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Ethiopia



Adis ababa (ver en mapa)

17/12/2007:
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Hemos permanecido otra semana en Addis Abeba con la esperanza de conseguir el visado para Sudán, pero hoy lunes día 17, después de haber estado telefoneando y visitar la embajada cada uno de los anteriores días, nos han vuelto a comunicar que no habían recibido ninguna respuesta desde Jartum. Con más insistencia, hoy he preguntado si había alguna manera para acelerar la obtención del visado y entonces, una de los jefes nos ha informado que si tramitábamos el visado de Egipto hoy, nos podrían tramitar un visado de tránsito de 15 días. Y ha continuado explicando que si no obteníamos el visado hoy, tendríamos que esperar más de una semana porque la embajada cierra hasta el 27 de diciembre por las fiestas musulmanas de Navidad. Hemos corrido hacia la embajada de Egipto donde nos han comunicado que a las tres tendríamos el visado. Hemos pagado un poco más del precio oficial establecido en un papel colgado en la pared, pero no me he quejado, porque a las tres ya teníamos el visado. A continuación hemos corrido hacia la embajada del Sudán y nos hemos presentado delante del jefe que nos había propuesto tramitar un visado de tránsito. Pero éste nos ha enviado a otro departamento y allí nos han comunicado que no nos podrían tramitar el visado porque tenían demasiado trabajo. En la misma situación se encontraban una pareja austriaca, un hombre de Irlanda y una mujer sudanesa con pasaporte francés que se ha quedado sin poder visitar su familia en el Sudán por Navidad. Todos los blancos que estábamos en la embajada hemos salido con la intención de volver a presentarnos el 27 de diciembre a primera hora y dos días antes, celebrar la Navidad conjuntamente.

Al conocer la respuesta de la embajada del Sudán hemos decidido de visitar el Norte de Etiopía esta semana, con el fin de no amargarnos en Addis Abeba. De todas maneras, la anterior semana en la capital casi no hemos tenido tiempo ni para descansar. Al llegar de Harar nos dimos cuenta que la batería se descargaba demasiado rápido y estuvimos media semana comprobando la acidez de los líquidos y buscando una nueva batería que se adaptara al coche. La otra media semana la dedicamos a buscar una rueda de recambio porque una que estaba a punto de reventar. Y para acabar de arreglarlo, el fin de semana se me ha colgado el ordenador portátil y he tenido que llevarlo a una pequeña oficina de informática donde me han recuperado los datos y me han reinstalado el windows y la mayoría de programas.

De todas maneras, también nos sobró un poco de tiempo para conocer un poco más Addis Abeba, contemplando su grandeza desde las montañas de Entoto y visitando la catedral de San Jorge (o St George) dedicada al mismo patrón de Cataluña, el santo a caballo matando el dragón. Al entrar en la catedral octogonal tuve que descalzarme para poder andar por encima las alfombras. En algún rincón había un grupo de hombres entonando un canto ininterrumpido, rítmico e hipnótico. Fui apartando las cortinas que separaban cada octavo hasta encontrarme con un grupo de unos 15 o 20 hombres cubiertos con un manto blanco, algunos con turbante, apoyándose en un bastón y haciendo restallar rítmicamente un instrumento de metal. Dos hombres acompañaban la melodía sentados y golpeando dos grandes tambores con las manos. Me quedé un buen rato observando y escuchando los cantos, cautivado por lo que parecía una ceremonia hindú o musulmana en una iglesia cristiana.




Lalibela (ver en mapa)

23/12/2007:
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Si en un lado de la balanza pusiéramos la visita a Lalibela y al otro los 20 $ de la entrada, los 1400 terribles kilómetros recurridos en 4 días de conducción (40 horas al volante), los 70 $ de diesel y las averías del coche (cuatro pinchazos que hemos ido arreglando por el camino, el gato para cambiar las ruedas estropeado, la protección tocando otro vez el motor, la nevera otro vez sin funcionar, dos fusibles cambiados y posible avería eléctrica), yo me decantaría definitivamente por la visita en Lalibela, pero Alexandra hubiera preferido indudablemente quedarse en Addis Abeba. Se enfadó y agotó tanto con las carreteras bacheadas y las pistas de rocas que se decidió no visitar ninguna de las iglesias. Pero yo sí las visité y salí cautivado.

Las iglesias de Lalibela, fueron cortadas en la roca en el año 1200 representando la Tierra Santa como respuesta a la captura de Jerusalén para los musulmanes. Cuatro de la decena de iglesias están completamente descubiertas por los cuatro lados, excavadas dentro de una masa rocosa, con gruesas paredes y grandes columnas soportando el peso del techo que se encuentra nivel de la roca original. El espectáculo arquitectónico es maravilloso, es impresionante la cantidad de metros cúbicos de roca que hubieron vaciar para dejar al descubierto las iglesias. Escuché un guía comentar que habían trabajando unos 40.000 obreros, y este número me confirmó el pensamiento que la obra tenía que haber sido un trabajo de hormigas.

La primera Iglesia que visité fue la maravillosa Bet Giyorgis (Iglesia de San Jorge), que se dice que fue construida después de la visita que el Santo hizo a Lalibela montando su caballo blanco. Bet Giyorgis es la pieza maestra de Lalibela, el icono de Etiopía; está apartada del resto de iglesias, excavado en una pendiente rocosa desde la cual se puede apreciar perfectamente su origen de la roca. Bajé por un pasadizo de roca cortada al lado y crucé dos soportales hasta el patio que rodeaba la iglesia. Había llegado un poco demasiado temprano, porque la iglesia estaba cerrada, pero me esperé apoyado en un pasadizo de piedra, al final del cual había un grupo de hombres y mujeres reunidos delante de una cortina una ducha. Las mujeres salían temblando y con el cabello mojado y un cura las bendecía refregándoles una cruz de madera por la cara y el hombro. A pesar de encontrarnos en una iglesia cristiana ortodoxa, todos ellos se saludaban con un "salam", como si en una mezquita en Cataluña los creyentes se despidieran con un "adiós". Cuando los hombres se empezaron a duchar a mí también me ofrecieron jovialmente ducharme, pero yo rehusé risueño. Cuando acabaron hice una ojeada detrás de la cortina, esperando observar un chorrito de agua caída por algún canal excavado en la roca, pero había un simple grifo que rompió todo el misticismo del momento. Más tarde pude visitar la maravillosa iglesia y todas las otras, convenciéndome de que el viaje a Lalibela había valido la pena.

Además, todos los problemas mecánicos no sufridos durante el viaje a Lalibela tampoco han estado del todo negativos, ya que habría sido mucho peor sufrirlos de camino a Sudán. En Addis Abeba tenemos a Andrea Rossetto, un amigo de Claudio, que tiene un taller donde trabajan muy profesionalmente y económicamente. Tendré que preguntar a Andrea qué puede haber pasado con los cuatro pinchazos, en dos ruedas diferentes, una de las cuales era nueva.

Finalmente, otro punto a favor a la visita de Lalibela ha estado el paisaje, que aunque en muchos momentos la carretera no nos lo dejaba disfrutar, siempre era espléndido. Cruzamos cordilleras, mesetas, valles ... con los campos segados y la paja amontonada, y pequeños poblados de casas de piedra, algunas de forma rectangular (cerca de Addis Abeba), y otras circulares (cerca de Lalibela). En todo momento también aparecían niños corriendo de los campos saludándonos y pidiéndonos dinero, y algunos adultos también. No creo que nadie de los que nos piden dinero haya recibido nunca algo de un blanco, aun así tienen la convicción o creencia que los blancos regalan dinero o cosas gratuitamente. Algunos piden dinero bastante agresivamente o corriendo largas distancias detrás de la autocaravana, y cuando los encaraba y les decía "no" se quedaban bien sorprendidos. ¿Nosotros casi nunca hemos regalado nada, tampoco la mayoría de los blancos que hemos conocido en África, así pues, de donde han sacado esta creencia? Supongo que debe haber turistas ricos que ocasionalmente vienen a África cargados de bolígrafos para regalar a los niños (o incluso dinero) y la historia de un niño recibiendo un bolígrafo o 10 céntimos de dólar debe correr como la pólvora por la comunidad y los diferentes pueblos, igual que la historia de quien le ha tocado la lotería que anima al resto a seguir apostando, o pidiendo. En cualquier caso, también creo que las ONGs tienen parte de responsabilidad, porque al regalar dinero para realizar un proyecto en una comunidad o pueblo genera la idea de que los blancos regalan dinero gratis. También es posible que las donaciones de los países blancos durante el hambre que sufrió Etiopía al principio de los 70 también haya contribuido a esta idea. Me he quedado con ganas de contrastar estas ideas con alguna ONG, pues teníamos oportunidad para visitar una a unos 600 kilómetros de Lalibela, pero visto el estado de las carreteras, hemos descartado la visita. Mientras tanto, nosotros seguiremos desilusionando el niños, sin regalar dinero ni bolígrafos, aunque ocasionalmente seguiremos regalando las botellas de agua vacías o comida que no vamos a comer.




Adis ababa (ver en mapa)

31/12/2007:
Ethiopia,+Addis+Abeba Ethiopia,+Addis+Abeba,+500+persons+waiting+in+Sudanes+Embassy


Alexandra tenía ganas de celebrar la Navidad en Addis Abeba y por este motivo habíamos estado corriendo para llegar a Lalibela, visité las iglesias en 24 horas y volvimos también escopeteados hacia Addis. Llegamos a Addis el lunes 24 por la mañana y nos reunimos con Michael, Stephania, y su pequeña hija Maria, la pareja de austriacos que nos habíamos encontrado en la embajada del Sudán hacía unos días. Con ellos visitamos a otro grupo de viajeros en un hotel de Addis para organizar alguna cena o comida de Navidad conjuntamente, pero éstos ya habían comprado comida para su cena. A pesar de todo, nos invitaron después de cenar para hacer unas copas, pero por la noche Alexandra se encontró mal (hay una pasa de gripe en Addis) y nos quedamos en casa de Claudio mirando películas en el ordenador. En cualquier caso, el siguiente día 25 sí hicimos una comida de Navidad en una pizzería con Michael, Stephania, y la pequeña Maria. Aunque la Navidad fuera una tradición casi sagrada para Alexandra, creo que ella también está sufriendo el típico desarraigo de los viajeros, en el cual los acontecimientos emotivos de la tierra de origen (fiestas, tradiciones, conflictos políticos, partidos de fútbol,...) pierden importancia. A mí ya hace tiempo que me pasa lo mismo, navegando entre dos culturas sin identificarme con ninguna de ellas.

El miércoles 26 pasamos todo el día en el taller de Andrea Rossetto, arreglando los desperfectos del coche causados por el viaje a Lalibela. Al mismo día, toda mi familia estaba reunida en Barcelona celebrando la Navidad. Es curioso pero, a pesar de haber recibido una llamada de mis padres hacía dos días deseándonos una buena Navidad, no pensé en mi familia reunida hasta ahora que escribo el diario (más consecuencias del desarraigo). Tuvimos que pasar la noche en el taller, porque habían enviado el estárter del coche a limpiar y no estaría listo hasta el día siguiente por la mañana (en realidad el estárter tenía un problema más grave, pero decidí solucionarlo más adelante).

El jueves 27 por la mañana, tomamos un taxi hacia la embajada del Sudán. Era el primer día que abrían después de 10 días de fiesta. Antes de cerrar el día 17, nos habían comunicado que el día 27 podríamos tramitar el visado de tránsito y que lo podríamos recoger el día siguiente. Pero sólo lo pudimos tramitar, porque por la tarde nos comunicaron que aunque nuestros visados estaban aceptados, no los podríamos pagar hasta el día 31 y pasarlos a buscar al día 1 de enero del próximo año.

Así pues, nos van sobrado otros 3 días en Addis Abeba, sin ningún otro desperfecto a reparar ni ninguna otra atracción a visitar. En la misma situación se encontraban Michael, Stephania y su pequeña hija, así pues compartimos la espera con ellos, decididos también a compartir el fin de año. Seguimos acampando en casa de Claudio, pero cada mañana movimos la autocaravana hasta el hotel donde se alojaban los austriacos y pasábamos el rato con ellos, conversando o jugando a bádminton con unas raquetas suyas.

Michael es un joven que pronto cumplirá los 30 años, muy trabajador y apañado, y por lo visto muy requerido en Austria para solucionar o construir cualquier cosa. Stephania es chica de 20 años, sencilla y vegetariana, que poco después de conocer Michael se quedó embarazada. Aun así, pocos meses después de tener la niña hicieron un largo viaje por India, y después de trabajar un poco más en Austria, se embarcaron en un nuevo viaje por tierra hasta Etiopía (no más lejos porque el motor de su vieja autocaravana a duras penas aguanta). Su hija Maria es una niña de 20 meses alegre y extrovertida que siempre cautiva al corazón de los Etíopes. De momento Maria está bastante mimada, por que con sus ojitos y sonrisa consigue cualquier cosa que pida, aunque sea un caramelo de un niño pobre que los vende por la calle o una banana de una frutería.

Hoy día 31, el último día del año, era el día de ir a pagar el visado para el Sudán. Hemos llegado a la embajada por la mañana, 30 minutos más tarde de la hora oficial de apertura. A fuera había unos 500 etíopes (los conté aproximadamente) también esperando para entrar. Los guardas nos han dejado esperar cerca de la puerta de entrada (los blancos tienen prioridad), aun así, hemos tenido que esperar unas dos horas bajo el ardiente sol. Junto con nosotros y los austriacos había otros blancos de diferentes nacionalidades: alemanes, belgas, holandeses, ingleses ... también una china y dos coreanas que se conocieron a la embajada. Definitivamente, la embajada de Sudán es el meeting point (punto de encuentro) de los extranjeros en Addis Abeba. La espera de las 500 personas ante la embajada me ha parecido una vergüenza denunciable, pero después he recordado haber visto colas similares enfrente de embajadas europeas, por lo tanto, no me podía quejar. Al abrirse la puerta, Alexandra y los austriacos se han podido colar, pero debido a la caótica aglomeración posterior, el oficial no ha dejado entrar a nadie más y yo me he quedado fuera. Los guardas han empezar a aclarar la entrada a golpes de bastón y han conseguido formar dos colas lado y lado de la puerta, la mayoría de los cuales de seguro no entrarían hoy. La embajada del Sudán había estado cerrada para los etíopes durante 15 días y esta era la razón de las excepcionales aglomeraciones. Por otro lado, la gran cantidad de etíopes que piden el visado del Sudán parece ser uno de los principales motivos de la dificultad de conseguir el visado sudanés desde de Addis. Todos los extranjeros, incluyendo los etíopes, necesitan la aprobación de Jartum para tener el visado de turismo. En cambio, desde Egipto, en 24 horas te entregan el visado. Hay viajeros que vuelan a Egipto desde de Addis para conseguir el visado y después poder seguir el viaje por tierra desde Etiopía. Al cabo de media hora observando los policías poniendo orden en las colas, el oficial de la puerta me ha dejado entrar. Todos los blancos estaban esperando para pagar delante de una taquilla que estaba cerrada. Finalmente hemos podido pagar y a última hora hemos podido entregar los pasaportes para que el miércoles día 2 (en vez del martes) nos devuelvan los pasaportes con el visado.

Después de comprar comida y bebidas hemos ido al hotel donde se hospedaban los austriacos, para celebrar con ellos el fin de año. Aunque habíamos anunciado nuestra llegada al hotel, el aparcamiento que habíamos reservado al lado de la autocaravana de Michael y Stephania estaba ocupada por dos coches. Alexandra ya estaba un poco de mal humor, pero este contratiempo la ha enfadado de sobremanera. La tarde ha ido pasando pero los coches no se marchaban, y la furia de Alexandra ha seguido en aumento, insultando a los trabajadores del hotel y sin hablarme porque yo aceptaba la realidad y no la defendía. Alexandra estaba de tan mal humor que en un momento que he ido a comprar cervezas con Michael, éste me ha preguntado inocentemente "seguirás el viaje solo cuando no aguantes más el Alexandra"?. Finalmente ha aparecido uno de los conductores y ha aparcado su coche fuera de nuestra plaza asignada, pero el otro coche, un taxi, ha seguido en el mismo lugar. Observando que el taxista no llegaba y que el enfado del Alexandra no disminuía, los trabajadores del hotel han abierto el taxi con unas pinzas y han podido apartar el coche. Así pues, finalmente he podido aparcar la autocaravana al lado de los austriacos. Aun así, Alexandra no se ha calmado y ha seguido enfadada y chillando histéricamente a los trabajadores del hotel, tanto, que éstos me han pedido de marcharnos del hotel. Pero yo les he pedido un momento para arreglar las cosas, y mientras Michael los invitaba a un whisky yo he cumplido una de las amenazas que mas aterrorizaban a Alexandra y he cortado la cola de Tuki, su elefante de peluche. Eso ha tranquilizado a Alexandra, aun así no hemos tenido uno de los fines de años más felices, aunque haya intentado olvidar los momentos anteriores con unas tres cervezas y media botella de whisky.



02/01/2008:
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Después de la desgraciada noche de fin de año, comuniqué muy seriamente a Alexandra que si tenía otra crisis de nervios nos lo dejaríamos. Desde Zambia ya había tenido 5 crisis de nervios en diferentes situaciones y yo no me encontraba con fuerzas de soportar ninguna más. Alexandra es como una niña malcriada que cuando las cosas no son como ella quiere se pone a chillar o llorar como una histérica, como cuándo no pudimos aparcar al lado de los Austriacos, cuando no quiso mover la autocaravana para visitar a un amigo a las afueras de Nairobi, cuándo nos encontramos en la playa de Diani Beach sin poder aparcar en un lugar tranquilo, cuando atasqué el coche yendo hacía el pueblo de Livingstònia en Malawi, cuándo me desvié antes de Lusaka para visitar un fuerte que aparecía al mapa ...

En cualquier caso, la tensión parece que se ha ido suavizando hoy, cuando por fin hemos podido recoger el esperado visado del Sudán (hacía más de uno mes que lo habíamos solicitado) y hemos empezado a hacer camino hacia Bahir Dar, donde esperamos relajarnos con los austriacos.

Hemos ido dejando Addis Abeba atrás con un extraño sentimiento de culpa, durante el mes que habíamos pasado en la capital, no había realizado ninguna entrevista para tomar el pulso en el mundo, aunque había tenido bastantes oportunidades, sobre todo con los amigos de Claudio. Me he propuesto a partir de ahora tomarse más seriamente el proyecto.




Bahar Dar (ver en mapa)

08/01/2008:
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Bahir Dar es un encantador pueblo en el Sur del lago Tana, justo al lado del nacimiento del Nilo Azul que toma las aguas del lago. Desde el hotel donde acampamos podíamos ir a zambullirnos al lago, rodeados de negros que nos observaban como si fuéramos una atracción turística. A menudo, el horizonte del lago era recortado por una fila de pelícanos que aleteaban las alas rítmicamente. Por el jardín del hotel había otras especias de menores y curiosos pájaros, algunos con una larguísima cola que no pude fotografiar. Bordeando el lago había un bonito paseo, a final del cual descubrí un bar donde se reunían decenas de pelícanos que esperaban que les tiraran los restos de algún pescado.

Bahir Dar era un buen punto para celebrar un aniversario, y ésta fue la suerte de Michael que cumplió 30 años al día siguiente de nuestra llegada. Durante estos días, y acompañados a menudo de alguna cerveza, hemos estado conversando de nuestras vidas y sobre nuestros proyectos y sueños. Michael es un chico sencillo que quiere vivir fuera del sistema. Hace pocos años estuvo viviendo tres años en una barraca sin agua corriente ni electricidad, cerca del bosque, y allí quisiera vivir toda la vida. Pero se quejaba de que el gobierno austriaco no le permitiría cumplir su sueño, porque de hacerlo, el gobierno le tomaría la hija. Yo le expliqué mi situación, completamente al revés, mis padres son los que fueron a vivir desde Barcelona a una masía sin agua corriente ni electricidad. Allí crecí hasta los 20 años, pero después de los estudios me integré al sistema creando una empresa. Pensaba que hacer la vuelta en el mundo era una manera de desligarme del sistema, pero Michael me hizo notar mucho acertadamente que seguía completamente integrado en el sistema, viajando con una moderna autocaravana, con esponsores, escribiendo para revistas, pensando escribir un libro ...

El tercero o cuarto día en Bahir Dar fuimos a visitar las cascadas del Nilo Azul, a pocos kilómetros del lago Tana. A pesar de la desaprobación del Alexandra, ofrecí a los austriacos ir los cinco en nuestra autocaravana. Aun así, Alexandra supo refrenar sus nervios y no se enfadó excesivamente cuando la pequeña Maria se meó en el asiento o cuando la caja de las bombonas de gas se desenganchó debido a las vibraciones del camino. En cualquier caso, Alexandra se quedó en el coche mientras yo andaba con los austriacos hasta las magníficas cascadas. De todas maneras, antiguamente las cascadas tenían que ser todavía mucho más impresionantes, ya que buena parte del agua del Nilo Azul es recogida por una central hidroeléctrica y la imagen está bastante alejada de la mostrada en los billetes de un bir (0,10$).

Ayer, después que Michael me arreglara desinteresadamente la caja de las bombonas de gas rota el día anterior, visité solo los cautivadores monasterios del lago Tana. Compartí una barca del hotel con dos otras parejas de turistas y nos dirigimos al monasterio de Entos Eyesu, que no visité (la entrada de cada monasterio costa 3,5$) por no encontrarse recomendado en mi guía, pero sí visité el bonito monasterio de Kebran Gabriel fundado en 1321 en medio de una pequeña isla donde viven 64 monjes. Allí, observando las bonitas pinturas de las paredes centrales, nos explicaron que los etíopes creen, según la Biblia, que Jesús era mulato, mezcla de blanco y negro, como los Etíopes. En torno a las cuatro macizas paredes centrales, el monasterio estaba rodeado por una pared circular y exterior a ésta, aún bajo el tejado de paja, unos bonitos portales de columnas. El monasterio de Ura Kidane Meret en la península de Zege tenía la misma estructura que el anterior, pero las pinturas quizás lo superaban con belleza. Quizás por este motivo, los alrededores estaban rodeados de vendedores de artesanía, la cual siempre es cara y sin el atractivo de los otros países africanos.

Por noche conocimos un alemán que vive en Etiopía desde hace 7 años. Empezamos a hablar de política y nos explicó la guerra entre Etiopía y Eritrea podría volver a explotar, básicamente por la fallida situación de Eritrea, el cual no dispone de divisas ni para comprar combustible. Una guerra sería una buena manera para callar las protestas internas. Por otro lado, la fuerza militar Etíope está enfocada básicamente a Somalia ayudados por los Estados Unidos. El gobierno provisional de Somalia aceptado internacionalmente pidió a Etiopía el apoyo de su ejército para reconquistar el país. Pero la razón de los Etíopes, no era otra que anular los tribunales islámicos somalíes que reclamaban parte del territorio etíope musulmán de la misma etnia somalí y que habían condenado a muerte todos los ortodoxos de la región. De todas maneras, los etíopes en general no están interesados en política, aunque tampoco están informados, por ejemplo, es imposible de saber las bajas militares debidas a la invasión de Somalia.

Hoy, por la tarde hemos alquilado unas bicicletas (0,35$/hora) y hemos pedaleado hacia las afueras del pueblo, cruzando el río Nilo Azul y después dirigiéndonos hacia el lago hasta una granja esponsorizada por holandeses que producían queso. El queso era delicioso, pero sólo hemos podido comprar 500gr, porque las otras tamaños que tenían eran enormes. En cualquier caso, la excursión con bicicleta ha estado una buena manera de despedirnos de Bahir Dar. Mañana nos llegaremos a Gondar y al cabo de dos días nos volveremos a encontrar a los austriacos para cruzar juntos el Sudán.




Gonder (ver en mapa)

10/01/2008:
Ethiopia,+children+asking+money+in+road+to+Gondar Ethiopia,+Gondar+castles Ethiopia,+Gondar+castles Ethiopia,+Gondar+castles Ethiopia,+Gondar


Antes de marcharnos de Bahir Dar, una pareja de australianos que se alojaban en el mismo hotel me pidieron de llevarlos hacia Gonder y a cambio pagarnos el equivalente al billete de autobús. Sabía que no sería del gusto de Alexandra, pero acepté. En cualquier caso, al final fue Alexandra la que mantuvo una conversación más estrecha con ellos que yo.

Mientras circulábamos por la bien pavimentada carretera, observé una bonita roca a fotografiar y me detuve. Tal como ya me esperaba, enseguida aparecieron una decena de niños corriendo de todas partes pidiendo dinero o bolígrafos. Al volver de hacer la foto entregué una botella de agua vacía a uno de los niños, pero al arrancar el coche saludando, vi por el retrovisor uno de los niños que empezaba a tirar patadas con fuerza contra la autocaravana. Con rabia, paré en seco mientras el niño en cuestión huía corriendo. Al instante cogí una piedra y la lancé con puntería, aunque afortunadamente no lo toqué. Entonces volví al coche amenazando al resto de niños, los cuales siguieron paralizados después de nuestra marcha.

Pero éste no fue el único incidente con los niños. Después de dejar a los australianos en su hotel de Gonder, aparqué en una explanada enfrente del recinto real y Alexandra empezó a preparar la comida. Comimos y justo después, mientras yo estaba cagando, un niño golpeó la puerta. Alexandra dejó sonar la alarma un minuto, pero instantáneamente el niño (o niños) siguieron golpeando más fuerte. El proceso se repitió 3 veces, sin que los niños dejaran de picar la puerta y al final, enfadado, descalzo y con el cinturón aun sin atar, abrí la puerta de repente y atrapé al primer niño que pude, el cual abofeteé un par a veces, mientras unos chicos mayores se mofaban más allá. Al final resultó que el niño era el mayor de los que picaban la puerta y aunque él negó que lo hubiera hecho, lo sermoneé que se lo bien merecía: por ser el mayor y no haber detenido en los demás más pequeños.

A pesar de estos pequeños incidentes, hemos podido disfrutar plenamente de Gonder, la llamada Camelot de África. Alexandra también ha disfrutado, porque después de mucho tiempo hemos visitado juntos una atracción turística de pago (a excepción del museo de Addis Ababa). El recinto Real de Gonder es maravilloso, seguramente no sería tan extraordinario en Europa, pero lo es por su presencia en el África. Etiopía había sido un país gobernado desde antes del nacimiento de Cristo por diferentes dinastías reales, las cuales se habían beneficiado de la situación privilegiada de su país, a caballo entre diferentes rutas comerciales. Al principio del siglo XVII, el emperador Fasiladas fundó una nueva capital en Gonder (las anteriores habían estado en la provincia de Lalibela) la cual prosperó durante un siglo y medio, hasta que las conspiraciones e intrigas Shakespearianas provocaron su bajón. El recinto Real contiene diversos palacios y castillos, algunos de los cuales se conservan bastante bien y otros sólo en escombros.

A excepción del recinto Real, algunas iglesias (que no hemos visitado) y los baños de Fasiladas, Gonder no tiene demasiado interés. Aun así hemos permanecido hasta hoy, puliéndonos los últimos birs. Por la tarde hemos salido de la ciudad dirección al Sudán, con la intención de detenernos a una decena de kilometros, en un punto acordado previamente con los austriacos. Michael, Stephania y su hija Maria ya se encontraban allí, con su coche rodeado de niños y algunos adultos. Hemos aparcado detrás suyo y hemos empezado a conversar sobre los empipadores Etíopes. De todas maneras, al cabo de poco, se ha acercado un hombre de una casa próxima y nos ha invitado a tomar café. Yo y Michael hemos aceptado agradecidos y mientras tomábamos las tres tazas de rigor, la pequeña Maria correteaba por la pequeña casa de barro dando risa a todo el presente. Me ha gustado la hospitalidad mostrada, aun así, al acabar de tomar el café y de comer un poco de injera (la comida típica de Etiopía), entendí que los anfitriones nos pedían dinero, aunque no muy insistentemente. Es una lástima que los Etíopes siempre piensen en dinero cuando ven un blanco. Es verdad que la mayoría son muy pobres, pero no tanto como en otros países por los cuales hemos pasado. Más tarde, pensando en los motivos de la pobre hospitalidad etíope, he pensado que la religión juega un papel muy importante porque la religión cristiana no obliga a la hospitalidad, muy contrariamente a la musulmana.

Al volver a las autocaravanas, nos hemos encontrado que Stephania había acabado de cocinar una deliciosa sopa. Michael ha ofrecido un plato a nuestro anterior anfitrión, el cual ha aceptado gustosamente. De todas maneras, me ha sorprendido la poca habilidad para sostener la cuchara (siempre comen con las manos), pero todavía me ha impresionado más observar la cara de asco al probar la sopa, la misma cara que el resto de chicos que se han ido pasando el plato, hasta que lo han tirado. Podía entender que Alexandra hiciera igual cara de asco al probar la injera, pero me ha constado de aceptar que pudiera pasar lo mismo con una exquisita sopa austriaca.




Sudan border (ver en mapa)

11/01/2008:
Ethiopia,+our+car+with+austriacs+one. Ethiopia,+family+that+invite+us+to+coffe Ethiopia,+michael+playing+with+children Ethiopia,+children+arround+the+cars


Por fin estamos a punto de salir de Etiopía, y no escribo "por fin" porque nos haya costado tanto conseguir el visado del Sudán, ni para que la carretera de Gonder en la frontera no estuviera en demasiado buen estado, escribo "por fin" porque finalmente dejaremos de ver etíopes. Todos estamos cansados de que, en general, los etíopes nos saluden con un "give" (entrega) o directamente "money" (dinero), en vez de "buen día" o "como estás". También estamos cansados de que una gran mayoría no nos saluden moviendo la mano, y simplemente la extiendan con la palma arriba con acción de pedir. También estamos cansados de que intenten engañarnos por el hecho de ser blancos (aunque eso pasa en muchos otros países africanos) o incluso robar (a Stephania le robaron los zapatos en el punto donde acampamos la noche anterior). Y es una lástima que estemos tan cansados de los habitantes de Etiopía, porque el país es muy bonito. Quizás habría sido mejor que hubieran sido colonizados una temporada más larga o que no hubieran recibido tanta ayuda durante las hambrunas, pero definitivamente, lo mejor que les podría pasar sería que dejaran de recibir tantos turistas ricos que no les importa dar dinero a los niños que dejan sus rebaños sin cuidado o dejan de ir a la escuela para poder pedir.





Sudan

Khartum (ver en mapa)

14/01/2008:
Sudan,+Khartum,+women+seling+te.


Si conseguir el visado del Sudán ya fue toda una odisea, conseguir registrarnos en la oficina de inmigración del Sudán, también fue toda una aventura. Todos nos preguntábamos por qué nos teníamos que registrar en la oficina de inmigración si no éramos inmigrantes, ni tan solo turistas, simplemente teníamos un visado de tránsito para llegar a Egipto. En cualquier caso, si no nos registrábamos podíamos tener verdaderos problemas y lo primero que hicimos al llegar a Jartum fue dirigirnos a la oficina de registro de alienígenas (el otro nombre de la oficina). Hicimos diversas colas para conseguir los formularios, y después de completarlos hicimos algunas más para presentarlos, pero cuando llegó nuestro turno nos comunicaron que no nos podían aceptar los formularios porque necesitábamos una garantía de algún Sudanés. Michael tenía unos buenos amigos en Jartum que había hecho cuando llegó de Egipto y les telefoneó. Primero se presentó Shazeli, el cual nos entregó una fotocopia de su pasaporte como garantía, pero al llegar de nuevo nuestro turno después de más colas nos volvieron a comunicar que no aceptaban pasaportes como garantía. Al cabo de poco llegó Yossef, el hermano de Shazeli, hicimos fotocopias de su tarjeta de identidad y de su tarjeta de trabajador para las Naciones Unidas, pero de nuevo nos rehusaron la garantía explicándonos que necesitábamos un carné de identidad internacional, un documento que muy pocos Sudaneses poseen. Por la noche, mientras cenábamos una deliciosa comida que cocinó la mujer de Yossef, éste estuvo telefoneando a amigos y familiares preguntando quién nos podía garantizar. Pero hoy por la mañana todavía nos encontrábamos en la misma situación: queríamos salir del Sudán, pero nos sería imposible si no encontrábamos alguien que garantizara nuestra estancia. ¡Ante la grave problemática, hemos vuelto a la oficina de registro de alienígenas (qué nombre! Como si fuéramos extraterrestres) para preguntar entre la gente de las colas si alguien nos podía garantizar a cambio de pagar algunos cuántos dólares (es increíble, los Estados Unidos son el principal enemigo del Sudán pero el país sólo acepta dólares y a duras penas euros). Hemos preguntado y preguntado pero nadie nos podía garantizar, hasta que una alemana en una situación similar a la nuestra nos ha sugerido ir a un hotel donde también nos podían garantizar. Hemos ido a un hotel próximo insinuando que más tarde nos alojaríamos y sorprendentemente nos han hecho el papel necesario sin ningún tipo de problema. Después hemos vuelto a la oficina que estaba cerrada por ser hora de comer, pero hemos entrado por una puerta lateral y afortunadamente nos han sellado al instante los pasaportes diversas veces, eso sí, después de pagar unos 40 $ por persona. En la frontera también nos podíamos haber registrado, pero lo descartamos porque nos cobraban 65 $. Me había ahorrado 50 $ entre los dos y seguramente había valido la pena perder un día y medio, pero ha estado agotador.

Después de los trámites hemos tomado un pequeño autobús desde el moderno centro de Jartum dirección al barrio de Yossef, el amigo de Michael en casa del cual habíamos aparcado las autocaravanas. Hemos cruzado el Nilo Blanco, muy próximos a la unión con el Nilo Azul, y hemos estado circulando unos kilómetros más hasta un mercado, donde todo el mundo ha bajado del autobús. La zona nos era desconocida, pero preguntando y andando más de dos horas hemos llegado a la casa de Yossef. Durante el camino nos hemos parado algunas veces a tomar té, preparado con un coladero conteniendo hojas de te trituradas sobre las cuales se vierte agua muy caliente, instantáneamente sale un té sabroso de color oscuro en el cual añaden mucho azúcar. Si el centro de Jartum es moderno, con grandes edificios, los extensos barrios de las afueras son tradicionales, con casas bajas y calles del tierra, aunque atravesados por grandes avenidas.

Al llegar a media tarde a casa de Yossef, nos esperaban las mujeres y un nuevo festín. Michael y Stephania habían conocido a Yossef cuando estaban cruzando Sudán dirección a Etiopía. En Jartum estaban pasando la noche aparcados en una gasolinera, pero Yossef les ofreció de aparcar delante de su casa, tratándolos como los más apreciados invitados. Al volver a Jartum, Yossef y su familia también nos recibieron a mí y a Alexandra con los brazos abiertos, ofreciéndosenos amistad, comida y toda la ayuda que nos fuera necesaria. Que diferente de Etiopía, aquí hay verdadera hospitalidad, y se ofenden realmente si les propones colaborar económicamente con la compra de los alimentos compartidos.





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