ha dejado hacerle una foto con su parada de ropa de fondo. Por la tarde nos hemos dirigido al otro punto de interés de la ciudad (el primero son los mercados): el punto G, enfilado en una montaña desde donde se puede contemplar toda la ciudad a los pies, medio-ocultada por la contaminación. Sorprende, igual que desde dentro, la gran cantidad de árboles que cubren Bamako y al fondo el gran río Niger que cruza ignorado por la ciudad. Segou (ver en mapa) 21/04/2007: Hemos pasado un día muy agradable a Segou. Ayer al mediodía salimos de Bamako y llegamos a Segou cuando ya oscurecía. Aparcamos en una gran explanada cerca del río Níger, donde los lunes se celebra el mercado, y esta mañana hemos salido a pasear por el pueblo que se extiende apaciblemente a lo largo del río. En la orilla del río había diversas mujeres y chicas lavando ropa, algunas de ellas con el torso descubierto; algunos chicos pescando con caña o red; y al fondo, algunas piraguas con más pescadores. Se nos ha acercado un chico que ya habíamos encontrado ayer y nos ha pedido si queríamos visitar la otra orilla del río u otros interesantes lugares de Malí. Le hemos comentado que después hablaríamos y hemos seguido la caminata solos. Hemos vuelto por la calle principal del pueblo, saludando a la gente tranquila echada a la sombra de grandes árboles o de antiguos edificios coloniales. Al llegar a la autocaravana se nos ha vuelto a acercar el mismo chico de antes, y después de negociar un buen rato hemos acordado que por la tarde nos llevaría a la otra orilla con una piragua y nos guiaría por dos pueblos, todo por unos 8 euros. Me ha costado convencer a Alexandra, pero al final también ha subido a la piragua, con cara de espanto, ya que no sabe nadar y tenía pánico a naufragar. Al cabo de poco rato hemos llegado al "campamento Bozo", un pueblo de pescadores nómadas. Según nos ha explicado Abdoulaye, nuestro guía, los pescadores emigran del pueblo durante tres meses el año para pescar a lo largo del río Niger y vendiendo el pescado a diferentes poblados. Hemos entrado en el pueblo de casas de barro y otras de paja y un grupo de niños nos ha salido a recibir. Enseguida han perdido la timidez, nos han tomado las manos - o dedos, porque no teníamos bastantes manos para todos los niños -, han admirado interesados nuestra piel blanca y nos han empezado a guiar por el pueblo, saludando a mujeres que preparaban comida para los peces y hombres que arreglaban trampas para peces, redes o preparaban anzuelos, clavando trozos de jabón como cebo. A la salida del pueblo me he dado cuenta de que en vez de dirigirnos al segundo pueblo estábamos volviendo a Segou. Se lo he hecho notar al guía, éste ha hablado con el barquero y finalmente nos ha comentado que iríamos a Segou a buscar a otros turistas y después volveríamos. Pero en Segou he perdido la pista de Abdoulaye y la piragua no ha vuelto a zarpar. Me he molestado. He ido a la oficina de guías, que estaba vacía, y me he empezado a quejar a algunos chicos que reposaban bajo un árbol próximo, comentando que si no solucionaba el problema con Abdoulaye iría a la policía a denunciarlo, y para que quedara claro, he escrito todos los datos de la oficina en una libreta. Han enviado a diversos mensajeros a encontrar Abdoulaye que ha aparecido al cabo de dos horas, mientras estábamos tomando el te con unos chicos que se había encontrado Alexandra. Hemos ido a la oficina y después de hablar con el secretario de la organización hemos acordado que me devolverían unos dos euros, aunque han culpado al barquero del malentendido. Por la noche, los chicos que se había encontrado Alexandra y Abdoulaye se nos han disputado para acompañarnos a una discoteca, muy cara según los precios a los que estábamos acostumbrados pero gratis para nuestros acompañantes, los nuevos amigos del Alexandra. La música era africana, con un ritmo cambiante que sólo se podía bailar de una manera extravagante. Cuando el ambiente se ha animado hemos salido a bailar intentando mover el cuerpo con movimientos anchos y rápidos, como lo hacían ellos, de todas maneras no hemos tardado a marcharnos. De vuelta a la autocaravana nos hemos encontrado a Abdoulaye durmiendo sobre una manta en la calle: no había encontrado a nadie a quien guiar hasta la discoteca. Djené (ver en mapa) 23/04/2007: Al salir de Segou nos encontramos, en medio de la gente vendiendo o deambulando por el lado de la carretera, un hombre blanco que nos hizo el signo de autostop. En estos temas Alexandra siempre tiene la última palabra y accedió a parar. El hombre se mostró muy agradecido y todavía más por nuestra destinación, Djené, ya que según nos explicó por el camino, había perdido a unos amigos en Bamako y esperaba encontrarlos en Djené o Mopti. El hombre, próximo a los cincuenta años, se llamaba Rijaard y era de origen holandés, aunque no estaba arraigado en ningún sitio. Gracias a alguna herencia familiar había pasado casi toda la vida viajando, principalmente por África. Habiendo explicado eso lo colapsé a preguntas sobre los diferentes países que pensábamos visitar, sobre el estado de las carreteras, itinerarios recomendados, situación política ... Más tarde la conversación derivó hacia la religión, ya que era un conocedor profundo del Islam, y la política. Dejamos Rijaard en el cruce hacia Djené porque finalmente prefirió dirigirse hacia Mopti. En el cruce saludamos a unos franceses que habíamos visto la noche anterior en Segou, los volvimos a encontrar en el ferry que cruzaba el Niger (bastante seco en aquel punto) y allí ya quedamos para cenar por la noche. Mientras cenábamos con Benjamin y la Marianne, dos jóvenes y tímidos profesores que estaban disfrutando de dos semanas de vacaciones, nos anunciaron que al día siguiente, lunes, no habría mercado, uno de los principales atractivos de la villa, porque vendría el presidente de Malí a hacer campaña electoral. Hoy me he despertado temprano y he salido a pasear por Djené mientras Alexandra todavía dormía. Al salir de la autocaravana me he encontrado un chico de ropas andrajosas y sonriendo que me ha empezado a hablar en inglés. Mientras me iba siguiendo o guiando durante la caminata me ha explicado que era de Ghana y que hacía un año que estaba en Malí, aunque no he entendido los motivos. Hemos pasado por delante de la gran Mezquita, el edificio de barro mayor del mundo que ha dado fama al pueblo y a continuación nos hemos desviado hacia el este, por callejuelas con el alcantarillado excavado en el centro, entre casas de barro sencillas y sin pintar y algunas escuelas coránicas. Los niños se sentaban en torno a un maestro recitando sus mesas coránicas mientras el maestro escribía nuevas para los chicos que ya habían memorizado la suya. Al volver, me he encontrado Alexandra ya despierta y los franceses y su guía a punto de iniciar su caminata. Nos hemos añadido a ellos y hemos visitado el oeste de la ciudad, donde hay una tumba de una joven chica sacrificada (ella se ofreció según los locales) en el siglo nueve, después de que un líder religioso local decidiera que el pueblo estaba corrupto. Al volver al centro nos hemos encontrado una multitud que estaba esperando al presidente con gritos y eslóganes. Nos hemos aislado un poco de la histeria colectiva bebiendo un refresco en un bar. Allí he preguntado al guía sobre la pobreza en Malí que según los organismos internacionales es el cuarto país más pobre del mundo. Él ha comentado que no se cree este dato y que por ejemplo, desde 1993 no hay hambre en Malí. Por otro lado, si se mueren uno de cada cinco niños antes de llegar los cinco años, es porque las familias no los cuidan - según él. A fuera, los gritos de la multitud esperando al presidente subía de tono, entonces el guía ha comentado que si él fuera presidente se compraría un ferrari 4x4 y se ha mantenido un rato soñando con la idea. Por la tarde, después de la visita relámpago del presidente, Djené ha devuelto a la tranquilidad y se han instalado las paradas del mercado que no se había podido celebrar por la mañana. Me he paseado por la gran explanada delante de la mezquita apretada de mujeres y hombres comprando y vendiendo cualquier cosa: hierro y caracoles, botellas de plástico, ollas, grandes calabazas vaciadas, especias, espaguetis cocinados a granel, mangos, vegetales, pescado seco, animales ... Sevare (ver en mapa) 26/04/2007: Hemos aprovechado la hospitalidad de Willem para ponernos enfermos. Willem es un holandés de pelo blanco que hace unos pocos meses se ha trasladado a vivir a Sevare, cerca de Mopti, porque aparte de estar enamorado de Malí tiene dos hijos adoptados en el pueblo que ya son mayores. La casa de Willem es sencilla, fresca y confortable, con una terraza con un gran techo de paja que destaca entre las casas vecinas. Llegamos el martes al mediodía provenientes de Djené. Hacía calor y como no había ninguna sombra por los alrededores y el sol abrasaba verticalmente, Willem nos propuso de aparcar en un hospital de la maternidad próximo, creado por una empresa italiana en motivo de su quincuagésimo aniversario. Al volver del hospital, conocimos a dos invitadas de Willem, Angelica y Sana, provenientes de New Mexico (USA) y Holanda respectivamente. Angélica, a pesar de manifestar que tenía mal de cuello y no se encontraba muy bien, sonreía todo el rato. Sana era mucho más introvertida, pero al cuestionarla empezó a explicar que trabajaba para las Naciones Unidas en el Darfur, Sudán. Me interesé por la situación, que a pesar de parecer mejorar en los últimos años, parece muy compleja y de difícil solución. Al día siguiente, las dos chicas se marcharon hacia el país Dogon y nosotros nos quedamos con la intención de relajarnos por la mañana y visitar Mopti por la tarde. Pero aunque nos relajamos, no lo disfrutamos del todo porque sentíamos un mal estar general y falta de energía. De todas maneras, por la tarde también visitamos Mopti, una ciudad costera en el bullicioso río Níger, con una atractiva pero nueva mezquita y con un gran mercado sin demasiado interés. Hoy habíamos planeado dirigirnos al país Dogon, pero ayer la noche fuimos dormir con fiebre (Alexandra 39º) y decidimos continuar el día de hoy estirados en las camas de casa de Willem, que se preocupaba de que no tuviéramos malaria. Pero por la tarde las energías han vuelto y por la noche ya nos hemos sentido capaces de salir al día siguiente a descubrir el País Dogon. --- En casa de Willem entrevisté a un chico llamado Hamidou, que opinaba que el principal problema del mundo era la Sida. La solución estaría en la educación de la gente para prevenirla. El tratamiento no es la solución ya que pocos en el mundo lo pueden pagar. El principal problema en Malí es la pobreza y la falta de agua. La solución sería hacer más pozos para toda la gente. Hamidou no es del todo feliz porque no tiene los medios para serlo. Si tuviera más dinero sería más feliz. Por lo tanto, el secreto de la felicidad es el dinero: ¿cómo se puede ser feliz si no hay dinero para comer, salud y la educación? Sanga ? País Dogon (ver en mapa) 28/04/2007: - Po. - O, un sevo. - Sevo. - U manda sevo. - Sevo. - U gini sevo. - Sevo. - O. - U sevo. - Sevo. - U manda sevo. - Sevo. - U gini sevo. - Sevo. - O. ¿(Buen día, cómo estás? ¿Y tus padres? Y ¿ la familia?) Este saludo-conversación extenso y repetitivo que nuestro guía, Aldiouma, entonaba cada vez que nos cruzábamos con alguien demuestra la tranquilidad con que viven los Dogon, una tribu famosa por habitar una larga falla de 250 kilómetros y alturas de hasta 400 metros. De todas maneras, Aldiouma nos ha explicado que los Dogon no siempre habían habitado estas tierras. Unos mil años atrás, una otro tribu cazadora-recolectora llamada Telem ocupaban centenares de cuevas naturales escondidas en los precipicios. La razón de vivir en las cuevas es que en aquellos tiempos había leones y otros animales salvajes que no podían subir a las alturas. ¿Pero como lo hacían los Telem para escalar hasta las cuevas y construir sus casas y también cementerios? Según Aldiouma, los Telem sabían una palabra mágica que les permitía escalar con gran agilidad. Cuando los Dogon llegaron, se apropiaron de las planas aunque con la ayuda de los Telem y su palabra mágica empezaron a enterrar los muertos en las cuevas, porque así los animales salvajes no podían acceder. Pero los Dogon eran una tribu que vivía del cultivo y los pastos, de manera que cortaron el bosque y alejaron los medios de subsistencia de los Telem, de manera que al cabo de unos tres siglos se vieron obligados a emigrar hacia el sur, hacia la actual Burkina Faso. Habíamos llegado ayer el mediodía en Sanga, después de circular durante dos horas y media por una terrible pista de 45 kilómetros que partía de Bandiagara. En Sanga estuvimos negociando un buen rato con un guía recomendado por Willem, pero finalmente nos pusimos de acuerdo y salimos acto seguido hacia las afueras de la villa donde se celebraba un funeral, con timbales, cantos, bailes, representaciones guerreras, pólvora y máscaras espectaculares. A continuación empezamos a andar hacia la falla que se desplomaba en un pueblo próximo, Gogoli. Delante nuestro teníamos una vista fantástica, unas casas con paredes de barro y techo de paja que desafiaban el vértigo, diversas tumbas y antiguas casas (casas trogloditas) enclavadas en medio de la caída, y abajo, entre las rocas y los pocos árboles, otro pueblo (Banani) de construcciones frágiles seguido de una estepa infinita, cruzada por una gran duna. Hemos empezado a descender por el precipicio, lentamente, a través de una grieta que no hubiéramos encontrado por nosotros mismos. Abajo, hemos cruzado el tranquilo pueblo, pasando por el lado de un grueso cubierto de paja donde se reúnen los ancianos, hasta dejarnos caer en un sencillo hotel que nos esperaba al final. Mientras esperábamos la cena hemos empezado a conversar con el guía de diferentes temas, pero éste ha parecido encenderse un poco cuando le he preguntado si la gente en el África o por ejemplo en el país Dogon era feliz. - ¿Como pueden ser felices si muchas veces no tienen qué comer? ¿Si no hay salud o agua potable para beber? - empezó a responder -, tú dices que vivir en familia es una fuente de felicidad, pero no lo es cuando es una obligación y todos tenemos que compartir una única habitación en una pequeña casa. Vosotros, y muchos otros Europeos, podéis viajar por todo el mundo y conocer nuevas culturas, pero nosotros estamos obligados a quedarnos aquí y todavía nos tenemos que considerar afortunados si podemos trabajar de guías. Y vosotros, los turistas, a pesar de conocer todas estas dificultades todavía nos discutís nuestras tarifas ... Hemos dormido en la terraza del hotel bajo la luz de la luna y después de las estrellas y nos hemos despertado esta mañana con los primeros rayos del sol. Tan pronto como hemos acabado de desayunar nos hemos puesto en marcha por la estepa que se extendía ante la falla inexpugnable, pero llena de casas y tumbas trogloditas. Al cabo de unos pocos kilómetros hemos llegado a otro pueblo (Ireli) que se enfilaba por las rocas hasta el pie del acantilado que ocultaba nuevas tumbas. Hemos descansado detrás de la casa consistorial, un cubierto con un gran techo de paja y unas vistosas pinturas de animales. El sol se acercaba al centro del cielo y el guía nos ha animado a seguir, subiendo entre las rocas del pueblo y después por una fisura oculta hasta entonces. Las grandes rocas parecían ocultar el paso, pero el guía sabía por dónde franquearlas y nosotros lo seguíamos temerosos de no caer al vacío. Finalmente hemos llegado a la meseta rocosa, sin ningún árbol, casi sin agua y un sofocante sol vertical que con bastantes penas nos dejaba adelantar. Hemos llegado al hotel donde habíamos aparcado la autocaravana arrastrando las botas por la arena, pero había valido la pena. Douenza (ver en mapa) 29/04/2007: Creíamos que el aparcamiento en el hotel estaba incluido con la caminata, además, después de ésta habíamos consumido algunas bebidas caras del hotel mientras nos recuperábamos. Por eso me he indignado cuando esta mañana al despertarnos temprano el guardián nos ha comunicado que teníamos que pagar unos 5€. Me he negado y entonces, el guardia ha cerrado la puerta metálica del aparcamiento. Aun así he puesto en marcha la autocaravana y me he plantado delante de la puerta exigiendo que la abriera, pero el otro también chillaba que le pagara. Finalmente he visto que la puerta no estaba bien trabada en el suelo y lo he empezado a empujar suavemente con el vehículo hasta que ésta se ha abierto y nos hemos podido escapar. En Douenza teníamos otro contacto de Rafa de CCONG y aquí sí que le conocían, a la fuerza, porque el contacto conducía uno todo terreno cedido por la ONG. Amidou tenía un taller de neumáticos en la carretera principal, así pues fue fácil de encontrarle. Tan buen punto nos saludamos y nos presentamos le pedimos si podíamos aparcar la autocaravana bajo una sombra y muy amablemente nos condujo hasta el patio de su casa donde había dos grandes árboles. Allí nos presentó a su familia que nos acomodó en sillas de plástico trenzado y nos invitó a algunas bebidas de una tienda próxima. Poco más tarde llegó Amadou, el jefe de la ONG local que gestionaba las donaciones de CCONG. Amadou parecía una persona inteligente, responsable y honesta. Nos empezó a explicar todas las acciones que CCONG llevaba a cabo: la construcción de una escuela en Garmi, cerca de Hombori; la construcción de un taller-centro de educación para jóvenes en Hombori; la donación de una ambulancia y medicinas al hospital de Hombori; ... A continuación comentamos las posibilidades de desarrollo de Malí y comentamos que éste podía venir de la mano del turismo aunque faltaría mucha inversión en este sentido, porque por ejemplo era inconcebible que se tardaran diez horas en todo-terreno para recorrer 200 kilómetros hasta Timbuktu. Aparte del calor, éste fue uno de los principales motivos que nos habían hecho descartar la destinación. --- Tomé el pulso al mundo a Amadou. Opinaba que el principal problema del mundo y también a Malí es la falta de seguridad alimenticie. Hay demasiada gente que depende de lluvias que no llegan. Todo el mundo tendría que hacer un pequeño esfuerzo para que el problema se solucionarse. Su ONG ayuda enseñando a cultivar mejor y a incrementar la capacidad de los recursos. Amadou se considera feliz porque tiene familia y porque puede trabajar para sostenerla. Sería más feliz trabajando más para tener más recursos. Por lo tanto, el secreto de la felicidad es el trabajo: si trabajas puedes conseguir las cosas que deseas. Hombori (ver en mapa) 01/05/2007: - Cuando en Rafa llega a Hombori hay la misma fiesta que si llegara el presidente de Malí. - Comentó Tonton, el marido de Fanta, la profesora de la escuela que CCONG estaba construyendo en Garmi. Por la mañana habíamos visitado la escuela de Garmi acompañados por de Amadou que dirigía la construcción. La escuela, erigida con gusto, estaba casi acabada pero en aquel momento se estaban retrasando, porque la bomba del pozo próximo se había estropeado y tenían que traer bidones de agua de otro pozo a 5 kilómetros. A continuación visitamos la pequeña villa de Garmi, con casas de barro y piedra y unas pocas familias viviendo en la miseria. En Hombori, Tonton y Fanta nos acogieron con los brazos abiertos. "Los amigos de Rafa siempre son bienvenidos", nos habían manifestado. Tonton también presentó a su otra mujer, con quien se había casado hacía dos años, porque la primera mujer, Fanta, sólo había parido niñas y él quería un niño - de momento la segunda mujer le había proporcionado otro niña . Por otro lado, desde que Fanta había empezado a trabajar de profesora, necesitaban a alguien que cuidara de las niñas al mediodía y la segunda mujer podía hacer este trabajo. Parecía extraño, pero aunque compartieran el marido una noche cada una, las dos mujeres parecían mantener una buena relación: riendo, explicándose historias, cuidando a las hijas de la otra como propias ... Nos ofrecieron arroz Africano, sencillo pero bueno, y seguidamente iniciamos una conversación muy interesante. Tonton trabaja de consejero a la comuna de Hombori y como tal conoce al detalle los problemas que afectan a la zona. Comentó que actualmente en Hombori y en los pueblos del interior hay hambre que provoca malnutrición, cansancio, enfermedades y gran mortalidad infantil. Parece que uno de los problemas del hambre es el poco rendimiento de la tierra: si en Segou producen 3,5 toneladas de mijo por hectárea, en Hombori sólo producen 0,5. Según Tonton, parece que una de las causas es la poca agua, pero la otra es la poca rotación de los cultivos y los pocos compuestos utilizados. De todas maneras, la tierra se trabaja en la época de lluvia y actualmente que el sol crema sin cesar, la gente se queda sin trabajo. Los hay que emigran durante la época seca a la capital o a costa de Marfil pero la solución a largo plazo sería entregar micro créditos entre la población para iniciar negocios de artesanía, ganaderos o comercios (ésta es una de las peticiones que han hecho a CCONG). Otro problema añadido al hambre es la falta de agua, y no sólo para cultivar sino también para el consumo humano. Mientras conversábamos, Tonton comentó que hacía más de cuatro horas que había enviado a su hija a buscar agua en el pozo del pueblo y todavía no había vuelto. El pozo casi no tiene agua y éste se llena muy lentamente, así pues, las mujeres se esperan o las hay van de noche porque es cuando éste tiene un poco más de agua. Después de su exposición me he quedado sin preguntas y me he entristecido. Hace milenios y siglos que el Sahel se va secando, antiguamente era una zona próspera por el comercio y la agricultura pero ahora ya hace tiempo que sólo se ve miseria. En el 2004 la zona sufrió una mortífera plaga de langostas y Tonton pensó que había llegado el fin del mundo, pero pienso que el fin del Sahel será un poco más largo y dramático con el cambio climático que empieza a actuar. Cuando el sol abandonó su posición dominante y el aire se hizo más respirable salimos a pasear por Hombori a visitar la "casa de los jóvenes" que CCONG estaba construyendo y a conocer las personalidades del pueblo. Mientras nos reponíamos con una bebida entre las manos se acercaron una pareja de franceses, Michele y Michelle, seguramente ya jubilados, que estaban recorriendo África en bicicleta (http://tandemichels.spaces.live.com). Pensaban restar una temporada en Gao donde tenían unos amigos para después seguir hacia el sur, sin ninguno plan trazado de momento. - Y cómo lo hacéis con el agua - los pregunté después de hacer tres o cuatro tragos a mi bebida. - No la podemos comprar, porque iríamos demasiado cargados. Por lo tanto la pedimos a la gente y después la filtramos y purificamos. - ¿Pero y en el Sahara Occidental, como lo hicisteis? Sonrieron. - Cada 130 kilómetros hay una antena de telefonía y a bajo un vigilante. Era muy agradable después de cada etapa compartir agua, te y comida con ellos. Hoy por la tarde hemos continuado la conversación con los Michels, después de un día caluroso que habíamos pasado reposando como perros. Gao (ver en mapa) 02/05/2007: Cuando esta mañana nos hemos encontrado los Michels en la carretera, ellos ya llevaban unos 40 kilómetros pedaleados. Aun así, ellos no llegarían a Gao hasta al cabo de tres días. Nos han dado recuerdos para Famou y Mahamane, a una familia de Gao que ellos iban a visitar (pedaleando desde Francia!), y nos hemos despedido. En Gao nos hemos dirigido al mando Naval donde trabajaba Mahamane y al cabo de un rato, se ha presentado Famou (su mujer), que ya había sido avisada por los Michels que llegaríamos. Nos hemos acomodado en el aparcamiento del Mando y hemos quedado para reencontrarnos por la tarde. Así pues hemos aprovechado para reposar en la autocaravana, pasear por el mercado y volver a reposar en un Bar. Más tarde, tal como hemos quedado, Famou nos ha venido a buscar y la hemos seguido hasta su casa, una sencilla construcción de barro de dos plantas. Nos hemos acomodado en dos sillas trenzadas con plástico y hemos empezado a conversar abiertamente. Hemos empezado a hablar de los Michels, que según ella estaban locos de querer cruzar el continente Africano en bicicleta. Después nos ha comentado que ella es nacida en el Niger, y que actualmente no hay problemas, aunque quizás sí los encontraremos en Nigeria, ya que es época de elecciones. Se ha ido haciendo oscuro y nos ha comentado que no tenían electricidad, porque tenían diversos recibos pendientes de pagar y se la habían cortado. A continuación, nos ha invitado a cenar Yuca (no recuerdo si se llama así), un tubérculo de un gusto parecido a la patata, pero más fibroso y finalmente, al despedirnos, he exclamado agradecido: - Después de ésta velada tanto fantástica, no me extraña que los Michels vengan de Francia en bicicleta sólo para veros. Niger Niamey (ver en mapa) 03/05/2007: Hoy ha sido el día más caluroso, y así nos lo confirmaban los oficiales de la frontera, pero como hemos estado casi todo al día conduciendo con el aire acondicionado sólo nos hemos sofocado con los 45º los pocos ratos que hemos tenido que bajar para tramitar los papeles con los oficiales, que por cierto, han sido muy eficientes y rápidos, sin pedirnos regalos. La única experiencia negativa ha estado por la mañana, cuando después de visitar la bonita tumba de barro de Askia, hemos cruzado un control de policía en la salida de Gao lentamente pero sin cesar, como en casi todo Malí, pero esta vez un policía nos ha hecho señales enérgicas de detenernos. He entrado en la oficina con todos los papeles y después de analizarlos un rato el oficial me ha anunciado que tendría que pagar unos 2 euros por no detenerme al control. Yo me he reído, pero después, mirando la cara de manzanas agrias del policía he comprendido que no era broma. He intentado argumentar con él pero éste parecía muy enfadado, autoritario y déspota. Cuando me he quedado un buen rato aguantándole la mirada mientras él se me apuntaba con el noche a menos de un centímetro de mi cara pensaba que me iba a pegar. Finalmente me he marchado indignado chillando que no le daría ninguno regalo y que ya me devolvería los pasaportes cuando quisiera. Me ha chillado que me detuviera, pero naturalmente no iría a disparar a un turista y he seguido caminado. Él también ha llegado a la autocaravana pero cuando ha visto cómo yo escupía agua mientras bebía y lo amenazaba al mismo tiempo ha decidido devolverme los pasaportes. Podría decir que la carretera también ha estado una otro experiencia negativa, pero lentamente y con paciencia hemos ido circulando por los 150 kilómetros de pista arrugada sin que pasara nada, sólo perdiendo 5 horas. Por suerte en la frontera han estado extraordinariamente rápidos y simpáticos y hemos podido llegar a Niamey la misma noche, teniendo que conducir sólo unos 40 kilómetros en la absoluta oscuridad. 07/05/2007: Una muy buena manera de combatir el calor y recuperar energías es restar unos cuantos días en un hotel de lujo refrescándonos de vez en cuando en su piscina. La primera noche la pasamos en un camping, una opción cara pero segura, ya que habíamos llegado de noche. Pero el siguiente día movimos la autocaravana a la sombra en un aparcamiento de un lujoso hotel. Cada día pagábamos para estar en la piscina, hecho que indirectamente nos dio el derecho de aparcar gratuitamente en el hotel. Durante la estancia en la piscina conocimos diversa gente interesante que se alojaban en el Hotel: una chica canadiense que estaba trabajando de periodista en Ghana y se encontraba en el Níger visitando su madre, un señor que estaba encargado de iniciar los trámites para abrir la nueva embajada española en Niamey y unas chicas de Madrid que estaban trabajando para una ONG analizando si las ONGs locales e internacionales estaban trabajando correctamente. Las chicas de Madrid nos explicaron que aunque el Níger es el país con el índice de desarrollo humano más bajo del mundo, el gobierno no lo reconoce y eso produce que las ONGs del primer mundo no le destinen demasiados recursos. En Niamey también nos encontramos con un chico de hospitalityclub, Roland, que nos invitó a una fiesta de expatriados, donde había música, abundante alcohol y juventud con ganas de evadirse. Roland nos explicó que hacía un año que trabajaba para la ONU en el Niger pero no estaba demasiado contento, ya que prefería otra destinación, en el Asia por ejemplo. Explicó que el gobierno del país es muy corrupto, aunque quizás está haciendo pasos para cambiarlo, por ejemplo apresando a dos ministros, uno de ellos el de educación que se embolsaba buena partes del dinero que llegaba al país para construir escuelas. Después de tres días tostándonos en la piscina, hoy he ido a conocer un poco Niamey. He tomado un taxi compartido hasta el pequeño mercado y después me dirigí hacia el gran mercado. La diferencia básica de los dos es la medida, naturalmente, pero también la disposición, ya que en el mercado pequeño las diferentes paradas de carne, verduras, frutas, alimentación, limpieza, ropa ... están mezcladas, en cambio en el gran mercado se encuentran agrupadas por tipo. El ambiente en los dos mercados era relajado y sin aglomeraciones, posiblemente debido a que era un lunes por la mañana. Había leído sobre posibles rateros, pero la única precaución que he tenido era de evitar que los niños mendicantes no se me acercaran demasiado. De vez en cuando algún vendedor captaba mi atención llamándome "patron" y si en algún caso les pedía permiso para fotografiarlos me dejaban hacer con la mirada perdida. A las afueras del mercado, Niamey parecía una ciudad más desarrollada que Bamako, más limpia (pero no mucho más), con más calles asfaltadas y edificios más altos y modernos. En volver del paseo y después de nadar un rato, Alexandra me ha comentado: - Mira el color del cielo. He mirado el color rojizo del horizonte y he comentado: - Parece que se acerca lluvia. Pero tanto buen punto he terminado la frase, ha llegado una fuerte ventolera arrastrando hojas y polvo. La visibilidad se ha reducido a menos de cien metros y el cielo se ha teñido de un rojo aterrador. Nos hemos marchado corriendo hacia la autocaravana, con los ojos medio cerrados por el polvo, y al cabo de poco se ha puesto a llover. Ha estodo bien, porque por una noche hemos podido dormir frescos. 08/05/2007: Hoy nos teníamos que haber marchado de Niamey. La única cosa que nos retiene aquí es la obtención del visado de Nigeria. Cuando lo tengamos seguiremos recorriendo el sur del Níger hasta la última ciudad desde la cual es posible saltar a Nigeria. Entonces correremos los 500 kilómetros que nos separarán del Camerún para no tener ningún problema con las corruptas autoridades y peligrosos habitantes Nigerianos. Hemos llegado a la embajada a las 10, un martes, el día y hora que oficialmente se expiden visados, pero el vigilante nos ha informando que el embajador estaba fuera y que quizás llegaría a las 12. Hemos aprovechado para volver al centro. De camino nos hemos detenido para tirar dos bolsas de basura en un vertedero que hay entre los edificios. Al bajar con las bolsas se me ha acercado un chico con una camiseta rota y del color de la suciedad que me ha tomado las bolsas y se las ha llevado en un rincón, donde las ha abierto para aprovechar alguna cosa, quizás para comer. En el centro he aparcado al lado del Banco Central del África del Oeste, donde hay una colonia de grandes murciélagos fructíferos colgando de los árboles. Mientras hacía unas fotos, se me ha acercado un vigilante informándome que estaba prohibido hacer fotos sin permiso. Yo ya había terminado de hacer las fotos que quería y le he dejado con un palmo de nariz cuando le he pedido disculpas y he le dicho que ya dejaba de hacer fotos, porque no ha sabido como ganarse un soborno. Hacia las 12 hemos vuelto a la embajada. Nos ha atendido a una mujer que nos ha hecho completar unos formularios, pero al terminar nos ha informado que el embajador no estaba y que tendríamos que volver al día siguiente por la mañana a buscar los visados. Ante la imposibilidad de abandonar Niamey como mínimo hasta mañana, hemos ido a visitar el Museo Nacional del Niger, que realmente valía la pena. Con un pequeño zoológico con los animales acalorados y tristes y unos pabellones que retratan la cultura en el Níger y los descubrimientos paleontológicos que se ha hecho, destacando diversas osamentas de dinosaurios y el cráneo de un extinguido cocodrilo que tenía una largura de 15 metros! Alexandra se ha impresionado más con los hipopótamos que descansaban al lado de una piscina sudando sangre (era normal según el guardián). Se ha puesto a silbarlos y a bailar ante ellos, pero éstos han seguido con su larga siesta sin inmutarse. Koure (ver en mapa) 09/05/2007: Al final hemos podido marcharnos de Niamey, aunque al llegar a la embajada de Nigeria la mujer que nos atendió ayer nos ha hecho esperar una hora y media hasta que otra mujer con cara de pocos amigos y autoritaria nos ha recibido. A lo largo de la conversación la mujer se ha ido suavizando e incluso ha resultado simpática, explicando que era la única cristiana en la embajada y que era complicado hacerse respetar. Finalmente, la mujer ha conseguido la autorización del cónsul para nuestro visado y sólo hemos tenido que esperar una otra hora y media para tenerlo todo en orden. La tarde ha estado mucho más interesante. Nos hemos llegado a Kouré, a pocos kilómetros de Niamey, donde hay una reserva de jirafas, las últimas existentes en África del Oeste. Hemos pagado las tasas por persona, vehículo y guía obligatorio y nos hemos empezado a adentrar por una planicie árida casi sin caminos. Hemos ido avanzando entre la arena, rocas y matorrales sin encontrar ninguna jirafa. El guía se ha subido a una torre de vigilancia y tampoco ha visto nada. Hemos seguido conduciendo mientras el guía recibía algunas llamadas informándole que no se sabía donde estaban las jirafas - según nos ha comentado, éramos los primeros turistas del año en el parque. Pero finalmente, mucho antes de que nosotros las pudiéramos visualizar, el guía nos ha anunciado que las había visto. Eran cuatro, pero más adelante hemos encontrado un grupo de unas diez o quince. En el parque no hay animales salvajes, por lo tanto ha sido una delicia poder bajar del coche y pasearnos entre estos altísimos mamíferos, mientras reposaban, comían, nos observaban o se alejaban de nosotros con su andar tranquilo y elegante. Maradi (ver en mapa) 11/05/2007: Ayer, el día era gris, y también escribiría feo si no fuera porque la neblina apagaba la luz del sol y su insoportable calor. Empezamos a circular hacia Maradi por una carretera excelente que justificaba el pequeño peaje pagado, pero a medida que íbamos dejando atrás tierras áridas y pequeños poblados de barro y graneros de paja, empezaron a aparecer agujeros que fuimos esquivando haciendo slalom. Nos detuvimos al lado de un lago (o mar, como dicen ellos) para comer. El lugar era solitario, pero enseguida apareció un joven que sin decir nada se apoyó en un árbol observándonos. En marcharnos, el joven recogió la recompensa a la espera, unas botellas vacías y unas verduras medio podridas que habíamos tirado al suelo. A medida que los agujeros en la carretera se hacían más frecuentes, e incluso tropezaba en alguno de ellos, empecé a notar que el motor del coche perdía potencia. Pensé que el problema se podía deber a la mala calidad del gasóleo que había cargado por la mañana, sobre todo porque parecía que perdía potencia a intervalos. Por otro lado, también observé que el tubo de escape emitía humos más bien negros, hecho que indicaba una mala combustión, posiblemente porque no llegaba suficiente aire al motor. Nos paramos un par de veces y abrimos el capón sin observar nada anormal, pero en una pequeña subida el coche pareció que se iba a detener y de repente se encendió la luz de la temperatura del motor. Paré enseguida y al abrir el capón por tercera vez, fue Alexandra quien vio que el depósito del líquido refrigerante estaba completamente vacío. El motor goteaba, pero no descubrí de donde, aun así cargué el depósito de agua y, por si acaso, cambié el filtro del aire y seguimos la marcha. Paramos alguna otra vez para cargar más agua, pero aparte de eso parecía que la potencia del motor volvía a ser como antes. No queríamos pasar la noche en un pequeño pueblo lleno de niños enojadores y decidimos acampar en medio de la sabana, detrás de unos árboles. Estudié diferentes vías de salida en caso de que nos quisieran atracar por la noche, pero no pasó nada, a excepción del susto que nos hemos dado cuanto antes de clarear han pasado dos camellos con dos hombres encima hablando bajito. Por la mañana he abierto el capón con la intención de solucionar el problema del agua que goteaba. Había restos de agua azul secada por todo el motor, aun así he pensado que el problema se podía encontrar en una junta y para comprobarlo he desmontado la caja de fusibles para acceder a ella. Pero no ha habido suerte. He acabado descubriendo que el agua se escapaba por debajo del radiador y he acabado informando a Alexandra que tendríamos que encontrar un taller donde lo arreglaran. Alexandra se ha enfadado como un gorila, diciendo que todo era culpa mía, por querer ver las jirafas con el coche y por correr demasiado por las malas carreteras, y que si llevábamos el coche en un taller nos cobrarían mucho más que en Europa a cambio de estropearlo más de lo que estaba. Hemos llegado a Maradi parando de vez en cuando para llenar el depósito del líquido refrigerante. En la ciudad hemos preguntado por un taller y enseguida un chico se ha ofrecido para guiarnos con su moto hasta un taller al aire libre. He situado la autocaravana sobre un agujero donde un chico y yo hemos bajado para observar mejor el problema. Me ha costado aceptarlo, pero finalmente me he dejado convencer por el chico que tendrían que sacar el radiador y llevarlo a otro señor a arreglarlo. He preguntado cuándo me cobrarían por todo, y durante la negociación con el jefe he propuesto pagar unos 50€. Pero el jefe no entendía lo qué le proponía hasta que he entendido que le estaba ofreciendo demasiado. En cualquier caso el precio ya había estado fijado y enseguida se han puesto manos a la obra, destornillando entre cuatro todos los caracoles que podían hasta que han liberado el radiador del motor. Yo iba controlando que no rompieran o no se llevaran nada y a continuación les he acompañado al otro taller de reparación de radiadores. El jefe de los radiadores ha estado estudiando mi radiador hasta que ha deducido donde había el escape. Con unos alicates, ha roto por los dos extremos la pequeña tubería y a continuación ha puesto a calentar un pequeño martillo en unas brasas. El jefe ha visto mi cara extrañada y me ha preguntado: - ¿Te gusta cómo trabajamos en África? - Sí, es muy interesante, en Europa seguramente me habrían cambiado todo el radiador. A continuación ha cogido una barra de plomo y utilizando el martillo de las brasas la ha fundido sobre los dos agujeros resultados por la cañería extraída. Con el radiador arreglado hemos vuelto a la autocaravana y el mismo equipo de cuatro personas lo han vuelto a montar en un momento. Sólo habían pasado cuatro horas desde que había llegado al taller (incluyendo la media hora de negociación y los veinte minutos de plegaria) y me han pedido que pusiera en marcha el motor. Lo he hecho incrédulo y lo he dejado encendido esperando que se incrementara la temperatura, pero no, el radiador se ha mantenido firme y no ha soltado ninguna gota de agua más. Zinder (ver en mapa) 12/05/2007: Ayer a la noche conocimos tres franceses cooperantes que nos invitaron a cenar en su casa. Entonces me di cuenta de que en Níger no habíamos conocido ningun local y es una lástima, porque parecen muy amables y amigables. Esta mañana, al marcharnos de Maradí lo hemos comentado con Alexandra, por todas partes nos dan bienvenidas, nos saludan con bueno días y como estás, y si a los niños les dices que no hay "cados" (regalos) enseguida lo aceptan con una sonrisa, pero por otro lado, quizás son menos hospitalarios. Zinder es una gran ciudad que hemos encontrado muy tranquila. Hemos salido a pasear a la tarde por un barrio que recomendaba la guía pero nos ha decepcionado un poco, aunque había algunas casas pintadas con vivos colores y unos simpáticos niños que nos han estado acompañando todo el rato. ‹ Anterior (13/03/2007) MES Siguiente (2007-05-12)› ‹ Anterior (2007-03-10 - Morroco) PAIS Siguiente (2007-04-14 - Mali)› |
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