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‹ Anterior (23/06/2010) MES Siguiente (2010-08-22)› ‹ Anterior (2010-10-08 - Canada) PAIS Siguiente (2011-01-23 - Mexico)› US Parque Nacional del Lago del Cráter (ver en mapa) 23/07/2010: El Lago Crater fue otro parque nacional que nos encantó por su espectacularidad y dramatismo, con las agrestes laderas del cráter parcialmente nevadas y las profundas aguas del lago coloreadas de azul intenso. Según los estudios, la depresión y posterior lago se produjeron cuando un gran volcán colapsó y se derrumbó hace unos 7.700 años. Fue agradable recorrer en coche los 50 kilómetros de perímetro del cráter, con una accesibilidad típica en la mayoría de los parques naturales visitados hasta el momento en Estados Unidos. De todos modos también necesité alejarme del coche para sentirme totalmente inmerso en la naturaleza, e hice una caminata de un par de horas recorriendo un mantenido camino hasta uno de los picos más elevados junto al lago. Portland, OR (ver en mapa) 26/07/2010: De camino hacia Portland paramos junto a un par de lagos por donde pasaba la carretera y a continuación intentamos visitar algunos antiguos puentes cubiertos de madera de Oregón que había marcado en el GPS. Desgraciadamente bastantes de los puentes cubiertos ya no estaban, y los que aún existían se encontraban sin carretera que los cruzara, aunque todavía en descubrimos uno a través del cual pudimos transitar, dándonos por satisfechos y acabando de conducir hasta Portand . En Portland nos recibió la Terry, una mujer que en aquel momento también estaba alojando a Malene, una profesora mallorquina que estaba haciendo un viaje de seis semanas por el Oeste de los Estados Unidos. Fue divertido cuando la Terry empezó a explicar su relación insociable con los vecinos, aunque, al igual que en la mayoría de casas de Estados Unidos, todos sus jardines estuvieran sin vallar y se comunicaran. Alexandra se entendió muy bien con Terry y Malene y al siguiente día salió con ellas, ´a hacer cosas de mujeres´ -me dijo-, mientras yo me quedaba en casa escribiendo el blog y meditando en la posibilidad de empezar a escribir mi segundo libro, describiendo nuestras descabelladas aventuras africanas. Aunque hubiéramos pasado un día entrañable con Terry, la siguiente tarde fuimos recibidos por otra pareja de CouchSurfing, Chris y Jen, quienes no nos habían podido alojar nuestra primera noche en Portland. Pasamos tres días con ellos, compartiendo tres entrañables veladas jugando a diferentes juegos de mesa (Carcasona y Dominon) hasta pasadas las doce. Los juegos eran tan absorbentes que durante toda la noche, e incluso el despertarnos, nuestro cerebro no paraba de ensayar y estudiar nuevas jugadas o estrategias, incitándonos a seguir jugando. Inevitablemente los humanos hemos evolucionado para jugar, una actividad que nos permite aprender y seguir desarrollándonos. Alexandra me quería convencer de comprarnos uno de los juegos de mesa para jugar entre nosotros por las noches, pero yo me negué rotundamente, porque estas tres noches me habían tenido demasiado viciado. Además, debería de empezar a escribir el libro describiendo nuestras aventuras africanas, si quería tener oportunidad de publicarlo antes del Sant Jordi del año próximo. Por otro lado, el viaje no deja de ser un juego, el cual ya me está aportando el aprendizaje y desarrollo que estoy buscando, sin desconectarme de la realidad, a diferencia de los juegos de mesa. Posiblemente esta absorción por el juego y desconexión de la realidad restringió nuestra comunicación con Chris y Jen a un nivel más superficial, aunque estos nos alojaron de maravilla. A pesar de las ganas de seguir jugando el resto del día, salimos fuera, el primer día visitando ligeramente la ciudad de Portland y relajándonos el resto de la tarde en el Jardín de las rosas, unas encantadoras flores que se habían convertido en el emblema de la ciudad. Sin querer pagar los excesivamente caros aparcamientos del centro de la ciudad, el siguiente día decidimos salir fuera y visitar la cercana montaña de Hood con extensas manchas de nieve por donde descendían bastantes esquiadores. Por la tarde volvimos a Portland recorriendo el caudaloso río Columbia, donde decenas de aficionados aprovechaban el constante viento para deslizarse por las aguas con windsurf u kateboard. Después de despedirnos de Chris y Jen hicimos camino hacia la costa norte de Oregón, según mucha gente una de las secciones más fascinante de la costa americana. Después de aparcar el coche hicimos una corta caminata hasta la bonita playa de Oswad que nos habían recomendado nuestros huéspedes. A continuación nos dirigimos hacia otra playa recomendada, Cannon, con unas grandes rocas delante que le daban bastante encanto, a pesar del lugar estuviera demasiado edificado y lleno de turistas. A continuación nos acabamos de llegar hasta Astoria, en la desembocadura del río Columbia, donde pudimos admirar algunas de sus casas victorianas y luego cruzamos el río para entrar en el nuevo estado de Washington. Por la noche, releyendo el principio del diario, cuando una chica se nos presentó jovial en el avión, me di cuenta que los americanos son mucho más abiertos que los europeos, estableciendo relación o comunicación mucho más fácilmente. Por ejemplo, si cocinamos en un área de descanso o en la mesa de un parque natural y alguien pasa por el lado no es extraño que se detenga y pregunte a Alexandra ´mmm, qué buen olor, ¿qué estás cocinando?´. También se han acercado en más de una ocasión a Alexandra para preguntarle sobre su mini-ordenador: ´tu netbook funciona como un ordenador normal y corriente?´. O también dirigiéndose a mí cuando enfoco la cámara en algún parque natural: ´si subes este cerro, podrás hacer una fotografía todavía mejor´. La costa del estado de Washington nos encandiló más que la del norte de Oregon, aunque esta siguiera cubierta de unas misteriosas nubes bajas que mantenían ocultado el sol, que por otra parte no dejaba de brillar una decena de kilómetros tierra adentro. Sin tener ninguna referencia visitamos la playa de rugby, con varias grandes rocas recibiendo las embestidas de las olas y muchas toneladas de troncos desgastados descansando sobre la playa. Un paisaje similar nos esperaba en la playa de Rialto, donde se amontonaban aún muchos más troncos, seguramente arrastrados hacia el mar por las riadas y devueltos a tierra gracias a las corrientes marítimas. Habiendo dormido al norte del Parque Nacional Olympic, al siguiente día ascendimos caminando una hora media (ida y vuelta) hasta el monte Hurricane, desde donde se disfrutaba de una maravillosa vista sobre la cresta de montañas del monte Olympic. A continuación cogimos el coche y nos dirigimos hacia el este para tomar un ferry hasta Seattle, donde nos esperaba otra magnífica pareja de CouchSurfing. Seattle, WA (ver en mapa) 02/08/2010: Para pasar de la península de Olympic a Seattle perdimos dos ferrys, pero afortunadamente llegamos suficientemente temprano para cenar con Jeff y Carol, un delicioso salmón rojo a la barbacoa. A continuación subimos a su coche y nos dirigimos hacia un centro cultural de la ciudad donde Jeff y Carol hacía un par de años que practicaban danzas inglesas. A pesar de la experiencia de los asistentes, todos fueron muy amables sacándonos a bailar y enseñándonos los pasos o movimientos necesarios. Al final, después de casi tres horas bailando sin que nadie tomara daño, acabamos bien cansados y prácticamente convertidos en unos expertos. Fue interesante recordar las danzas en grupo que tantas veces aparecen en las películas históricas de Inglaterra y entender el rol social que tenían en la época. Al día siguiente, Sábado, volvimos a pasarlo entre gente encantadora, cuando Jeff y Carol nos llevaron a una fiesta de amigos y familia ante una bahía, donde recogimos conchas con la marea baja, hicimos una pequeña excursión en kayac y nos hartamos con una buena comida-cena. Después de pasar un domingo vagueando y editando fotos y escribiendo el diario, el lunes fuimos por la mañana temprano hasta Downtown, donde estaba la embajada de Canadá. Allí estuvimos esperando toda la mañana en diferentes colas hasta que al final conseguimos un visado de una sola entrada en Canadá para Alexandra. Me hubiera gustado llegar hasta a Vancuver y quizás Calgary, pero al final decidimos pagar sólo los $ 75 por una única entrada en vez de 150 $ por la múltiple entrada. En cualquier caso, seguro que también disfrutaríamos mucho de la carretera que nos tenía que llevar de Bellingham hasta el Parque Nacional del Norte de Cascades y el Parque Nacional de Glacier. Al salir de la embajada aprovechamos para visitar un poco el Downtown y el concurrido mercado próximo al mar. Posteriormente, volviendo hacia el coche nos encontramos en una céntrica plaza que alguna organización o el ayuntamiento había situado un gran tablero de ajedrez con piezas gigantes bajo la sombra de unos árboles y varios chicos que hacían cola para jugar. Cuando tocó mi turno tuve que jugar con uno que sabía mucho y acabé perdiendo ambas partidas. En cualquier caso fue divertido jugar mirando el tablero con una perspectiva totalmente diferente y ejecutando las jugadas caminando por sobre los cuadrados blancos y negros y llevándome las piezas matadas al oponente como si fueran verdaderos trofeos. Por la noche, después de decidir que los próximos 2 días iríamos a visitar el Parque Nacional de Monte Rainier y haríamos un paréntesis a nuestra visita a Seattle, conversé un rato con uno de los hijos de Jeff, quien había estado estudiando y trabajando en China por dos años y tenía planeado volver a marchar en un futuro hacia el sudeste asiático para establecerse y vivir allí el resto de su vida. Hablando sobre nuestro fascinante viaje por todas las diversas culturas del mundo, en Both volvió a hacerme la misma pregunta que ya me había hecho en Jordan de Hollywood: ´Porque viajáis tanto tiempo por Norte América? Después de viajar por tantas culturas diferentes te de resultar un poco aburrido´. Pensando en una respuesta diferente dije ´Tienes razón, pero también está muy bien viajar por Estados Unidos porque la proximidad cultural nos permite interactuar y conocer mejor las personas con las que nos encontramos. Y por otro lado, los paisajes descubiertos también son fascinantes, como en el resto del mundo, pero mucho más cuidados y con un acceso más sencillo´. Dejamos asesorarnos por Jeff y el primer día hice una caminata desde el lago Mowich hasta el lago Eunice, y de allí hasta el pico Howard. Pero no terminé de subir hasta arriba del todo, porque las nubes cubrían todo el monte Rainier, además, auténticas milicias de mosquitos me cosieron a picaduras, añadido a un ejército de hormigas que se subió por la ropa durante un instante que me entretuve a encuadrar una foto. Con un tiempo más descubierto, al día siguiente nos paramos en Sunrise, donde las nubes nos permitieron por momentos observar el Monte Rainier (4392m) completamente destapado y cubierto de nieve. Poco más tarde hice otra bonita caminata de cuatro horas desde Paradise, hasta las cascadas de Sluiskin y el Panorama Point, desde donde se gozaba de una magnífica vista del monte Rainier parcialmente tapado de nubes. Fue una caminata muy entretenida, tanto de subida, cuando tuve que seguir las huellas por encima de extensas manchas de nieve, como para bajar, cuando me puse la capellina bajo el culo para utilizarla como trineo y bajar a gran velocidad. Seattle, WA (ver en mapa) 06/08/2010: Estuvo bien volver a Seattle y sentirnos de nuevo en nuestro país, en compañía de Jeff y Carol que nos dieron total libertad para entrar y salir de casa cuando quisiéramos, mientras ellos seguían sus actividades. Tanta libertad nos dieron que incluso nos resultó extraño que pocas veces comiéramos juntos, aunque encontramos bastantes más ocasiones para conversar sobre diversos temas, muchos de los cuales en torno a la inexistencia de Dios y el mal que históricamente han hecho las religiones. Me sorprendieron bastante las opiniones de Jeff, pues no es demasiado normal encontrar ateos en Estados Unidos, en cambio Carol era un poco más tradicional y era miembro de la iglesia unitaria (Unitarian universalism), que según ella aceptaba cualquier creencia , incluso el ateísmo, y se centraba básicamente en el crecimiento espiritual. Aprovechando que ambos tenían unas opiniones muy formadas, los entrevisté juntos tomando el pulso al mundo (www.youtube.com/watch?v=5OY-0PvG-8U). Lógicamente Jeff opinaba que el principal problema de la humanidad eran las supersticiones incluyendo las religiones, en cambio, para Carol el principal problema era la falta de educación, incluyendo la educación sobre la realidad. Para solucionar estos problemas haría falta más educación, sobre todo de las mujeres porque son las principales que transmiten el conocimiento a los hijos, y además la educación debería ser gratuita. En Estados Unidos, el principal problema era la polarización de la política hacia posiciones cada vez más extremas, empeorado por las divisiones que provocan las religiones. A nivel personal, los dos se consideraban muy felices, pero serían más felices cuando Jeff se pueda vender su empresa y juntos puedan viajar el resto de su vida. El secreto de la felicidad es aceptar la vida tal como es y valorar las pequeñas cosas. Después de haber pasado una semana entre Seattle y monte Rainier, empezamos a sentir que nos estábamos adaptando a un ritmo satisfactorio de viaje. Los últimos días nos habíamos dado más tiempo y Alex ya había terminado de escribir su blog (unaviajeramas.blogspot.com) que tenía atrasado de varias semanas, y yo había empezado a reescribir el diario de África para publicar un libro más adelante. Con todo, también nos sobraban las tardes para visitar la ciudad y las vísperas para conversar con Jeff o Carol. Aprovechamos el primer jueves de mes para visitar gratuitamente varios museos de Seattle y por la tarde visitamos con Jeff y Carol diversas galerías, las cuales estaban llenas de gente, porque el primer jueves de cada mes era el día que cambiaban tradicionalmente las exposiciones. Fue interesante visitar las obras de arte que se vendían, aunque no entendía que tuvieran compradores, cuando algunas obras que podía pintar un niño de 10 años valían 2,000 o 3,000 dólares. El viernes volvimos a salir y visitamos el barrio alternativo de Fremont y a continuación nos acercamos a las compuertas que conectan el lago Washington con el mar abierto. Fue interesante ver cómo los barcos cruzaban de un punto a otro utilizando el sistema de compuertas, pero más fascinante fue ver al lado como los salmones ascendían por un canal especial para ir a poner los huevos en la parte alta de los ríos del estado de Washington y entonces morir. Llegamos a Bellingham, la última ciudad de la costa oeste de Estados Unidos antes de llegar a Canadá, un día de lluvia. Pero poco importó, porque no teníamos intención de visitar o conocer la ciudad, simplemente queríamos encontrar una buena amiga, Amy, la joven proveniente de Alaska que nos había alojado un año atrás en Xining en China. Volviendo a hacer muestra de su hospitalidad, Amy nos dejó su habitación mientras ella tomaba posesión del sofá de la casa compartida donde vivía. De todos modos, aquella noche no fuimos a dormir temprano porque antes fuimos todos juntos, incluyendo los sociables chicos con quien vivía, hasta una fiesta en una casa particular o house party. Según nos explicaron, las house parties son muy populares entre la juventud en Estados Unidos, mucho más que las discotecas o pubs. Uno de los amigos de Amy hizo de disjokey, seleccionando música muy buena, mientras el resto, unos 30 o 40, la mitad de los cuales iban disfrazados de maneras divertidamente ridículas, bailábamos animadamente. Cada uno de los asistentes a la fiesta había traido las botellas o latas de alcohol para el consumo propio, una buena manera para que nadie se aprovechara de los demás y llevara alcohol malo para terminar consumiendo el alcohol bueno de los demás, aunque también se podría interpretar como una falta de confianza o voluntad de compartir. Yo, que no iba tan preparado, preferí pagar unos pocos dólares y beber del punch que habían mezclado en la casa. De todos modos, al día siguiente me sentí muy cansado y pasé buena parte del domingo durmiendo, definitivamente ya no tengo la energía que tenía de más joven, o la misma capacidad para tolerar el alcohol, mientras tanto, Alexandra pasó buena parte del domingo, y también del lunes de compras con Amy. El lunes pudimos disfrutar de otro interesante aspecto de la cultura juvenil norteamericana, cuando Amy nos invitó a un concierto donde ella tocaba en otra casa particular. Amy nos explicó que hacía 3 semanas había creado un grupo de música con otros dos chicos y que ya habían compuesto 5 canciones y que ese sería el segundo concierto que hacían. Los otros compañeros de piso nos explicaron que en Estados Unidos se valora mucho más el trabajo amateur y que por tanto es mucho más fácil empezar un grupo de música, porque hay muchas fiestas particulares donde te invitan a tocar y donde puedes empezar a hacer algo de dinero vendiendo tus CDs o productos, algo muy diferente a Europa, donde los grupos se pasan mucho tiempo en el garaje ensayando antes de salir a tocar. Esa noche tocaron cuatro grupos de música en una pequeña casa donde había embutidas otras 30 o 40 personas. Sinceramente no fue la mejor música que hubiera escuchado nunca, pero sí experimenté uno de los ambientes más estupendos donde haya estado, en el que los asistentes animaban continuamente a los amateurs compositores, músicos y cantantes. El segundo grupo de música eran tres chicas de Oakland (cerca de San Francisco) que hacían un tour por la costa oeste de los Estados Unidos actuando en casas particulares donde las invitaban. Al día siguiente Amy nos comentó que también era aficionada a la poesía y que también era normal que los poetas hicieran tours por el país, recitando sus poemas en casas particulares y a continuación vendiendo sus CDs o libros. Definitivamente, en los Estados Unidos había cosas que funcionaban mejor que en Europa, como por ejemplo las universidades, las cuales son bastante libres (al menos la suya) donde podía estudiar lo que quisieras, incluso escoger tus estudios particulares. Lo que no era tan positivo eran los precios de las universidades públicas, cuyas matrículas anuales podían costar entre $ 8000 y $ 20000, por lo que muchos estudiantes tenían que pedir créditos para estudiar, aunque también se concedían unas pocas becas. También conversamos sobre muchos otros temas con Amy y sus amigos, entre ellos el desastroso sistema penal de Estados Unidos, donde las cárceles eran privadas y financiadas por el gobierno. Según Amy la justicia no actuaba bien, produciéndose muchos errores, aparte de aplicarse diferente según comunidades, por ejemplo homosexuales, afroamericanos, ... El sistema provoca que las cárceles estén llenas de gente que ha hecho infracciones al conducir o por posesión por marihuana, algo nefasto porque después de cumplir condena es muy difícil encontrar trabajo. Además están las penas de muerte, que después de aplicarse en muchos casos se demuestra mediante pruebas de ADN que los acusados eran inocentes. A pesar de la realidad de sus descripciones, inevitablemente la opinión de Amy estaba afectada por el caso de su primo que -según explicó- a la edad de 17 durmió con un chico de 10 años varias veces. A los 22 años, un amigo leyó el diario de su primo donde describía su experiencia y lo presentó a la policía para denunciarlo. Esta prueba permitió a la justicia, influenciada por el padre del chico de 10 años que era policía, condenar a su primo a 20 años de prisión, algo excesivo para Amy. Después de pasar 4 días relajados en Bellingham con Amy, dejamos atrás los días nublados de la costa y empezamos a hacer camino hacia el interior, donde el sol volvió a brillar y la temperatura a aumentar. La carretera estatal número 20, catalogada como la más bonita de Washington, fue ascendiendo un valle suave, hasta entrar en el Parque Nacional de North Cascades. Seguramente, ese Parque Nacional fue el menos atractivo visitado hasta el momento, pues las montañas no eran tan espectaculares, pero además, durante buena parte del trayecto estuvimos acompañados por líneas y torres de alta tensión y también se sucedieron algunas grandes presas que acumulaban grandes extensiones de agua sin demasiado atractivo. Por la tarde hice una pequeña caminata hasta el lago Rainy y al volver acabamos de hacer los pocos kilómetros que faltaban para llegar a Twisp, donde nos esperaba Debbi. Debbi, proveniente de Portland hacía dos semanas que vivía en Twisp, un pequeño pueblo que la tenía enamorada. Por la noche, cuando refrescó un poco la temperatura, salimos a pasear por la calle principal del pueblo, con la mayoría de las casas construidas de madera, algunas de ellas con una estética de las películas del salvaje oeste. Al día siguiente descubrimos un poco más del pueblo, paseando hasta la carnicería y hasta un supermercado sobre los estantes del cual había varios animales disecados, incluyendo un león, pues el propietario era un aficionado a la caza. Participando de las actividades de verano del pueblo, por la tarde, Debbi nos llevó hasta el río, donde nos bañamos junto a otros jóvenes que también se refrescaban en sus gélidas aguas. También fuimos al teatro al atardecer, a ver una obra muy interesante que trataba sobre la muerte. Y por la noche, quedamos con una amiga de Debbi para ir a ver una fantástica lluvia de estrellas fugaces, tumbados en el césped de su casa con las luces apagadas. Fue muy interesante vivir la vida de pueblo donde la gente deja las puertas de su casa sin cerrar, aunque no estén presentes, o dejen las bicicletas sin atar. Igualmente interesante fue conversar con Debbi, una profesora de economía que creía que el sistema económico actual colapsará, porque está basado en el crecimiento continuo, pero en un mundo con recursos limitados no se puede crecer eternamente y por tanto en un momento u otro pinchará. Hablando sobre la cultura americana, Debbi aportó unas curiosas reflexiones, explicando que los americanos eran como niños y que esperaban que el Estado actuara como padre. El gobierno de US era paternalista porque quiere evitar cualquier posibilidad que la gente se haga daño, porque no considera a la gente responsable de su seguridad, al tiempo que la gente considera que el gobierno es el verdadero responsable. Según decía Debbi, en Europa la gente se hacía más responsable de sus actos y por ejemplo allí no cruzan ilegalmente las vías del tren, y si lo hacen es bajo su responsabilidad. En cambio, en Estados Unidos, el gobierno debe prevenir de todas las maneras posibles que cruces las vías del tren, porque sino la gente cruzará las vías y luego culpará al gobierno si algún accidente ocurre. También las empresas deben vigilar por la seguridad de sus trabajadores o clientes, y por ejemplo en los MDonalds venden el café en envases que avisan ´cuidado con la bebida, está muy caliente´, porque hace unos años una mujer se quemó con el café y tuvo que ser indemnizada con mucho dinero porque el vaso no advertía que el café podía quemar. Desde el principio del viaje por América estamos teniendo mucha suerte al ser alojados gratuitamente por mucha gente diversa e interesante. Afortunadamente, ya hace tiempo que yo y Alexandra estamos en Couchsurfing y tenemos muchas referencias, incluyendo comentarios de gente que habíamos alojado antes de iniciar el viaje, favoreciendo que las personas que contactamos pidiéndoles alojamiento se muestren en general encantadas. Desde nuestra llegada sólo habíamos pedido alojamiento en las ciudades, durmiendo en las otras ocasiones en la furgoneta, pero ya hacía días que había propuesto a Alexandra de empezar a contactar a gente de pueblos pequeños o incluso que vivieran en ranchos o casas de campo para vivir experiencias diferentes. Fue así que fuimos alojados por Debbi en el pequeño pueblo de Twisp y a continuación por Angie y su familia que nos recibieron de maravilla en su rancho en el pueblo de Colville, aun en Washington pero cercano a Idaho. Cuando llegamos a su casa guiados por el gps, Angie no estaba, pero poco importó, porque su hija Clarissa nos dio la bienvenida cordialmente. Después de conversar un poco con ella, Clarissa nos llevó a visitar los animales de la granja, muchos de los cuales sólo tenían la función de animales de compañía o pets, entre los que había un par de perros, un gato, dos ponis, varios caballos, diferentes tipos de hámsters, un cerdo, ocas, patos, un pavo real, un gran pájaro similar a un avestruz, y otros animales que de seguro me olvido. Mientras visitábamos los animales, Angie llamó y nos propuso de ir a tomar una cerveza artesanal a una pequeña cervecería de pueblo, donde había un ambiente muy distendido y acogedor. A continuación volvimos a la granja con Angie, quien nos presentó a los otros hijos de la familia: Elli (la hermana gemela de Clarissa), Rachel y Luc, y más tarde Denis, su marido. Según explicó Angie, Denís siempre había vivido en el campo y se ganaba la vida cultivando diferentes cereales y forraje, mientras que ella y sus hijas se cuidaban de los animales, de los cuales sólo las vacas generaban algún beneficio con la venta de la leche. Como ya era costumbre entre la gente que nos ha ido alojando en Estados Unidos, nos ofrecimos de cocinar nosotros, y aquella noche comimos una gran tortilla de patatas, un plato típico español que Alexandra sabe cocinar muy bien. Tuvo suerte Alexandra que la paella que tenía la familia era antiadherente, algo difícil de encontrar en otras casas americanas. Por otra parte, a la mañana siguiente Angie cocinó unos deliciosos pancakes, que cubrimos de frambuesa que crecían en su jardín y nata artesanal separada con la leche ordeñada a sus dos vacas. Después de desayunar fuimos a ver una exhibición de avionetas en el pequeño aeropuerto de Collville, un concurso de cowboys amateurs que atrapaban terneros con lazos, y por la tarde asistimos a la recepción de la boda de unos amigos, la cual era bastante sencilla. En comparación a las fiestas de boda en España, había poca comida, pero por el contrario, los asistentes no estaban obligados a traer regalos de un valor equivalente al coste del banquete. Al día siguiente, domingo, lo seguimos disfrutando en compañía de la familia, por la mañana descansando y recogiendo frambuesas, y por la tarde volviendo a relajarnos a orillas del río Columbia. Por la noche, igual que habíamos hecho la noche anterior, seguimos mostrándoles fotos de nuestro viaje. Mientras explicábamos nuestro viaje, Angie se entristeció al conocer que en algunos países los americanos tenían la entrada vetada o complicada (Irán, Siria, Sudán,...) y que en muchos otros países US tenía muy mala publicidad. Observando esta familia y toda la demás gente encontrada durante nuestro viaje por Norte América, a mí también me hacía difícil pensar que hubiera países que no desearan recibir a nuestros amigos como turistas o visitantes. Nos encontrábamos en la misma situación que nos habíamos encontrado en Irán, un país donde la gente y la cultura también nos había maravillado, aunque las políticas de sus gobernantes causaran enemistades en todo el mundo. Durante nuestra estancia en Collville, también tuvimos bastantes ratos para conversar con Angie y sus hijas. Entre muchas otras historias interesantes, Angie nos explicó el caso de Denis, que tuvo un grave accidente mientras trabajaba en la granja. Angie se lo encontró inconsciente con la cabeza totalmente cubierta de sangre, siendo necesario un transporte urgente en helicóptero hasta la cercana ciudad de Spokane, donde lo intervinieron y mantuvieron ingresado durante una semana, para luego seguir el tratamiento a casa. Desgraciadamente, la familia no tenía seguro médico y al poco les llegó la factura del helicóptero y el hospital que subía unos 60.000$. No dejaba de ser otro infortunio añadido al accidente de Denis. Afortunadamente, siendo una familia conocida en Colville, la comunidad reaccionó y un amigo suyo organizó una recolecta que recaudó hasta 40.000 dólares, al mismo tiempo que el hospital se avenía a rebajar la factura. Otro tema de conversación fue la religión, aunque esta vez no fui yo quien inició el tema, fue Alexandra quien se interesó por las creencias de Angie, mientras yo las escuchaba un poco apartado. Según explicó, Angie había leído un poco sobre todas las religiones cristianas y había acabado decidiendo no aferrarse a ninguna secta e interpretar la Biblia siguiendo su intuición y sin intentar imponer su visión a nadie. Así pues, Angie se consideraba una cristiana muy abierta y tolerante con otras religiones, aunque últimamente la entristecía que el gobierno de US y la justicia estuvieran restringiendo la exhibición pública de símbolos religiosos, para no ofender a otras comunidades. Así pues, en la actualidad no se pueden exponer pesebres de Navidad en locales públicos o se están desmantelando algunas cruces que alzaban en terrenos de la administración. Después de un buen desayuno a base de panqueques, beicon, hamburguesas, nata, frutas del bosque y café, volvimos a la carretera dirección este, hacia el Parque Nacional Glacier, donde llegamos por la noche. Acampamos a las afueras del parque, pues en todos los parques Nacionales de US está prohibido dormir fuera de las áreas de acampada de pago. Al día siguiente entramos en el parque sin que éste nos llamara demasiado la atención, pero a medida que la carretera ascendía por un valle, las montañas escarpadas manchadas con clapas de nieve nos empezaron a encantar. Y mucho más me enamoré del parque cuando hice una caminata por la mañana hasta las cascadas de San Mary y Virginia, y por la tarde hasta un cuello con unas magníficas vistas sobre el lago Hidden. Al día siguiente hice otra caminata mucho más larga y espectacular hasta el Glaciar Grinnell, debiendo de caminar 10 kilómetros y 500 metros de desnivel. Después del esfuerzo, la mayoría de la gente se quedaba descansando a orillas del lago mirando el glaciar al fondo pero yo crucé un río medio mojándome los zapatos y me dirigí hacia el glaciar. Animado por otra pareja que seguían mis pasos, me llegué hasta el centro del glaciar, que ofrecía un impresionante espectáculo de hielo, roca y agua. De todos modos, al volver hice un salto por sobre una de las grietas tapadas por rocas y hielo, pero apenas apuntalar el pie al otro lado sentí un ´creck´ muy grave y profundo que me hicieron correr hasta tierra firme intentando ser más ligero que un gato. Tardé un buen rato a sacarme el susto del cuerpo, pensando que tal vez había tomado un riesgo demasiado grande para disfrutar de una nueva perspectiva de los paisajes y tomar una buena foto. De lo que no me arrepentía era de haber caminado los 10 kilómetros de subida, aunque al volver a descenderlos fue bastante agotador. Por suerte, al cabo de 5 horas, Alexandra me esperaba abajo con la mesa preparada, feliz también por haber tenido una mañana relajada leyendo el final de un libro y el principio de otro sentada a la sombra de un árbol. ‹ Anterior (23/06/2010) MES Siguiente (2010-08-22)› ‹ Anterior (2010-10-08 - Canada) PAIS Siguiente (2011-01-23 - Mexico)› |
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