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‹ Anterior (15/08/2009) MES Siguiente (2009-10-14)› ‹ Anterior (2009-09-03 - India) PAIS Siguiente (2009-09-26 - Iran)› Pakistan Lahore (ver en mapa) 19/09/2009: En Lahore hemos aparcado en el mismo aparcamiento de hace un año, cerca del centro (Regalo Chowk), donde el propietario, un pequeño hombre viejo con barba blanca que no había conocido la otro vez, me entretuvo ofreciéndome conversa. El hombre me explicó que era proveniente de Marruecos y que había estado viviendo unos años en Madrid, pero que un día cometió un gran error y tuvo que huir, estableciéndose finalmente en Pakistán, donde vive desde hace veinticinco años. Me comentó que España era un país muy bonito, porque antiguamente había sido un país Islámico; en cambio, comentó que el Pakistán era un país con gente muy mala, que es capaz de matarte por unas pocas monedas. En cualquier caso, nosotros no encontramos a nadie así, más bien lo contrario, pues nos volvimos a encontrar con Amina (la chica de Couchsurfing que nos habíamos encontrado hacía poco más de un año) y con algunos de sus amigos. La suerte, o mala suerte, nos hizo llegar a Pakistán otra vez durante el ramadán, el mes musulmán durante el cual todo el mundo ayuna mientras el sol ilumine (aparte de no comer, los fieles no pueden beber, fumar, hacer el amor...). Fue por este motivo que nos encontramos con la Amina por la noche, para cenar en un restaurante con sus amigos. Durante la cena conocí a Shahid, un Ismaelita del valle de Hunza (en el norte del Karakorum) que me invitó al siguiente día a beber alcohol con un amigo suyo. Fue esta siguiente noche, mientras vaciábamos una botella de vodka, que Shahid y su amigo me desmitificó la religiosidad de los paquistanís. Por ejemplo, me comentaron que mucha gente en Pakistán no ayuna durante el Ramadán, o que en el país hay 3 destilarías para que los cristianos y otras minorías puedan adquirir alcohol, aunque el 95% de la producción va destinada ilegalmente a los musulmanes. De todas maneras, también me comentaron que en el Coran no dice nada en contra de beber alcohol, siempre y cuando no te distraiga de las plegarias. En cualquier caso, ellos me acabaron admitiendo que no plegaban, porque tampoco lo consideraban una obligación escrita el Coran. Incluso, el amigo manifestaba que el Coran actual, puede ser una modificación de la palabra original de Dios, porque el Coran se transmitió oralmente durante un tiempo y no se escribió hasta después de la muerte de Mahoma. De todas maneras, también me admitieron que Pakistán está muy radicalizado religiosamente, sobre todo a partir de los años 80, cuando Estados Unidos impuso un general islámico que soportara la guerra contra Rusia en Afganistán. En cualquier caso, ellos se consideraban musulmanes, creyentes en Dios, y orgullosos de su religión, a pesar de las consecuencias sociales que les comportan. Por ejemplo, el amigo de Shahid consideraba que mis tres años de relación con Alexandra era muy poco tiempo, porque debido al Islam, en Pakistán es complicado tener novia y cuando se tiene una se conserva cueste a lo que cueste. Me explicaba que las relaciones en el mundo islámico se tienen que trabajar mucho más, y que él no pudo hacer el amor a su chica hasta al cabo de 3 años de conocerse, porque prometió que se casarían, aunque al final no lo hicieran y se dejaran. A pesar de los buenos momentos pasados con estos amigos, el motivo principal de nuestra estancia en Lahore era esperar que llegara una carta a casa de Amina con el documento del seguro del coche que me permitiera circular por Irán. De todas maneras, la aseguradora lo había enviado por correo normal en vez de mensajería y al final nos marchamos de Lahore con el seguro impreso a través de Internet. En cualquier caso, otro motivo que nos retuvo en Lahore fue la tramitación del visado de Irán. El primer día laborable después de nuestra llegada, el lunes, fuimos al consulado de Irán en Lahore, donde conocimos unos franceses que también hacían cola para tramitar su visado. Ellos nos comentaron que habían hecho una pre-tramitación a través de Internet, y una vez a dentro les dieron un visado de turismo (30 días) al instante. En cambio, a nosotros nos comentaron que tendríamos que esperar una semana, aunque también nos recomendaban hacer el proceso por Internet (mínimo 3 semanas). El viernes volvimos a la embajada, pero estaba cerrada, y al sábado volvimos con una carta donde manifestábamos nuestro amor hacía Irán y la religión islámica. La carta los debió de enternecer, porque el hombre de la recepción nos comentó que, contrariamente al lunes, intentaría hacer alguna cosa para que pudiéramos tener el visado la siguiente semana (a cambio de pagarle unos 30euros), el cual podríamos recoger en Quetta, después de que el consultado abriera pasado dos días de fiesta por la celebración del fin del Ramadán. Quetta (ver en mapa) 24/09/2009: Nos marchamos el domingo sin saber si el Ramadán se había acabado o no, pues segun nos habían explicado si alguien hubiera visualizado la luna la anterior noche, el ramadán se habría acabado y habría durado 29 días, y en caso contrario continuaría otro día. Por otro lado, también nos habían explicado que algunas sectas islámicas habían empezado un día antes el ayuno y también lo acababan un día anter, de todas maneras, al circular por la carretera dirección a Quetta nos encontramos todos los restaurantes cerrados durante el día y toda la gente ayunando a simple vista. En cambio, el siguiente día, mientras circulábamos observamos muchas tiendas ofreciendo todo tipo de comida, incluyendo la carne, que aglutinaba numerosos grupos de gente. También al día siguiente, cuando acabamos de enfilar la desértica carretera hacia Quetta pudimos observar algunos signos de la reciente finalización del ramadán, como algunos pequeños grupos de hombres que bailaban alegres al ritmo de un tambón. Por otro lado, aparte de estas observaciones, circulante por las carreteras de Pakistán nos dimos cuenta de lo mal que conducen los indios, pues los conductores pakistaníes en general respetan las normas de circulación y la educación en la carretera. En cualquier caso, también es verdad que al llegar a Pakistán por primera vez (viniendo de Irán y Europa) no tuvimos la misma opinión, a pesar de ahora los considerásemos excelentes conductores. Llegamos a Quetta el martes al mediodía, y ante la imposibilidad de aparcar en la calle (es una ciudad muy insegura con policías en cada esquina y coches armados circulando en todo momento) y la dificultad de aparcar en algún hotel (o no nos dejaban o nos pedían demasiado dinero), decidimos de pedir a una misión cristiana de aparcar a su recinto cerrado, donde después de asegurarles que éramos cristianos nos dejaron aparcar muy amablemente. Allí nos quedamos encerrados casi todo el día, e igualmente el miércoles, porque al ir a la embajada nos comentaron que no nos podían tramitar ningún visado hasta el jueves, porque los bancos estaban cerrados. Y finalmente hoy el jueves nos han tramitado un visado de transito de sólo 7 días, que esperamos poder ampliar una vez en Irán. Aparte de ir al consulado, hoy también nos hemos quedado casi todo el día a la autocaravana, y ante tanta espera, he empezado a leer una nueva novela, he hecho algunas partidas de ajedrez contra el ordenador y he empezado a reescribir el diario de Europa, por si alguna vez tengo ocasión de publicarlo. Reescribiendo los primeros días de este largo viaje, me doy cuenta del tiempo que ha transcurrido (más de tres años) y de los cambios en mi persona. Si al principio del viaje estaba excitado por la novedad, estaba un poco obsesionado para encontrarme con chicas y no tenía demasiada idea de las experiencias que me aportaría el viaje; ahora, desde hace bastante tiempo, me encuentro mucho más relajado, con un viaje y experiencias que están dando sentido a mi vida y acompañado de Alexandra, quien me satisface con una estabilidad emocional que antes no tenía cubierta. Iran Esfahan (ver en mapa) 26/09/2009: Antes de salir de Quetta, Alex había estado leyendo a través de Internet todas las noticias de secuestros de los últimos meses por el Balochistan, en general por motivos económicos en el caso de extranjeros, los cuales son liberados vivos normalmente, aunque también hay muchos secuestros y asesinatos de policías pakistaníes u ocasionalmente iraníes. Ante estas noticias, fue mucho más fácil para Alexandra de aceptar ser escoltados, a partir de medio camino por diversos coches que se intercambiaban rápidamente entre sí, sin que tuviéramos que esperarnos en ningún momento. Más adelante, cuando el área se volvió todavía más despoblada y desértica, también aceptamos agradecidos, un soldado con kalashnikov a dentro del coche el cual también cambiamos eficientemente unas tres veces en diferentes puntos de control a lo largo del camino. Esta eficiencia en las escoltas nos hizo avanzar muy rápidamente, además, la carretera había mejorado. Cuando vinimos por primera vez, había unos 100 o 150 km de carretera sin asfaltar, aunque había algún pequeño grupo de trabajadores que estaba asfaltando la carretera de una manera casi artesanal. La sorpresa la tuvimos al cabo de 14 meses, cuando disfrutamos de casi la totalidad de la carretera asfaltada, aunque la superficie no era demasiada lisa. Eso nos permitió llegar unas dos horas antes de la puesta del sol a Nokundi, un pueblo donde habíamos hecho noche la anterior vez, pero allí nos animaron de acabar de llegar hasta la frontera y pasar la noche en la aduana, y así lo hicimos. Al llegar a la aduana de Taftan, nos encontramos aparcadas dos autocaravanas con dos familias de franceses con una pareja de hijos cada una que habían acabado de entrar en el Pakistán. Contentos de encontrar unos nuevos viajeros nos explicamos las últimas anécdotas, antes de ser invitados a cenar por el responsable de la aduana. Realmente, la aduana de Pakistán con Irán es una de las mejores del mundo, pues hace poco más de un año también fuimos invitados a comer cuando llegamos un mediodía. Después de una cena deliciosa, Yunas, el responsable de las oficinas de aduanas, nos invitó a tomar té en su habitación y el día siguiente por la mañana a desayunar a mí y a Alexandra. Durante estos ratos nos explicó que tenía mujer y tres hijos que vivían en Quetta, a los cuales veía una vez cada mes o cada dos, cuándo tenía una semana de vacaciones, una situación laboral y familiar muy similar a la de muchos indios y paquistaníes. Igual que muchos Paquistaníes, Yunas también nos entretuvo con algunas teorías conspiradoras, explicándonos por ejemplo que India, Irán y los Estados Unidos estaban provocando inestabilidad en Afganistán para que Pakistán no pudiera prosperar. Hoy por la mañana, hemos pasado los trámites de Pakistán sin problemas y después de esperar unos treinta minutos delante de la puerta de la frontera cerrada (debido al cambio de horario) hemos entrado en Irán. Allí hemos tenido que esperar otra hora sin justificación y a continuación hemos pasado los trámites con bastante rapidez, sin que al final no nos miraran el seguro de la autocaravana (que llevo impreso a través de Internet), inspeccionaran la autocaravana (la cual llevamos llena de productos para vender), ni nos ofrecieran o exigieran una tarjeta diesel que cuesta unas 300€ (según nos explicaron los franceses). Así pues, hemos podido respirar tranquilamente ante estas tres primeras preocupaciones esfumadas, pero no a la cuarta: las escoltas, las cuales nos han provocado un día muy tenso. Para salir de la frontera nos han asignado un soldado que ha subido al coche. Alexandra ya estaba acostumbrada con los guardias pakistaníes y no ha protestado mucho. De todas maneras, la razón de protegernos parecía una excusa, porque el soldado no tenía arma ni walkie talkie; la razón principal parecía que no cometiéramos ninguna ilegalidad, si es que podemos cometer alguna. Creíamos que todo iría bien, pero a medio camino cabe en Zahedan (a 80 km), el soldado nos ha hecho detener en un punto de control y después de quedarse nuestros pasaportes durante unos 15 minutos, nos ha sido asignado un nuevo soldado. Este mismo proceso se ha repetido otra vez antes de llegar a Zahedan, y finalmente, después de haber indicado al tercer guardia que necesitábamos poner diesel, éste nos ha conducido hasta una comisaría de Zahedan, donde nos han retenido nuestros pasaportes sin darnos ninguna explicación (nadie hablaba inglés). Después de una hora y media, cuando ya estábamos bien enfadados con tanta espera, ha llegado un coche que en teoría nos tenía que escoltar hacia fuera de Zahedan. De todas maneras, no nos querían devolver los pasaportes, produciéndose otra tensa discusión en la que intervino a una de los jefes grandes, asegurándome (sin intercambiar ninguna palabra con algún idioma en común) que el coche nos escoltaría hasta una gasolinera, que allí nos devolverían los pasaportes y que finalmente nos escoltarían hacia fuera de Zahedan. Pero en vez de eso, nos han conducido hacia otra comisaría de policía, donde han sido depositados nuestros pasaportes mientras la primera escolta nos abandonaba. Ante este engaño, me he enfadado como una mona y para calmar los nervios he salido a andar por el barrio con un policía detrás que me iba chillando todo el rato que volviera. Finalmente, al volver, ha llegado el segundo coche que nos tenía que escoltar hasta la gasolinera, aunque esta vez no nos hemos marchado hasta que nos han devuelto los pasaportes. De todas maneras, la segunda escolta ha estado muy corta, hasta una esquina donde hemos tenido que esperar en el tercer coche escolta, el cual, en vez de conducirnos hacia la gasolinera nos ha escoltado hasta una tercera comisaría, donde nos tenían que asignar un cuarto coche. Los dos estábamos bien enfadados, y todavía más cuando nos han sugerido de quedarnos a dormir en Zahedan (justo era mediodía). Antes de cruzar la frontera teníamos la intención de llegar a Kerman por la tarde o noche para encontrarnos con un amigo, pero empezábamos a adivinar que sería imposible. Finalmente, después de esperar veinte minutos en la comisaría, durante los cuales hemos estado a punto de marcharnos (para evitar eso las anteriores escoltas nos habían retenido el pasaporte), ha aparecido el cuarto coche que nos ha empezar a escoltar hacia fuera de la ciudad, pero no hacia alguna gasolinera. Le he hecho luces, me he detenido y a continuación les he explicado que necesitaba diesel para continuar. Los policías se han exasperado comentándome que se lo tenía que haber mencionado antes... En cualquier caso, nos han conducido hasta una gasolinera próxima, donde no me querían poner carburante porque no poseía la tarjeta diesel que en teoría tenía que haber comprado en la frontera. De todas maneras, después de discutir un rato, nos han puesto 30 litros y nos hemos volver a poner en marcha escoltados hacia fuera de la ciudad. A no demasiados kilómetros de Zahedan, la escolta se ha detenido al lado de la carretera para esperar el siguiente coche escolta que ha llegado en dirección contraría. El quinto coche nos ha escoltado hasta un nuevo punto de control donde después de un rato, nos ha empezado a escoltar el sexto coche, el cual, pasados bastantes kilómetros se ha detenido en medio del desierto pidiéndonos esperar el séptimo coche. Pero nosotros, cansados de esperar unas 3 horas en Zahedan, le hemos comentado que ya nos encontraríamos el coche escolta por el camino y nos hemos marchado antes de que los policías reaccionaran. Por suerte nos hemos marchado, porque no nos hemos encontrado el séptimo coche hasta pasada media hora de conducción, el cual nos ha escoltado hasta un nuevo punto de control donde nos han pedido los pasaportes y nos han asignado el octavo coche. La octava escolta se quería poner en marcha sin devolvernos los pasaportes (para evitar que volviéramos a circular sin escolta), pero nosotros nos hemos negado rotundamente a seguir sin los pasaportes. Por suerte nos los han devuelto, porque a medio camino, el octavo coche se ha detenido para inspeccionar algún vehículo sospechoso y lo hemos perdido de vista. Pasado unos cincuenta kilómetros, y cruzando un gran desierto, un policía en un punto de control solitario nos ha hecho señales de detenernos. Al hacerlo, nos ha pedido nuestros pasaportes, recomendándonos a continuación llevar a un soldado a dentro del coche porque la zona era peligrosa. Esta vez, Alexandra se negó en redondo, pero observando que no nos devolverían los pasaportes si no aceptábamos la escolta, yo he tenido que aceptar a pesar del ataque de histeria de Alexandra, que estaba decidida a americanizar con música estridente al soldado desarmado. El soldado nos ha hecho detener en un nuevo punto de control, donde en teoría nos tenían que asignar un nuevo soldado, pero aun con la puerta abierta, he apretado el acelerador y he perdido el control de vista detrás de la inmensidad del desierto. A partir de aquí, el trayecto ha sido menos accidentado, aunque nos hemos cruzado con diferentes coches de policías que sin detenernos nos han estar escoltando algunas decenas de kilómetros. Y finalmente, pasado Bam (donde en teoría se acababa la zona conflictiva) de noche, nos hemos detenido en una pequeña gasolinera donde nos han dejado acampar. Desgraciadamente, a media noche nos han despertado unos policías que muy amablemente nos han pedido aparcar en un control policial próximo donde estaríamos más seguros. Hemos estado discutiendo un rato, pero finalmente los he dicho: "Ok, venimos, pero cuando llegamos no nos pediréis los pasaportes y nos dejaréis dormir enseguida". Han estado de acuerdo y al cabo de diez minutos ya volvíamos a reponer al lado de un gran control policial que con perros detenían todos los autobuses, camiones y coches para controlar el tráfico de drogas. Según nos han explicado después, se ve que en éste controles, y en otras operaciones, han atrapado a muchos traficantes de droga, y las autoridades iraníes están muy preocupadas que estas mafias secuestren a algún extranjero para pedir a cambio de su vida la liberación de diversos narcotraficantes. Quizás era razonable que la policía iraní intentara protegernos y escoltarnos, pero lo que a buen seguro no era razonable era la poca eficiencia con que lo han hecho, haciéndonos perder unas 4 horas muy valiosas que habríamos utilizado para llegar a Kerman y encontrarnos con nuestro amigo. Teheran (ver en mapa) 30/09/2009: Llegamos a Kerman a media mañana, pero nuestro amigo (mantendré los nombres en anonimato por si acaso) tenía mucho trabajo en su empresa y sólo nos pudo recibir su simpática novia, quien enseguida nos llevó a petición nuestra hasta la oficina de asuntos extranjeros para alargar nuestro visado de 7 días. Pero desgraciadamente, allí nos anunciaron que nuestro visado era de transido y que no lo podía extender, aunque lo podíamos intentar en Esfahan. Presionados a marcharnos por los pocos días que nos podíamos quedar en Irán, quedamos con nuestro amigo de visitarlo unas horas en su empresa. Y valió la pena, porque un amigo iraní es de lo más valioso que hay en este mundo. Durante el encuentro, nuestro amigo nos comentó que igual que en el resto del mundo, la economía iraní también está en crisis. Por otro lado, también nos explicó que durante las manifestaciones posteriores a las elecciones iraníes, Kerman quedó bastante tranquilo, y que contrariamente a Esfahan, Shiraz, Tabriz o Teherán no se había producido ninguno muerto. Después de ser invitados a comer por nuestro amigo, nos situamos en las excelentes carreteras iraníes (generalmente de 2 o 3 carriles por sentido) y apreté el acelerador a fondo con el fin de llegar lo más pronto posible a Esfahan y posteriormente a Teherán. Estaba poco preocupado con el precio del diesel, porque éste continuaba costando 0,01€/litre, y además, en tres ocasiones (a lo largo de todo Irán) no nos dejaron pagar, obteniendo el carburante gratis. En cambio, sí que estábamos preocupados con los numerosos controles de velocidad en las carreteras, aunque la autocaravana tampoco corría tanto como para superar los límites en la mayoría de los casos. Por otro lado, aparte de la velocidad, también teníamos tiempo para disfrutar del paisaje, porque en esta ocasión el cielo de Irán era mucho más claro, dejando a la vista unas imágenes mucho más interesantes, con agrestes montañas detrás de las planicies desérticas. Llegamos a Esfahan el día siguiente a media mañana, dirigiéndonos directamente a la oficina de asuntos extranjeros donde nos negaron definitivamente la posibilidad de extender nuestro visado. Así pues, con prisas nos dirigimos al gran bazar de Esfahan (bastante vacío de turistas) donde estuvimos comparando precios y finalmente compramos diversas exquisitas cajitas de madera que pensamos revender en Europa (Consultar productos comprados). También llamamos a un amigo que tenemos en Esfahan, pero al final no se pudo presentar porque la cita que tenía con una chica se alargó más de la cuenta. Naturalmente lo excusé porque en ningún sitio del mundo, pero menos en Irán, se puede desperdiciar una cita con una chica. Al cabo de otro día y medio de conducción, llegamos a Teherán, el cuarto día por la tarde, donde nos teníamos que encontrar con otra buena amiga. Nuestra amiga nos había comentado por teléfono que nos tenía que comentar algo (grave) relacionado con su marido. Nosotros estábamos preocupados que no hubiera pasado nada durante la fracasada revolución post-electoral, pero al final resultó ser algo mucho más internacional: su marido la había dejado recientemente por otra chica. De todas maneras, nuestra amiga es de un carácter fuerte y muy positivo, y ya se empezaba a plantear las ventajas de vivir sin él, como la posibilidad de viajar mucho más por el mundo. Al preguntarle por las grandes manifestaciones en Teherán, nos comentó que ella no fue a ninguna, pero sí su marido, quien volvió con uno bueno morado. Según explicó, el gobierno había traído a mucha gente proveniente de áreas rurales, que armados con grandes barras de hierro se dedicaban a pegar a cualquiera, pero sobre todo a las mujeres. Por otro lado, nuestra amiga estaba preocupada porque los jefes de su empresa habían hecho campaña a favor de Mussavi y ahora el gobierno los estaba presionando para que vendieran su parte de la empresa al ejército. Si eso sucediera, provocaría un endurecimiento de las normas de trabajo, pero sería mucho peor la pérdida de negocio internacional (la empresa el entraría a la lista negro de compañías bloqueadas), porque ella perdería la oportunidad de hacer nuevos viajes de negocios a Europa. Después de descansar un día en casa de nuestra amiga en Teherán, al sexto día nos volvimos a situar en la carretera para acabar de recorrer los últimos 900 kilómetros de Irán. Sin problemas hemos llegado hoy, (el séptimo día) a la frontera, pero un centenar de metros antes de ésta, en una barraca, un policía corrupto me ha preguntado si mi coche era diesel o gasolina, mostrándome un papel que supuestamente necesitaban los coches diesel para circular por Irán. Recordando que nos habían comentado sobre la tarjeta diesel que costaba 300€, he comentado que el coche era gasolina. Pero el policía no me ha creído y me ha pedido inspeccionar la entrada del diesel mientras yo me hacía el tonto. Finalmente, el policía ha localizado la entrada del agua en la autocaravana (afortunadamente, la entrada del carburante está medio disimulada con los adhesivos) y me ha pedido abrirla. Mostrando reticencia, yo he abierto la apertura del agua y el policía ha puesto la nariz para olfatear, pero al no oler nada, se ha puesto a reír desconcertado y se ha convencido que la autocaravana no era diesel. Una vez en la frontera, los siguientes trámites han estado muy rápidos, aunque yo he seguido con el temblor de las piernas provocado por el policía anterior. A continuación nos hemos tenido que esperar un par de horas para esperar que fuera avanzando la cola de coches que entraban a Turquía, y pasado los trámites nos hemos encontrado en este nuevo país, igualmente maravilloso, aunque a diferencia de Irán, el diesel cuesta unos 1,3€/litro. Turkey Sanliurfa (ver en mapa) 08/10/2009: Después de estar viajando más de un año por Asia, en Turquía nos hemos sentido más relajados que nunca, con una cultura mucho más próxima a la de nuestros países. Después de hacer compras en Dogubayazit, que incluyeron queso y olivas, primera noche la pasamos aparcados cerca de la carretera, a la vista del monte Arat. Hacía tiempo que no dormíamos fuera de una ciudad o gasolinera con la certeza de no ser molestados. Y así fue, a más de disfrutar por primera vez desde el Tíbet, de una templada noche que nos hizo sacar las mantas de los armarios. Teníamos previsto llegar a Rumania a mediados de Noviembre para visitar a la familia de Alexandra, y en Cataluña al principio de Diciembre, así pues, teniendo un mes y medio de antemano, empezamos a hacer camino hacia el sur de Turquía, con la intención de visitar Anatòlia o la región del Kurdistán y posteriormente Siria. Tenía ganas de visitar este país, porque numerosos viajeros nos habían explicado sus excelencias, pero también para sacarme la espina que todavía tengo clavada, cuando sus autoridades me prohibieron la entrada proveniente de Jordania. De todas maneras, aunque Alexandra lo expresara abiertamente, en mi interior también me atemorizaba la posibilidad de volver a tener problemas para entrar (además, Alexandra necesitaba obtener el visado con anterioridad) o tener problemas una vez a dentro y tener dificultades de salir del país con la autocaravana. En cualquier caso, todavía nos encontrábamos lejos de Siria y las vistas del norte de Turquía nos tenían suficientemente cautivados como para pensar en las posibles dificultades venideras. Pasamos un par de días por los alrededores del lago Van, siendo invitados a tomar té en alguna ocasión por alguna familia turca hacía el picnic cerca de sus aguas. Pasados estos dos días de tranquilidad, delante del azul lago, algunas pequeñas islas y una misteriosa montaña nevada al fondo; reanudamos el camino, sin prisas hacia Mardin, un pueblo envolviendo una colina que dominaba las infinitas planicies sirias a bajo. Por el camino nos detuvimos en el monasterio de Mor Yaqoub (sin demasiado interés) y justo antes de entrar en Mardin, en el monasterio de Mor Hananyo, fundado poco antes del año 500. Este último monasterio fue durante 800 años la sede del patriarca de la religión cristiana Siriac Ortodoxa, que en la región cuenta con muchos otros monasterios, algunos de ellos fundados antes del año 400 después del nacimiento de cristo. Después de pasear una mañana por las estrechas callejuelas de Mardin, bajamos a la planicie Siria (sin entrar en Siria) y condujimos hasta Sanliurfa, una ciudad tradicional, con un extenso bazar, antiguos edificios, y una gran mezquita al lado de la cueva donde los musulmanes creen que nació Abraham, al padre de las religiones abrahamiques (judía, cristiana e islámica), aquel profeta al cual Dios pidió sacrificar a su hijo, aunque un ángel lo impidiera en el último momento (quizás traicionando la voluntad de Dios). Justo antes de llegar a Sanliurfa y de dar un bonito paseo por su casco antiguo, pasamos la noche en una gasolinera cerrada donde muy amablemente nos dejaron aparcar. Desgraciadamente, hacia las 8 de la noche, un nuevo guarda de seguridad se presentó y nos dijo de muy malas maneras que nos teníamos que marchar, pero yo, lo ignoré y a la segunda que vino me puse a chillar por la ventana que nos dejara en paz (me había molestado sus malas maneras, pero de otro lado en aquel punto teníamos Internet wifi y no queríamos marcharnos). Mis gritos deberían calmar al guarda, quién nos dejó en paz toda la noche, pero temprano por la mañana, el mismo guarda acompañado del primer guarda que nos había dado permiso para aparcar, nos pidieron que nos marcháramos, igualmente de malas maneras, y yo también, de malas maneras los volví a chillar que tuvieran paciencia y que nos dejaran una hora. Pero no, sacaron un bate de béisbol, y después de muchos más gritos y amenazas acabamos marchado bien malhumorados. Ha sido este incidente el que ha provocado mi decisión de no intentar entrar en Siria (Alexandra ya había manifestado con anterioridad sus pocas ganas). Estaba cansado de problemas, incluso de los pequeños, y ya tenía ganas de llegar a casa para descansar una temporada antes de reanudar el viaje y aventura hacia América. He contado los kilómetros que nos quedaban para llegar a Cataluña, calculando unos 5000 km. Me ha dado la sensación que eran muchos, pero al mirar los kilómetros recorridos desde Nepal (unos 8000 km) me he dado cuenta de que en realidad nos encontramos mucho más cerca de casa de lo que me pensaba, sobre todo Alexandra, a quién sólo se encuentra a 2000 km de Rumania. Mont Memrut (ver en mapa) 10/10/2009: Después de decidir no entrar en Siria y empezar a hacer camino hacia Ankara, nos desviamos por unas pequeñas carteras para visitar a la cima del Monte Nemrut, de 2134 m, una de las atracciones turísticas de Turquía más misteriosas. Durante el primer siglo antes de cristo, floreció brevemente el reino de Commagene, durante el cual, uno de sus reyes construyó una tumba santuario en la cima de la aislada montaña. Este mausoleo estaba compuesto por diversas grandes estatuas, unas mirando al este y otras al oeste, las cuales perdieron sus cabezas debido a terremotos. Actualmente, estas grandes cabezas de piedra del rey y de diversos dioses descansan en el suelo, como si se tratara de un enigmático decorado para una película fantástica o mitológica. El misticismo del lugar hace que durante la puesta del sol y su salida, el lugar quede saturado de turistas, aunque fuera de estos horarios, también se puede disfrutar del a soledad en medio de estos colosos. ‹ Anterior (15/08/2009) MES Siguiente (2009-10-14)› ‹ Anterior (2009-09-03 - India) PAIS Siguiente (2009-09-26 - Iran)› |
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