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‹ Anterior (18/10/2008) MES Siguiente (2008-12-17)› ‹ Anterior (2009-08-29 - Nepal) PAIS Siguiente (2009-09-19 - Pakistan)› India Kolkata (ver en mapa) 22/11/2008: Después de unas 8 horas de conducción desde Bodhgaya, nos detuvimos en una gasolinera y nos pusimos a dormir bien temprano con la intención de seguir el viaje a partir de las cuatro de la mañana. Y aunque fue difícil no ignorar el despertador, el premio para los madrugadores fue doble, pues tal como nos esperábamos pudimos circular el centenar de kilómetros que nos faltaban hasta Kolkata sin tráfico y entrar en la ciudad a las seis de la mañana con las calles desiertas; pero además, pudimos aparcar en una tranquila y céntrica calle, que un par de horas más tarde se abarrotó de coches que también querían aparcar allí. Habiendo descansado un poco más en la cama de la autocaravana, hacia las diez de la mañana salimos a hacer las gestiones a que habíamos venido a Kolkata: Intentar recuperar los datos de mi ordenador portátil estropeado (principalmente el diario escrito desde la entrada a India hasta Gwalior) e informarnos sobre los permisos para cruzar el estado indio de Manipur (en permanente conflicto) y así poder entrar en Myanmar (Birmania). Y aunque tuvimos que esperarnos cuatro días, al final, hoy una eficiente empresa me ha entregado tres DVDs con la información perdida y antes de ayer una oficina del gobierno nos informó de los requerimientos para visitar Manipur, básicamente estar casados o ser un grupo de mínimo cuatro personas. Así pues, nos sobraron un par de días para visitar Calcuta (nombrado Calcuta durante la colonización inglesa), una ciudad sin demasiado interés turístico en comparación a otras ciudades visitadas en la India, aunque bastante moderna y bien cuidada. Sorprendentemente, Kolkata no es la estereotipada ciudad que esperábamos ver, los edificios coloniales que vimos no estaban tan decadentes como en las antiguas crónicas, y en general tenían bastante arregladas las plantas bajas, ocupadas por tiendas y restaurantes; y tampoco está excesivamente presente la pobreza que la católica madre Teresa de Calcuta combatía, pues parece que las políticas marxistas de West Bengala han favorecido la vida rural frente la urbana, evitando las grande hordas de refugiados que en pasadas hambrunas se dirigían a la ciudad. En cualquier caso, Kolkata nos mostró tres típicas imágenes que no habíamos observado en las otras ciudades indias que habíamos visitado. La primera imagen (repetida dos veces) fue un antiguo camión de bomberos que intentaba abrirse paso entre el caótico tráfico de Kalkota a toque de campana; más tarde, unos amigos hechos en Kolkata nos explicaron, que los camiones de bomberos tienen campana en vez de sirena para que los conductores los puedan diferenciar de los coches de policía o ambulancia (no sé si para darles más o menos preferencia). La segunda imagen, presente en múltiples calles de Kolkata, eran los restaurantes que se montaban en las aceras, protegidos bajo un plástico y ofreciendo gran diversidad de menús a los transeúntes que normalmente hacían la comida de pie. Finalmente, nuestra atención se fijó inevitablemente en los numerosos rickshaws, los cuales en vez de ser arrastrados a motor o bicicleta, son arrastrados por la fuerza bruta de los porteadores, los cuales llevan una pequeña campana a la mano para avisar de su paso. En Kolkata existen los últimos riskshaws porteados por hombres, y aunque el gobierno los quiere hacer desaparecer éstos muestran una gran resistencia, ya que del trabajo de cada uno de ellos depende una familia, contando al mismo tiempo con la simpatía de buena parte de la población. Además, según nuestros amigos de Kolkata, incluso el gobernador de West Bengala utiliza los rickshaws cuando las calles están inundadas durante los monzones y el resto del tráfico está aturado. Habiendo estado mencionados sin honor, acabaré de escribir el relato de Kolkata destacando la gran hospitalidad recibida por Rudredab y su mujer, los cuales nos dejaron aparcar en su espacioso jardín y nos invitaron a una deliciosa cena. Rundredab es abogado, y su mujer colabora en una ONG que ayuda a mujeres afectadas por la violencia, pero ahora estaba de baja porque hacía dos meses había tenido dos hijos gemelos. Durante la cena nos hablaron sobre la Kolkata cultural que ha visto crecer a numerosos artistas, pensadores y escritores, como el poeta Rabindranth Tagore. También hablamos - aparte de rickshaws y camiones de bomberos - sobre las bodas, explicándonos que ellos se habían casado por amor (sin ser un matrimonio arreglado) y según el ritual hindú, en el cual se escoge la mejor fecha y hora de la boda en función de afinidades astrológicas. Finalmente, hoy por la mañana nos hemos despedido comentando que muy posiblemente nos volveremos a ver antes de visitar el sureste Asiático, y hemos empezado a hacer carretera dirección sur. ---- Aprovechando que Rudredab se mostró abierto a ser entrevistado, tomé el pulso al mundo con él (aunque la entrevista se grabó mal). Rudredab opinaba que los principales problemas en el mundo son referentes al medio ambiente; los países occidentales deberían de hacer más para eliminar la contaminación y ya que comparativamente India tiene poca contaminación por cápita. En cualquier caso, todos los países tendrán que hacer sacrificios e incrementar el coste de producción para no contaminar. Aunque él no hace demasiado a nivel personal, todo el mundo puede colaborar a reducir la contaminación. El principal problema en la India es la falta de educación y la corrupción, que se encuentra a todas partes (por ejemplo, tienes que pagar una propina para que los trabajadores de la compañía eléctrica te acepten el pago mensual y no te corten después la luz). El problema se solucionaría si nadie aceptara pagar corrupción, aparte de subir los salarios en el sector público. A nivel personal Rudredab es feliz, ni tan solo sabe como puede ser más feliz. El secreto de la felicidad es ser feliz con lo que tienes. Puducherry (ver en mapa) 29/11/2008: Hemos estado conduciendo durante ocho días unos 2200 km por la costa este, con el fin de llegar al sur de la India, donde celebraremos el aniversario de Alexandra de aquí unos cuatro días y donde nos encontraremos con David, Maria y los padres de éstos unos días más tarde. Si la memoria no me falla, esta etapa habrá estado la distancia más larga recorrida en menos tiempo de todo el viaje; y naturalmente, hay diversos factores que la pueden justificar. Por una parte, hemos circulando por una de las mejores carreteras de la India, poco transitada por camiones y de dos carriles todo el rato, a excepción de algún centenar de kilómetros en el estado de Orissa, donde la carretera estaba a medio construir desde hacía algunos años, como si el dinero para seguir construyendo la carretera se hubiera evaporado, probablemente a causa de la corrupción. También ha contribuido a esta maratón de kilómetros, el hecho de que en la costa este de la India no hay demasiados monumentos a visitar (en comparación al Norte, Oeste y sur de la India), quizás, porque los reinos que gobernaron la costa del Mar de Bengala eran menos poderosos; o porque las bajas llanuras del este tenían menos canteras de donde extraer rocas y construir monumentos que aguantaran el paso del tiempo; o porque muchos de los templos que a pesar de todo se elevaron, fueron destruidos por los ejercidos musulmanes que en el siglo dieciséis llegaron a la costa este, poco antes de su decaimiento. En cualquier caso, sería inimaginable que en 2000 kilómetros no hubiera ningún punto de interés a visitar, y en realidad hay unos cuantos, aunque nosotros sólo visitamos tres, todos ellos en el estado de Orissa. Primero visitamos Kornak, un tranquilo pueblo donde está el impresionante templo del sol, construido en el siglo 13 por un rey de Orissa, probablemente para celebrar una victoria militar sobre los musulmanes. Después de visitar el templo, nos dirigimos hacía a la larga playa que se extiende delante de Kornak, y donde por primera vez desde Turquía pudimos volver a observar la cautivadora inmensidad del mar azul. Naturalmente no me pude resistir de hacer un baño, pero salí tan rebozado de minúsculos granitos de arena que se me pasaron las ganas de volver a intentarlo de momento. Al día siguiente de Kornak visitamos Puri, a pocos kilómetros de Kornak, pero con un ambiente completamente diferente, pues Puri es uno de los centros de peregrinaje hindú más importantes de la India, siendo el templo de Jagannath Mandir la principal atracción, el cual tiene la entrada cerrada a los no hinduistas. En cualquier caso, mereció la pena pasear por la ancha avenida llena de pequeños comercios que durante las celebraciones hinduistas deben estar a reventar de peregrinos. Por otro lado, Puri fue uno de los puntos de la India donde me sentí más intimidado por la religión hinduista. Tenía la sensación que los peregrinos o gente del pueblo se dirigían a mí con agresividad e intolerancia por el hecho de no ser hinduista, como si me estuvieran manifestando que nuestro lugar no se encontraba allí. Así pues, habiendo interpretado este mensaje que me parecía recibir, nos dirigimos a continuación hacia la ciudad de Bhubaneswar, capital de Orissa. De todas maneras, a pesar de ser la capital (o quizás por eso), sólo me perdí una tarde por el sur de la ciudad, donde hay esparcidos diversos templos hinduistas construidos durante los siglos 9 y 10. Entre estos bonitos templos, tuve la ocasión de asistir a diversas ceremonias hinduistas, que posteriormente, durante el viaje me hicieron pensar bastante. Mientras pasábamos de largo en diversas ocasiones grandes estatuas (de unos 10 metros de alto) del Dios Hanuman, o Dios mono, me convencía de que el hinduismo es una de las religiones más supersticiosas del mundo. En ocasiones también nos cruzábamos con grandes carteles a lo largo de la carretera anunciando Gurús, como quien anuncia un negocio, con frases hindúes que yo interpreto como: ‘cree en mí, paga y tendrás el paraíso’. De hecho, la mayoría de templos en la India son privados y son financiados con las donaciones particulares, en algunos casos recopilando millones de rupias, cuando se cree que un templo ayuda a cumplir tus deseos. Pero uno de los aspectos que más me sorprende, aparte de observar mil y una maneras diferentes de adorar los Dioses hinduistas, son las ceremonias en las que un gurú hace repetir diversos mantras a una persona, mientras la bendice y le hace tirar flores, alimentos y agua por encima de formas dibujadas en el suelo, o sobre llamas o figuras de dioses. A buen seguro que con estas hipnóticas ceremonias, el fiel acaba creyendo cualquier mensaje positivo que le diga el gurú, acabando la sesión con una personalidad completamente reforzada y capaz de afrontar cualquier reto que la vida le destine, aunque sea curar una enfermedad. De hecho, estoy convencido que los hinduistas son tan supersticiosos y tienen tanta fe con su religión que pueden llegar a curar algunas de las enfermedades que tengan, de la misma manera que las pastillas inocuas pueden curar si tienen asociadas un efecto placebo, e igual que cualquier otro técnica basada en la fe de los resultados de la técnica: homeopatía, acupuntura... (con perdón por expresar esta opinión tan personal). De todas maneras, no me pasé todo el viaje meditando, también estuvimos bastantes ratos conversando y el resto de tiempo disfrutando del paisaje, en general infinitas llanuras de color verde, cultivadas en pequeñas parcelas, y separadas por filas de palmeras u otros árboles tropicales. También, fuimos observando como a medida que avanzábamos hacia el sur, el cielo se iba nublando, hasta que dos días antes de llegar al destino empezó a diluviar. Tenía ganas que lloviera, de hecho hacía unos cuantos meses que no habíamos visto la lluvia y la autocaravana necesitaba un buen lavado, pero de otro lado, nos preocupó que no hubiéramos escogido un mal lugar para celebrar el aniversario de Alexandra, pues estábamos llegando al sur de la costa del Mar de Bengala sin que la temporada de los monzones en esta región hubiera finalizado. Además, poco después de que empezara a diluviar, entramos de lleno en un profundo charco de agua y al salir descubrí horrorizado que el claxon del coche se había mojado y no sonaba. Era imposible de conducir sin claxon, es el instrumento más importante para conducir a la india, por ejemplo, ¿como podíamos avisar a los camiones de que llegábamos y que dejaran de conducir en zig-zag por el medio de la carretera? o ¿que no se cambiaran de carril inesperadamente? Realmente era suicida conducir sin claxon, así pues, aprovechando que ya oscurecía, aparcamos en una gasolinera para poder seguir al día siguiente con el claxon secado. El siguiente día y hoy hemos seguido avanzando hacia el sur bajo la lluvia, observando por los lados de la carretera muchas áreas inundadas y bastante gente mirando las aguas acumuladas desde puentes o posiciones elevadas de la carretera. De hecho, impresionaba más ver tanta gente impresionada que simplemente observar las aguas marrones, porque nosotros no sabíamos si las áreas inundadas antes formaban parte de una laguna o río. De hecho, sólo podíamos valorar la excepcionalidad de la situación cuando teníamos referencias claras de lo anormal, como las calles inundadas, las casas con el agua entrante por la puerta, o la autopista cubierta de agua (siempre los carriles contrarios). 05/12/2008: Cuando llegamos a Puducherry (hasta hace un año la ciudad se llamaba Pondicherry) las lluvias se habían acabado, pero por todas partes se observaban señales de la tormenta sucedida hasta hacía pocas horas, con algunas calles inundadas y bastantes árboles y ramas caídas. De hecho, estuvimos muy afortunados que desde nuestra llegada la lluvia sólo apareció unos pocos ratos a los primeros días, para después dejar paso a un sol espléndido que secó todas las calles y nuestra húmeda autocaravana. Así pues, hemos podido disfrutar de seis días de relax, uno de los principales deseos de Alexandra para su aniversario, que frecuentemente se quejaba de que no nos estuviéramos tomando vacaciones del nuestro ajetreado viaje. A pesar de que, por increíble que parezca, los romanos habían visitado Puducherry hace unos 2500 años, la principal influencia de la ciudad es francesa, país que dominó cuatro enclaves en la India desde finales del siglo XII hasta 1956, cuando cedió los territorios a India, 8 años más tarde de su independencia. Aunque la ciudad actualmente está ocupada por indios, el ambiente en la parte francesa está tranquilo y relajado, con calles flanqueadas por árboles, bonitas mansiones de estilo francés y una popular avenida separando la ciudad del mar, que continuamente restalla contra un acantilado artificial de rocas. La ciudad tiene como atracciones diversas iglesias y una catedral, pero lo que más nos llamó la atención fue un templo dedicado a Ganesh, a fuera del cual había un elefante que visitamos casi cada día. El elefante, llamado Lakshmi (deidad de la prosperidad), era una hembra de unos 18 años (un bebé aun, comentó su cuidador) que repartía bendiciones a todo aquél que entregara una moneda o billete. Al principio nos costó acercarnos a aquel gran animal y dejar caer una moneda a uno de los dos orificios de la trompa, en cuyo extremo guardaba las monedas reclinquinando hasta que el cuidador las reclamaba. Más tarde, sin embargo, tomamos confianza suficiente para dejar que el animal nos pasara la trompa por la cabeza (en señal de bendición) o para acercarnos más y acariciarle la frente de piel fina y sembrada de pelos espinosos. Muy próximo a Puducherry, hay otra atracción, el pueblo de Auroville, el cual no visitamos porque el día que teníamos la intención me puse enfermo. A pesar de todo, anteriormente habíamos visitado uno de sus proyectos y nos pudimos hacer una idea de la filosofía del pueblo y su comunidad. Auroville es una fundación del gobierno de la India, que ha comprado tierras para que personas venidas de todo el mundo puedan desarrollar proyectos positivos para la humanidad. Aunque el proyecto pretendía implicar en 50.000 individuos, la población actual es de unos 1500 adultos y unos 500 menores, proviniendo de 44 nacionalidades diferentes, aunque la gran mayoría (40%) es de origen indio. Nosotros en concreto visitamos Abraham y Yorit (provenientes de Israel), los cuales hace cinco años iniciaron el proyecto de Sadhana forest, con la filosofía de generar un impacto medioambiental, plantando árboles y contribuyendo a disminuir el CO2 de la atmósfera. Ayudándoles a desarrollar el proyecto, siempre tenían trabajando entre ellos de 10 a 80 voluntarios que venían de todo el mundo con la intención de quedarse un mínimo de dos semanas, disfrutando de acomodación gratuita a cambio de trabajo (4 horas al día durante 5 días a la semana), y pagando unos 2€/dia por los costes de la comida. De la misma manera, muchos otros proyectos similares se están desarrollando a Auroville, y muchos otros se podrían desarrollar si hubiera más gente en el mundo dispuesta a abandonar el sistema para ayudar a la humanidad (Auroville proporcionaría tierras y una ayuda económica mínima para desarrollar iniciativas). De todas maneras, según mi particular visión, aunque los Aurovillences crean haber abandonado el sistema, la comunidad no deja de ser otro subsistema con unas reglas que también se tienen que aceptar y que también pueden ser injustas por algunos sectores de la mini-sociedad (por ejemplo, el alcohol y las drogas, están prohibidas). A pesar de todo, creo que el subsistema Auroville es mejor en términos ecológicos y seguramente sociales (vuelan a una sociedad menos competitiva y sin miedo), aunque, también pienso que si el subsistema se convirtiera en sistema (por ejemplo dominado todo un país), acabaría teniendo los mismos defectos (o más) que cualquier otro sistema existente (Por ejemplo, un país que quisiera expulsar a todos los bebedores de alcohol tendría que afrontar grandes conflictos internos y externos). Así pues, según mi opinión, es muy positivo que existan muchos de estos proyectos o mini-subsistemas, los cuales, por otro lado, seguirán ligados al sistema global con internet, libros y tecnología mínima. Aunque, según sus estatutos, Auroville es un proyecto que quiere crear armonía entre la humanidad independiente de la religión de las personas, Auroville fue fundado por "la madre", una francesa discípula y colaboradora de Sri Aurobindo, ambos filósofos o gurús hinduistas que a través del yoga trabajaban por una evolución espiritual de la humanidad para unirla con el divino. Así nos lo explicó Lata, una mujer vieja que conocimos casualmente, que trabajaba como profesora de idiomas (hablaba muy bien el español) para el Ashram de "la madre" y de Sri Aurobindo. Aunque la filosofía del Ashram era demasiada esotérica para mí (y por descontado, para Alexandra) y demasiado centrada en la adoración de los difuntos gurús, Lata fue una buena guía para visitar algunas estancias privadas del Ashram, donde habían convivido "la madre" y Sri Aurobindo, en medio de lujosos regalos de marfil y tres sorprendentes cabezas de tigre disecadas. Igualmente, Lata también nos facilitó la entrada en los comedores del Ashram, los cuales servían comida muy sabrosa y muy económica a centenares de personas, algunas de las cuales provenientes de otros países. Finalmente, sólo me falta explicar que antes de ayer (el 3 de diciembre) celebramos el aniversario de Alexandra cenando en un buen restaurante, comiendo pescado desde hacía tiempo. De todas maneras, a pesar de ser la comida más cara pagada en los últimos meses, ayer estuve todo un día en la cama con diarrea y un dolor de cabeza terrible (seguramente por la deshidratación) y hoy también, aunque no me he encontrado tanto mal como para impedir nuestra marcha hacia Bangalore. Durante la cena del aniversario, igual que hacía un año en Etiopia, volvió a salir el tema de casarnos. Quizás el tema salió porque nos habíamos vuelto a poner el anillo de oro que nos habíamos regalado, pero que nos habíamos sacado al separarnos en el Pakistán; aunque el motivo real de la conversación de casamiento no dejaba de ser práctico. Todavía faltan algunos meses, pero nuestro viaje a América cada vez es más próximo, de la misma manera que se acerca nuestra separación forzosa si Alexandra no consigue un visado para entrar a los Estados Unidos (los rumanos lo tienen más complicado). La única manera de evitarlo sería una boda entre nosotros, la cual no veo del todo mal. Ya hace unos dos años y medio que estamos juntos y, aunque todavía siguen algunas desavenencias, no parecen que éstas sean un impedimento para seguir como hasta ahora nuestra convivencia. Además, las últimas semanas he estadp refrescando algunos aspectos de la filosofía budista y hay algunos cambios que quiero aplicar a mi convivencia con Alexandra. Creo que actualmente he conseguido desengancharme bastante de las posesiones materiales y éste es el motivo por el cual no fue un gran descalabro emocional perder el ordenador portátil y temporalmente sus datos; de la misma manera que cada vez me enfada menos que los indios toquen el coche, lo intenten abrir o incluso rasquen los adhesivos. Así pues, parece que estoy aprendiendo a perdonar algunas actitudes de los indios hacia nosotros, aunque hasta ahora no me había visto capaz de perdonar ciertas actitudes de Alexandra hacia mí. Por ejemplo, normalmente me vuelvo más que insoportable cuando Alexandra se vuelve insoportable, o me vuelvo hiper-histérico cuando Alexandra coge un ataque de histeria. Los comportamientos cuestan de cambiar, lo sé, pero así como ya he cambiado otros aspectos de mí, creo que también puedo cambiar eso, y ser más comprensivo con los altibajos emocionales de Alexandra con el fin de mejorar más nuestra convivencia. ¿Y si realmente puedo hacer estos cambios, por que no volver a pensar en casarnos? De hecho, sólo necesitamos ir a una institución India y tener dos testigos por persona, quizás pediremos a David, Maria y a sus padres que sean nuestros testigos ... * * Días más tarde Alexandra miró con más detalle los pasos a hacer para casarnos en la India y resulta que no es nada fácil. Así pues, lo tendremos que dejar para cuando volvemos a Europa y estudiar mientras tanto los pasos para tramitar su visado para los Estados Unidos. Bangalore (ver en mapa) 11/12/2008: Igual que muchas otras ciudades de la India, Bangalore está a punto de cambiar su nombre hacia el antiguo nombre utilizado antes de la colonización inglesa: Bengaluru; pero dejadme que siga utilizando el nombre de Bangalore, porque cuando uno está habituado a una nomenclatura, cualquier otra variante parece ridícula (También pasaba con Calcuta-Kolcata o Pondicherry-Puducherry). En cualquier caso, el origen popular del nombre de Bangalore o Bengaluru sí que tiene un cierto punto de ridiculez, pues significa "ciudad de las judías hervidas", un nombre que fue otorgado por un rey que se perdió por el bosque durante una expedición de caza. Cansado y muerto de hambre, el rey encontró la casa de una mujer vieja que sólo le pudo servir judías hervidas, pero tan buena encontró la comida, que el rey decidió fundar en aquellos parajes una ciudad en honor a las judías hervidas devoradas. De todas maneras, dejando de lado su nombre, Bangalore es conocida como el Silicon Valley de India y es por lo tanto una de las ciudades más modernas del país, y quizás una de las menos estresantes (como a mínimo para nosotros). Aparcamos en una tranquila calle que cruzaba el parque de Cubbon y en compañía de David y Maria, con quien nos encontramos al día siguiente de llegar, paseamos diversos días por el área de la calle MG (Mahatma Gandhi), donde hay diversas tiendas, restaurantes y cafés muy snobs y completamente alejados de nuestro ridículo presupuesto. De todas maneras, ayer nos alejamos del centro comercial de Bangalore y nos dejamos arrastrar por pequeñas callejuelas con pequeñas tiendecitas, hasta el gran mercado de la ciudad, a fuera del cual había muchas paradas de frutas y verduras extendidas sobre el suelo. Casi por error bajamos al piso inferior del mercado y allí nos encontramos en medio de un espectáculo impresionante y lleno de color (y fragancias), pues toda el área estaba llena de vendedores de flores y guirnaldas y mujeres que las cosían en línea o en otras formas interesantes. Por la madrugada de ayer mismo, llegaron los padres de David (José y Mariam) y los de Maria (Ramon y Mary), para celebrar con sus hijos las fiestas de Navidad, los cuales ya hacía casi dos años que habían salido de casa. Hoy se han presentado a la autocaravana y aunque casi no habían dormido durante la noche, han empezado a hacer muestra del mejor humor español, a más de llevarnos los regalos de Navidad con cierta anticipación: mi nuevo ordenador portátil y dos pares de filtros para el coche, los cuales no había encontrado fuera de Europa. Los ocho hemos ido a pasear por la calle MG donde los padres han empezado a tomar contacto con la cultura India y después hemos vuelto (teniendo que negociar muy duramente los precios de rickshaws) hasta su hotel, donde nos tenían reservada una buena fiesta. Sus padres habían traído diversas botellas de cava, paquetes de embutidos, pan y dulces de Navidad, productos que no habíamos probado desde hacía casi dos años. Empecé a devorar y beber (junto con David y Maria; y Alexandra, aunque hasta ahora no era demasiado amante de los productos españoles) con tanta avidez que me olvidé tomar alguna foto del acontecimiento. Definitivamente, para mí Bangalore no será la ciudad de las judías hervidas, sino la ciudad del chorizo, el jamón y el cava (deliciosos). Y ya de noche y medio borrachos, hemos vuelto a la autocaravana, donde mañana volveremos a viajar dirección a Puducherry, donde se dirigirán nuestros amigos mañana con un autobús nocturno. ‹ Anterior (18/10/2008) MES Siguiente (2008-12-17)› ‹ Anterior (2009-08-29 - Nepal) PAIS Siguiente (2009-09-19 - Pakistan)› |
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