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‹ Anterior (14/08/2008) MES Siguiente (2008-10-13)› ‹ Anterior (2009-09-03 - India) PAIS Siguiente (2009-09-26 - Iran)› Pakistan Karimabat (ver en mapa) 14/09/2008: Los últimos días en Lahore decidí con Alexandra (a quién sorprendentemente también entusiasmó la idea) de recorrer la autopista del Karakorum, hecho que nos separaría de David y Maria, con quien pensábamos encontrarnos por Navidad en el sur de la India. Por otro lado, esta visita a las alturas nos permitiría huir del calor y cuidarnos algunas irritaciones de la piel que el sudor nos estaba provocando a los dos. Empezamos a hacer camino hacia Islamabad con cierto temor, pues hacía menos 48 horas que los talibanes habían intentado de asesinar al presidente del país, disparándolo desde la carretera a pocos kilómetros de la capital. Además, nuestra autocaravana ahora era mucho más vistosa, aunque también esperaba que si nos cruzábamos con algún taliban nos confundiera con un camión pakistaní (bastante improbable). En cualquier caso, el principal peligro a que tuvimos que afrontar fue una tormenta de lluvia y viento de una intensidad que no habíamos presenciado desde Camerún. Por la noche llegamos a Manshera, después de haber cruzado diferentes pueblos que antiguamente habían estado dominados por Sikhs pero actualmente estaban ocupados por los Pashtuns, una tribu con un estricto código de conducta islámica que les acerca ocasionalmente a posiciones radicales o talibanas. Seguramente por este motivo, a Manshera no nos dejaron dormir aparcados en una gasolinera ni en el aparcamiento de un hotel sin vigilancia y nos sugirieron de aparcar al lado de un control policial. Al día siguiente, con el día más soleado, seguimos el viaje hacia el norte, enfilando una carretera entre terrazas de arroz y de maíz hasta un paso de 1670 m, que a pesar de la relativa poca altura, nos bien mareó y nos hizo detener una hora para hacer una siesta. Siguiendo la curvada carretera sin prisas, llegamos a media tarde a Thakot en la orilla del caudaloso río Indus, donde pensábamos subir una carreterita hasta un pequeño pueblo de montaña, pero las últimas lluvias habían causado un desprendimiento de tierra y la carretera estaba temporalmente cortada. Así pues, cansados, nos acabamos de llegar a Besham donde dormimos en el aparcamiento cerrado de un hostal. El tercer día de viaje se podría decir que nos empezamos a adentrar en la verdadera autopista del Karakorum, recorriendo en todo momento el rápido río Indus y manteniendo el equilibrio en la pared de escarpados precipicios rocosos. Poco después de salir de Besham, el color de la roca cambió de colores agrisados a verdosos, relatando a los geólogos una interesante historia iniciada hace unos 50 millones de años. Hace 130 millones de años, el continente Indio se desenganchó del supercontinente Gondwanaland, viajando a la deriva unos 80 millones de años hasta chocar con el continente Asiático, atrapando en medio de la colisión a un grupo de islas volcánicas que tenían un color de roca más verdoso y lleno de minerales relucientes. Los macizos montañosos más altos de la tierra: el Himalaya y el Karakorum, se formaron gracias a esta colisión, la cual no se ha acabado, pues el plató Indio sigue adelantando unos 5 cm anuales hacía el continente asiático, provocando un continúo crecimiento de sus montañas (7 milímetros anuales para el K2) y numerosos terremotos (en 1974, miles de personas murieron en uno de los peores terremotos de los recientes tiempos). A medida que la carretera ascendía, la vegetación (entre ésta la marihuana creciendo libremente al margen del asfalto) desaparecía y el terreno se iba volviendo más estéril, a excepción de pequeñas áreas verdes donde la tierra debería ser diferente y eran cultivadas extensivamente. Mientras tanto Alexandra no paraba de comentar que los habitantes del Karakorum vivían en el paraíso, como en su país, rodeados de montañas y congregados en pequeños pueblos. Por la noche dormimos en un acuartelamiento de la policía en Chilas y el día siguiente, al seguir el camino, empezamos a poder observar los grandes tesoros de la autopista del Karakorum, sus altas montañas y los petroglifitos. A partir de Chilas, en multitud de puntos próximos al río Indus se pueden observar petroglifitos, dibujos e inscripciones grabadas a grandes rocas algunos de las cuales fechan del primer siglo, representando estopas budistas e imágenes de buda. A pesar de la altitud de las montañas del área, el Karakorum era (y es) una ruta natural que conectaba China con India y el Oriente Medio, cruzándose desde los primeros siglos por caravanas comerciales que establecieron los orígenes de la ruta de la seda y que extendieron por los valles las religiones dominantes, primero el budismo y siglos más tarde el Islam, el cual engloba la totalidad de la población actual. También, a medida que avanzábamos hacia el norte Este, algunas de las más altas montañas del Karakorum empezaron a aparecer delante de nuestros maravillados ojos. Primero fue a nuestra derecha el Nanga Parbat (8125 m), la novena montaña más alta de la tierra y conocida como la montaña asesina, porque durante la segunda guerra mundial mató hasta 31 miembros de 4 diferentes expediciones alemanas. La majestuosidad del Nanga Parbat queda magnificada por su verticalidad, una de las elevaciones más agudas de la tierra, que en sólo 27 kilómetros se lebanta 7000 metros (desde el río Indus hasta la cima). También el pico Rakaposhi (7788 m), que empezamos a observar en el norte, impresionante por su crecimiento vertical, el cual en sólo 16,5km horizontales se eleva 6000 metros (de del río Hunza hasta la cima). Pero no todo el espectáculo fue placentero, ya que en numerosas veces, la carretera asfaltada se corrugaba o se deshacía con señales evidentes de pasadas desprendimientos de rocas, pero estos complicados pasos de la carretera no fueron lo peor, porque en un momento dado observamos una gran polvareda cayendo por una pendiente montañosa. Nos detuvimos indecisos, pero enseguida nos adelantó un camión y seguió la carretera, circulando por la nube de polvo y saliendo en el otro lado al cabo de poco rato. Así pues, más convencidos seguimos la marcha hacia la cascada de pulso que seguía cayendo, pero al meternos descubrimos horrorizados que además de polvo también caían pequeñas piedrecitas que rebotaban en el techo de la autocaravana, y atemorizados que no cayera ninguna mayor, apreté el acelerador a fondo hasta salir al otro lado de la polvareda con sólo un susto como único infortunio. Poco más tarde de este susto, en la tarde del cuarto día, llegamos a Gilgit, la población mayor del Norte del Pakistán, la cual tenía que pertenecer a la India durante la partición de 1947, evitado por una revuelta que revocó la decisión del maharajá local. En Gilgit estuvimos dos días, la primera tarde haciendo compras por el bazar, la siguiente mañana visitando un relieve de buda esculpido en una pared rocosa en el oeste de Gilgit y extendiendo mi visa del Pakistán, por la tarde arreglando la protección del coche que vibraba y el día siguiente cambiando un tubo del aceite de la dirección asistida, el cual ya me habían arreglado en Lahore pero todavía goteaba. Sorprendentemente, después de dos horas de trabajo, el taller no me quiso cobrar nada, éramos sus invitados nos dijeron. Por la tarde salimos de Gilgit cruzando un inseguro puente suspendido, pues el principal puente de la autopista del Karakorum había caído, y nos dirigimos hacia el norte, dejando atrás el río Indus que iba a buscar las aguas en las cimas más altas del Himalaya y adentrándonos en el valle del río Hunza, la cual nos reservaba magnificas vistas del pico Rakaposhi y de otras montañas nevadas más en al norte. Después de pasar la noche en un aparcamiento de una escuela, al día siguiente por la mañana llegamos a Karimabad, la principal atracción turística del Karakorum, pues posee un interesante fuerte dominando una villa llena de comercios y hoteles delante de la majestuosa montaña de Ultar II. Karimabat había sido la capital del reino de Hunza, un reino que desde el siglo quince había rivalizado sangrantemente con el próximo reino de Nagyr, debido a una herencia poco satisfactoria que había dividido el anterior reino entre dos gemelos, hijos del anterior rey. De todas maneras, parece que el reino de Hunza fue más victorioso, y prueba de eso es el fuerte de Altit, más al norte y en reconstrucción, y el fuerte de Baltit que visitamos tan buen punto llegamos a Karimabad. Un guía se encargó de mostrarnos las tres plantas del fuerte, comentándonos que la estética tibetana se debía a una boda en el siglo diecisiete de un príncipe con la hija del gobernador del valle de Baltistan (más próxima al Himalaya), la cual trajó artesanos para mejorar la construcción. Gracias a estas mejoras, sorprende la planta superior, con maravillosas vistas sobre el valle desde bonitos balcones y habitaciones trabajadas con madera. Al bajar del fuerte, Alexandra quiso entrar en cada una de las pequeñas tiendas que había en la calle principal, aunque los dependientes las abrían especialmente para ella, porque nosotros éramos casi los únicos turistas. Uno de estos dependientes nos explicó que cada vez había menos turistas, por la inestable situación del Pakistán, pero sobre todo desde el 11 de septiembre (¿de qué año? A los occidentales nos gusta celebrar aniversarios, pero acabamos recordando el día pero no el año). De todas maneras, los turistas no se tendrían que preocupar de la posible presencia de talibanes a partir de Gilgit, pues los habitantes del valle del río Hunza son musulmanes ismaelitas, una escisión de los shiitas creada por el desacuerdo sobre qué hijo tenía que suceder al sexto imán. Contrariamente a los Shiitas, los ismaïlitas han seguido con la línea sucesoria de imanes hasta el presente día, hasta Aga Kan IV, el cual vive en Ginebra, y es poseedor de una gran fortuna, la cual destina en parte a realizar diferentes proyectos sociales por la zona. Los ismaelitas tienen una fe más personal y menos reglamentada, por ello son más abiertos de mente (expresión utilizada por uno de ellos) y abiertos con las nuevas culturas. Y por ejemplo me explicaron que el ayuno durante el ramadán es una opción personal y que muchos comen y beben en casa, fuera de la vista de los que quieran ayunar. De todas maneras, a pesar de los pocos turistas, nos hicimos amigos de los australianos Brendan y Caroline, con quien quedamos para cenar. Mientras cenábamos nos explicaron que cuando eran jóvenes (ahora tenían unos 50 o 60 años) estuvieron recurriendo durante unos 10 años, por tierra y por mar, todo el mundo. Y al explicarnos sus recuerdos sobre India y Pakistán nos comentaron que eran los dos únicos países del mundo que no habían cambiado en los últimos 30 años, con el mismo mal olor y suciedad, excepto por los teléfonos móviles. Al día siguiente hice una excursión con Brendan, Caroline y unos japoneses que nos encontramos por el camino hasta debajo el glaciar del pico Ultar II, una buena caminata a través de diversos precipicios, pues Karimabat se encuentra a unos 2500 metros y el glaciar se rompe a unos 3250 metros. Al día siguiente seguimos nuestro recorrido río arriba, visitando antes unas bonitas mezquitas exquisitamente decoradas con madera cortada en el pueblo de Ganish, bajo Karimabad. Volvimos a hacer parada (y también noche) en el pueblo de Gulmit donde había numerosos manzanos con manzanas tan buenas como las de Rumania (según Alexandra). Así pues, mientras Alexandra robaba manzanas (en algunos casos con permiso de los propietarios), yo hice otra caminata hasta otro pueblo más arriba y las ruinas de un castillo mientras me iba cruzando con campesinos muy curiosos y simpáticos. Y finalmente, hoy he hecho las últimas excursiones. Primero nos hemos dirigido con el coche un poco más arriba de Passu, donde en teoría teníamos de observar un gran glaciar llegando hasta la carretera, pero en vez de eso sólo hemos visto la carretera estropeada. Después he hecho una caminata desde Passu hasta un lago próximo bajo un gran glaciar que alimentaba un río (de hecho, el Karakorum es la parte de la tierra con más glaciares aparte de las regiones polares), y más tarde, una pequeña andada hasta un puente colgante sobre el río Hunza el cual era horrible de cruzar, pues sólo había una travesía de madera cada medio metro, insuficientes para impedir que los ojos clavaran la mirada en las turbias aguas de abajo. Rawalpindi (ver en mapa) 18/09/2008: Salimos de Karimabad tarde pero con prisas, pues Alexandra había decidido extender su visado a Gilgit, no fuera que nos quedáramos cortos de días. Íbamos con tiempo para llegar antes de las dos, la hora que las oficinas de la policía cerraban, pero en cuentas de la pequeña carretera por la cual habíamos pasado al salir de Gilgit, seguimos por la carretera principal, pero al cabo de unos quince kilómetros, sin ningún tipo de indicación, nos encontramos que la carretera se acababa en un puente caído. Entonces entendimos porque nos habían desviado por la pequeña carretera al salir de Gilgit, y aunque habíamos despotricado de esta carreterita, tuvimos que volver atrás unos quince kilómetros para tomarla. Y de la misma manera que la anterior vez, tuvimos que cruzar un puente colgante que acoquinaba un poco, porque con el peso de la autocaravana se deformaba bastante. Con todo, llegamos tarde y decidimos de quedarnos hasta el día siguiente, mientras yo aprovechaba la tarde para enganchar los casi últimos adhesivos en la autocaravana. El siguiente día llegamos a las diez a las oficinas de la policía, pero tal como nos temíamos, nos fueron haciendo volver cada hora porque el responsable todavía no había llegado, hasta la una, qué Alexandra pudo recoger el pasaporte con la extensión de visado. Salimos ya comidos y con ganas de hacer kilómetros dirección en el sur, pero los imprevistos todavía no se habían acabado. Una hora después de salir de Gilgit nos encontramos una fila de camiones y coches parados en carretera, en un punto en que ésta recortaba un precipicio rocoso por la mitad. Paramos detrás de la cola y salí a preguntar porque estaban parados, pero nadie presente parecía hablar inglés, así pues, seguí andando unos cincuenta metros por la carretera hasta una curva desde la cual pude observar la causa de la retención: una gran roca de unos 4 o 5 metros de diámetro se había desprendido de la montaña bloqueando la carretera junto con muchas otras rocas de medidas considerables. Cuando llegué ya debería hacer unos 20 minutos que la piedra había caído, y ya había un grupo de hombres intentando apartar piedras de uno o dos metros de diámetro para vaciar un corredor entre la pared y la gran roca, pero al comprobar que no podrían mover una gran piedra del medio, decidieron empezar a amontonar piedras para crear un abrupto camino por sobre la gran piedra horizontal y por el lado de la roca de 4 o 5 metros. Al cabo de poco rato una moto pasó desequilibrándose cada medio metro, después lo probó un tractor, quedándose con el remolque atascado, pero alzándolo a peso entre diversas personas éste pudo seguir. Y de la misma manera lo siguieron intentando todo-terrenos, los cuales acostumbraban a rascar un lado con la roca grande, e incluso turismos, los cuales acostumbraban a quedar pendolando sobre la roca horizontal rascando consecuentemente los bajos. Una hora y media más tarde, llegó una gran excavadora con la intención de echar abajo la gran roca, pero ésta ganó el pulso a la máquina y tuvieron que ir a avisar a los chinos de que trabajaban carretera más arriba para dinamitarla. Mientras tanto, los todo-terrenos, coches, tractores, minibuses y pequeños camiones de ambos lados se siguieron peleando para decidir quién se encallaba primero sobre las rocas y después salía gracias a la fuerza bruta de los voluntarios. Y naturalmente, entre la gente que miraban arriba que no cayeran más piedras, y el resto que deambulaba de un lado a otro, se produjeron los primeros atascos de coches causados por la impaciencia de los conductores que si veían un agujero libre se metían, sin pensar que los coches en sentido contrario no tendrían espacio para pasar. Y finalmente, al cabo de unas dos horas y media, llegaron los chinos con una gran taladradora y los explosivos, y como por arte de magia, los coches y la gente se fueron apartando de los alrededores de la roca hasta dejar unos 50 metros a lado y lado desiertos, momento que aprovecharon los técnicos para detonar las 3 cargas colocadas, pero éstas no fueron suficientes porque la excavadora pudiera con la tozuda roca, y los chinos tuvieron que introducir dos explosivos más en la roca para que ésta se desmenuzara considerablemente. Contento porque en breve saldríamos del embotellado, esperé que la excavadora empezara a apartar las rocas de medida más manejables, pero sorprendentemente la excavadora no se puso en marcha. En la oscuridad, pregunté a unos hombres que había fumando qué pasaba y donde era la gente, y me dijeron que el conductor de la excavadora y el resto de la gente estaban comiendo, pues ya se habían acabado las horas de ayuno del ramadán. Así pues, tuvimos que esperar unos quince minutos que la excavadora se pusiera en marcha y otra media hora que sacara las rocas suficientes para liberar un carril, momento en que todos los motores se encendieron para seguir velozmente con el trayecto previsto. Eran las ocho y, entre cláxones, nosotros también nos añadimos al desfile hasta el siguiente pueblo, donde aparcamos en una especie de almacén que tenían momentáneamente las puertas del patio abiertas. Al día siguiente nos despertamos temprano para seguir el viaje siguiendo las aguas del río Indus. Hicimos bastante vía y sólo al final de la tarde, llegando a Besham, tuvimos algún pequeño susto, cuando, en medio de una tormenta de agua, en dos ocasiones diferentes, rebotaron sobre el asfalto a menos de dos metros delante nuestro una piedra de la medida de un puño. Por suerte no cayó ninguna sobre nuestra autocaravana y pudimos llegar sin ninguna incidencia a Beshan, donde hemos pasado la noche. Y hoy también hemos hecho bastante vía, llegando casi a Islamabat, aunque por la mañana hemos destinado unas cuatro horas para visitar el valle de Alai, donde no pudimos ir cuando subíamos por culpa de un derrumbamiento. La estrecha carreterita hacia Alai sube un kilómetro vertical desde Thakot (próxima a Beshan), obsequiando en todo momento con maravillosas vistas sobre el valle del río Indus, del cual se pueden observar unos 20 kilómetros de una tirada desde la cima de un cuello. Desde el cuello he hecho una pequeña andada hasta una montaña que disfrutaba de todavía mejores vistas, pero desde allí he observado que en una colina un poco más abajo, el espectáculo ya sería insuperable y he empezado a descender un caminito. Pero un chico desde arriba me ha avisado de que el camino era peligroso (sólo sabía decir la palabra problema). He vuelto a subir, pero como no me ofrecía ninguna alternativa que no fuera deshacer todo el camino hecho para tomar otro abajo, he vuelto a bajar un trozo de caminito. Pero los gritos de "problema, problema" me han hecho detener de nuevo y mirar atrás. Entonces, haciendo gestos para intentar hacerse entender, ha representado la postura de estar disparando. Entonces he entendido y he preguntado "¿taliban?" , y el chico, contento de haberse hecho entender ha exclamado: ¡"sí, taliban!, mientras me señalaba una casa de abajo por donde pasaba el caminito. Y naturalmente he vuelto atrás y me he decidido de no hacer la foto de concurso, a cambio de no arriesgarme a recibir alguna bala en la cabeza. 20/09/2008: Rawalpindi es una ciudad más antigua, importante y grande que la próxima Islamabat, aunque ésta última sea más conocida por ser la nueva capital de Pakistan, construida a partir de 1960. De todas maneras, pocos monumentos de interés quedan en Rawalpindi, debido a su turbulenta historia, propiciada por su situación estratégica. En cualquier caso, no vinimos a Rawalpindi para visitar la ciudad, sino para ver cómo decoraban los camiones pakistaníes y escribir un artículo que me habían pedido sobre este tema. De todas maneras, cuándo llegamos al centro de Rawalpindi nos comentaron que era viernes y que todos los talleres estarían cerrados. Así pues, fuimos a buscar un tranquilo lugar donde aparcar próximo al centro comercial por donde paseamos un rato. Después de dos semanas sin pisar ninguna gran ciudad, decidimos salir a cenar, pero al salir del coche hacia las 7 de la tarde Alexandra se alarmó por la posible explosión de una bomba o la imposición del estado de sitio, pues junto con el ruido de alguna sirena lejana, las calles estaban casi totalmente desiertas de coches y personas. Pero al llegar al restaurante (un fastfood americano), éste estaba lleno a reventar y enseguida entendimos que era la hora en que acababa el ayuno del ramadán y todo el mundo estaba cerrado en casa o en los restaurantes. Y mientras cenábamos en una mesa en medio de familias alegres por seguir a rajatabla su tradición religiosa, fué el mejor momento para aprender de Alexandra el significado de la palabra Pakistán, un nombre sugerido pocos años antes de la partición por un estudiante de Cambridge con el significado: "tierra de los espiritualmente limpios y puros". Hoy, por la mañana he tomado un taxi con un simpático taxista que después de estar preguntando un buen rato en diferentes puntos de la ciudad, me ha podido dejar en el lugar donde arreglaban y decoraban camiones, un descampado con diversos talleres y multitud de camiones nuevos y estropeados por los alrededores. He estado un par de horas deambulando por los talleres, haciendo fotos e intercambiando sonrisas con los propietarios de camiones y artistas que casi no hablaban inglés. Después he vuelto a la autocaravana y poco más tarde nos hemos ido a conectarnos a Internet, donde he estado buscando información sobre este increíble fenómeno de la decoración de camiones en el Pakistán, los cuales son transformados en verdaderas obras de arte ambulantes. Se ve, que muchos conductores de camiones, incapaces de casarse por la falta de tiempo o insuficiente dinero, invierten todos el sus ahorros, amor e inspiración en sus vehículos. Aunque esta explicación no debe ser del todo cierta, porque un conductor de camión acostumbra a pagar de $3,000 a $5,000 para decorar su camión, externamente e internamente. La verdadera historia tiene sus raíces en tiempo del imperio Mughal, donde muchos artesanos tenían trabajo pintando frescos en mezquitas, palacios, casas ... pero cuando los tiempos cambiaron, los artesanos se adaptaron a la nueva situación, primero embelleciendo carretas estiradas por caballos, y en el año 1920 decorando los primeros autobuses de la compañía Kohistan Bus, empezando así el fervor por los camiones (y algunos autobuses) altamente adornados. Estos ornamentos acostumbran a incluir cambios estructurales de los camiones, como la introducción de un gran para choque frontal, sobresaliendo hasta un metro y con la capacidad de sostener a diversas personas con el camión en marcha. También se acostumbra a instalar una cubierta que se alza en diagonal sobre la cabina que se utiliza para cargar extra peso o a eventuales pasajeros. Pero la parte más espectacular, es la decoración en sí, que puede estar trabajada en madera (si los artistas provienen de Balochistan o Peshawar), en plástico (Rawalpindi e Islamabad), en adhesivos reflectantes (en todas partes, pero especialmente en Karachi) e incluso huesos de camello (por artistas provenientes de las áreas rurales de Sindh). Los camiones también acostumbran a tener diversas partes pintadas, sobre todo la parte posterior, con bonitas pinturas de animales, profetas, artistas de cine, o miembros de la familia; y también caligrafías adorando a Alá, o otras más personales del tipo: "romántico sin esperanza" o "querida, acompáñame a mi pueblo". * Por la mañana hemos salido de Rawalpundi dirección en Lahore, para cruzar a la India mañana por la mañana. Poco más tarde, sin enterarnos, un atentado de Alquaeda ha destrozado un lujoso hotel de la próxima ciudad de Islamabat, matando a más de 60 personas. No nos hemos enterado del atentado hasta al cabo de un par de días, pero al conocerlo nos ha dejado un sentimiento de amargura, por haber conocido a gente tan interesante y hospitalaria en un país que ya se está cayendo por el precipicio de la radicalidad y violencia. India Amristar (ver en mapa) 23/09/2008: La primera pregunta que un vendedor nos hizo justo cruzar la frontera con India, fue "queréis cerveza"?. Evidentemente habíamos cambiado de país y también de cultura. Se habían acabado las prohibiciones islámicas y éstas ya sólo eran voluntarias o económicas, como en nuestro caso, que después de comprobar diversas veces el desorbitado precio de una cerveza, no ha sido hasta hoy por la tarde que hemos comprado una para bebérnosla a la noche, a la salud de este tolerante país. A pesar de los casi infinitos conflictos internos e inter-religiosos que ha sufrido el país, diría que India, es uno de los países más tolerantes del mundo, y prueba de eso es la multitud de religiones y creyentes que muestran sus símbolos identitarios sin que eso les impida vivir pacíficamente y en comunidad. Esta tolerancia religiosa queda reflejada en Amritsar, a pocos kilómetros de la frontera del Pakistán, con una mayoría hinduista que comparten espacio con los Sikhs, los cuales consideran la ciudad su centro cultural y espiritual. De hecho, la ciudad fue fundada por el tercer gurú Sikh en el año 1574, un siglo antes que la religión Sikh quedara bien definida y establecida con el noveno y último gurú Sikh, el cual dejó la base para la posterior nación Sikh, dominando un gran territorio de 1716 hasta 1849, cuándo perdieron el poder en manos del británicos. Durante este periodo de poder y prosperidad se construyó en la ciudad de Amristar uno de los templos más bonitos de la India y el más venerado por la religión Sikh, el templo dorado que visitamos ayer. Igual que todos los visitantes de un templo Sikh, antes de entrar en el templo dorado, nos sacamos los zapatos, nos lavamos los pies y nos cubrimos el cabello (yo con un pañuelo naranja extraído de un cofre en la puerta). Cruzamos el portal de estilo colonialista y nos encontramos en lo alto de unas escaleras delante de un lago cuadrado, en el centro del cual había el resplandeciente templo dorado (cubierto con 750 kilogramos de oro). Los peregrinos Sikhs paseaban o reposaban en estado meditativo, las mujeres cubiertas con shari y los hombres llevando elegantes turbantes que escondían el cabello sin cortar, largas barbas y armas blancas exaltando su pasado guerrero. Los hombres y niños se bañaban a las aguas del sagrado néctar (Amrit Sarovar), mientras las mujeres se bañaban en un recinto cerrado; y los más fervientes creyentes incluso bebían el agua, confiando en que la fuerza de la fe fuera más poderosa que la de los microbios que ingerían. En todo momento se escuchaba música espiritual, proviniendo de unos cantantes y músicos del templo en medio del lago, donde los fieles se dirigían cruzando el puente de los gurús y se recluían hipnotizados por los cantos o leyendo en la segunda planta del templo. Tanto nos fascinó el misticismo que se respiraba, que volvimos por la noche, donde coincidimos con una gran ceremonia con los fieles escuchando, recitando y rogando a Dios, pues los Sikhs creen en un solo Dios (influencia Islámica), a pesar de creer en la reencarnación (influencia hinduista). A pesar de todo, los Sikhs no son mayoría en Amritsar, y de hecho, a pesar de dominar una gran nación durante más de un siglo, su religión fue siempre minoritaria (10% Sikh, 10% hindú y 80% musulmanes). Así pues, después de la partición entre Pakistán e India, los musulmanes abandonaron la ciudad y los hindúes se convirtieron en la población mayoritaria, poseyendo dos interesantes templos que también visitamos, el templo de Shri Durgiana (con una estructura similar al templo dorado) y el templo de Mata, ambos relleno de estatuas y pinturas de diferentes deidades hinduistas. El hinduismo es la religión viviente más antigua del mundo y también la más diversa, ya que a falta de un único líder espiritual que unifique todas las creencias y prácticas, éstas se han ido diversificando en múltiples tradiciones y maneras de interpretar la religión, que en cualquier caso, siguen manteniendo unos principios comunes. A pesar de tener hasta 330 millones de deidades (según las escrituras), la mayoría de los hinduistas creen en un solo Dios, llamado Brahaman, el cual sólo se puede manifestar, representar o encarnar a través de las tres deidades principales (Brahma, Vishnu y Shiva), que al mismo tiempo se encarnan en las muchas otras Deidades hinduistas. Así pues, según la tradición, la veneración de cualquier deidad se considera la veneración directa de Brahaman, una filosofía no tan opuesta a las religiones monoteístas. De todas maneras, tal devoción a estatuas de formas estrafalarias o cómicas, no deja de ser - bajo una visión occidental - una religión infantil o extravagante, tal como me pareció al visitar hoy por la mañana el templo de Mata, dedicado a una santa del siglo veinte y famoso por procurar los deseos de aquellas mujeres que quieren quedar embarazadas. En este caso, las mujeres (y todo el mundo que quiera participar de esta gimcama religiosa) tienen que recorrer múltiples pasadizos, algunos de los cuales se adentran por estrechas grutas o transcurren sobre pequeños canales de agua, pero en general cubiertos con mosaicos de espejos y escoltado por deidades diferentes a las que hacen ofrendas de flores y dinero, Al mediodía, después de visitar el templo de Mata, hemos puesto destino hacia otro importando centro de una otra religión presente en la India: el budismo tibetano. Y mientras esquivábamos los peligros constantes de estas carreteras asiáticas, Alexandra ha comentado una interesante y cierta reflexión: en el Pakistán todos los conductores quieren ser los primeros en la carretera (incluyendo carretas tiradas de burros, bicicletas, rickshaws,…), a diferencia de la India todo el mundo circula más tranquilo pero por la parte central de la carretera (incluyendo carretas tiradas de burros, bicicletas, rickshaws,…), produciéndose en ambos casos numerosos peligros de accidentes que te obligan a utilizar el claxon en todo momento. Mcleod Ganj (ver en mapa) 25/09/2008: Debido al presupuesto ajustado que tenemos (a causa de la crisis económica mundial una revista que me pagaba muy bien ha dejado de publicarme), en Mcleod Ganj tuvimos un desafortunado conflicto, que por otro lado podíamos haber evitado. También contribuyó al conflicto el hecho de estar acostumbrados a viajar tantos meses por países Islámicos, donde raramente intentaban engañarnos, invitándonos muchas veces a no pagar los aparcamientos. En cambio, en India nos hemos encontrado los primeros intentos de engañarnos y nuestra reacción en llegar a Mcleod fue sobre medida. El único aparcamiento que había en la entrada del pueblo nos quería cobrar el doble de lo establecido para pasar la noche, y nosotros, indignados, dejamos el coche hasta la noche sin pagar, generando grandes tensiones, con el propietario del aparcamiento intentando deshincharnos las ruedas y Alexandra amenazándole de romperle todos sus huesos. Fue un desafortunado conflicto, porque podíamos haber aparcado un centenar de metros más abajo (donde pasamos la noche) y evitarnos así el estrés en este paraíso de paz. Mcleod Ganj es un paraíso de paz, porque a pesar de la multitud de turistas que visitan esta barriada de Dharamsala, en Mcleod Ganj se encuentra la residencia del Dalai Lama en el exilio, y el ambiente budista del pueblo invita a la contemplación y serenidad de sentimientos y emociones extremas. El Dalai Lama es conocido por ser la figura espiritual y política representante del Tíbet ocupado por China, pero su historia empieza muy antes, pues el Dalai Lama se ha ido reencarnando a lo largo de los siglos, poseyendo siempre el mismo rol y poder. El primer título de Dalai Lama se dio en el siglo dieciséis, con el tercer Dalai Lama (los dos primeros fueron a título póstumo). Con la ayuda y supervisión de los mongoles, el quinto Dalai Lama unificó el Tíbet, pero el poder de los sucesivos Dalai Lamas, provocó que ninguna de las reencarnaciones entre la octava a la docena (incluidas) sobreviviera la mayoría de edad, facilitando que sus regentes (posiblemente influenciados por China) pudieran gobernar con comodidad. De todas maneras, el decimotercer Dalai Lama sobrevivió el paso a la vida adulta y en 1912 declaró la independencia de China, deportando a los chinos y los residentes imperiales. Pero cuando el decimocuarto Dalai LamaTenzin Gyatso (el presente) sólo tenía 14 años, China invadió el Tíbet, viéndose obligado a huir a India diez años más tarde. Debido a la situación actual, el Dalai LamaTenzin Gyatso comentó en una entrevista reciente que quizás él sería la última reencarnación del Dalai Lama, causando un gran furor entre los tibetanos, quiénes creen que la decisión de reencarnarse sólo depende del pueblo tibetano. En cualquier caso, la decisión de no reencarnarse puede ser una de las pocas opciones de evitar que el gobierno ocupante de China escoja un Dalai Lama sucesor afín a sus intereses regionales, de la misma manera que ya han seleccionado sucesores de importantes Lamas en el Tíbet ocupado. Al mismo día que llegamos, Alexandra se encontró con dos rumanos, Ramona y Marcel, el último de los cuales pensaba quedarse diversos años en India con el objetivo de iluminarse espiritualmente, pues según él, la India es un país donde puedes encontrarte a ti mismo, porque no necesitas dinero para vivir y puedes tener tiempo para buscar y meditar, sin que la sociedad te juzgue por tus actos, aunque desarrolles tu parte más irracional. En cualquier caso, los dos habían venido a Mcleod Ganj para asistir a unas charlas de tres días del Dalai Lama, igual que muchos otros turistas, multitud de monjes (hombres y mujeres, algunos de ellos de fisonomía europea) que paseaban por el pueblo con túnicas rojas y las cabezas afeitadas, y también algunos tibetanos refugiados que vestían tradicionalmente, las mujeres con vestidos oscuros cubiertos con un delantal de colores. Al siguiente día, ayer, mientras Ramona y Marcel asistían a las charlas del Dalai Lama, nosotros visitamos un museo que explicaba la invasión del Tíbet, la resistencia, la destrucción durante la revolución cultural china, las torturas y el exilio (unos 100.000 Tibetanos han emigrado después de la ocupación). Un tibetano escribía en un mural: "somos una minoría discriminada en nuestro propio país". Después de entristecerme por las fotos e informaciones expuestas, pensé que estas ocupaciones y opresiones imperialistas se han ido sucediendo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Y es una lástima, pensar que sólo salen a la luz pública unas pocas de éstas, y que muchas otras opresiones continúen en la oscuridad porque no interesen políticamente. Después de la visita del museo próximo en el templo principal, el cual no podíamos acceder debido a las charlas, hicimos una caminata descendiendo por un empinado camino, hasta una biblioteca que contenía un bonito museo con esculturas hechas con mantequilla y mandalas hechos con arena, madera o hilo. En otro museo de medicina tibetana, se exponían diferentes plantas medicinales y diversos murales antiguos, uno de los cuales describía de dónde venían los niños. A continuación volvimos a subir el camino a pie (los taxis nos querían cobrar demasiado por ser turistas y preferían subir vacíos) y nos desviamos por un caminito que rodeaba la residencia del Dalai Lama, recorrido por diversos peregrinos que recitaban versos mientras pasaban de largo las numerosas banderolas de colores y rocas grabadas con plegarias, hasta bajo unos templos que contenían muchísimo molinillos de plegarias que los peregrinos hacían girar a modo de recitación. Y hoy al mediodía, después de que Alexandra y Ramona se perdieran toda la mañana por las turísticas y tradicionales tiendecitas de Mcleod Ganj, hemos empezado a descender los 2000 metros de altura donde nos encontrábamos, otra vez hacia las calurosas llanuras. Chandigarh (ver en mapa) 28/09/2008: Chandigarh, una moderna ciudad diseñada en 1950, no parece encontrarse en India, es demasiada cuadriculada, ordenada, limpia y verde, convirtiéndola en una buena ciudad donde relajarte en medio de un largo viaje, aunque nosotros sólo nos detuvimos para visitar el famoso jardín de la Roca y para encontrarnos con un nuevo amigo. El jardín de la roca es una maravilla del reciclaje. En 1958, un inspector de carreteras empezó a recopilar en secreto material rechazado - cerámicas rotas, cables eléctricos, aislantes, plásticos... - para crear una amalgama de esculturas fantásticas. Temiendo el ridículo, el inspector Nek Chand, estableció su estudio en una pequeña cabaña en el bosque, lejos de las sospechosas miradas de de embrionaria ciudad. Así empezó la rutina de rastreo de la ciudad busca de materiales durante el día y la transformación de éstos en arte bajo la luz de neumáticos quemando durante la noche. Pero en 1972, lo inevitable sucedió, y los trabajadores que limpiaban el bosque para la creciente ciudad descubrieron el secreto de Nek Chand, a quien se comunicó la inmediata destrucción de su fantástico jardín por ocupar un terreno gubernamental. Pero el descubrimiento entusiasmó a la ciudad, haciendo cambiar la opinión de los políticos, quiénes finalmente acabaron facilitando un salario y trabajadores a Nek Chand para que continuara extendiendo su surrealista jardín. Y éste hemos visitado hoy, recorriéndolo entre pasadizos recubiertos con materiales reciclados de todo tipo y vigilados por ejércitos de diferentes figuras humanas, animales o estrambóticas. Después de la visita al jardín de la roca, al mediodía nos hemos encontrado con un amigo que nos había contactado a través de couchsurfing, Manu Kan, un hombre que había estudiado en Rusia y que mostraba abiertamente su simpatía por el comunismo, generando algún conflicto ideológico con Alexandra, quien detesta el comunismo por haberlo sufrido de pequeña en Rumania. En cualquier caso, Manu nos ha hablado de India, un país que tiene una constitución socialista, aunque desde hace unos años se está convirtiendo en liberal. El país también deja de ser secular y, contrariamente al pasado, los partidos dejan de ser mixtos religiosamente, empezando a gobernar sólo los hindúes, creando conflictos entre religiones, que el gobierno aprovecha para aplicar reformas de mercado. Como las recientes bombas que han explotado en India, unos atentados terroristas que facilitarán reformas liberales, las políticas deseadas por el gobierno, quien - segundos Manu - quizás estaban detrás de los atentados. Pero quizás las cosas cambiarán porque, según nos explicaba, recientemente los trabajadores de una fábrica en la India habían linchado a su gerente porque éste no escuchaba sus justas demandas. Está pasando lo mismo en todo el mundo (a excepción del actual Latín América) donde los verdaderos gobernantes són los gerentes (CEO) de las grandes empresas y corporaciones, los cuales sólo buscan beneficio propio y no les importa las políticas sociales. Inevitablemente, el mundo cambiará y la clase media sufrirá más, y en el momento en que la clase media norte americana esté suficientemente tocada, se producirá una revolución mundial, ligada con los problemas ecológicos y falta de materias primas. En cualquier caso, a pesar de esta posible futura revolución mundial, Manu no se consideraba optimista y sólo pensaba en poder sobrevivir, tanto a él como su hija. Aparte de opiniones ideológicas, Manu también nos explicó que - contrariamente a lo que yo pensaba - en la India no había demasiados conflictos entre hindúes y musulmanes, y más bien entre hindúes y cristianos, los cuales, con sus misiones (especialmente católicas) buscan la conversión de los indios y a veces lo consiguen en pueblos rurales enteros. Por otro lado, las mejores escuelas en la India son cristianas, las cuales intentan limpiar el cerebro de los niños para acercarlos a valores occidentales. Por este motivo, y también debido a la mala situación política y económica del país (unos 700 millones de personas en la India viven con menos de 1 $ al día, en un país de un billón de habitantes), los hindúes han empezado a volverse más agresivos religiosamente y nacionalmente, empezando a aparecer hindúes fascistas o radicales. Finalmente, pregunté sobre el sistema de las castas, las cuales todavía son muy importantes en la India, según en Manú, explicando que el 90% de los matrimonios son entre miembros de la misma casta. Y aunque en muchos casos sea difícil clasificar externamente a una persona, el apellido siempre acaba clasificando a tu familia. En las zonas rurales, las castas también juegan un fuerte rol a la hora de definir el trabajo de una persona. Por otro lado, otra tradición nefasta para la sociedad es la obligación que tienen los padres de chicas de pagar por su boda y futura manutención, motivo por el cual en la India se matan muchas niñas (antes de nacer e incluso después, incluyendo también a las familias ricas). Manu nos comentó que tendrá que pagar una fortuna para casar a su hija, aunque que cuándo llegue el día, de aquí unos años, posiblemente la proporción será de 5 chicos por cada chica. Y aunque se llegue a estas proporciones exageradas, no cree que las cosas cambien, porque si no mantiene a la familia de su yerno contenta, con regalos constantes, se arriesgaría a que su hija fuera maltratada o incluso asesinada. Él escogerá a la mejor familia para la hija, considerando la que tenga que pagar menos dinero y donde su hija sea más feliz o menos maltratada. Por otro lado, aunque muchos jóvenes practiquen sexo en los parques y se muestren locamente enamorados, las bodas siempre son decididas por la familia y muchos pocas decisiones son desafiadas, porque Manú nos acabó explicando multitud de historias que mostraban que la rotura de las tradiciones se pagaba con la muerte. Nos hubiéramos quedado otro día disfrutando de la compañía de Manu y sus historias, pero dejamos con prisas Chandigarh con la intención de llegar a Delhi de noche y reencontramos con David y Maria al día siguiente. Pensábamos que las carreteras estarían más vacías durante la noche, pero no fue demasiado así, porque multitud de camiones empezaron a circular durante la noche. Por otro lado, también nos perdimos un poco al entrar en la grandiosa ciudad de Delhi (casi 14 millones de habitantes), llegando nuestro previsto aparcamiento al lado del tranquilo parque de Nerhú a las 12 de la noche. Delhi (ver en mapa) 03/10/2008: El primer día en Delhi, nos reencontramos con David y Maria, unas horas antes que ellos tomaran un tren con destinación sur. De nuevo nos explicamos nuestra historia reciente, las primeras experiencias en la India y los intentos de engaños económicos, o de sobre tarifarnos, a los que habíamos estado sometidos. Comentamos nuestras impresiones sobre la India en general, donde tanto yo como Maria y David habíamos estado hacía unos seis o siete años. En general comentamos que se observa menos pobreza y que quizás India está más desarrollada que Pakistán a nivel de infraestructuras. También comenté con David, la cantidad de chicas atractivas que había por la calle, vistiendo con colores llamativos y realizando tareas inimaginables en los países Islámicos anteriores, como la de conducir motocicletas o pedalear bicicletas. Por otro lado, también nos sorprendía grotescamente, la multitud de mujeres de media edad que vestían saris, dejando al descubierto sus barrigas voluminosas y caídas. En cambio, no había chicas jóvenes que mostraran la barriga, porque seguramente sería demasiado atrevido por el comportamiento infantil y apasionado de los chicos indios. Al despedirnos de David y Maria nos cruzarnos con más mendigos, muchos de los cuales se preparaban para dormir en la calle, y reflexioné que a pesar de la disminución de la pobreza en Delhi, había muchos más indigentes que en Pakistán, u otros países Islámicos, donde por religión la caridad es obligatoria (a través de organizaciones o entregando directamente al pobre). Teniendo en cuenta estos países anteriores, parecería que la caridad es positiva para eliminar la pobreza, pero según el dilema del samaritano, cuando entregas dinero o comida ayudas al indigente a sobrevivir, pero al mismo tiempo incentivas que dependa de la caridad y no necesite trabajar, impidiéndolo salir del círculo vicioso. Por eso pienso que es mejor dar dinero a aquellas ONGs que distribuyan mejor el dinero y, aparte de alimentar la barriga, también alimenten el cerebro ayudando en los indigentes a salir de la pobreza. De no actuar así, el resultado parece evidente en las zonas musulmanas de la India, donde los mendigos se amontonan para recibir caridad de los fieles, o incluso se mutilan (o a sus hijos) para recibir más proporción de la caridad entregada. Yo, personalmente, ante el dilema del samaritano escojo no entregar caridad, esperando colaborar después del viaje con alguna ONG, al igual que hacía con anterioridad. En cualquier caso, mi consigna actual, es entregar unas monedas a las personas necesitadas, cuando me aproveche de ellas haciéndoles una foto. El siguiente día de estas reflexiones y de encontrarnos con David y Maria, empezamos a visitar los principales puntos de interés de la ciudad, algunos de los cuales ya había visitado y otros no. Los principales lugares de interés en Delhi, son puntos religiosos de algunas de las principales religiones presentes en la India, como un gran templo hinduista dedicado a Lakshmi, la Diosa del bienestar; un templo Sikh donde unos músicos entonaban místicos cantos y una gran piscina donde los fieles se purificaban; un moderno templo de la fe Bahai, la misma religión universalista que me encontré en Israel; y diversas mezquitas y mausoleos, los monumentos más presentes en Delhi, pues el norte de la India fue gobernada durante más de cuatro siglos por musulmanes, gracias a sucesivas invasiones y masacres (en el caso de Delhi diversas veces saqueada y aniquilada de población). Se dice que Delhi ha tenido a lo largo de su larga historia hasta 8 emplazamientos diferentes, las primeras dos ciudades construidas por reinos hindúes y actualmente desaparecidas, las cinco siguientes construidas durante el dominio musulmán, y la última ciudad, New Delhi, construida durante el dominio Británico. Aparte de visitar diversos bazares, los puntos de interés más importantes según Alexandra, también tuvimos tiempo para cambiar los dos amortiguadores de detrás de la autocaravana, los cuales habían empezado a licuar al completar las carreteras africanas. En cualquier caso, no nos quedamos demasiados días en Delhi, porque no consideramos que fuera una buena ciudad donde relajarnos y por otro lado queríamos visitar muchos lugares diferentes en India y al mismo tiempo, queríamos coincidir por Navidad en el sur de la India con David y Maria y sus padres y pasar juntos estas entrañables fiestas. Desgraciadamente, a pesar de las prisas que teníamos y el itinerario en zig-zag planeado, éramos conscientes de que la India era inalcanzable y que nos perderíamos buena parte de sus maravillas. Agra (ver en mapa) 04/10/2008: De camino a Agra, donde se encuentra el Taj Mahal, el icono de la India, nos detuvimos en Mathura, donde los expertos hinduistas afirman que nació Krishna, en el año 3228BC (según las escrituras y complicados cálculos astrológicos), visitando primero el próximo pueblo de Vrindavan, donde se cree que Krishna creció escondido del poder de su tío que lo quería matar. Años más tarde, Krishna mató a su tío, devolviendo el poder del reino a su padre y convirtiéndose en un importante consejero, gran amante y héroe divino. Los hinduistas creen que Krishna, representado casi siempre con la piel azul, es una reencarnación de la deidad Vishnú, pero es tal la veneración que recibe Krishna, que algunos hinduistas afirman que Krishna es el mismo Dios único, a partir de quien todas las otras deidades se han reencarnado. Al entrar en Vrindavan, nos encontramos multitud de carteles anunciando gurús (viejos y jóvenes) posiblemente líderes de diferentes sectas religiosas. De hecho, el primer templo visitado, fue el bonito templo de la Internacional Sociedad por la Conciencia de Krishna, una secta conocida en occidente como los Hare Krishna. Dentro me recibieron diferentes fieles, muchos de ellos europeos y americanos y convencidos que la recitación del mantra "Hare Krishna" los limpiaba los pecados y que veneración de Krishna era el único camino hacia la iluminación. En cualquier caso, esta secta no se diferenciaría de muchas otras sectas hinduistas si no fuera que su expansión por occidente durante la época hippie le aportó mala publicidad como organización lava cerebros (brain washing) y debido a diversos escandalosos de abuso sexual infantil. En cualquier caso, aunque en Vrindavan y en Mathura haya infinidad de templos hinduistas, algunos de ellos fechados con algún siglo de antigüedad, Mathura había sido un importante centro budista, con 20 monasterios y 3000 monjes. Desde el año 500BC hasta mediados del primer milenio, el budismo fue la religión dominante de la India, cuestionando las escrituras y el sistema de castas hinduistas, pero con el tiempo, el hinduismo volvió a tomar fuerza, incorporando a Buda en su panteón de deidades reencarnadas de Vishnu. Según mi opinión muy personal, es muy extraño que una religión más mística o introspectiva como el budismo sea superada por otra religión más primaria, donde las historias de dioses (o iluminados) y las supersticiones son más importantes que el trabajo individual (mediante la meditación) de aproximación a la perfección. Posiblemente, la cultura (o genética) de los indios los mantiene atraídos a creencias que exaltan sus pasiones emocionales y devotas; o quizás el Hinduismo es una religión que mantiene las masas más controladas y clasificadas, resultando más útil para los gobernantes. 05/10/2008: Después de haber pagado unos 4€/persona para entrar en el fuerte de Delhi (los indios sólo pagaban 25 céntimos de euro) y el mismo precio por el maravilloso Qutub Minar (un antiguo minarete de 72 metros de altura en Delhi), decidimos intentar colarnos en el Taj Mahal como nacionales Indios, pero naturalmente, en la entrada no se han tragado que fuéramos del sur de la India (tal como intentaba explicarles) y hemos acabado pagado la entrada de 12€/persona (los indios pagan igualmente 25 céntimos de euro). En cualquier caso, a pesar del gasto fuera de presupuesto, el Taj Mahal era una visita obligatoria, al ser la construcción más bonita y perfecta de la India y al estar presente en numerosas listas de las 7 maravillas del mundo. Se dice que el Taj Mahal es el más bello edificio construido por amor. En 1631 se murió la esposa más querida del emperador Shah Jahan, y tal fue la tristeza por la muerte de su tercera esposa que esperaba a su decimocuarto hijo, que su cabello se volvió gris en una sola noche. Así pues, con el corazón desolado por la pérdida de tan valiosa mujer, Shah Jahan decidió de construir el más bello mausoleo nunca edificado, el cual finalizó trece años más tarde. Pero la fatalidad de Shah Jahan no se acabó aquí, pues en 1658, su hijo lo destronó y lo cerró en palacio hasta su muerte, momento en que retornó al lado de su querida, enterrado sin demasiados honores bajo el Taj Mahal. Realmente disfrutamos con la visita del Taj Mahal, paseando por sus jardines y maravillándonos por las simetrías del mausoleo blanco y de sus mezquitas adyacentes. De todas maneras, Alexandra pasó algunos malos momentos, pues estaba estrenando un vestido muy sexy que se había comprado en Delhi, y las peticiones de ser fotografiada por chicos indios se multiplicaron por diez, y siguieron así aunque Alexandra se tapara el torso con un velo y aunque les respondiera con “no” casi histéricos. Al mediodía, después de haber visitado durante unas horas el Taj Mahal, huimos de Agra y de todos sus estafadores y de los precios especiales para turistas, y nos empezamos a dirigir hacia el Rajastant, parando a media tarde en Fatehpur Sikri, las ruinas de la capital del imperio Mugal entre los años 1571 y 1585, momento en que se abandonó por escasez de agua (problema también existente en aquellos tiempos). Al llegar, tuvimos que escaparnos de diversas multitudes de guías y de diversos guardianes de parking que nos querían hacer pagar hasta 6€. Finalmente, Alexandra se quedó en el coche y yo subí a pie el cerro desde la cima del cual se podía observar las ruinas de diversos palacios y antiguas casas, un recinto cerrado de pago y una gran mezquita en el fondo de entrada gratuita. Sorprendentemente, la gran mezquita (Jama Masjid) estaba llena de tiendas ofreciendo comida y recuerdos, y de musulmanes acampando en su terreno amurallado, pues según me explicaron, estaban celebrando una festividad de una semana posterior al fin del ramadán. Jaipur (ver en mapa) 08/10/2008: Un centenar de kilómetros antes de llegar a Jaipur reventamos otra rueda de detrás, en las mismas circunstancias que la rueda reventada en Irán, circulando por una carretera nueva y completamente lisa. Las dos ruedas habían estado compradas en Etiopía, de la marca china Goodride, y el peso que soportaban seguramente era más del que podían. Así pues, fue una buena manera de comprar dos nuevos neumáticos en Jaipur, en teoría mejor que los originales y más económicos. Con todo, a pesar de éste imprevisto, tuvimos tiempo suficiente para pasear por la ciudad y sus bazares y conocer su historia. Durante más de 1000 años, el Rajastan estuvo dominado por los Rajputs, un grupo de clanes guerreros, originalmente de religión hindú pero algunos de ellos convertidos al Islam, y con un código de honor similar a los caballeros de la época medieval europea, los cuales preferían guerrear entre ellos antes de afrontar enemigos comunes, como era el poder central de los Mugals. En cualquier caso, el poder de los Rajputs se incrementó con el decaimiento de los Mugals, momento en que el maharaja Jai Singh II decidió construir una nueva ciudad en las llanuras, abandonando el fuerte de las montañas. La nueva ciudad, llamada Jaipur, se empezó a construir en 1727 diseñada a partir de un antiguo tratado de arquitectura hindú, con bloques de edificios rectangulares, grandes avenidas y unas poderosas murallas a su alrededor. Años más tarde, el poder de los Rajputs, momentáneamente se incrementó más con la llegada del poder británico, con los cuales pactaron la independencia de sus reinos. Y una buena prueba de esta excelente relación es la ciudad de Jaipur, la cual cambió su fisonomía en 1853, pintando todos sus edificios de color rosa, como muestra de bienvenida al príncipe de Gales que visitó la ciudad. En cualquier caso, la relación con los británicos provocó el fin de los maharajas, pues éstos, en vez de gobernar se dedicaron a viajar por el mundo gastando grandes recursos y dejando en la población del Rajastan con las peores tazas de esperanza de vida y de educación de la India en el momento de la independencia. Actualmente, Jaipur es una de las ciudades más turísticas de la India, incluida en un triángulo de oro junto con Delhi y Agra, y no es extraño de cruzarse en la calle con diversos turistas que hablan español. Al mismo tiempo, Jaipur es una ciudad con un inmenso bazar, ocupando casi todas las calles de la ciudad antigua, con extensas áreas dedicadas a textil y artesanía por donde Alexandra se perdió (seguida por mí) en busca de gangas. En cualquier caso, aunque hubiera dedicado una semana recorriendo todo el bazar, Alexandra no habría tenido suficiente tiempo para saciar sus ansias de remover vestidos y telas. Así pues, hoy por la tarde la he conseguido apartar de su locura y hemos tomado el coche para visitar algunos lugares de interés próximos a la ciudad, como el palacio de Jal Mahal en medio de un lago y dos castillos en las montañas, desde uno de los cuales se disfrutaba de una magnífica vista sobre la ciudad de Jaipur, la cual se extendía por una gran llanura, convenciéndome de sus 3 millones de habitantes. Ajmer (ver en mapa) 09/10/2008: Al llegar a Ajmer al mediodía, empezamos paseado por un parque a cuyo final había un paseo bordeando un lago con unos bonitos pabellones de mármol bajo los cuales había diversas familias descansando. Desde allí, dirigiendo la mirada hacia la melodía de una música lejana, hemos descubierto a unos dos cientos metros en la orilla del lago, unas escaleras (o ghats) que se adentraban en el lago y una colorida multitud de gente que estaban celebrando alguna festividad. Nos hemos dirigido allí, adelantando algún grupo de jóvenes que bailaban al ritmo de tambores y se tiraban polvo rojo o rosa, y hemos llegado a los ghats donde nos hemos introducido entre la festiva multitud para contemplar como tiraban ofrendas en el lago y bajaban diferentes deidades escaleras abajo introduciéndolas en el agua y dejando que éstas las engulleran desapareciendo para siempre. El ambiente era alegre y místico, y sería romántico si no fuera por los inconscientes indios, que tiraban las ofrendas de flores con las bolsas incluidas, sin ni tan solo abrirlas, dejando una larga estela de plásticos en el agua, bajo la cual reposaban los dioses. Hemos preguntado a la simpática gente que no paraban de pedirnos fotos (quizás demasiadas) qué estaban celebrando, y con poco inglés nos han conseguido explicar que celebraban las festividades de Navratri, dedicada a la deidad Durga, la cual valientemente decapitó a un terrible demonio que amenazaba la humanidad, prevaleciendo una vez más la bondad sobre la maldad. Cuándo se me ha acabado una de las tarjetas de fotos y me he dado cuenta que la otra la tenía en el coche, hemos vuelto, y yo me he dirigido a otro escenario, mientras Alexandra me esperaba en casa. De camino hacia la mezquita de Dargah, la cual contiene la tumba de un santo sufí venerada por centenares de peregrinos musulmanes venidos de toda la India, he cruzado un bazar donde vendían de productos islámicos. Estirados en la calle había diversos inválidos pidiendo caridad y entre éstos algunos cerdos, bastante presentes en la India aunque casi nunca están incluidos en los menús de los restaurantes (quizás los tienen sólo como insulto a los musulmanes). Después de dejar la bolsa en una taquilla, pasar por un detector de metal y ser registrado, he entrado en la gran mezquita mausoleo, donde el ambiente festivo era muy diferente al de los pulcros mausoleos de Irán. El mármol era sucio, había cordeles de colores colgados de puertas y ventanas, y en el suelo había restos de incienso quemado y flores de ofrendas, las cuales se vendían en diversas de tiendas. Las mujeres vistiendo coloridas y los hombres con la cabeza cubierta plegaban, paseaban o escuchaban un grupo que cantaba al ritmo de un tambor y un pequeño órgano. Entrando por una pequeña puerta, me he encontrado dentro del abarrotado mausoleo donde decenas de peregrinos entraban ofrendas de flores. Eran tantas las flores que se echaban sobre la tumba y se caían sobre el suelo para ser chafadas por centenares de pies que por primera vez en muchos días he olido un olor (normalmente no huelo olores), de rosas. Al salir de la mezquita me he encontrado con otra sorpresa. La entrada estaba mucho más custodiada de policías que cuándo he entrado y en frente había diversas carrozas tiradas por vacas o caballos cargando chicos disfrazado de dioses hindúes o personajes mitológicos. Las carrozas estaban rodeadas por diferentes bandas de música con un órgano muy estridente empalmado en unos potentes altavoces que hacían traquetear los cimientos de la mezquita. Parecía exactamente una provocación, a pesar de que bien estudiada, porque durante unos diez segundos, la música ha parado para que se pudiera escuchar el canto del muetzino de la mezquita, para después seguir con fuerza. La procesión se ha puesto en marcha, y yo, también observando delante de las carrozas, danzas con espadas en las que participaba un demonio con cara negra y lengua colgando que llevaba un collar de cabezas cortadas. Al llegar a la autocaravana, nos hemos puesto en marcha hacia el próximo pueblo de Pushkar, parando de camino otro vez en los ghats, donde he bajado a hacer otras fotos a los alegres jóvenes que llevaban a bañar a sus dioses. Naturalmente, al final he quedado completamente cubierto de polvo rojo (incluyendo la cámara), cuando en un ataque de histeria una multitud de chicos me ha rodeado tirándome la pintura hasta que he chillado histérico "stop!." Bikaner (ver en mapa) 12/10/2008: Alexandra se quedó paseando en solitario por el bazar de Pushkar a haciéndose pasar por iraní con el fin de conseguir los mejores precios, exclamando "en Irán este producto es más económico y proviene de India". Mientras tanto, yo dediqué la mañana a descubrir los ghats de Pushkar que rodeaban un pequeño lago, donde algunos sacerdotes se mostraban reticentes a dejármele pasear mientras observaba cómo los fieles tiraban ofrendas y se bañaban y purificaban, tanto hombres como mujeres. En cambio, otros sacerdotes se mostraban más receptivos a los turistas, invitándoles a hacer ofrendas mientras te hacían repetir un mantra que acababa diciendo "entregaré tres dólares al sacerdote por mi felicidad y la del mundo entero". Yo, naturalmente ya había avisado de que no tenía dinero para entregarle y al exigirme que le diera algo, le dije que le entregaba muchos buenos deseos. Aunque también había otros sacerdotes más tranquilos y que no buscaban ninguna gratificación directa, como el que me explicó la historia de Pushkar, nombre que significa "a partir de una flor". La leyenda explica que Pushkar y su sagrado lago se crearon a partir de una flor de lotus que Brahma (el dios creador del universo) dejó caer. Después de la creación del lago, Brahma decidió dedicar cinco días de penitencia para acumular buen Karma, pero contrariamente a la tradición, su mujer Savitri (deidad del aprendizaje) no quiso asistir, escogiendo Brahma de casarse con otra mujer durante su ausencia. Comprensiblemente enfadada, Savitri lo maldijo de manera que Brahma no fuera adorado en ningún sitio más aparte de en Pushkar, motivo por el cual Pushkar es uno de los pocos lugares del mundo donde hay un templo dedicado a Brahma. En cualquier caso, a causa de la ausencia de Savitri, Brahma también la maldijo de manera que su templo en la cima de una colina no tuviera acceso al agua sagrada del lago. De esta manera, con el fin de poder ser adorada, cada día un sacerdote sube agua proveniente del lago. En cualquier caso, siguiendo con la leyenda, después de estos cinco días de penitencia, Brahma acumuló suficiente buen karma para poder crear el universo, gracias al cual debemos nuestra existencia. Después de visitar el templo de Brahma, me reuní con Alexandra que cargaba una bolsa llena de vestidos y blusas cada una compradas con menos de 50 céntimos de euro, y empezamos a hacer camino hacia Bikaner. A medio camino perdimos más tiempo en un pueblo para intentar comprar unas bombonas de gas, pues no parecía que en la India pudiera recargar las mías compradas a Sudáfrica. Pero el precio que me ofrecían para una bombona de butano era exagerado, y enfadado por los continuos intentos de ser engañado nos marchamos sin comprar la bombona, empezando a plantearnos de apagar la nevera para tener suficiente gas para ir cocinando. En cualquier caso, al día siguiente por la mañana dejamos el problema del gas de lado y nos detuvimos en el templo Karni Mata, conocido como el templo de las ratas. Naturalmente Alexandra se quedó en el coche y yo me dirigí al templo, que tenía evidentes signos de alguna reciente celebración hindú, con diversas paradas alrededor que se estaban desmontando y toneladas de grano acumuladas en las entradas. Por otro lado, en el interior, las ratas parecían medio muertas de tanta fiesta y no reaccionaban a los peregrinos que todavía llegaban y les tiraban terrones de azúcar o galleta por encima. De hecho, la mayoría de las ratas deberían estar ocultadas en los numerosos agujeros que había en las paredes, y tanta debería ser la masificación que en algunos agujeros había 5 o 6 ratas durmiendo con las cabezas a dentro y los cuerpos fuera. Seguramente por eso, algunas de las ratas que había deambulando por el templo eran las más desgraciadas, con los cuerpos demacrados o con los ojos comidos. Estas ratas, junto con la mierda extendida por el suelo (por donde se tenía que andar descalzo), no eran un espectáculo muy agradable, aunque la leyenda del templo tuviera su interés. En el siglo 14, Karni Mata, una encarnación de la deidad Durga pidió a Yama, la deidad de la muerte, restaurar la vida del hijo de un desamparado cuentista. Pero Yama rehusó y enfadado, Karni Mata se reencarnó todos los cuentistas muertos en ratas, con el fin de privar a Yama de sus almas humanas (pobre vida la de los cuentistas). Después de volver al coche y de limpiarme bien los pies, acabamos de recorrir los pocos kilómetros hasta Bikaner, donde repetimos el intento de comprar una bombona de butano. Nos dirigieron a una dirección, pero para llegar tuvimos que preguntar múltiples veces, muchas de las cuales orientándonos a direcciones equivocadas (este comportamiento también lo observé entre indios mismos, prefieren responder cualquier cosa antes de que decir lo sé). En cualquier caso, al final llegamos a un distribuidor de gas que no me quiso vender una bombona y me vendía otra más pequeña a un precio todavía más desorbitado. Irritado, le dije que con estos intentos de engañar a los turistas estaban acumulando muy mala karma, o que en Irán o Pakistán eran mejores países que en India porque nunca nos habían engañado (eso último los parecía molestar más). Ya rendidos volvimos a la calle principal, aunque decidí hacer un último intento al observar un camión donde cargaban bombonas de butano. Allí me ofrecieron un precio más razonable para una bombona, pero al mismo tiempo, tuve la suerte de que apareciera un hombre, que por primera vez en la India parecía dispuesto a ayudarnos desinteresadamente y a encontrar una solución a nuestro problema. Binod (así se llamaba el hombre) me comentó que conseguiría recargar una de nuestras bombonas, así pues, tomé una y subí a su moto para dirigirnos a un punto, después a otro con la autocaravana, y finalmente a otro donde finalmente pudimos recargar las bombonas azules de campingaz que tengo a un precio razonable. Realmente Binod se comportó maravillosamente, acabando de redondear su amabilidad invitándonos a té y galletas en su casa, donde había su mujer y dos hijos. Allí, en Binod nos preguntó si nos habíamos casado por amor y nosotros respondimos que sí, pero ellos comentaron que su matrimonio fue arreglado, como todos los de la India, aunque actualmente se aman mucho. En palabras similares se había expresado otra mujer en la India, explicándonos que en su país, primero te casas, después te desencantas de tu nueva pareja, y finalmente empiezas a sentir amor. Yo comenté que en Europa, primero empiezas a sentir amor, después te casas y finalmente te desencantas de tu pareja; poniéndose la mujer a reír y a exclamar “¡chócala!", mientras extendía la mano. Con todo el tiempo perdido buscando por gas, ayer sólo tuvimos tiempo para visitar el magnífico palacio de Junagarh, donde descubrimos la opulencia con que vivían los maharajàs. Por la noche acampamos al lado de Devi Kund, el bonito cementerio de pequeñas cúpulas y mausoleos donde todavía se entierra la familia de los antiguos Maharajàs. Y hoy por la mañana hemos acabado de visitar Bikaner introduciéndonos por el casco antiguo con un rickshaw hasta el espléndido templo Jain de Bhandasar. El templo de Bhandasar es muy sencillo por fuera, en cambio, su interior está exquisitamente decorado con pinturas y algunas esculturas. Un monje muy simpático nos explicó que los jainistas creen que la belleza está a en el interior de los seres y no en el exterior, representándose de la misma manera en los templos. Por otro lado, también explicó que al construirse el templo en el siglo quince se utilizaron 40.000 kg de mantequilla en los cimientos (extraño e increíble, pero cierto), la cual, durante el verano aun engrasa y ensucia el suelo y provoca que las temperaturas dentro del templo sean insoportables (no fue demasiada buena idea de utilizar la mantequilla). Después de estar un buen rato conectados a Internet, a media tarde hemos empezado a dirigirnos hacia Jaisalmer. Al oscurecer, hemos acampado - por primera vez en la India - sin preguntar en un lugar descampado y deshabitado, similar a una sabana árida. Pero hacia las 10 de la noche, cuando acababa de editar fotos, se ha aproximado una moto. Alertados hemos apagado los ordenadores y he abierto la ventana preguntando quiénes eran. Pero el hombre y el chico de la moto no hablaban nada de inglés y con gestos bruscos y agresivos exigían que saliera del coche. Además, cuando les he preguntado exaltado si eran de la policía, han empezado a llamar en dirección a otras voces que parecían aproximarse. Mientras tanto, ya había puesto en marcha el motor del coche y los iluminaba con las luces, enojándoles todavía más, pues se encontraban delante del coche impidiéndome el paso. Pero yo no me quería quedar para no conocer la trama ni el desenlace de esta posible pesadilla, y he tirado el coche adelante con intención de tumbar la moto y el hombre si no se apartaban. Pero se han apartado y acto seguido he apretado el acelerador a fondo, saltando por encima la arena, plantas y rocas hasta llegar a la carretera asfaltada, donde hemos perdido de vista la moto que nos había estado siguiendo por momentos. Hemos conducido algunos kilómetros con las cosas saltando por dentro de la autocaravana. Después nos hemos parado unos segundos para vestirme y ordenar los objetos no fijados de la autocaravana y hemos continuado unos treinta kilómetros más, hasta una gasolinera, donde hemos hecho noche; durmiendo mientras escuchábamos en sueños las pruebas de fuego que el ejército Indio hacía cerca de la frontera con Pakistán. ‹ Anterior (14/08/2008) MES Siguiente (2008-10-13)› ‹ Anterior (2009-09-03 - India) PAIS Siguiente (2009-09-26 - Iran)› |
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