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‹ Anterior (18/02/2011) MES Siguiente (2011-04-19)› ‹ Anterior (2011-03-15 - Mexico) PAIS Siguiente (2011-03-28 - Guatemala)› Belize Sartaneja (ver en mapa) 24/03/2011: Cruzamos la frontera entre México y Belice sin problemas, a diferencia de una pareja de alemanes que viajaban en el mismo autobús, los cuales fueron engañados a la inmigración mexicana y pagaron 40US $ sin que les entregaran ningún recibo. Poco más tarde llegamos a Corazal, el primer gran pueblo de Belice, un pequeño país de poco más de 300.000 habitantes, asentado en el Caribe entre México y Guatemala. Belice había sido una colonia del Reino Unido y por este motivo el inglés es el idioma oficial, aunque mucha gente habla español y criollo, una mezcla de inglés, español y algunas lenguas africanas, porque en Belice hay muchos descendientes de los esclavos negros, manteniendo una cultura muy africana: por la calle y el autobús se escuchaba música de ritmos africanos o música negra norteamericana, muchos mulatos tenían el cabello enredado estilo rasta y parecían fumados de marihuana, muchos otros chicos vestían con pantalones anchos y caídos al estilo rap, ... De todos modos, las tiendas de comestibles y hostales eran regentados en su mayoría por asiáticos (algo bastante común también en África) que ofrecían los productos a precios bastante elevados, motivo por el cuan en el autobús proveniente de México había muchos beliceños cargados con bolsas de comida. Muchas casas de Corazal estaban construidas de madera, algunas de ellas elevadas del suelo para evitar la humedad, pero la mayoría eran de obra, debido a los numerosos huracanes que han afectado la costa de Belice. También me llamó la atención las muchas casas que tenían ropa en los balcones, extendida ante las calles polvorientas. Dormimos en un buen y caro hostal en Corazal y al día siguiente tomamos un par de autobuses hacia Sartaneja, un pequeño poblado perdido en el Norte-Este de Belice que nos habían recomendado visitar, básicamente porque había un hostal regentado por una pareja de Suiza y Canadá que ofrecía buena acomodación a precios muy económicos. Durante el trayecto en autobús nos extrañó de ver a muchos hombres y mujeres de piel blanca vistiendo similares a los europeos de hacía dos siglos. Parecían amish, y efectivamente, eran menonitas (similares a los amish que visitamos en Estados Unidos). En el autobús había un salvadoreño muy simpático amigo de un menonita con quien comenzó a bromear, explicando que el menonita tenía una amante beliceña pero que los Menonita no permitían a los beliceños de acercarse a sus mujeres. Después, me explicaron que la mayoría de los menonitas en Belice provenían de México y Canadá, y originalmente Europa, conservando el alemán como idioma de la comunidad. Después, varios beliceños en el autobús manifestaron que los menonitas eran buenos vecinos y que básicamente eran muy pacíficos, pero también intuí que tampoco eran aceptados del todo, debido a su aislamiento voluntario. Sartaneja resultó ser un lugar muy tranquilo, increíblemente tranquilo. El segundo día me encontré un canadiense frente al muelle y me dijo ´Sartaneja es el mejor lugar de Belice´, le miré intrigado y añadió ´¿Te has fijado que las casas no tienen barrotes?, Se vive tranquilo y en paz aquí, además el agua del mar y las calles son limpias´. Sí, Sartaneja era encantador por la calma que se respiraba, pero no demasiado más. No tenía playa, aunque nadé un par de días en el muelle donde había ancladas unas pocas barcas de vela y otro día me zambullí en un pequeño cenote o lago rodeado de manglares donde en teoría había algún cocodrilo. Por otro lado, el hostal donde nos alojamos también ayudaba a incrementar el atractivo del pueblo, básicamente por el buen ambiente y los buenos amigos que hicimos. Belice es el país de centro América con menos densidad de población, no es de extrañar pues que haya bastante tierra puesta a la venta y bastantes extranjeros dispuestos a comprarla. En el hostal de Sartaneja habías varios jóvenes con mentalidad ecológica que tenían el sueño de tener una granja biológica, cultivando vegetales y cuidando algunos animales, como gallinas o cabras. Me lo callé para mí, pero me pareció irónico que para cumplir sus sueños ecológicos, estos chicos tuvieran que comprar unas cuantas hectáreas de selva virgen o de bosques, los cuales tenían que talar para luego cultivar. Incluso había un australiano que había planeado ocupar un lugar remoto de un parque natural en su país para iniciar su granja biológica. Pensé que esta ironía ecológica se debía a un problema mucho más grave: la superpoblación. Actualmente somos casi 7000 millones de personas viviendo en el planeta tierra y, si todo el mundo quisiera comer productos biológicos, posiblemente no habría suficiente terreno cultivable en el mundo y se debería de talar mucha más selva. Porque la cultura biológica pudiera nutrir a toda la población, antes deberíamos de reducir el número de personas en el planeta o cambiar drásticamente nuestra dieta (básicamente convertirnos en vegetarianos). Mientras eso no ocurra, seguramente la mejor política sea buscar el máximo rendimiento de la tierra disponible, aunque sea a costa de utilizar transgénicos, fertilizantes e insecticidas. A excepción de nuestra estancia en Sartaneja, todos los viajeros que nos encontrábamos nos comentaban que Belice era bastante caro en comparación a México o Guatemala, sobre todo las visitas arqueológicas o actividades turísticas en general. Fue por ello, a pesar de nos lo hubieran recomendado, que descartamos la visita a las islas caribeñas de Belice y nos dirigimos directamente a Cayo - Santo Ignacio, un destino turístico en el interior del país, cercano a la frontera con Guatemala. Llegamos con los típicos autobuses beliceños junto con tres americanos que tenían intención de comprar un terreno cerca de Cayo, o más al sur, para crear un hostal con granja ecológica. Los americanos querían alquilar un coche en Cayo y nosotros nos habíamos animado de compartir los costes con ellos y visitar juntos varias atracciones turísticas de la zona. Pero a la hora de la verdad, el alquiler del coche era mucho más caro de lo que pensábamos y sólo visité, con otros chicos del hostal donde nos alojábamos, un bonito tramo de un río donde nos bañamos. El resto del día y medio no hicimos casi nada, aparte de conversar con otros viajeros y conectarnos a Internet. Así pues, teniendo en cuenta que el hotel no era excesivamente económico, que la mayoría de actividades turísticas eran extremadamente caras y que prácticamente no estábamos en contacto con la cultura beliceña, al final decidimos dar por terminada nuestra semana en Belice y entrar a Guatemala. Flores (ver en mapa) 28/03/2011: La mujer de la frontera de Guatemala me dijo: - Tienes que pagar 12Quetzals (2 €) Yo no sabía si esta tasa era oficial o no, pero ya teníamos demasiada experiencia cruzando fronteras en el mundo y manifesté: - No sabía que hubiera esta tasa de entrada, me darás un recibo? La mujer policía reaccionó rápido y exclamó: - Si quieres un recibo tendrás que ir a pagar la tasa al banco en el centro del pueblo. Yo me quedé pensativo un instante y seguí: - No entiendo porque no me puedes dar un recibo... Pero la policía me interrumpió enojada y dijo: - No insistas! No tendrás que pagar nada. Después avisé a dos finlandeses que viajaban en el mismo autobús que nosotros que no debían de pagar los 20Q y según me contaron después, la mujer policía estuvo maldiciendo al español un buen rato. De la frontera tomamos un autobús local hasta Flores, un bonito pueblo asentado en una península del lago Peten Itza. Quizás Flores se merecía un día de visita, pero el motivo principal de nuestra estancia en el pueblo fue su proximidad a las ruinas mayas de Tikal, de 2000 años de antigüedad, las cuales visité al día siguiente de llegar a Guatemala. Tomé un minibús turístico en las 5 de la mañana, para llegar a Tikal a la hora de apertura, a las 6, y fue un buen acierto, porque fue fantástico caminar por la selva rodeado por ruidos misteriosos hasta los templos solitarios, que se elevaban altivos entre el paisaje verde. Durante las 3 primeras horas que pasé caminando entre los diversos templos y subiendo las empinadas escaleras hasta la cima de algunos, me convencí de que estas eran las mejores ruinas mayas visitadas hasta el momento, mejores que las de Palenque. Pero un par de horas más tarde, cuando el sol empezó a aturdir y los caminos y templos se llenaron con grandes grupos de turistas, Tikal perdió buena parte de su encanto y decidí volver a Flores, aunque todavía me faltaran algunos rincones para explorar. La ciudad de Coban se encontraba a medio camino de las siguientes atracciones turísticas más al sur de Guatemala, y la habíamos escogido como punto de descanso o parada técnica, aunque el conductor del autobús nos advirtió que la ciudad podía ser muy peligrosa. Coban se encontraba fuera de la ruta turística, pero por suerte un alemán que trabajaba de voluntario en Coban nos ofreció de alojarnos a través de Couchsurfing. Pensamos que sería una muy buena manera para interactuar con gente que conociera la realidad de Guatemala pero las dos tardes que estuvimos con Herman, éste estaba demasiado cansado de su trabajo y prefería relajarse con sus amigos guatemaltecos fumando marihuana. Los amigos de Herman eran simpáticos, pero demasiado jóvenes y con demasiadas ganas de recrearse como para mantener alguna conversación profunda. Sin embargo, durante una conversación casual, uno de los chicos manifestó que era hijo de farmacéutico y que hacía poco tiempo unos atracadores habían robado dos veces la farmacia de su padre. La gente sabía quiénes eran los atracadores, los cuales habían efectuado varios robos, y entre los diversos dependientes de las tiendas del barrio contrataron a dos sicarios para que mataran a los ladrones. Al preguntarle cuánto cobraba un sicario en Guatemala, el chico me dijo que la recolecta que se hizo en el barrio sólo era de 50Quetzals (5euros) por tienda, porque un sicario cobra muy poco, sólo unos 100 dólares por encargo. También conversamos un poco con Kata, otra alemana que trabajaba con en Herman, quien nos explicó un poco el trabajo que hacían, educando a niños hijos de recogedores de basura, que vivían rebuscando y viviendo sobre el vertedero de la ciudad. Antigua Guatemala (ver en mapa) 05/04/2011: Antigua es sin duda uno de los mejores pueblos de América, seguramente el más bonito visitado hasta el momento. Tanto era así que Alexandra no se quería mover de allí, ni a los seis días, cuando yo ya empezaba a tener ganas de visitar algunos otros pueblos de la zona. Aunque Antigua fuera fundada por españoles en una zona de frecuentes terremotos, la ciudad prosperó como capital de Guatemala durante el siglo 17 y 18, hasta que en el año 1773 un fuerte terremoto la destruyó. La ciudad fue evacuada y se fundó una nueva capital donde actualmente se encuentra la ciudad de Guatemala, pero a mediados del siglo 19 la antigua ciudad comenzó a ser reconstruida manteniendo el carácter colonial de sus inicios, conservándose hasta hoy en día, cuando la mayor parte de sus edificios, iglesias y catedrales han sido reconstruidos siguiendo los planes originales. Normalmente, la mayoría de pueblos turísticos mantienen una plaza central histórica bonita y arreglada pero fuera de ella, los edificios modernos se imponen. En cambio, en Antigua, todo el pueblo conservaba la atmósfera colonial, con las calles empedradas, casas de un solo nivel de paredes robustas pintadas con vivos colores, numerosos edificios con arcadas de piedra y portales de madera cubriendo las aceras o los patios interiores e iglesias en cuyo interior los indígenas adoraban a los santos ofreciendo bonitos mosaicos hechos con vegetales o polvo de colores. Al fondo del pueblo, el altivo volcán ´el Agua´ se mostraba visible la mayor parte del tiempo, dando el toque final a este maravilloso pueblo. Uno de los días que nos estuvimos en Antigua, fui a visitar con un grupo el volcán Pacaya, el cual había explotado hacía poco más de una año, el 27 de mayo de 2010, por lo que no se podía ascender hasta la cima , aunque la gran extensión de lava solidificada, en algunos puntos todavía humeante, no dejaba de impresionar. De todos modos, lo que más nos maravilló en Antigua fue el cuarto domingo de cuaresma, una procesión preparatoria de la semana santa, que según hemos leído es impresionante en Antigua. Sólo había dos o tres cofradías, pero una de ellas cargaba una plataforma inmensa representando el tormento de Jesús, de unos 20 metros de largo, que debían transportar entre 30 personas por lado más unas cuantas más en el centro. Con un ambiente solemne, la procesión avanzaba al ritmo de tambores y trompetas, por el lado de numerosos guardianes vestidos de romanos, entre el humo espeso del incienso y por encima de alfombras de flores y de hierbas que la gente había creado anteriormente. Todavía no he estado en Sevilla en Semana Santa, pero esta experiencia en Antigua me dio ganas de ir una vez acabe el viaje. Me costó arrastrar a Alexandra fuera de Antigua, pero al final conseguí convencerla para ir a Quetzaltenango, una ciudad que los guatemaltecos llaman Xela, donde un hombre de couchsurfing había ofrecido de alojarnos. Felipe era un americano (de Estados Unidos) que hacía dos años que vivía en Guatemala, un país del que se había enamorado y donde pensaba vivir el resto de su vida, quizás emprendiendo algún negocio. Al día siguiente de llegar, Felipe nos llevó a caminar por Xela pero, aunque sea una ciudad muy visitada por extranjeros (básicamente para aprender español), el centro no tenía ningún tipo de atractivo. O quizás sí lo tenía, pero aún estábamos demasiado deslumbrados con Antigua y ya nada se le podía comparar. Sólo me fascinó ligeramente el cementerio cercano a donde vivía Felipe, con los nichos rectangulares pintados cada uno de colores diferentes, los cuales eran repintados el día de todos santos. En cualquier caso, nuestra estancia en Xela fue interesante por las conversaciones mantenidas con Felipe y algunos de sus amigos, con los que hicimos una buena cena la segunda noche. Durante la cena hablé con un guatemalteco que explicó que el gobierno era muy populista, por ejemplo entregando comida y dinero a los pobres a cambio de nada, sin que activara políticas para generar trabajo, y eso era nefasto para el futuro del país, pero los partidos de la oposición no quieren proponer cambios a estas políticas porque sino no serían votados. A continuación se quejó de que actualmente hay bastante violencia en Guatemala provocada por la mara 18 y la Salvatrucha, que se ganan la vida extorsionando negocios en la capital, aunque ahora han empezado a extorsionar a los vecinos, enviando a matones a cobrar periódicamente. Decía que la policía no puede hacer nada y que el problema se había escapado de control. Después expresó un dicho: ´el diablo nace en los pequeños detalles´ y añadió que era normal la violencia del país, porque los niños juegan a pelearse y a insultarse... y puso otro ejemplo, describiendo una tradición en las universidades de Guatemala, la Huelga de Dolores, durante la cual los estudiantes se enmascaran las caras para extorsionar a los negocios y hacer dinero para festejar, y si éstos no les pagan les tiran aceite o pintura en la fachada. Así pues, no era de extrañar las extorsiones, violencia y muertes que sufría la sociedad, opinando que actualmente muere más gente que durante la guerra civil que duró 36 años. Pero esto no debería de ser del todo exacto, porque durante la guerra civil que protagonizaron un cruel gobierno contra un grupo de izquierdas se produjeron más de 200.000 muertos, un genocidio que denunció Rigoberta Menchu, premiada con el Nobel de la paz . Pregunté al guatemalteco que había pasado con Rigoberta y comentó que se había presentado a las pasadas elecciones pero que consiguió muy pocos votos, básicamente porque los indígenas no la consideraron como representante, a mas de recibir muchas críticas, quizá porque es mujer y porque es indígena, aunque muchos creen que se ha enriquecido como empresaria y se ha olvidado de los desamparados. Uno de los amigos de Felipe que había en la cena, un americano, se ofreció para llevarnos en coche a nuestro siguiente destino, en el lago Atitlán. Durante el camino nos explicó algunos trucos para no ser atracados en los autobuses de la ciudad de Guatemala, por ejemplo no puedes sentarte en la ventana, porque se puede sentar alguien a tu lado con una pistola y discretamente pedirte todo el dinero. También nos explicó que no cogiéramos los autobuses de la línea roja, porque las maras pedían dinero a los conductores para pasar por el sector 18, pero estos no tenían ni para vivir y no hacía demasiado habían matado a 300 conductores en sólo un año. A continuación nos explicó dos anécdotas, una que le había pasado a un amigo que le obligaron a sacar todo el dinero de la tarjeta visa y acto seguido, con muy buen rollo le invitaron a cenar al Macdonalds con su dinero robado. El segundo caso era más triste, pues contaba que un trabajador suyo fue matado hacía unos seis años, quizá por venganza o quizás simplemente fue un asesinato aleatorio, los cuales deben realizar los jóvenes que quieren entrar a alguna mara. El lago Atitlán es uno de los principales atractivos de Guatemala pero, según nos dijeron, últimamente no está siendo tan visitado, porque sus aguas estaban contaminadas con alguna bacteria y no recomendaban de bañarse en él. Nosotros nos alojamos en Panajachel, el principal pueblo en la orilla del lago, un pueblo sin ningún tipo de interés si no fuera por las decenas de tiendas que vendían sovenirs en la calle principal, añadiendo un poco de color a los días neblinosos que tuvimos . Fue una lástima, porque el lago es famoso por sus vistas de los tres volcanes al otro lado de las aguas y no pudimos ver su silueta hasta el penúltimo día. Fue mucho más interesante la visita que hice el domingo, cuando llegué a Chichicastenango cambiando 3 veces de autobús. Chichicastenango es famoso por su mercado del domingo y realmente era muy vistoso, similar al mercado de Cuetzalan en México, con numerosos indígenas vendiendo coloreadas artesanías además de vegetales y muchos otros productos para los locales. Aparte del domingo, nos quedamos 4 días en Panajachel sin hacer ninguna actividad extraordinaria y básicamente me quedé en el hotel trabajando en mi tercer libro, un proyecto mucho más ambicioso que los otros dos y que, en vez de hablar sobre el viaje tratará de filosofía, explicando cómo se puede ser feliz sin libre albedrío. De hecho, no tenía previsto comenzar la escritura de este nuevo libro hasta que llegara a casa pasado un año, después de haber visitado el resto del continente americano. Pero después de meditarlo bien pensé que ésta era la mejor opción. Por un lado me resulta más económico comenzar a escribir mientras viajo, porque en Cataluña me gastaría mucho más dinero pagando la hipoteca del piso (actualmente lo tengo alquilado) y la comida, que es mucho más cara. Además, últimamente tanto Alexandra como yo nos sentimos más a gusto viajando menos intensamente y pasando más días en cada lugar, lo que me permite tener mucho más tiempo libre para escribir. Por otro lado, antes me costaba concentrarme en situaciones diferentes, cambiando de hotel y actividades cada pocos días, pero ahora me resulta fácil de sentarme cualquier lugar, aunque sea un autobús, y concentrarme para escribir. Bueno, en Guatemala he abierto pocas veces el ordenador los autobuses, no sólo porque suelen ir demasiado llenos y nos han advertido de los problemas de seguridad, pero sobre todo porque es prácticamente imposible mantener quieto el portátil sobre el regazo, porque las carreteras son demasiado onduladas y los conductores conducen demasiado rápido y bruscos. De hecho, Alexandra quiso quedarse un día más a Panajachel porque tenía pánico a los autobuses, y cuando cogíamos uno mantenía presionada con fuerza mi mano todo el tiempo, y si en algún momento se relajaba sólo era para a comentar que los autobuses eran como una montaña rusa, pero en vez de tener un circuito cerrado transitaban por un circuito abierto, con velocidades más elevadas, curvas más cerradas y precipicios más vertiginosos. Pasamos cuatro días más en Antigua, relajándonos antes de partir hacia los siguientes países. Seguimos comiendo frutas heladas (piña, fresas, mango,...) cubiertas de chocolate, una delicia muy económica. Paseé un poco más por el maravilloso pueblo. Nos excitamos viendo el primer partido Barça - Madrid, y nos sorprendimos de las pasiones que despierta la liga española en Guatemala, con los aficionados del Barcelona equilibrados con número con los del Real Madrid, a diferencia de México, donde los aficionados del Barça eran claramente más numerosos. Y volvimos a disfrutar de otra procesión previa a la Semana Santa, que era la próxima semana. Por las calles había mucha más gente que hacía dos domingos y, viendo que en las siguientes procesiones habría demasiada gente, nos contentamos de haber tomado la decisión de marchar el próximo lunes. En el hotel había más viajeros y tuve oportunidad de conversar con algunos de ellos sobre los viajes mutuos. Respondiendo a sus preguntas tuve que admitir que, aunque siguiera con ganas de acabar el viaje, hacía tiempo que tenía el 50% de mi mente anclada ya en casa. Esto me permitía concentrarme en otros proyectos que no están relacionados con el viaje, como escribir el libro de filosofía. Pero como punto negativo, me daba cuenta que nos estábamos tomando el viaje mucho más tranquilamente e inevitablemente el diario que escribo se ve afectado, resultando menos excitante, con menos aventuras que contar. Fueron esas ganas de arriesgar menos, que nos habían hecho decidir de no visitar Salvador y Honduras, dos países que -según nos habían advertido-no recibían a demasiados turistas porque aún eran bastante inseguros. Así pues, habíamos comprado un billete de autobús directamente a Nicaragua, confiando en que no nos pasaría nada cruzando los dos países anteriores. |
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