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‹ Anterior (13/02/2009) MES Siguiente (2009-04-14)› ‹ Anterior (2009-08-13 - Tibet) PAIS Siguiente (2009-09-03 - India)› Nepal Pokara (ver en mapa) 15/03/2009: El miércoles por la mañana empezamos a hacer camino hacia Nepal, donde teníamos planeado dejar aparcada la autocaravana durante cinco meses para viajar con mochila por el sur este asiático. Habíamos comprado un billete de avión de Kolcatta a Bangkod para el 31 marzo a la madrugada, y un billete de tren de Patna en Kolcatta para el 28 de marzo por la noche. Teníamos previsto dejar Nepal el 27 de marzo, pero con el fin de no sobrepasar el visado de 15 días, teníamos que entrar en Nepal el día 13 de marzo, el viernes. Así pues, transitamos bastante tranquilamente de Delhi a Nepal, y mucho más porque el miércoles era la festividad Holly y las carreteras estaban absolutamente desiertas de coches y sólo había algunos cuántos jóvenes que se tiraban polvo de color por encima. Por la noche nos sorprendió encontrar un policía muy amigable que nos ofreció de aparcar en el su puesto de control. De todas maneras, al día siguiente tuvimos dos pequeñas malas experiencias para despedirnos de India: en una gasolinera nos intentaron poner menos diesel del pagado; y en otro punto, compré un pollo entero que mataron en frente de mi, pero en el ir a cocinarlo nos dimos cuenta de que le faltaba como mínimo una pata (en la foto que hice se puede ver que el pollo no era mutilado). En Nepal nos encontramos otro tipo de problemas que parecen ser bastante frecuentes: había una huelga en todo el oeste del país. La principal tribu que habita estas tierras, los Thary tenían todas las carreteras cortadas desde hacía 13 días porque el gobierno maoista no reconocía legalmente su tribu. Parece que la población se manifiesta frecuentemente contra los maoistas de la misma manera que los maoistas se manifestaban años atrás contra los monárquicos. En cualquier caso, en la frontera nos comunicaron que los manifestantes sólo tenían bloqueado el tráfico local y que a los turistas nos dejarían pasar, en teoría sin problemas. Y en principio así fue. En la primera ciudad había muchos restos de neumáticos quemados y en la salida empezamos a encontrarnos las primeras barricadas hechas con piedras, troncos, bicicletas o gente de pie. Era un poco angustiante acercarnos a estas barricadas, pero Alexandra se mostraba más simpática que nunca saludando y sonriendo (medio temblorosa) a todo el mundo y nos fueron dejando pasar sin problemas. El tráfico estaba completamente aturado a excepción de un autobús de turistas indios que nos cruzamos y algunas ambulancias que parecían actuar como taxi. En cualquier caso, justo después de cruzarnos con el autobús de turistas indios y de cruzar una barricada que anteriormente había quemado, nos encontramos dos autobuses completamente calcinados. Pero no fueron los únicos, a lo largo de todo el día contamos hasta unos 6 autobuses y camiones quemados y otras 6 motos. No era de extrañar que las carreteras estuvieran desiertas de tráfico, en cambio estaban ocupadas por decenas de grupos de personas que andaban cargados de bolsas o que iban en bicicleta. Era un poco triste ver andar a tanta gente largas distancias y cargando grandes bolsas, pero no los podíamos ayudar, porque por una parte eran demasiados y por otro lado, los manifestantes nos podían acusar de actuar como transporte público. De hecho, en un control policial, un oficial nos pidió llevarlo hasta el próximo pueblo y fue más peligroso de cruzar las barricadas. En cualquier caso, no siempre había gente vigilando las barricadas y muchas veces Alexandra tenía que salir a fuera para apartar algunas rocas o ramas, pues en las zonas despobladas, habían cortado multitud de árboles para bloquear la carretera, aunque la policía ya había cortado y apartado las ramas principales. Al segundo día, la aventura siguió exactamente igual, pero en un momento dado, un control de la policía nos detuvo indicándonos que el próximo pueblo estaba en toque de queda, porque la policía había matado a dos personas de madrugada (en los anteriores días habían muerto dos otros civiles y un policía). La policía nos dijo que el toque de queda era indefinido y que no podíamos pasar, pero nosotros insistimos que éramos turistas, que no teníamos nada a ver con el conflicto y que no nos podíamos quedar allí. Finalmente, después de mucho insistir y de pasar dos controles más llegamos al pueblo donde nos esperaba un coche de policía para escoltarnos hasta la salida. Fue una experiencia un poco dantesca, observar a toda la policía en las calles y los habitantes observándonos pasar desde los balcones y ventanas. Pero mucho más escalofriante fue la visión a un par de kilómetros del pueblo. Vimos venir andando unos mil o dos mil manifestantes, desfilando en dos filas y chillando consignas y alzando bastones. Nosotros aparcamos al lado de la carretera y dejamos pasar a toda la multitud, la cual nos sonreía o nos preguntaba de dónde estábamos. Finalmente pasamos de largo, lo que nosotros creíamos que podía ser un terrible enfrentamiento con la policía. En cualquier caso, seguimos sin noticias hasta el día siguiente, cuando bastante temprano por la mañana vimos llegar en dirección contraria un coche de la policía seguido por una larga fila de camiones y autocares. Pensábamos que se dirigían hacia otro enfrentamiento con los manifestantes, pero poco más tarde nos comunicaron que la huelga se había acabado, porque el gobierno había accedido a todas las peticiones de la tribu Thary. 17/03/2009: No hemos disfrutado mucho del pueblo de Pokhara, la segunda destinación turística en Nepal, al pie del macizo montañoso del Anapurna (8091 m) y bordeando un tranquilo lago. El aire se ha mantenido neblineado, a duras penas podíamos observar la otra orilla del lago y las montañas nevadas se han mantenido ocultas en todo momento. Faltos de paisaje no me he dignado ni a contemplar de hacer alguna famosa excursión hasta alguna colina próxima. Aun así hemos aprovechado para hacer algunas compras necesarias para el próximo viaje con mochila y sin autocaravana, y también hemos aprovechado para conversar con algunos otros viajeros que habían aparcado sus vehículos a en un descampado al pie del lago. En cualquier caso, si no hemos disfrutado de Pokhara ha no ha estado por el tiempo, básicamente ha sido por la mala experiencia que tuvimos sólo llegar. Al primer día dejamos el coche aparcado y salimos a pasear, pero al volver al cabo de un par de horas, Alexandra descubrió con horror que nos habían arrancado 40 adhesivos pakistaníes de la autocaravana. Otras veces nos habían arrancado uno o dos adhesivos en la India, pero 40 eran demasiados, parecía que hubieran desgarrado el vestido que lleva la autocaravana. La indignación de Alexandra era terrible, y también la mía, aunque yo la intenté mantener controlada. Salí a andar por los alrededores para ver si veía a algunos de los niños que había visto con anterioridad rondando la autocaravana, hasta que descubrí en un restaurante a un niño y una niña de unos 4 o 5 años que estaban jugando con una decena de los adhesivos arrancados de la autocaravana. Satisfecho por el hallazgo, cogí a los dos niños por la oreja y chillé 'ahora iréis a la policía'. Al mismo momento aparecieron los padres de los menores y tuve que dejarles las orejas. Expliqué a los padres la fechoría que sus hijos habían hecho y que pensaba ir a la policía si no me pagaban una compensación económica. En la India, nunca habíamos atrapado a los infractores que nos habían arrancado adhesivos, pero aquí les pillé con el botín y tenía ganas de aplicar algún tipo de castigo o multa. Pero los padres no querían sentir hablar de dinero, pues no creían que sus hijos fueran capaces de hacer la fechoría y estaban indignados que yo hubiera estirado sus orejas. Al final vino la policía del barrio, pillando por el camino algunos otros chicos mayores que también parecían haber participado en la orgía de desenganchar adhesivos (aunque ellos, igual que los menores, lo negaran). Al final, después de dos horas de discusión, todo acabó en una solución salomónica, yo pediría perdón a los menores por haberlas estirado las orejas, los padres me pagarían un 1euro como compensación económica y los otros niños más adultos (que parecían los instigadores de los pequeños) se quedarían sin castigo o multa porque vivían en la calle y no tenían casa. Los dos días siguientes, plantamos nuevos adhesivos que todavía nos quedaban y nos volvimos paranoicos vigilando que ningún otro niño se acercara a la autocaravana. Quizás esta experiencia fue una nueva señal para dejar aparcada la autocaravana una temporada y viajar sin el estrés de tener un accidente de coche y destrozar nuestra casa y de que los indio-nepaleses intenten con frecuencia abrirnos la puerta o arrancarnos adhesivos. Kathmandu (ver en mapa) 27/03/2009: Contrariamente a Pokhara, hemos disfrutado bastante de Kathmandu, como si quisiéramos que los últimos días que hemos vivido en la autocaravana fueran inolvidables. Aparcamos en un descampado próximo al centro de Kathmandu donde había otras 5 caravanas más, demostrándonos que estos últimos meses hemos coincidido con las rutas de caravanistas que se guían por el tiempo: mientras en el centro de la India el calor es terrible, las temperaturas en Kathmandu son mucho más frescas o frías. Entre los diversos interesantes autocaravanistas, había una pareja de alemanes jubilados que hacía 14 años seguidos que viajaban con una gran y vieja furgoneta entre Nepal, India y Pakistán (Karakorum). De todas maneras, no hicimos demasiada vida social con los autocaravanistas, pues estábamos demasiado concentrados a preparar el viaje con las mochilas, a hacer las últimas compras y a compartir el máximo tiempo posible con nuestros reencontrados amigos: Jay Ram y su familia, y David y Maria, que desde nuestra separación por Navidad habían estado viajando por Bangladesh y el Norte Este de la India. En cualquier caso, me reservé una tarde para visitar a una ONG que no visitamos la anterior vez y que 2 personas diferentes nos habían recomendado visitar. Me perdí 45 minutos por barrios marginales hasta que encontré el edificio de la ONG TDHF que el catalán Toni Aguilar creó hace unos 7 años. Toni está casado con una Nepalí y entre los dos están gestionando una casa donde acogen niñas huérfanas. De todas maneras, según me confesó, uno de los motivos para abandonar la profesión de informático y de ir a vivir en el Nepal fue para descubrir las causas de la pobreza y encontrar una solución. Pero después de 7 años todavía no había encontrado una respuesta satisfactoria, por eso, poco más tarde de saludarnos Toni me preguntó: 'Cuál crees que es la causa de la pobreza'?. Estuve un buen rato pensando, pues con el proyecto de tomar el pulso al mundo estoy más acostumbrado a preguntar que a responder, aun así, finalmente di mi opinión muy particular que fui contrastando con la suya. Por una parte concluimos que siempre habrá pobreza porque difícilmente las sociedades pueden ser igualitarias y siempre habrá personas que poseen menos que las otras y que serán llamadas pobres. De todas maneras, las condiciones de vida de los pobres pueden ir mejorando con el tiempo, aunque no desaparezca el status de pobre: en líneas muy generales, la situación de los pobres ha ido mejorando a lo largo de los siglos, por ejemplo, ahora se puede definir como pobre una familia numerosa que vive en una única habitación de paredes macizas, aunque a la edad media este lujo sólo estaba reservado para las familias acomodadas. En cualquier caso, a pesar del incremento de calidad de vida, actualmente hay muchísimas personas en el mundo que viven con unas condiciones de vida inaceptables para la ética occidental, por lo tanto es lógico que parte de la sociedad es proponga de ayudarlas. Según parece, hay dos maneras básicas de ayudar: la caridad (dar dinero, comida o productos a cambio de nada) o la inclusión de los pobres en el mundo productivo (contratando su trabajo o ayudándoles en proyectos empresariales). Según algunos estudios, la caridad puede incrementar el número de pobres, pues resulta sencillo tener las necesidades básicas cubiertas sin trabajar, por este motivo, muchas ONGs se centran a ayudar a los pobres integrándoles en el mundo productivo o capitalista. De todas maneras, para mí, esta opción no deja de ser un poco irónica, pues la pobreza está causada por el capitalismo, que acentúa las diferencias entre ricos y pobres. Para solucionar este problema o contradicción, Toni intenta que las viudas empresarias que la ONG forma y ayuda retornen parte de sus beneficios a la ONG o la sociedad, un objetivo que se complica a medida que las mujeres ganan más dinero y se vuelven más egoístas. El día siguiente de encontrarme con Toni, David y Maria celebraron 2 años de viaje. Nosotros habíamos salido en unas fechas similares hacia África hacía también unos dos años, y un año antes yo había iniciado el viaje por Europa (o el viaje de 5 o 6 años por todo el mundo), así pues también nos añadimos a la celebración, cenando unos deliciosos espaguetis a la bolonyesa que cocinamos entre todos en casa en Jay Ram. Hemos pasado algunos otros buenos momentos con nuestros amigos, pero finalmente hoy hemos bien limpiado y ordenado la autocaravana y hemos ido a aparcarla al sur de Kathmandu, a un garaje de confianza donde otros caravanistas dejan aparcadas sus caravanas durante largas temporadas. Después hemos vuelto al hotel donde se alojan David y Maria cargando las pesadas mochilas y hemos tomado una habitación - pues nuestro autobús hacia la India sale temprano por la mañana -, disponiéndonos a pasar las últimas horas con David y Maria y Jay Ram (con quién volveremos a coincidir de aquí cinco meses, cuando volvemos de nuestro viaje con mochila por el sur este asiático). Durante las últimas conversaciones, hemos recordado que fue al principio del año pasado que conocimos a David y Maria en Egipto. Desde entonces nos hemos despedido numerosas veces, pensando que no nos volveríamos a ver hasta España, aunque nos hemos reencontrado y viajado juntos un total de 5 veces más: en Irán, Pakistán, India y Nepal. Hoy por la noche también nos hemos tenido que despedir otro vez, aunque hoy lo hemos hecho convencidos que nuestros viajes nos volverán a cruzar antes de España, quizás en China o en Sur América. India Kolkata (ver en mapa) 30/03/2009: Teníamos comprado un billete de tren dirección a Kolkatta desde Patna, pero un viajero me informó de que Pana era peligroso y que era mejor tomar el tren desde Gorakpur. Aunque el viaje en tren desde Gorakpur era más largo (24horas), nos informamos de que era mucho más sencillo llegar a esta ciudad desde Kathmandu que a Patna. Así pues, finalmente compramos otro billete de tren desde Gorakpur con la intención de recuperar el dinero del billete de tren de Patna (es bastante sencillo aunque las autoridades se quedan un porcentaje dependiendo de los días u horas que faltan para que salga el tren). Paralelamente, también habíamos comprado un billete de autobús hacia la frontera con una compañía local. Salimos a las 7:30 en un autobús con unos cuantos turistas y bastantes nepaleses. El trayecto fue transcurriendo bastante bien, pero después del mediodía, cuando ya habíamos llegado a las llanuras del sur del Nepal, nos encontramos retenidos detrás de una columna de autobuses y camiones: habíamos tropezado con otra de las temibles huelgas del Nepal. Según parece, el dirigente de un partido político de la oposición había sido asesinado la noche anterior y la gente del pueblo donde había nacido el hombre había bloqueado el tráfico desde la madrugada. Igual que a las anteriores veces, los nepaleses se mostraron muy renunciados y pacientes, en comparación a la histeria de los turistas, sobre todo una chica portuguesa que tenía un billete de tren de Gorakpur a Varanasi a las 10:30 de la noche. De todas maneras, al cabo de una hora de esperar la columna de camiones y autobuses se puso en marcha, cruzando algunas barricadas y adelantando algunas decenas de kilómetros hasta la entrada de una ciudad importante próxima a la frontera, donde quedamos retenidos un total de 4 horas. Al final llegamos a la frontera a las 9 de la noche. Por suerte, Alexandra se aceleró y cruzamos la frontera los primeros de todos y pudimos tomar el último autobús hacia Gorakpur junto con una otro pareja de turistas. La portuguesa no pudo coger el autobús, perdiendo así el tren; de todas maneras, también lo hubiera perdido, porque el autobús llegó a Gorakpur a las 11 de la noche. Encontramos un hotel relativamente económico y el día siguiente a las 1 del mediodía tomamos nuestro tren. El viaje en tren fue bastante relajante. A pesar de las 24 horas de viaje, habíamos comprado un billete para la tercera clase AC y estaba bastante tranquila. Por segunda vez nos encontrábamos en la India después de salir del Nepal y el contraste de los dos países y su gente nos hizo valorar todavía más el carácter afable y pacífico de los indios, con comparación con los nepaleses que tienen un carácter en general más crispado. Entonces me acordé de las memorias que Toni Aguilar del Nepal me explicó. Hacía unos veinte años, había viajado a India y se había encontrado un país muy hospitalario, con la gente muy interesada por los orígenes y cultura del Toni (también le había pasado viajando por España y Marruecos). De todas maneras, él mismo también explicaba que la India (igual que España y Marruecos) ha cambiado bastante, posiblemente corrompida por el turismo. Toni había sido incapaz de olvidar una imagen de su viaje de hacía veinte años: un autobús de europeos que tiraban caramelos mientras cruzaban un pueblo y los niños corriendo detrás de su estela para recogerlos. Evidentemente, la India que nos hemos encontrado no es la misma que se encontró Toni, pero por otro lado , no me cuesta imaginar que la mayoría de la gente se mostraría mucho más hospitalaria con nosotros si nos encontráramos en otra época. De toda esta reflexión sólo me entristece pensar que algún día, la maravillosa gente de Irán o el Sudán (no me refiero a sus gobiernos) dejarán de ser hospitalarios integrando el egoísmo e individualismo mundial en sus sociedades. Una vez en Kolkatta tomamos un taxi de pre-pagado en una taquilla hasta la calle Suder, donde se alojan todos los turistas. Estuvimos preguntando precios y miramos bastantes habitaciones y finalmente tomamos una por unos cuatro euros, que no era la más económica aunque Alexandra estaba descontenta por la calidad. No había bichos, pero seguramente era normal: quizás se los había comido un gato que Alexandra había visto saltando de la cama a la ventana la primera vez que habíamos abierto la puerta. En realidad, Alexandra parece bastante descontenta con esta nueva etapa del viaje sin autocaravana, está bastante nerviosa y temerosa, quejándose por cualquier cosa. Pero yo intento ignorarla, para no contagiarme de su pesimismo, ya que en mi caso me estoy adaptando perfectamente. Me gusta poder ducharme en agua abundante, aunque en los tres hoteles que hemos sido alojados hasta ahora hemos tenido que utilizar un cubo y un tarro para tirarnos el agua por encima. Por otro lado también me gusta viajar con transportes públicos: tenemos mucho más contacto con la gente local, tengo mucho más tiempo para leer o escribir y no tengo que estar pendiente todo el rato de no chocar el coche contra un camionero loco. Al mismo tiempo, me siento confortable con todas las pocas cosas cargadas en la mochila: el ordenador, la cámara, el flash, dos pares de mudas de cada cosa, un jersey, un impermeable y otras pequeñas cosas que parecen indispensables. Con todas estas posesiones que cargo me siento capaz de sentirme en casa cuando llego y nos instalamos en un hotel, o incluso cuando estoy aquí sentado en una silla del aeropuerto. El aeropuerto ... Ésta ha sido una buena aventura ... Nuestro avión hacia Bangkok sale mañana a las 6:50 de la mañana. Si tenemos en cuenta que tenemos que estar en el aeropuerto 3 o 4 horas con antelación, tendríamos que presentarnos a las 3 de la madrugada y despertarnos del hotel a las 2. ¿Una burrada, no? Así pues, hemos decidido presentarnos en el aeropuerto a media tarde, para pasar la noche medio durmiendo (o no). Pero sorprendentemente, cuando hemos intentado entrar en el aeropuerto un militar nos ha pedido ver el billete de avión y a continuación nos ha negado la entrada, indicándonos que sólo podíamos entrar cuatro horas antes. Indignado me he dirigido, a petición del militar, al manager del aeropuerto, quien también me ha dicho que no podía entrar en el aeropuerto hasta las 3. Cuando le he preguntado si supuestamente teníamos que quedarnos en la habitación de nuestro hotel hasta las 2 él me ha contestado que sí. Todavía más indignado, me he dirigido a la puerta principal y me he sentado en frente, primero sobre la mochila y después estirado al suelo y con la cabeza sobre la mochila, para expresar mejor mi protesta. Evidentemente, esta segunda postura ha tenido respuesta y al cabo de poco se ha presentado un militar exigiéndome salir del medio del paso (la gente pasaba perfectamente, pero naturalmente se me quedaban mirando bien extrañados). Pero yo, enrabiado con los militares y experimentado con algunas protestas similares de algunos años atrás, me he negado a moverme. Finalmente se ha presentado un superior y otro más superior, exigiéndome todos que saliera de allí. Pero les respondía que sólo saldría cuando me dejaran entrar a dentro. Finalmente, bajo las órdenes del más superior de todos, me han apartado la mochila y después me han estirado por los brazos y piernas fuera del camino. Pero tan buen punto se han marchado los militares me he vuelto a estirar delante de la puerta, esta vez sin mochila, que se había quedado un poco más allá, vigilada por mi mirada. Alexandra se ha presentado diversas veces rogándome salir de allí, para asentarnos en unos asientos a fuera el aeropuerto, pero como también estaba enfadado con ella desde la mañana, la he ignorado. Ante mi nueva postura, completamente estirado delante de la puerta, mucha más gente se ha aproximado a mí, algunos mostrándome simpatía y otros burlándose (como el militar que me ha negado la entrada y después me ha estirado). De todas maneras, me he ganado muchas sonrisas y afección cuando he contestado en uno curioso que yo era un activista de Gandhi que estaba protestando. Entonces la gente me ha dicho que el aeropuerto tenía unas normas y que yo las tenía que aceptar. Pero yo las he contestado que Gandhi cambió las normas impuestas por el Imperio Británico y consiguió la independencia de la India, yo luchaba para cambiar las normas del aeropuerto que consideraba injustas. Pasada otra media hora, se han presentado todavía más militares, y arriesgándome ir a la prisión o perder el avión (en realidad me importaba todo un pito) me he negado otra vez a moverme, explicándoles que me estaba manifestando en contra de un derecho que creía tener. Finalmente, un poco a malas maneras me han vuelto a arrastrar fuera del camino por las patas y brazos pero viendo que no estaban consiguiendo nada (me pensaba situar otra vez delante de la puerta) o avergonzados por su actitud, una mujer que parecía mandar ha comentado: 'dejadlo entrar'. Y de sopetón me he encontrado de pie, con la mochila en el hombro y la desorientada Alexandra al lado, entrando por la puerta principal hacia dentro del aeropuerto. Poco más tarde, nos hemos encontrado casualmente un español, Didac, que también tomaba el mismo vuelo que nosotros y un japonés. Los dos habían llegado al aeropuerto poco más tarde que nosotros, y a pesar de notar algunas reticencias por parte de los militares de la puerta, habían podido entrar a dentro de sin demasiados problemas. Me he sentido satisfecho que, como mínimo, dos personas se hayan beneficiado de mi lucha, aunque quizás no va valido la pena, porque el aire acondicionado a dentro del aeropuerto era tanto intenso que a duras penas hemos dormido una hora en toda la noche. Thailand Bangkok (ver en mapa) 01/04/2009: Tailandia es un paraíso. Después de estar 6 meses viajando para los caóticos países de India y Nepal, cuesta asumir que países como Tailandia puedan existir. Sobrevolando las afueras de Bangkok con el avión aterrizando ya me sorprendí con los campos verdes, la multitud de casas unifamiliares y las autopistas de diversos carriles que se entrecruzaban en puentes de múltiples niveles. Pero mucho más nos maravillamos cuando el avión tocó tierra y se acercó al ultramoderno aeropuerto. Todo era inmaculado, grandioso y tecnológico. Pero la categorización de paraíso no se debe únicamente a la renta por cápita de Tailandia, superior a los anteriores países visitados. Después de pocos minutos circulando con un lujoso bus hacia el centro de Bangkok, Alexandra me comentó 'te has fijado que no se escucha ningún claxon'?. ¡Era verdad e increíble! Circular por la ciudad era tranquilo y silencioso, cada coche avanzando por su carril. Pero antes de llegar al centro nos encontramos con el principal problema de Bangkok: los atascos; ¡pero a diferencia de la India (también tiene este problema entre muchos otros de más graves) todos los coches se mantuvieron detenidos en su carril esperando pacientemente, y sin hacer sonar ni una sola vez el claxon! Pero las maravillas de Tailandia no se acaban aquí, pues los tailandeses son una de la gente que se muestra más interesada en ayudar del mundo. Cuando llegamos al centro y preguntamos por un autobús que nos llevara al barrio donde teníamos alojamiento, la gente empezó a preguntarse entre ellos hasta que nos recomendaron el mejor autobús, que a pesar de todo no nos dirigió al punto buscado. Pero al volver a preguntar a una chica en el autobús ésta se mostró tan interesada en ayudarnos que incluso bajó del autobús expresamente para nosotros, para preguntar a más gente como podíamos llegar a nuestro destino. Esta era otra diferencia importante en comparación en los países visitados desde Turquía: las chicas tailandesas no tienen ninguna timidez ni pudor de hablar con personas desconocidas. Además, también sorprende que vistan tan destapadas, vistiendo con pantalones o mini-faldas, mostrando todas las piernas. No es de extrañar pues, que ya se me haya llevado algún cachete de Alexandra, porque además, las Tailandesas son de las chicas más atractivas del planeta según los gustos occidentales, a pesar de ser en general bajitas y tener la nariz demasiado hundida o la cara demasiado plana si las miras de perfil (me lo ha hecho notar Alexandra). Finalmente encontramos el local de unos jóvenes de couchsurfing que alquilaban habitaciones por 2euros o dejaban dormir gratuitamente en una sala compartida. Al principio, Alexandra se mostró muy disgustada con la habitación que nos asignaron, pues ella prefería una habitación con baño. Pero a mí me disgustó enormemente su actitud, porque aparte de pagarle todo el viaje hasta ahora, se me quejaba de las condiciones con que viajábamos. Pero después decidí cambiar de táctica con ella y comenté a partir de ahora nos asignaríamos un presupuesto individual que incluiría dormir, comida y desplazamientos; de esta manera, si quería dormir en hoteles mejores o moverse en taxi por la ciudad tendría que renunciar a comida mejor. El presupuesto asignado ha sido de 5€ diarios por persona, el mismo presupuesto que tienen David y Maria desde hace 2 años que viajan. Este presupuesto es menos de la mitad de lo que teníamos viajando con autocaravana, así pues, en realidad nos podríamos permitir un presupuesto más elevado, pero tenía ganas de ajustarme al mismo presupuesto de nuestros amigos, para ahorrar y para demostrarme que realmente dos personas pueden viajar por todo el mundo con 300€/mes. De todas maneras, Thailàndia parece ser un país bastante económico de viajar y el presupuesto de 10€ diarios entre los dos parece más que suficiente. Además, la diversidad de comida que se vende por la calle a menos 0,5euros el plato es increíble. De hecho, esta gran diversidad alimenticia es otra de las sorpresas de Tailandia. Expuestos en paradas instaladas a las aceras hay diversos tipos de carne (yo he probado los pinchos de pollo, una butifarra con arroz, y diversos platos de arroz con pollo, ternera o cerdo), diversos tipos de vísceras cocinadas (no las he probado), pescados, marisco (incluyendo unos animalones que parecían tritones), sopas (algunas de ellas cubiertas por una capa de chilis flotante), frituras (el aceite era limpio y transparente a diferencia de los oscuros aceites de la India), sushi, fideos, frutas peladas, bocadillos de helado, crepes, pastelería, y muchísimos otros productos que no sabría describir o nombrar. 06/04/2009: Después de un par de días tomando posición de esta nueva ciudad y de visitar la embajada de Rumania para empezar a tramitar un nuevo pasaporte para Alexandra (se le están acabando las páginas), empezamos a visitar las atracciones turísticas de Bangkok (según la revista "Travel and Leisure" Bangkok fue la mejor ciudad del 2008). Las más importantes son los templos de Wat Phra Kaew y el gran palacio adyacente, pero el día que fuimos para visitarlos nos engañaron, o así lo pensamos, porque nos un chico nos enredó con tanta simpatía que sabemos si realmente nos engañó o se confundió. El chico nos comentó que el Wat Phra Kaew no abriría hasta por la tarde y que podíamos aprovechar la mañana para visitar dos estatuas de buda y un punto de información turística que resultó ser una agencia de viajes. A pesar de todo, la visita a los budas estuvo bien, pero por la tarde nos encontramos que el Wat Phra Kaew sólo abre por la mañana. Así pues, dejamos la visita para otro día y aprovechamos para descansar en un parque donde un gran grupo de mujeres hacían aeróbic mientras los hombres hacían acrobacias con una pelota que casi nunca tocaba al suelo. Al empezar a oscurecer, dejamos el parque y anduvimos hacia el barrio chino, donde todas las tiendas estaban cerrando, a excepción de una calle con grandes luces con caracteres chinos donde había diversos restaurantes en la calle captando la atención de locales y turistas. Los siguientes días los dedicamos a relajarnos en otros parques, a transitar la ciudad y a recorrer con ferry un tramo del gran río Chao Phraya, por donde circulaban grandes barcazas de carga entre diversos barrios de rascacielos. Continuamente, a Bangkok nos sorprendía por su modernidad y la poca conservación del pasado, pero tenía su atractivo. En cambio, había un pueblo próximo que había intentado conservar el pasado o la tradición y de decepcionó mucho. Antes de ayer tomé un autobús bien temprano por la mañana para visitar el mercado flotante de Damnoen Saduak, un mercado que según fotografías antiguas era muy característico, con los campesinos llegando al pueblo navegando por canales con una canoa llena de productos o frutos que venían a los peatones de la ribera o a otros barqueros. Pero la imagen que me encontré fue totalmente viciada por el turismo, pues un 50% de las barcas que circulaban por los canales estaban llenas de turistas; y del resto, un 75% vendían subvenires y el 25% productos locales, en muchos casos empaquetados en bolsas de plástico. Por suerte, la visita de ayer a Wat Phra Kaew fue mucho más satisfactoria y me sacó el mal gusto de boca, a pesar de los 7 euros de la entrada. Wat Phra Kaew es uno de los templos budistas más sagrados y venerados de Thailandia, el cual guarda la estatua del buddha esmeralda, que vivió una épica historia, ocultado en el norte de Thailandia, capturado por las fuerzas de Laos y recapturado finalmente por los tailandeses, quiénes le construyeron el templo visitado. El templo se empezó a construir en 1785, junto con un palacio real, cuando Bangkok se estableció como nueva capital de Tailandia. Evidentemente, la realeza no escatimó en gastos, pues los templos de Wat Phra Kaew son fascinantes, con multitud de estatuas (demonios y gigantes) surgidas de la mitología hindú, intrigantes pinturas de batallas mitológicas, una gran estupa dorada, otras soportadas por ejercidos de demonios, y diversos templos con tres niveles de tejados y adorados budas en su interior. Ayutaya (ver en mapa) 08/04/2009: De Bangkok nos dirigimos en tren a Ayutaya, un pueblo asentado en una isla natural formada en la unión de tres ríos. La isla resultó un excelente punto para que prosperara el reino de Ayutaya, gracias a los ríos que defendían la ciudad de las invasiones y la beneficiaban con el comercio que naturalmente recurrían las aguas. A pesar de todo, en 1767, 4 siglos después de la fundación de Ayutaya y después de dos años de guerra, los Burmesos conquistaron la ciudad quemando y destruyendo sus edificios, palacios y templos. A pesar de todo, sus ruinas son impresionantes y se bien merecieron nuestra visita. Encontramos un hotel económico y limpio entre la estación de trenes y el ferry que cruzaba el río hasta la isla, donde hay las principales ruinas y algunos otros hoteles más caros. Después de instalarnos en nuestro hotel, por la tarde cruzamos el río con el económico ferry y paseamos por el mercado del pueblo. Después visitamos el primer templo que guardaba una antigua y enorme estatua de buddha sentado que no fue destruida por los Burmesos (pero si el templo que la protegía). A continuación visitamos una otra grande estatua de buddha estirado y las ruinas de tres grandes stupas que antiguamente formaban parte de un palacio. Hoy hemos seguido las visitas pero alquilando un par de bicicletas y sudando para visitar otros tempos y ruinas de interés a dentro y a fuera de la isla, incluyendo otras estatuas de buddha siempre veneradas por los fieles tailandeses que arrodillados ofrecen incienso, flores y dinero. La manera de rogar parece similar a las de las otras religiones, incluyendo las supersticiones y esperanzas de ser beneficiado sobrenaturalmente con las plegarias y donaciones a buddha. Sukhothai (ver en mapa) 10/04/2009: Después de 6 horas de tren, llegamos a Phitsanulok, una ciudad sin demasiado interés turístico, aparte de de un fabuloso mercado que se despertaba a media tarde y que nos ofreció todo tipo de comida deliciosa y económica (si no vigilamos nos engordaremos más yendo con transporte público por Tailandia que con autocaravana). De todas maneras, Phitsanulok es una buena base para visitar las relativamente próximas ruinas de Sukhothai y decidimos de pasar dos noches, encontrando otro económico y limpio hotel, próximo a otro hotel frecuentado por prostitutas (la primera visión que hemos tenido de Thailàndia como turismo sexual). Hoy por la mañana me he vuelto a despertar temprano (Alexandra ha vuelto a preferir quedarse durmiendo) y he tomado tres autobuses hasta llegar a las ruinas del reino Sukhothai, el primer reino Tailandés antecesor al reino de Ayutaya. El reino de Sukhothai floreció durante 150 años, del 1257 hasta 1379, cuando fue ofuscado y asimilado por el reino de Ayutaya más al sur. A diferencia de las ruinas de Ayutaya, las de Sukhothai están rodeadas por parques y bosques y parecen más auténticas o románticas, y eso se paga, pues los tres grupos de ruinas valen unos 2 euros cada una (sólo para los extranjeros). De todas maneras, queriendo mantenerme con el ridículo presupuesto mensual de 150euros por persona, me colé en los tres grupos de templos sin pagar, entrante con la bicicleta con convencimiento por delante de los guardas de entradas secundarias. En cualquier caso, las ruinas de Sukhothai me parecieron menos atractivas que las de Ayutaya, aunque también interesantes de visitar. Chiang Mai (ver en mapa) 11/04/2009: A hasta ahora hemos viajado en tren por Thailàndia, el cual dispone de diferentes categorías o precios según la rapidez del tren, o según pare en más o menos estaciones. Ayer, mientras yo visitaba las ruinas de Sukhothai, Alexandra compró el billete de tren hacia Chiang Mai y habiendo aprendido la consigna de gastar poco, compró el billete más económico, de unos 1,2 euros para 350 kilómetros. De todas maneras, según el horario, el tren necesitaría 8 horas para hacer el trayecto, aunque a la hora de la verdad han sido 10. De todas maneras, a pesar de los asientos de plástico y a pesar de estar el tren parado una hora en una estación de tren perdida en medio de las montañas, el viaje no se me hizo pesado. Para Alexandra un poco, aunque tampoco refunfuñó demasiado. Acabé de leer una novela sobre la India, escribí el diario de los anteriores días, escribí un poco más de mi novela, miré el paisaje (que pasó de las llanuras del sur a las verdes montañas de más en el norte), hice algunas fotos, medité, y conversé con un hombre que se empezó a interesar por mi religión y creencias, no sorprendiéndose que yo no creyera a Dios. En cambio, yo sí que me sorprendí que él no creyera a Dios, pues en la India y en los anteriores países Islámicos era un sacrilegio no creer a Dios, en cambio parece ser mucho más normal a la Thailàndia budista, pues en realidad Buda no se quiso definir nunca sobre la posible existencia (o no) de Dios. Después, el hombre me ha explicado que en Thailàndia hay muchos problemas políticos, y que si los políticos tuvieran más pensamientos budistas habría muchos menos enfrentamientos. De hecho, durante este viaje, estamos leyendo en la prensa internacional que hay muchas protestas en Thailàndia entre los partidarios del gobierno actual y los partidarios del anterior, pero nosotros que estamos viajando por el país no en nos damos cuenta, y la gente no parece querernos explicar sus problemas. Tampoco el hombre con quién he hablado, que no me ha querido (o no ha sabido) explicar el conflicto y se ha centrado a explicarme que el budismo es una religión que predica la paz entre las personas y la paz de mente. Durante un rato he pensado que a causa del budismo, los países de la zona habrían sufrido menos guerras y conflictos, pero después, recordando la historia tailandesa o de los países vecinos (Birmania, Camboya, Laos, Vietnam ...) me he dado cuenta de que no es así, que también han sufrido sus guerras, algunas de ellas muy sangrantes. Quizás pasa lo mismo que con el cristianismo o el Islam, dos religiones que predican la paz y amor entre las personas, pero que en realidad han provocado muchas guerras y odio contra los pensamientos discordantes. Lo peor de este viaje tan largo en tren fue la llegada. Cuando por fin el tren paró en una vía muerta de la estación de Chiang Mai, ya estaba oscureciendo y lloviznaba. Los taxis en la salida de la estación nos querían cobrar mucho, pero por suerte, en la calle de fuera ya nos dieron precios más normales hasta el barrio donde hay los hoteles económicos de turistas. Pero después de estar buscando una hora cargando las mochilas, nos empezamos a dar cuenta que las habitaciones económicas estaban todas ocupadas pues habían llegado muchos turistas en la ciudad para celebrar en dos días el fin de año Tailandés. Pero el presupuesto ajustado que nos habíamos impuesto hizo que Alexandra me empujara a seguir buscando hasta que encontramos un hotel escondido en una callejuela, que tenía unas habitaciones bastante buenas con baño incluido por sólo 3 euros. ‹ Anterior (13/02/2009) MES Siguiente (2009-04-14)› ‹ Anterior (2009-08-13 - Tibet) PAIS Siguiente (2009-09-03 - India)› |
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