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La siguiente parada después del monte Nemrut fue la bonita Cappadocia, la cual ya habíamos visitado la anterior vez. Estuvimos unos días prácticamente no haciendo nada, pasando buena parte del día conectados a Internet, aparte de dedicar una mañana a andar por las montañas y otro a reunirme con un hombre de couchsurfing, Zili Kilim. Zili había vivido buena parte de su vida en Francia, permitiéndole de analizar a la sociedad turca con otra perspectiva. Explicaba que en Turquía la gente es muy hospitalaria, aunque a veces eso puede ser un problema, por ejemplo, al visitar a su familia conduciendo durante 24 horas, los amigos o familiares no tienen en cuenta su cansancio y lo mantienen despierto durante 24 horas más. De hecho, su madre todavía está preocupada por él, que ya tiene 40 años, y siempre tiene que vigilar lo qué hace con el fin de no enfadar a la familia. En cualquier caso, Zili criticaba de forma mucho más aguda la soledad con que la gente vive en Europa y Francia en particular. Por ejemplo, su novia se negó a ir a pedir sal a unos vecinos la primera vez que él llegó a Francia y tuvo que cocinar sin este esencial ingrediente. Por otro lado, en Francia, la gente paga demasiadas tasas, limitándoles la libertad individual, junto con las leyes, economía... Después de pasar un día a la Fiat cambiando el cristal frontal de la autocaravana, nos llegamos a Ankara donde queríamos cambiar una batería que todavía estaba en garantía y encontrarnos con un amigo. Desgraciadamente no nos pudimos encontrar con el amigo y la batería no la pudimos cambiar al instante, teniendo que esperar seis días a que hicieran todas las pruebas correspondientes. Durante esta espera, dejamos pasar el tiempo mientras estábamos aparcados en un gran centro comercial de donde obteníamos Internet wifi. Actuábamos como si ya se hubiera acabado el viaje, o como si después de un largo verano, ahora no tuviéramos otra opción que hibernar. En cualquier caso, tampoco estuvimos inactivos del todo, pues también pasé bastantes horas corrigiendo el diario de hace cuatro años atrás, cuando viajaba por Europa, con la vista puesta en una futura posible publicación. Romania Brasov (ver en mapa) 18/11/2009:
En Brasov, en casa de los abuelos de Alexandra, hemos seguido hibernando durante tres semanas más, sobre todo por el frío intimidante de la calle. De todas maneras, a diferencia de los osos que también hibernan, nosotros no hemos parado de comer los deliciosos platos tradicionales rumanos y pasteles que cocinaba la abuela, y al final hemos engordado unos 5 kilos cada uno. Y a diferencia de los osos, también hemos salido en algunas ocasiones a pasear por Brasov y las montañas de los alrededores acompañados por los dos hermanos pequeños de Alexandra. Aparte de eso, y de las ocasionales salidas al dentista (en Rumania es mucho más económico que en España) y del cambio de agua del radiador del motor (no había puesto anticongelante desde que había recargado el agua en África), hemos pasado bastantes días cerrados a casa, reescribiendo diario de Europa que una editorial me quiere publicar, llamando a editoriales para publicar mi novela escrita en la India, pensando las preocupaciones financieras que tendré que empezar a tener un vez llegado a casa y siguiendo las próximas elecciones presidenciales en Rumania, las cuales son muy disputadas, con las tiendas colgando carteles de los favoritos y con afiliados pasando por las casas entregando publicidad y cerillas (según la abuela de Alexandra para auto-quemarte si no gana a tu favorito). Y finalmente, a pesar de la tristeza de Alexandra, al cabo de tres semanas en familia nos hemos marchado, aunque antes se ha podido cumplir el deseo de Alexandra de celebrar el aniversario de su abuela, curiosamente el único día de todo el calendario rumano, cuando los familiares y amigos se dan dos besos en la mejilla. ‹ Anterior (21/09/2009) MES Siguiente (2009-11-20)› ‹ Anterior (2009-09-26 - Iran) PAIS Siguiente (2009-11-18 - Romania)› |
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