|
Quienes somos | >> Diario << | Diario de Alex | Fotos | Proyecto | Respuestas | Videos | Cuestionario | Itinerario | Sponsors | Otros viajeros | Colabora | Contacto |
Diario Este es el diario de Jan. Si queréis recibir este diario semanalmente por correo electrónico, escribid vuestro mail en el formulario de contacto.
‹ Anterior (24/04/2007) MES Siguiente (2007-06-23)› ‹ Anterior (2007-05-15 - Nigeria) PAIS Siguiente (2007-06-14 - Gabon)› Cameroon Yaounde (ver en mapa) 25/05/2007: Hemos recurrido case mil kilómetros de carreteras africanas en sólo tres días. Antes de ayer fue el día que estuve más rato al volante, aunque sólo adelantamos unos 300 kilómetros. El principio de la pista hacía Garoua-Bolai, cerca de la frontera con la República Centro Africana, estaba muy arrugada y a veces agujereada, cosa que no me extrañó del todo, ya que la mayoría del transporte del Norte al Sur del Camerún se realiza en tren hasta N’Gaoundéré. Empezamos a circular a una media de 30 km/h sacudidos por las incesantes pequeñas ondulaciones del terreno y nos dijimos que no teníamos prisa para llegar a ningún sitio, pero al cabo de dos horas la impaciencia o aburrimiento se apoderó de mí y empecé a buscar una velocidad en la que las vibraciones de la carretera fueran 1.5 veces la frecuencia de resonancia del vehículo. Pero Alexandra se enfadó sin comprender esta investigación, porque aunque a veces parecía que nos deslizábamos sobre la pista a 60 km/h, otras veces botábamos con tal brutalidad que parecía que la autocaravana se desmontaba. Confirmando la importancia de la vía férrea de Yaoundé a N’Gaoundéré, por la pista no circulaban muchos camiones, aunque igual que en las anteriores carreteras, había bastantes de estropeados en las cunetas, y uno de accidentado totalmente atravesado en la pista. Los habitantes del pueblo próximo habían abierto una pista paralela evitando el camión atravesado pero pedían un peaje que nos vimos obligados a pagar. A buen seguro que era una iniciativa lucrativa, aunque los pueblos por los que pasábamos no parecían pobres en extremo, por ejemplo había perros que no parecían pasar hambre; las casas eran menos primitivas, rectangulares, con las paredes lisas y pintadas con cuatro pinceladas y techo de paja o plancha oxidada; había cubiertos abiertos donde relajarse en grupo los días de lluvia; y más hacia el sur, las casas se adornaban con flores en frente, el césped cortado, la ropa bien extendida ... La vegetación de los alrededores de los pueblos era espesa y cada vez más impenetrable a medida que avanzábamos. Estábamos en plena selva y para demostrárnoslo por poco no atropellamos una larga serpiente verde que cruzaba la pista. En comparación al día anterior, la carretera de Garoua-Boulai a Bertoua era excelente, acabada de construir con los estándares Europeos. Hasta había áreas de descanso o carteles que indicaban las panorámicas. La carretera recortaba rápidamente las ondulaciones del terreno con poblados en las partes elevadas y cultivos a las bajas. No había demasiado tráfico, pero los habitantes de la zona habían encontrado una curiosa manera de sacar provecho del asfalto: extendían por las aceras grandes esteras de mandioca triturada para que se secara al sol. De todas maneras, a pesar de la buena carretera no llegamos a Bertoua tan rápidamente como cabía esperar. Hacía días que me encontraba mal, con mal de vientre y diarrea esporádica, y aprovechando las áreas de descanso y la poca prisa, aproveché para descansar y dormir algunos ratos. De la misma manera, teniendo en cuenta que no tenía que poner el 100% de mi atención en la carretera me quedó bastante tiempo para pensar sobre el viaje. A pesar de no encontrarme del todo bien, pensé con optimismo que después de haber llegado a la mitad del continente Africano dirección Sur y de haber superado con éxito centenares de kilómetros de pistas destroza nervios y coches, las probabilidades de llegar como mínimo a la Sudáfrica eran muy elevadas y, por lo tanto también las posibilidades de acabar cumpliendo el sueño de llegar a Australia de aquí a dos o tres años, cuánto ya tenga 36 o 37 años (Alexandra me lo recuerda a menudo). De todas maneras, si después todavía tengo ganas de seguir el viaje con el continente Americano, acabaré la aventura próximo a los 40. Esta edad no se identifica con la juventud, pero me gustaría llegar viviendo la vida como un joven impulsivo y aventurero, viajando para conocer mundo y para formarse en la vida, porque todavía hay mucho para aprender. Tal como habíamos presupuesto, la carretera que salía de Bertoua ha vuelto a ser una pista llena de botes y agujeros, pero pasadas unas tres horas y transcurridos unos cien kilómetros, nos hemos empezado a encontrar con maquinaria pesada que estaba construyendo una nueva carretera y la preparaba para alquitranarla. Hemos ido circulando entre las máquinas, sin que nadie dirigiera el tráfico, excepto después de conducir muchos kilómetros que nos hemos encontrado con un punto de control. El chico del punto de control ha visto que llegábamos y ha puesto situado una barra de pinchos en el suelo para evitar que pasáramos. En situarnos en su lado nos ha informado de que no podíamos pasar hasta las 18:30, al cabo de cuatro horas y media. Pero mientras preguntábamos el porque ha llegado otro todo terreno en sentido contrario y el chico ha sacado la barra de pinchos. Entonces el chico nos ha dicho que su jefe le había indicado que no podía pasar ningún vehículo grande. Nosotros le hemos intentado hacer entender que nuestro coche era pequeño, pero como hemos visto que no entraba en razón y observando que la barra de pinchos todavía estaba fuera del paso, he esquivado al chico y con cuidado he cruzado el punto de control. Hemos seguido circulando con precaución los kilómetros posteriores, pero no hemos pasado ningún tramo excesivamente complicado o que pudiera dejar de serlo al cabo de cuatro horas. Al llegar a Yaundé estaba fatigado y con más síntomas de encontrarme enfermo, pero hemos seguido la marcha para encontrar un lugar donde pasar la noche. Al llegar al centro escondido entre pequeñas montañas y ondulaciones, hemos visto el hotel Hilton detrás de una gran rotonda y hemos decidido mirar si tenían algún aparcamiento discreto donde dormir. Pero al dirigirnos siguiendo la ancha avenida que cruzaba la rotonda, unos chicos me han indicado horrorizados que no se podía circular por allí. He hecho media vuelta pero enseguida me ha parado una policía que me ha hecho seguirla hasta la comisaría del lado. No me encontraba demasiado bien, pero he intentado fingir encontrarme peor exagerando el temblor de mis manos y de mi estado de ánimo. Los policías reunidos me han explicado que la avenida que cruza la rotonda es la calle presidencial y que aunque no hubiera ningún cartel indicándolo, todo el mundo sabía que era prohibido de circular por ella. Yo he intentado argumentar que había llegado hoy, que no lo sabía y que no lo volvería a hacer, pero no parecían demasiado dispuestos a perdonarme. El oficial en jefe me ha explicado que el castigo de la infracción eran unos 40€, pero yo les he dicho que me podían poner la multa y que ya la reclamaría al ministerio (no estaba dispuesto a sobornarlos). Finalmente ha estado mi estado lamentable lo que les ha hecho entender que era mejor no perder más tiempo conmigo y nos han dejado seguir. 26/05/2007: Ayer preguntamos el precio para acampar en una pensión presbiteriana pero estaba fuera de nuestro presupuesto y pasamos la noche en un descampado un poco más allá. Pero esta mañana han golpeado violentamente la puerta. Me he puesto una camisa sobre mi cuerpo desnudo y he abierto la ventana. Al lado de la autocaravana había unos 8 policías, su todo-terreno y otra gente. El policía que había golpeado la puerta ha ordenado: - Abre la puerta. - ¿Estamos aquí durmiendo, hay algún problema? - Abre la puerta - ha dicho más autoritariamente. He abierto la puerta mostrando con mis partes intimas al vacío y he exclamado: - ¿Estábamos aquí durmiendo, qué problema hay? Otro policía del fondo, que parecía el jefe, ha chillado ofendido: - ¿Qué haces así? Cierra la puerta. La he cerrado y el primero me ha indicado a través de la ventana que me vistiera. Alexandra también se ha vestido y lo ha preparado todo para marcharnos. Yo he salido a fuera con el propósito de utilizar la misma táctica del día anterior. - ¿Qué problema hay? Estábamos aquí durmiendo y estoy enfermo - he dicho extendiendo mi mano temblorosa. - ¿Tienes parkinson? - se ha mofado el jefe. - Muy irónico - he comentado intentando no perder los nervios. Entonces me han explicado el problema: estábamos aparcados en los terrenos de la iglesia presbiteriana y una mujer bruja, que cada vez que yo abría la boca me trataba de mentiroso y de pervertido, se había encargado de denunciarlo. La mujer quería que pagáramos el coste de la pensión y yo me negaba. Finalmente el jefe de los policías nos ha tomado los pasaportes y nos ha comunicado que les tendríamos que acompañar a la comisaría, junto con el lame culos de la bruja. En la comisaría han presentado el caso a otro oficial que ha intentado de interceder entre las dos posturas pero yo me he mantenido firme (pero con las piernas temblonas por la enfermedad) en que no pagaría. Después de hablar mucho rato, he propuesto desde el suelo donde me había sentado: - Yo no pienso pagar, pero si la iglesia quiere me puede denunciar y que sean los tribunales los que decidan. El policía me ha comentado que las cosas no funcionaban así en Camerún, pero la proposición ha parecido causar el efecto buscado y el policía ha empezado a explicar al lame culos que no podían tratar a los turistas de esta manera y que los Cameruneses eran hospitalarios por delante de todo. Y para confirmar sus explicaciones ha expresado que para no tener problemas las siguientes noches podíamos pasarlas gratuitamente al parking de la comisaría. He agradecido su oferta, aunque sabía que Alexandra no la aceptaría, y he preguntado sobre problema con la iglesia. - Solucionado. - Ha contestado. - ¿Solucionado? ¿No tengo que pagar nada? - Tienes coraje y no tienes que pagar si no quieres. Nos hemos dirigido hacia el norte de la ciudad y hemos encontrado un aparcamiento relativamente económico dentro del recinto de una comunidad griega con iglesia ortodoxa donde me he pasado buena parte del día estirado e intentando recuperar fuerzas. Mientras dormitaba he estado pensando que éste mal de vientre y la falta de energías se podían deber a todas las tensiones vividas los últimos días, o los últimos meses. Me venían imágenes de los policías de la mañana, de los de ayer o del policía a la salida de Gao que se me había apuntado con un dedo casi introduciéndolo en mis ojos; recordaba con viveza cómo nos habíamos escapado de los habitantes del pueblo de ayer, al lado del cual nos habíamos parado a comer, y que habían llegado con machetes (todo el mundo lleva machetes a la selva) y nos habían pedido que les teníamos que pagar algo; visualizaba la cara de rabia de Alexandra hacía pocos días cuándo había descubierto que en tenderme en la cama había roto sus gafas de sol que estaban allí tiradas; también reproducía los temores que la autocaravana no aguantara todo el viaje y realmente se desmontara en una sacudida o recordaba que la nevera había dejado de funcionar hacía un día. Siempre había minimizado las preocupaciones, mirando el futuro con optimismo y pensando que las experiencias negativas son buenas para explicar, pero aunque mi mente se encontrara sin tensiones, notaba que mi cuerpo si lo estaba, concentrando todos los nervios en mi aparato digestivo. He intentado seguir visualizando cómo todas estas vivencias y temores se iban disolviendo e iban liberando mi estómago y me he imaginado con energía y completamente curado por mañana. después he seguido reposando todo el día y sólo he escrito un poco y he arreglado la nevera (sólo se había desempalmado un cable eléctrico). 01/06/2007: El guardia de la comunidad griega nos despertó el día siguiente a las seis de la mañana. Abrí la ventana y me preguntó: - ¿Que no os marcháis? - No, pensábamos pasar una semana aquí - respondí molesto por esta nueva interrupción del sueño. El guardia parecía preocupado, primero dijo que no se lo habíamos comunicado y que nos tendríamos que marchar, pero que después debería evaluar las ganancias (personales) que se llevaría y comentó que nos podíamos quedar sin problemas. Después de dormir un rato más, salimos a andar por los alrededores, pero todavía no me encontraba bien y volvimos a pasar la tarde divagando por las instalaciones de la comunidad, leyendo u observando como dos equipos de blancos competían a Voleibol. Fue entonces cuando Alexandra me llamó y me hizo darme cuenta que el guardia señalaba la autocaravana mientras hablaba con un hombre blanco que jugaba a cartas. Al cabo de poco el guardia se dirigió hacia nosotros y nos informó de que el presidente de la comunidad le había comunicado que nos tendríamos que marchar. Pedí hablar con el presidente, pero al guardia no parecía gustarle la idea, pero esquivándolo anduve a paso ligero hasta el hombre blanco que jugaba a cartas: - ¿Buenas tardes, me puedo sentar? - Pregunté notando que las piernas no me aguantaban. - Sí, siéntate. - El guardia nos acaba de comunicar que nos tendríamos que marchar, pero le quería pedir el favor de podernos quedar otro noche, porque ya es un poco tarde para buscar un nuevo aparcamiento. - El problema no es que os podáis o no quedar, el problema es que no sabemos quiénes sois. Entonces le presenté tanto bien cómo pude quienes éramos, qué hacíamos y que nos encontrábamos en Yaoundé para tramitar los visados de los siguientes países, y al acabar la exposición anunció: - Muy bien, ahora que sabemos quiénes sois os podéis quedar aquí toda la semana. - ¿Y cuánto tendremos que pagar? - ¿Habéis pagado al guardia? - Asentí. - No me ha dicho nada el desvergonzado. No tendréis que pagar nada. El presidente también nos invitó a cenar en el restaurante de la comunidad, aunque yo no comí casi nada porque mi estomago parecía rehusarlo. Estuvimos conversando con un chico de padres griegos que había vivido toda la vida en Camerún, Vasili, que a pesar de ser blanco se consideraba Camerunés como cualquier otro negro rico. De todas maneras, ya habíamos observado que, a diferencia de los anteriores países, en Camerún residia una gran comunidad de blancos y en concreto - nos informó Vasili - unas 300 familias griegas. Al preguntarle sobre el carácter del país nos explicó que los cameruneses son orgullosos y poco amables pero cuando haces un amigo es para toda la vida. Después nos siguió contando que Camerún se un país donde no falta comida: en los pueblos levantan la mano y tienen las frutas que quieren, o remueven la tierra y extraen más tubérculos de los que pueden engullir; y eso que tendría que ser positivo puede ser un problema porque hace que la gente sea perezosa y sin ganas de trabajar. También le cuestioné sobre el gobierno, recordando Don Quixot de Rumsiki se quejaba de no ser democrático porque hacía unos 25 años que estaban los mismos, pero Vasili esquivó la pregunta diciendo que no estaba interesado en política, aunque después añadió que mantener unido y en paz un país con 240 tribus, con 240 maneras de pensar diferente y 140 dialectos no era tarea fácil. Al día siguiente por la mañana seguía con mal de vientre y sin energías y, siguiendo los consejos de Vasili y Alexandra, fuimos al Hospital Central. Pagué los 3 euros que daban derecho a la consulta y esperé en un pasadizo limpio y repintado de hacía pocos años, pero viejo, en medio de gente de caras compungidas que esperaban de pie o sentados en los pocos bancos, a excepción de un par de enfermos que estaban estirados en un rincón, dejando pasar a los doctores que andaban arriba y abajo con caras de estar concentrados en algo. Pasada una hora u hora y media me vinieron a buscar y un doctor joven me atendió en una pequeña habitación aislada por una cortina de color incierto en la puerta. Después de explicar mi caso, el doctor diagnosticó que tenía alguna infección bacteriana y me recetó unos medicamentos milagrosos que me pusieron en forma en pocos días. Al volver del hospital nos paramos a comprar en un supermercado (son grandes y llenos de productos Europeos). Mientras bajábamos de la autocaravana, se nos acercó un chico blanco observando el mapa del recorrido dibujado en un lateral. Y acto seguido nos presentamos. Ben de Australia y Maria de Holanda hacía más de un año que viajaban por el África del este con uno todo-terreno, pero ahora estaban viajando mucho más rápido, como un relámpago, porque se les estaba acabando el dinero que habían obtenido con la venta de su casa. Ben comentó que le gustaba escribir, entonces les expliqué la posibilidad de financiar el viaje escribiendo para revistas, de la misma manera que estábamos haciendo nosotros. Ante su interés le dejé un libro que da pistas de cómo ganarse la vida viajando y escribiendo, de todas maneras su prioridad actual era llegar en Zimbabwe donde les esperaba un trabajo como administradores de un hotel en un parque natural, donde quizás los volveremos a ver. Ben y Maria se encontraban en Yaundé con el objetivo de tramitar los visados de los próximos países a visitar, igual que nosotros, así pues, los próximos días compartimos las esperas en las embajadas de Gabón, República del Congo y República Democrática del Congo y nos compadecimos conjuntamente de los costes de los visados de Àfrica Central, llevábamos gastados 560€ en visados, incluyendo los dos del Camerún, y todavía faltaba sumar el coste del visado de Angola, que por cierto parece que podremos conseguir sin problemas (anteriores viajeros habían escrito a sus diarios que habían tenido problemas para conseguir el visado Angoleño). Ben y Maria pagaron un poco más todavía para tener el visado de RD Congo al mismo día, pero nosotros podíamos esperar hasta hoy viernes, al fin y al cabo queríamos visitar la ciudad y nos queríamos encontrar con un contacto. Martin, un empresario con muchas ideas pero pocos recursos, apasionado y con una sonrisa incandescente, se presentó a la comunidad griega con su joven esposa. Tenía ganas que lo entrevistara, pues había intentado completar el cuestionario por Internet y no se había enviado correctamente. Al finalizar la entrevista nos comentó que en el pasado había viajado a Francia y que había descubierto que Europa no es el paraíso. Aunque el Camerún es un país donde no hay cultura de inmigración y más bien la recibe de otros países de África, hay muchas chicas camerunesas que sueñan en casarse con un blanco para poder emigrar a Europa. Después nos explicó que le entristecían las residencias de ancianos de Europa, en el Camerún no son necesarias porque las familias están muy unidas y también tienen muchos hijos, que son fuente de riqueza. En las ciudades los hijos empiezan a ser un coste y se tienen menos, pero en la selva hay mucho terreno virgen y cada hijo puede cultivar una nueva área sin el problema del reparto de la tierra entre los herederos que hay en Europa. Poco antes de marcharse, Martin nos nombró las tres pasiones de los cameruneses: el fútbol (la segunda religión según él), la música y la fiesta (o la cerveza según otras fuentes). Martin también nos había indicado algunos de los principales puntos de interés de Yaundé, una ciudad relativamente moderna, con altos edificios sobresaliendo entre la vegetación y grandes avenidas ondulando entre las colinas, con la circulación abundante, embrollada por multitud de taxis amarillos multi-clientes que hacen sonar su claxon continuamente en busca de más pasajeros. Nos aislamos un poco de este caos visitando el zoo, pero básicamente había primates y Alex se desilusionó porque todavía no ha visto un elefante. También pasamos por el lado de un lago, sin ningún interés, a excepción del reflejo de los edificios del fondo. Y hoy hemos subido hasta la colina donde está situado el palacio de justicia, desde el cual se disfruta de una buena vista sobre la ciudad. -- En Yaundé entrevisté Martin que opinaba que el principal problema del mundo es la pobreza e injusticia porque causan violencia. La solidaridad y comprensión sería la solución. Su grano de arena como cristiano es seguir el evangelio. El principal problema en Camerún es la corrupción y la pobreza, los beneficios de los recursos naturales se tendrían que repartir equitativamente. Él ha creado a una ONG para luchar contra la pobreza pero no tiene recursos para ayudar suficientemente. Martin es feliz porque no envidia a nadie. El secreto de la felicidad es estar en paz con Dios. Bafang (ver en mapa) 04/06/2007: Sólo teníamos el nombre de Frederick Djouyep, que la ONG Arsis de Cataluña nos había pedido que visitáramos en el pueblo Bafang, en el norte de Yaundé. También sabíamos que en Frederick trabajaba para una ONG local, pero al llegar a Bafang nos dimos cuenta que había muchas ONGs locales, por ejemplo en 50 metros de calle había tres que se anunciaban. Por suerte en una de ellas conocían a Frederick. Me informaron de que era cura y me hicieron un croquis para llegar a su misión, en lo alto de un tortuoso camino. Frederick, un hombre bromista y de carácter fuerte, nos dio la bienvenida y nos explicó que habíamos llegado en el mejor momento, porque al día siguiente habría una gran fiesta en la misión pues su diácono celebraba la primera misa y porque el lunes tenía una reunión con la asociación que había creado en tres pueblos: APROFER, Asociación para la Promoción de la Mujer Rural. Al oscurecer, salimos a comprar alcohol para la fiesta del día siguiente, circulando por las calles sin luz pero llenas de gente. Al terminar de comprar la mercancía, nos detuvimos a tomar una cerveza en una pequeña tienda llena de borrachos que querían que les invitara a una caja de cerveza. Al volver, nos dirigimos hacia la gran iglesia de la misión, donde se celebraba un concierto coral como introducción a la fiesta del día siguiente. Las chicas del coro cantaban con ritmo, juntando las manos en posición de plegaria mientras movían sensualmente la cintura y los asistentes las animaban continuamente con aplausos y aclamaciones. Me sorprendió, que el desenfreno finalizara con un silencio absoluto mientras el padre Frederick dirigía una plegaria. El día siguiente por la mañana, nos hicieron sentarnos en la zona de las autoridades, al lado del altar y después de esperar un buen rato, con unas 200 personas abarrotando la iglesia, la misa empezó con cambios de ritmos constantes: bailes africanos, cantos corales, lectura del evangelio, representaciones, aclamaciones al nuevo padre, más bailes al traer la Biblia sobre una plataforma llena de flores hacia el nuevo padre, que sonreía y reía ante los aplausos. Después, el nuevo padre expuso su mensaje sobre la Santa Trinidad, con la parroquia contestando al unísono que 1+1+1 era igual en 1. El nuevo padre tenía la explicación, era un misterio que no se podía comprender ni pretender comprender. Más tarde, vinieron la entrega de regalos para el nuevo padre (o para la iglesia, ya que los regalos se tenían que registrar), y después de muchos más bailes, cantos, aclamaciones y mensajes la misa acabó. Habían pasado cuatro horas pero en ningún había resultado aburrida, bien al contrario que en Europa. Al terminar la misa saludamos diferentes catalanes cooperantes que habían asistido por su amistad con Frederick. Uno de ellos me explicó que Frederick era presidente de una peña del Español, un equipo de fútbol de Barcelona donde juega el portero Kameni nacido cerca de Bafang. Me sorprendió la información, pues parece que los Cameruneses, grandes amantes del fútbol, sólo se visten con camisetas del Barça (donde juega el Etoo, otro Camerunés) y de la selección del Camerún. Otra chica, Mar, nos explicó que se está enviando mucho dinero al África pero falta un cambio de mentalidad para cambiar la situación. La gente está desmotivada y no lucha ante los problemas, viven por el hoy sin pensar en el mañana. A continuación se quejó del gobierno, que sólo está preocupado de mantener el poder y no hace nada para mejorar el modelo educativo o la actitud social. Por la noche quedamos a las ocho para ir a cenar con Mar, dos catalanas más, y otros africanos. Frederick nos pasó a buscar tarde y borracho, pero aun así, nos detuvimos en casa a un juez a tomar otra cerveza, después estuvimos a punto de atropellar a un hombre que chilló: - Ya me podrías haber atropellado, así me pagarías y tendría qué comer. Continuamos el camino cargando mujeres grandes y llegamos al restaurante a las nueve, pero las catalanas también hacía poco que habían llegado y la comida todavía tardó mucho más en salir. El restaurante estaba integrado dentro del mobiliario de una casa, para no pagar impuestos, según nos explicaron. Hoy hemos vuelto a subir al todo-terreno estropeado de Frederick y nos hemos dirigido acompañados de una enfermera voluntaria hacia Mbouassu, un pueblo extraviado entre las montañas y los campos de café (algunos de los cuales olvidados por el bajo precio del café) y de plataneros y cultivos de yuca y maíz. Fuimos recibidos en casa de un ex-jefe de brigada, según la costumbre con whisky de 12 años. Frederick abrió la botella y roció un poco frente de la casa, después nos humedeció las manos con el alcohol y finalmente brindamos. Destacando sobre una mesa había dos colmillos de elefante y un pie de gorila que, según parece, los locales cazan y comen ocasionalmente. Después del recibimiento nos dirigimos hacia la reunión por un pequeño camino entre las casas escondidas entre la vegetación y los campos de café. Andaba con una mujer de la asociación y la enfermera y escuchaba cómo la mujer se quejaba de que no tenían pozo ni fuente de agua potable y que tenían que coger el agua del río, dónde los mismos vecinos hacían las necesidades, cogiendo consecuentemente graves enfermedades. Por otro lado, también comentó que la gente está muy cansada y la enfermera comentó que seguramente se debía a la malnutrición. Aunque la tierra fuera muy productiva, los habitantes no ingerían una alimentación variada que les aportaran los nutrientes y vitaminas necesarias. Finalmente se compadeció que a pesar de ser una villa de unos 5000 habitantes con otras pequeñas villas dependiendo de ellos, no tenían ningún centro de salud. La reunión se celebraba en una casa que habían condicionado con una mesa y unas veinte sillas alrededor, había sentados mujeres vestidas para la ocasión y hombres, todos ellos concentrados y algunos escribiendo. La reunión se inició con una plegaria y a continuación Frederick se dirigió a las mujeres con las siguientes palabras: "las mujeres trabajan mucho y participan mucho en la sociedad pero tendrían que decidir más". Pero a pesar de los objetivos de la organización no se volvió a hablar más de la promoción de la mujer y pareció que continuaban siendo los hombres los que seguían tomando las decisiones importantes. Frederick propuso aportar enfermeras para educar en salud y en nutrición y técnicos agrícolas para mejorar la producción, pero antes de nada tenían que estar unidos y organizados para mejorar su situación pero también para recibir financiación de alguna ONG. Finalmente, se informó a los asistentes de la posibilidad de acceder a unas ayudas de la unión europea y Frederick entregó a la presidenta, entre aplausos y aclamaciones, un saco de abono y 30 euros para que la asociación pudiera iniciar el cultivo de un campo de maíz comunitario. Al terminar la reunión con comida y cervezas, Frederick nos mostró dos fuentes que tomaban agua de las montañas y que había financiado la ONG Manos Unidas. Después de escuchar todos los problemas que tenían al no tener agua potable, pregunté extrañado: - ¿Si hay estas fuentes de agua potable, como es que las mujeres se quejan de que tienen que coger el agua del río? - Porque hay una persona del pueblo que quiere cobrar dinero y les cerrado el grifo. - ¿Y no se puede hacer nada para solucionarlo? Sin dar más explicaciones, su mirada me dijo que no había nada a hacer. Más tarde le volví a interrogar, pero no saqué el agua clara. Volvimos tarde y cansados. Al llegar a Bafang, la Enfermera comento que estaba cansada y pidió a Frederick que la dejara en el centro, pero éste siguió conduciendo en silencio hasta la misión. 06/06/2007: El domingo, cuando conocimos a Mar y a las otras dos chicas catalanas, nos dimos cuenta de que el capellán que dirigía su proyecto se llamaba Michel Djaba, un hombre que la ONG ARSIS también nos había pedido de visitar. Quedamos en que nos vendría a buscar el martes en Bafang (o así lo creímos), pero al final resultó que habíamos quedado el miércoles. De todas maneras, dio la casualidad de que el martes por la mañana había la fiesta de despedida de la escuela de infantiles de debajo la misión y asistí con Frederick. Como ya va siendo costumbre, me hicieron sentarme en el mejor sofá, al lado del padre Frederick que inauguró la fiesta con una plegaria. Acto seguido, los niños y niñas, de unos dos a cuatro años, cantaron el himno Nacional, siguieron con una representación teatral de cómo el padre Frederick decía misa, continuaron bailando, recitando poemas, demostrando sus conocimientos de inglés, teatralizando una boda ... En la representación de la boda los dos esposos se hacían una prueba del sida antes de aceptar el matrimonio. Después los niños recitaron un poema en que se proponía la castidad para luchar contra el Sida, si la castidad no era posible, la fidelidad y sino la utilización de preservativos. Más tarde cuestioné sobre el tema a Frederick y contradiciendo la doctrina del Vaticano me manifestó que daba apoyo al mensaje recitado por los niños. La fiesta acabó, como siempre, con otra plegaria y con una comida comunitaria. Alexandra no había comido nada en todo el día, porque según ella no había nada para comer en la autocaravana, así pues, por la tarde, tuve que andar hasta el pueblo para comprar los productos requeridos. Bafang es un pueblo alargado a lo largo de una calle principal con todo tipo de tiendas detrás las aceras de fango, aun así tuve que andar hasta el final del pueblo para encontrar todos los ingredientes exigidos. Volví cargado con una moto-taxi. Por la noche volvimos juntos al pueblo, con Frederick y la enfermera, porque Mar nos había invitado al despacho de la asociación Kentaja, que dirige Michel. Compramos unas bebidas en el bar de debajo y Mar nos empezó a explicar el trabajo de la Asociación Kentaja, que tiene tres centros de acogida de niños de 6 a 18 años. A media explicación, llegó Frederick que había ido a comprar comida y nos contó una mala noticia, se había muerto un profesor de Español que Mar conocía, dejando en la miseria a su viuda y sus cuatro hijos. La mujer trabajaba vendiendo cacahuetes en la calle, actividad totalmente insuficiente para pagar el alquiler de la casa que ocupaban y la alimentación de los niños. Alguien preguntó: - ¿Y cómo podrán sobrevivir? Mar respondió: - Seguramente la asociación Kentaja se tendrá que hacer cargo de dos o tres niños para que la madre pueda salir adelante. Hoy por la mañana nos ha venido a recoger Michel para visitar el centro de acogida que la asociación Kentaja ha creado y mantiene en Badzuidjong. Durante el camino, Michel nos ha explicado con palabras que nos conmovían como antes de crear la asociación empezó a acoger niños huérfanos en la parroquia, después creó la asociación Kentaja con la ayuda de dos entidades europeas que soportan con apadrinamientos los gastos mensuales de salarios, alimentación, salud y escolarización de los 130 niños acogidos a los tres centros creados. De todas maneras, también reciben ayudas puntuales muy beneficiosas de otras ONGs y entidades, por ejemplo, hace unos años los bomberos de Barcelona se desnudaron en un calendario para recoger dinero para construir un dispensario maternal en el pueblo de Baku, otra mujer rica de Barcelona financió la edificación de uno de los centros con camas individuales para 64 niños. De todos modos, ahora están intentando iniciar proyectos de autofinanciación. El jefe del pueblo de Badzuidjong ha regalado tres hectáreas a la asociación que están destinando al cultivo y a la producción de carne, con dos objetivos: alimentar a los niños y enseñarles el oficio del campo. En este punto me he interesado sobre los caudillos de los pueblos y Michel me ha explicado que disfrutan de un gran poder sobre el pueblo y sobre los recursos financieros del gobierno destinados al pueblo. Entonces he explicado el caso del agua potable de Mbouassu, donde nos había llevado Frederick y después de la exposición Michel ha comentado. - Hay caudillos buenos e interesados con el progreso del pueblo, como el de Badzuidjong, pero también hay de malos y podría ser, que la jefe de Mbouassu haya cortado el acceso al agua potable para cobrarla y los habitantes no se atrevan a denunciarlo por miedo o respeto. El camino hacia Badzuidjong era en muy malo estado, intransitable con la autocaravana. Poco antes de llegar hemos escuchado una restallada bajo una rueda. Hemos bajado y Michel ha observado con preocupación que se habían roto dos ballestas de la suspensión. Hemos acabado de llegar a Badzuidjong, pero la suspensión dañada nos ha obligado a marcharnos justo después de visitar las instalaciones y los campos de maíz de la asociación, la escuela del pueblo y el río de donde volvían los niños de lavar la ropa. De regreso en Bafang, Michel nos ha explicado que recordaba cuándo tenía 10 años, hace unos 40 años, que tuvo que huir de su pueblo porque los franceses lo incendiaron, en parte por los aires de independencia que se imponían y por los de comunismo que se infiltraban. Llegados a Bafang, entrevisté Michel y en medio de ésta ha contado que era huérfano desde los 10 años, pero no he caído a preguntar si sus padres fueron muertos por los franceses. -- Tuve ocasión de entrevistar a Michel que opinaba que el principal problema del mundo es la ambición de los hombres que a veces les hacen felices y a veces les hace chocar con la libertad de los otros. Se tendría que fomentar el diálogo para solucionar estos problemas. El principal problema del Camerún es la falta de desarrollo, es necesario un cambio de mentalidad, tendría que ser un interés y responsabilidad de cada individuo. Él intenta, a través de la fe o de la acogida, que la juventud tome iniciativas a favor del desarrollo. Michel es feliz porque ha llegado a ser lo que soñaba (le ha tocado la lotería de ser sacerdote). El secreto de la felicidad es ser amigo de Dios y del hombre. Douala (ver en mapa) 08/06/2007: Camino de Douala, Michel ya nos había informado que en Nkonbsamba tenían el moderno y mayor centro de acogida, financiado por la mujer rica de Barcelona, pero no sabíamos que el pueblo estaba en la dirección de Douala. Por eso, cuando Alexandra observó un cartel de Kentaja al lado de un edificio de la comunidad Europea, decidimos retroceder y visitar el centro. La mayoría de los niños estaban en la escuela pero había dos educadoras que estaban preparando la comida. Me presenté y les pedí si me podían mostrar el centro de acogida hacer alguna foto, pero ellas no estaban informadas de mi llegada y fue necesaria una llamada a Michel. Después, las dos chicas, muy amables, me mostraron el sólido edificio de dos plantas con habitaciones y equipamientos de lujo según los estándares rurales del Camerún. Desde la terraza me sorprendieron explicándome que al lado se estaba construyendo otro edificio financiado por otra ONG para poder acoger a muchos más niños. Al mediodía llegamos al centro de Douala, avanzando por una calle con el asfalto roto y agujereado y con un tráfico que nos tuvo parados un buen rato. Parece mentira que siendo una ciudad mayor que la capital Yaundé y el motor económico de Camerún, Douala sea una ciudad tan olvidada en infraestructuras, aunque también es verdad que estaban arreglando algunas calles controladas por asiáticos. Aparte de eso, Douala es una ciudad sin ninguna gracia y con nada a visitar. Por lo tanto, hemos aprovechado estos dos días a la ciudad para relajarnos, hacer compras en el supermercado, sacar dinero y pasear entre los grandes edificios y pequeños comercios. Kribi (ver en mapa) 11/06/2007: Ayer hizo un año que yo y Alexandra nos conocimos en Rumania, mientras yo estaba realizando la primera etapa europea del viaje. Enseguida nos atrajimos y enamoramos y afortunadamente, a los pocos meses, Alexandra tuvo la valentía de abandonar sus amigos, familia, trabajo y estudios para acompañarme en este viaje por todo el mundo. Bueno, al principio no se hizo en la idea de viajar tanto, por eso no renovó con tiempo su pasaporte y ahora se está quedando sin páginas en blanco. Pero ahora dice que no me abandonaría por nada al mundo, porque su objetivo - según ella - es hacerme la vida más difícil. Y a veces lo consigue, sobre todo cuando actúa como una malcriada o cuando se vuelve histérica y paranoica. El problema es que África no es su continente: demasiada gente diferente interesada con nosotros, demasiados peligros hipotéticos, demasiada comida indescifrable, demasiados insectos de películas de terror, demasiadas carreteras intransitables ... De todos modos, parece que se va acostumbrando a estas vicisitudes y empieza a disfrutar de este fantástico viaje, aunque todavía falta mucho para que se enamore de esta tierra. En cualquier caso, lo importante es nosotros seguimos enamorados y disfrutando de nuestra compañía. Kribi es uno de los mejores pueblos al Camerún donde celebrar un aniversario. Es un pueblo que bordea la playa remojada por un pacífico océano Atlántico, y remojada también por las lluvias. Kribi es un paraíso, pero no en esta época en que empiezan las lluvias. Pero hemos tenido suerte que ha llovido durante la noche y durante el día ha hecho buenos ratos de sol, que me han permitido sumergirme en el océano y degustar el delicioso marisco y pescado que se pesca - Alexandra, que no come pescado ni quiere ser tocado por pescados, sólo ha disfrutado observando cómo yo me deleitaba. De todas maneras, sí que nos maravillamos conjuntamente con las caudalosas cascadas de Lobé, unas de las pocas del mundo que saltan directamente sobre el mar. En cualquier caso, no hemos venido a Kribi para celebrar nuestro aniversario. La ONG Lanzarote Help nos había invitado a visitar el hospital que habían construido cerca de Kribi hacía dos años. El sábado el mediodía fuimos recibidos por el Dr. Samuel, originario de Guinea Ecuatorial, la voluntaria cirujano Sílvia de Méjico, y el también voluntario director de Italia, Luciano. Decidimos aprovechar la buena compañía de Luciano y Sílvia y compartir el fin de semana con ellos y visitar el hospital el lunes por la mañana. Luciano nos ha explicado cómo está gestionando y controla el hospital, un trabajo que no puede ser asignado a una persona local porque - según él - se mueven demasiado por intereses económicos y están demasiado avezados a la corrupción. Y hoy por la mañana, el Dr. Samuel nos ha descrito el funcionamiento del hospital: los pacientes pagan por las consultas, tratamientos y operaciones un 50% menos que en los hospitales públicos, de todos modos, los pacientes llegan por temporadas, porque tienen que recopilar el dinero, y sólo llegan los casos más graves, porque la gente prefiere automedicarse. En cualquier caso, el hospital tiene 20 camas que a veces son insuficientes para todos los ingresados, por este motivo, Lanzarote Help está financiando la construcción de un nuevo edificio que duplicará los servicios y camas del actual hospital. El hospital, aparte de ofrecer atención al parto, recibe muchos casos de malaria, que normalmente se cura a no ser que la enfermedad se encuentre en un estado muy adelantado o bien el paciente haya cogido resistencias con la automedicación; también se tratan muchos problemas gastrointestinales causados por el agua no potable o mala higiene, problemas respiratorios por culpa del polvo del verano, y curiosamente también problemas cardiovasculares, depresiones, insomnio, ansiedad ... - "la globalización ha llegado a África", ha expresado Samuel -; la sanidad pública ofrece casi gratuitamente los medicamentos para tratar el sida, aunque en el hospital también se diagnostican muchos casos, de todas maneras, según Samuel, el gran problema sanitario el África no es el Sida, es la malaria. Por la tarde, Samuel se ha presentado en casa de Luciano y Sílvia y hemos continuado la conversación de la mañana. Lentamente Samuel ha ido explicando su interesante vida: la salida de Guinea Ecuatorial para ir a estudiar Medicina en la antigua Unión Soviética, el trabajo como doctor en el Berlín occidental antes y después de la caída del muro, y el retorno a África, trabajando en el hospital de Kribi, cerca de su país ante la imposibilidad de volver, ya que durante todo este tiempo que ha estado en el extranjero ha estado un hombre clave en la oposición del régimen dictatorial de Guinea Ecuatorial, un régimen con las manos sucias de sangre, con todos los 500.000 habitantes controlados, con los opositores en la prisión y torturados y soportado por los gobiernos europeos gracias a los recursos petroleros. De todas maneras, Samuel todavía tiene esperanzas de un cambio político en su país, desde el hospital recibe a muchos pacientes guineanos y quien sabe si poco a poco les dará la fuerza para chillar "ya es suficiente”. --- Entrevisté a Samuel que opinaba que uno de los principales problemas del mundo es la falta de libertad, por ejemplo en dictaduras. La solución está en pensar que nos merecemos la libertad. A nivel personal Samuel es médico y ayuda que sus pacientes que se liberen de las enfermedades y también lucha para que su país se libere. El principal problema en Guinea Ecuatorial es la falta de libertad, "es una vergüenza que en el siglo XXI todavía haya dictaduras", como en su país. El cambio puede venir de dentro del régimen pero con la presión exterior. Samuel es feliz pero sería más feliz volviendo a su país en paz e ir a pescar al río del pueblo donde había nacido. El secreto de la felicidad es la esperanza de tener la felicidad total. Ambam (ver en mapa) 12/06/2007: Hoy por la mañana hemos recibido una muy mala noticia por correo electrónico. Nos ha escrito Ben, el australiano que habíamos conocido en Yaunde. Él y Maria se encontraban en Congo y nos informaban de que ni en LibreVille (capital del Gabón) ni en Cabinda (pequeño territorio de Angola entre los dos Congos) habían podido tramitar el visado de Angola, aunque pensaban que desde Kinshasa (capital de la República Democrática del Congo) se podía conseguir. Por otro lado, nos informaban que las carreteras del sur del Gabón y del Congo estaban sin asfaltar, llenas de barro y con profundos agujeros y roderas creadas por los camiones. Nos explicaban que creían que nos sería imposible de transitar con nuestra autocaravana sin destrozarla. Para acabar de arreglarlo, Alexandra ha leído otra noticia en Internet que relataba que ayer habían matado a una Voluntaria de Médicos sin Fronteras en la República Centro Africana. Nos hemos marchado de Kribi con el pesimismo dibujado en nuestros rostros, circulando en dirección Norte, después hacia el Este dirección a Yaundé, para volver hacia el sur, con el Gabón como destinación. Pero a medida que descendíamos hacia el sur por una buena carretera, aparecía un solo radiante y entrábamos en el país de los pigmeos (hombres y mujeres de proporciones normales pero dos o tres palmos más bajos que el resto, que nos miraban con la misma curiosidad que nosotros a ellos), me volvía el optimismo. En algún punto u otro tendríamos que poder conseguir el visado de Angola, aunque sea con la ayuda de la embajada Española. Por otro lado, ahora empieza la época seca en el Gabón y en el Congo, espero que estas 3 o 4 semanas de retraso que tenemos sobre Ben y Maria sean suficientes para que mejoren las comunicaciones, o quizás podemos encontrar una ruta alternativa, o podemos cargar la autocaravana en un camión, o embarcarla en un barco ... Es necesario ser positivo y pensar que si hemos conseguido llegar hasta aquí, difícilmente no nos podrá detener nada. Gabon Libreville (ver en mapa) 14/06/2007: Ayer cruzamos la frontera con Gabón sin problemas, habríamos tardado menos de una hora si no fuera por los jefes de dos puntos de control, que se habían marchado (uno al mercado y el otro a su casa) y tuvimos que esperarlos un buen rato. En Gabón la carretera siguió en buen estado, mejor que en Camerún. Pensamos que era normal, al fin y al cabo Gabón es un país rico (financiado gracias al petróleo) donde - según nuestra guía de viaje - todo el mundo tiene dinero para pagarse como mínimo la cerveza. De todas maneras, hoy al mediodía, la carretera ha empeorado muchísimo, con unos cráteres enormes en medio del asfalto o de la tierra que a veces eran imposibles de bordear. Sólo los camiones cargados con pesados troncos de grandes dimensiones parecían no inmutarse por el estado de la carretera y seguían su marcha inescrutable, levantando polvo y aumentando todavía más la medida de los cráteres. Al ascender por uno de estos enormes agujeros, una rueda delantera ha patinado e instantáneamente se ha escuchado un chasquido y un fuerte silbido. Hemos parado un poco más allá y hemos observado cómo la rueda se acababa de deshinchar. Era el primer pinchazo que teníamos, pero eso no ha sido problema para cambiar la rueda con eficacia (también gracias a la inestimable ayuda de Alexandra). De todas maneras, el pinchazo ha estado un aviso. Ben y Maria no nos habían hablado de esta carretera, por lo tanto, era de esperar que las carreteras a la salida de Libreville serán mucho peores y según ellos impracticables para nosotros. A ver si desde Libreville podemos encontrar alguna solución ... Por otro lado, hoy hemos cruzado el ecuador. Todo el mundo piensa que en el ecuador siempre hace mucho calor, pero no es así, ahora que falta poco para el solsticio de verano, el sol se encuentra más cerca de Barcelona que del ecuador. Por eso no es de extrañar que los Gaboneses utilicen manga larga cuando se pone el sol, para aislarse del frío, y también de los mosquitos, claro está. 17/06/2007: El viernes por la mañana fuimos a la embajada de Angola, y tal como nos habían explicado Ben y Maria no era posible de obtener el visado desde Libreville, "no tenían los adhesivos para el visado" nos dieron como excusa. El chico de recepción me comunicó que desde Point-noire, en Congo, podríamos tramitar los visados, pero según Ben y Maria no era posible desde allí tampoco. Añadido al problema del visado había el mal estado de las carreteras. Por eso, después de la embajada nos dirigimos al puerto con la intención de buscar un barco en el que embarcar la autocaravana dirección a Sudáfrica. En el puerto encontramos una oficina del transporte marítimo donde un par de chicos muy amables hicieron algunas llamadas y finalmente nos informaron de que al día siguiente salía un barco. Estuvimos todo el viernes por la tarde y el sábado por la mañana pendientes de este barco, pero al final resultó que era demasiado pequeño e iba demasiado cargado y la autocaravana no cabía de ninguna manera (mañana, lunes, seguiremos buscando). Más tarde, estudiamos otra alternativa. Fuimos a la estación de autobuses y pregunté a un camionero sobre el estado de las carreteras hacia el Congo. Su visión no era tanto catastrófica como Ben y Maria, aunque también nos informó de una vía alternativa circulando un tramo en tren (mañana seguiremos investigando). El sábado por la tarde, después del estrés del viernes y de las horas anteriores, fuimos a relajarnos a la playa, donde había algunos otros blancos surfeaban con la ayuda de parapentes. Hoy el domingo hemos vuelto a la playa. En comparación con los dos días anteriores, la ciudad estaba desierta y todos los comercios cerrados. Ha estado una sorpresa, pues en todos los países anteriores el domingo no se diferenciaba demasiado de los otros días de la semana. Eso confirmaba un aspecto que nos habían explicado: los Gaboneses son perezosos, seguramente a causa de la riqueza del país. Al llegar a la playa nos hemos encontrado con algunos de los habitantes que habían vaciado la ciudad: chicos jugando a fútbol, chicas saltando ante las oleas, parejas conversando bajo las palmeras, hombres blancos y jóvenes negras sentados en los improvisados bares de la playa ... 20/06/2007: El lunes siguió la aventura para descubrir cuál era la mejor opción - si es que había alguna - para continuar el viaje hasta África del sur. Fuimos a la embajada de este país para conocer si necesitábamos visados de entrada en caso de llegar con barco (Alexandra necesitaba), fuimos a la estación de trenes para preguntar el coste de cargar el coche hasta Franceville (unos 400€ incluyendo el billete para nosotros), recurrimos todas las compañías navales con uno de los chicos de la oficina del transporte marítimo (sólo había una barco hacia Cape Town con un coste superior a los 3000€ para cargar el coche). Ante la imposibilidad económica de llegar a África del Sur por vía marítima sólo teníamos la opción de continuar por tierra pasando por R Congo y RD Congo e intentar conseguir el visado de Angola en uno de estos dos países, si no lo conseguíamos nos encontraríamos atrapados y sólo podríamos seguir adelante recorriendo todo el sur de RD Congo, que no parecía demasiada buena idea. Por suerte, ayer Ben y Maria nos escribieron un correo y nos comunicaron que se podía conseguir un visado de 5 días para Angola desde Matadi, en RD Congo. 5 días eran insuficientes, porque a Alexandra sólo le queda una página en blanco en el pasaporte; la embajada de Rumania en Lunada le comentaron que le podrían solucionar el problema desde allí, pero no en 5 días. De todos modos tenemos la esperanza de conseguir un visado de 30 días o de ampliarlo desde Luanda. Así pues, seguiríamos el trayecto por tierra, pero estos días Alexandra se encontraba exhausta. Decía que no soportaba más las terribles carreteras africanas ni a la policía corrupta; que no quería pasar por el Congo donde la policía nos robaría y después nos mataría; que si no nos mataban no podríamos entrar en Angola, a ella se le acabarían las páginas del pasaporte y acabaría siendo ilegal en algún país ... Visitamos algunas compañías aéreas para conocer cuáles tenían vuelos a Europa y Alexandra parecía decidida a tomar uno, pero se pasaba todo el día llorando que no me quería dejar solo. Al final, ayer en la playa, mientras meditaba la situación se encontró una moneda y se dijo: - Cuando uno tiene que tomar una decisión importante y se encuentra una moneda, tiene que confiar con la suerte y el destino - me explicó después. Tiró la moneda dos veces y las dos veces le salió de quedarse. Habiendo decidido seguir el viaje por tierra, sólo nos faltaba conocer cuál era la mejor ruta para llegar a R Congo. Pregunté a los chicos de la oficina del transporte marítimo si conocían dónde estaba el ministerio del transporte, dónde quizás me podían informar sobre el estado de las carreteras, pero se pusieron a reír de valiente, los del ministerio serían los más desinformados de todos. Esta mañana hemos ido a preguntar a la embajada de R Congo, y un cónsul muy amable me ha recomendado ir por Franceville, porque después, en el Congo las carreteras eran mucho mejores. Después, Alexandra se ha ido a conectar a Internet y yo he aprovechado para arreglar la rueda que habíamos pinchado llegando a Libreville. Cuando he ido a buscar a Alexandra en el cibercafé, un hombre nos ha detenido y ha empezado a hablar con Alexandra en rumano. El hombre nos ha explicado que era arquitecto rumano que ya hace unos cinco años que se encuentra en el Gabón trabajando, aunque que para él son unas continúas vacaciones debido al pausado ritmo de trabajo que hay. Hemos estado conversando en un bar carísimo, después nos ha llevado a visitar un centro de artesanía próximo y finalmente nos ha propuesto de quedar para cenar en un restaurante rumano. Pero por la noche no se ha presentado, aunque el restaurante valía la pena. Yo he pedido un sarmale, unos canalones rumanos envueltos en col, pero me los ha robado Alexandra porque decía que estaban casi tan buenos como los que cocina su abuela. Ha estado una buena manera de celebrar la partida de Libreville, una ciudad rica y cara, con altos edificios a lo largo de una gran avenida que transcurre por delante del pacífico océano Atlántico; una ciudad con muchos blancos o expatriados que observaban nuestra caravana con curiosidad desde los sus potentes todo-terrenos; una ciudad con mucho tráfico en las horas punta o a toda hora, porque los comercios cerraban al mediodía con los horarios más diversos; también una ciudad con muchos controles de policía que han hecho explotar a Alexandra más de una vez, aunque ya estábamos precavidos por otros viajeros que la policía del Gabón es de la más corrupta de África. Franceville (ver en mapa) 23/06/2007: Iniciamos el camino hacia Franceville retrocediendo por la carretera que habíamos recorrido para llegar a Libreville, pero cuánto a media tarde nos tuvimos que desviar a la derecha, los temores empezaron a aparecer. Delante nuestro teníamos una pista incógnita de unos 500 kilómetros, la cual algunas informaciones definían como intransitables con nuestra autocaravana. De todos modos, parecía la única opción para llegar al Congo y por lo tanto, estaba dispuesto a arriesgar la integridad de la autocaravana y dejarla destrozada en medio del camino a cambio de poder seguir adelante con nuestro viaje. La pista estrecha parecía que se tenía que terminar en medio de la selva. Encontramos algunos pasos difíciles que pasamos circulando muy lentamente y nos hicimos la idea de recorrer los 500 kilómetros en unos cuatro días. Cuando empezó a oscurecer, encontramos una casa al lado de la pista y les pregunté si podíamos aparcar allí y pasar la noche. Me dieron permiso sin ningún tipo de problema. Colgando de un árbol tenían una rata gigante y un diminuto ciervo que a buen seguro querían vender a los inexistentes conductores de la pista. Al cabo de poco llegaron dos hombres de la selva con una escopeta cada uno. Uno de ellos tenía un pequeño mono colgando de una mano y el otro cargaba un gran paquete detrás. Al pasar por mi lado me di cuenta que el paquete era una boa aprisionada entre lianas. Descargaron los animales muertos delante de la casa y extendieron la boa de unos cuatro metros. El hombre que la llevaba empezó a relatar cómo la habían cazado mientras los otros se tronchaban de risa al escuchar que el segundo había huido corriendo sólo de verla. Pero todavía rieron más cuando llamé a Alexandra para que viniera a ver la boa. Se pensaba que era una broma y andaba con paso seguro hacia la casa pero yo la avisé cuando estaba a punto de pisar la cola muerta. Por poco no resucita la boa del grito y el salto que hizo Alexandra situándose detrás de mi. Al día siguiente seguimos por la pista que continuaba con pasos complicados, tocando al suelo de vez en cuando y perdiendo el grifo que había reparado en el Níger una de estas veces. En otros sectores la pista arrugada sacudía con violencia la autocaravana si no circulábamos lentamente, pero aun así, a medio camino olimos un gas irrespirable que nos picaba en los ojos. Paramos y salimos corriendo de la autocaravana y entonces descubrí que un tubo del gas refrigerante de la nevera tenía un escape. Alexandra estaba desesperada y decía que el coche se rompería del todo si no retrocedíamos y que en caso contrario me abandonaría a la mínima que pudiera. Yo también pensaba que la pista hacia Franceville todavía empeoraría más, pero después de comer la carretera se volvió menos complicada, y a media tarde nos encontramos con una pista nueva construida después de las lluvias. No dejaba de ser una gran suerte que hubiéramos llegado al hemisferio sur cuando se habían acabado las lluvias y hubiéramos bajado por el Camerún cuando éstas empezaban y todavía no eran muy intensas. Hoy hemos seguido por la pista nueva. Al cabo de unos ochenta kilómetros la pista ha empeorado, parecía tener un año, pero aun así era mucho mejor que el tramo del primer día y hemos podido llegar a Franceville a media tarde. Ha estado mucho más sencillo de lo que nos imaginábamos y para celebrarlo - y celebrar también el solsticio de verano, el día en que el sol está más alejado del ecuador - hemos cenado en el hotel "Beverly Hills", un hotel que gestiona un Marroquí que nos hemos encontrado y nos ha invitado de acampar en su aparcamiento. ‹ Anterior (24/04/2007) MES Siguiente (2007-06-23)› ‹ Anterior (2007-05-15 - Nigeria) PAIS Siguiente (2007-06-14 - Gabon)› |
|