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‹ Anterior (24/08/2008) MES Siguiente (2008-10-23)› ‹ Anterior (2009-08-29 - Nepal) PAIS Siguiente (2009-09-19 - Pakistan)› India Amristar (ver en mapa) 23/09/2008: La primera pregunta que un vendedor nos hizo justo cruzar la frontera con India, fue "queréis cerveza"?. Evidentemente habíamos cambiado de país y también de cultura. Se habían acabado las prohibiciones islámicas y éstas ya sólo eran voluntarias o económicas, como en nuestro caso, que después de comprobar diversas veces el desorbitado precio de una cerveza, no ha sido hasta hoy por la tarde que hemos comprado una para bebérnosla a la noche, a la salud de este tolerante país. A pesar de los casi infinitos conflictos internos e inter-religiosos que ha sufrido el país, diría que India, es uno de los países más tolerantes del mundo, y prueba de eso es la multitud de religiones y creyentes que muestran sus símbolos identitarios sin que eso les impida vivir pacíficamente y en comunidad. Esta tolerancia religiosa queda reflejada en Amritsar, a pocos kilómetros de la frontera del Pakistán, con una mayoría hinduista que comparten espacio con los Sikhs, los cuales consideran la ciudad su centro cultural y espiritual. De hecho, la ciudad fue fundada por el tercer gurú Sikh en el año 1574, un siglo antes que la religión Sikh quedara bien definida y establecida con el noveno y último gurú Sikh, el cual dejó la base para la posterior nación Sikh, dominando un gran territorio de 1716 hasta 1849, cuándo perdieron el poder en manos del británicos. Durante este periodo de poder y prosperidad se construyó en la ciudad de Amristar uno de los templos más bonitos de la India y el más venerado por la religión Sikh, el templo dorado que visitamos ayer. Igual que todos los visitantes de un templo Sikh, antes de entrar en el templo dorado, nos sacamos los zapatos, nos lavamos los pies y nos cubrimos el cabello (yo con un pañuelo naranja extraído de un cofre en la puerta). Cruzamos el portal de estilo colonialista y nos encontramos en lo alto de unas escaleras delante de un lago cuadrado, en el centro del cual había el resplandeciente templo dorado (cubierto con 750 kilogramos de oro). Los peregrinos Sikhs paseaban o reposaban en estado meditativo, las mujeres cubiertas con shari y los hombres llevando elegantes turbantes que escondían el cabello sin cortar, largas barbas y armas blancas exaltando su pasado guerrero. Los hombres y niños se bañaban a las aguas del sagrado néctar (Amrit Sarovar), mientras las mujeres se bañaban en un recinto cerrado; y los más fervientes creyentes incluso bebían el agua, confiando en que la fuerza de la fe fuera más poderosa que la de los microbios que ingerían. En todo momento se escuchaba música espiritual, proviniendo de unos cantantes y músicos del templo en medio del lago, donde los fieles se dirigían cruzando el puente de los gurús y se recluían hipnotizados por los cantos o leyendo en la segunda planta del templo. Tanto nos fascinó el misticismo que se respiraba, que volvimos por la noche, donde coincidimos con una gran ceremonia con los fieles escuchando, recitando y rogando a Dios, pues los Sikhs creen en un solo Dios (influencia Islámica), a pesar de creer en la reencarnación (influencia hinduista). A pesar de todo, los Sikhs no son mayoría en Amritsar, y de hecho, a pesar de dominar una gran nación durante más de un siglo, su religión fue siempre minoritaria (10% Sikh, 10% hindú y 80% musulmanes). Así pues, después de la partición entre Pakistán e India, los musulmanes abandonaron la ciudad y los hindúes se convirtieron en la población mayoritaria, poseyendo dos interesantes templos que también visitamos, el templo de Shri Durgiana (con una estructura similar al templo dorado) y el templo de Mata, ambos relleno de estatuas y pinturas de diferentes deidades hinduistas. El hinduismo es la religión viviente más antigua del mundo y también la más diversa, ya que a falta de un único líder espiritual que unifique todas las creencias y prácticas, éstas se han ido diversificando en múltiples tradiciones y maneras de interpretar la religión, que en cualquier caso, siguen manteniendo unos principios comunes. A pesar de tener hasta 330 millones de deidades (según las escrituras), la mayoría de los hinduistas creen en un solo Dios, llamado Brahaman, el cual sólo se puede manifestar, representar o encarnar a través de las tres deidades principales (Brahma, Vishnu y Shiva), que al mismo tiempo se encarnan en las muchas otras Deidades hinduistas. Así pues, según la tradición, la veneración de cualquier deidad se considera la veneración directa de Brahaman, una filosofía no tan opuesta a las religiones monoteístas. De todas maneras, tal devoción a estatuas de formas estrafalarias o cómicas, no deja de ser - bajo una visión occidental - una religión infantil o extravagante, tal como me pareció al visitar hoy por la mañana el templo de Mata, dedicado a una santa del siglo veinte y famoso por procurar los deseos de aquellas mujeres que quieren quedar embarazadas. En este caso, las mujeres (y todo el mundo que quiera participar de esta gimcama religiosa) tienen que recorrer múltiples pasadizos, algunos de los cuales se adentran por estrechas grutas o transcurren sobre pequeños canales de agua, pero en general cubiertos con mosaicos de espejos y escoltado por deidades diferentes a las que hacen ofrendas de flores y dinero, Al mediodía, después de visitar el templo de Mata, hemos puesto destino hacia otro importando centro de una otra religión presente en la India: el budismo tibetano. Y mientras esquivábamos los peligros constantes de estas carreteras asiáticas, Alexandra ha comentado una interesante y cierta reflexión: en el Pakistán todos los conductores quieren ser los primeros en la carretera (incluyendo carretas tiradas de burros, bicicletas, rickshaws,…), a diferencia de la India todo el mundo circula más tranquilo pero por la parte central de la carretera (incluyendo carretas tiradas de burros, bicicletas, rickshaws,…), produciéndose en ambos casos numerosos peligros de accidentes que te obligan a utilizar el claxon en todo momento. Mcleod Ganj (ver en mapa) 25/09/2008: Debido al presupuesto ajustado que tenemos (a causa de la crisis económica mundial una revista que me pagaba muy bien ha dejado de publicarme), en Mcleod Ganj tuvimos un desafortunado conflicto, que por otro lado podíamos haber evitado. También contribuyó al conflicto el hecho de estar acostumbrados a viajar tantos meses por países Islámicos, donde raramente intentaban engañarnos, invitándonos muchas veces a no pagar los aparcamientos. En cambio, en India nos hemos encontrado los primeros intentos de engañarnos y nuestra reacción en llegar a Mcleod fue sobre medida. El único aparcamiento que había en la entrada del pueblo nos quería cobrar el doble de lo establecido para pasar la noche, y nosotros, indignados, dejamos el coche hasta la noche sin pagar, generando grandes tensiones, con el propietario del aparcamiento intentando deshincharnos las ruedas y Alexandra amenazándole de romperle todos sus huesos. Fue un desafortunado conflicto, porque podíamos haber aparcado un centenar de metros más abajo (donde pasamos la noche) y evitarnos así el estrés en este paraíso de paz. Mcleod Ganj es un paraíso de paz, porque a pesar de la multitud de turistas que visitan esta barriada de Dharamsala, en Mcleod Ganj se encuentra la residencia del Dalai Lama en el exilio, y el ambiente budista del pueblo invita a la contemplación y serenidad de sentimientos y emociones extremas. El Dalai Lama es conocido por ser la figura espiritual y política representante del Tíbet ocupado por China, pero su historia empieza muy antes, pues el Dalai Lama se ha ido reencarnando a lo largo de los siglos, poseyendo siempre el mismo rol y poder. El primer título de Dalai Lama se dio en el siglo dieciséis, con el tercer Dalai Lama (los dos primeros fueron a título póstumo). Con la ayuda y supervisión de los mongoles, el quinto Dalai Lama unificó el Tíbet, pero el poder de los sucesivos Dalai Lamas, provocó que ninguna de las reencarnaciones entre la octava a la docena (incluidas) sobreviviera la mayoría de edad, facilitando que sus regentes (posiblemente influenciados por China) pudieran gobernar con comodidad. De todas maneras, el decimotercer Dalai Lama sobrevivió el paso a la vida adulta y en 1912 declaró la independencia de China, deportando a los chinos y los residentes imperiales. Pero cuando el decimocuarto Dalai LamaTenzin Gyatso (el presente) sólo tenía 14 años, China invadió el Tíbet, viéndose obligado a huir a India diez años más tarde. Debido a la situación actual, el Dalai LamaTenzin Gyatso comentó en una entrevista reciente que quizás él sería la última reencarnación del Dalai Lama, causando un gran furor entre los tibetanos, quiénes creen que la decisión de reencarnarse sólo depende del pueblo tibetano. En cualquier caso, la decisión de no reencarnarse puede ser una de las pocas opciones de evitar que el gobierno ocupante de China escoja un Dalai Lama sucesor afín a sus intereses regionales, de la misma manera que ya han seleccionado sucesores de importantes Lamas en el Tíbet ocupado. Al mismo día que llegamos, Alexandra se encontró con dos rumanos, Ramona y Marcel, el último de los cuales pensaba quedarse diversos años en India con el objetivo de iluminarse espiritualmente, pues según él, la India es un país donde puedes encontrarte a ti mismo, porque no necesitas dinero para vivir y puedes tener tiempo para buscar y meditar, sin que la sociedad te juzgue por tus actos, aunque desarrolles tu parte más irracional. En cualquier caso, los dos habían venido a Mcleod Ganj para asistir a unas charlas de tres días del Dalai Lama, igual que muchos otros turistas, multitud de monjes (hombres y mujeres, algunos de ellos de fisonomía europea) que paseaban por el pueblo con túnicas rojas y las cabezas afeitadas, y también algunos tibetanos refugiados que vestían tradicionalmente, las mujeres con vestidos oscuros cubiertos con un delantal de colores. Al siguiente día, ayer, mientras Ramona y Marcel asistían a las charlas del Dalai Lama, nosotros visitamos un museo que explicaba la invasión del Tíbet, la resistencia, la destrucción durante la revolución cultural china, las torturas y el exilio (unos 100.000 Tibetanos han emigrado después de la ocupación). Un tibetano escribía en un mural: "somos una minoría discriminada en nuestro propio país". Después de entristecerme por las fotos e informaciones expuestas, pensé que estas ocupaciones y opresiones imperialistas se han ido sucediendo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Y es una lástima, pensar que sólo salen a la luz pública unas pocas de éstas, y que muchas otras opresiones continúen en la oscuridad porque no interesen políticamente. Después de la visita del museo próximo en el templo principal, el cual no podíamos acceder debido a las charlas, hicimos una caminata descendiendo por un empinado camino, hasta una biblioteca que contenía un bonito museo con esculturas hechas con mantequilla y mandalas hechos con arena, madera o hilo. En otro museo de medicina tibetana, se exponían diferentes plantas medicinales y diversos murales antiguos, uno de los cuales describía de dónde venían los niños. A continuación volvimos a subir el camino a pie (los taxis nos querían cobrar demasiado por ser turistas y preferían subir vacíos) y nos desviamos por un caminito que rodeaba la residencia del Dalai Lama, recorrido por diversos peregrinos que recitaban versos mientras pasaban de largo las numerosas banderolas de colores y rocas grabadas con plegarias, hasta bajo unos templos que contenían muchísimo molinillos de plegarias que los peregrinos hacían girar a modo de recitación. Y hoy al mediodía, después de que Alexandra y Ramona se perdieran toda la mañana por las turísticas y tradicionales tiendecitas de Mcleod Ganj, hemos empezado a descender los 2000 metros de altura donde nos encontrábamos, otra vez hacia las calurosas llanuras. Chandigarh (ver en mapa) 28/09/2008: Chandigarh, una moderna ciudad diseñada en 1950, no parece encontrarse en India, es demasiada cuadriculada, ordenada, limpia y verde, convirtiéndola en una buena ciudad donde relajarte en medio de un largo viaje, aunque nosotros sólo nos detuvimos para visitar el famoso jardín de la Roca y para encontrarnos con un nuevo amigo. El jardín de la roca es una maravilla del reciclaje. En 1958, un inspector de carreteras empezó a recopilar en secreto material rechazado - cerámicas rotas, cables eléctricos, aislantes, plásticos... - para crear una amalgama de esculturas fantásticas. Temiendo el ridículo, el inspector Nek Chand, estableció su estudio en una pequeña cabaña en el bosque, lejos de las sospechosas miradas de de embrionaria ciudad. Así empezó la rutina de rastreo de la ciudad busca de materiales durante el día y la transformación de éstos en arte bajo la luz de neumáticos quemando durante la noche. Pero en 1972, lo inevitable sucedió, y los trabajadores que limpiaban el bosque para la creciente ciudad descubrieron el secreto de Nek Chand, a quien se comunicó la inmediata destrucción de su fantástico jardín por ocupar un terreno gubernamental. Pero el descubrimiento entusiasmó a la ciudad, haciendo cambiar la opinión de los políticos, quiénes finalmente acabaron facilitando un salario y trabajadores a Nek Chand para que continuara extendiendo su surrealista jardín. Y éste hemos visitado hoy, recorriéndolo entre pasadizos recubiertos con materiales reciclados de todo tipo y vigilados por ejércitos de diferentes figuras humanas, animales o estrambóticas. Después de la visita al jardín de la roca, al mediodía nos hemos encontrado con un amigo que nos había contactado a través de couchsurfing, Manu Kan, un hombre que había estudiado en Rusia y que mostraba abiertamente su simpatía por el comunismo, generando algún conflicto ideológico con Alexandra, quien detesta el comunismo por haberlo sufrido de pequeña en Rumania. En cualquier caso, Manu nos ha hablado de India, un país que tiene una constitución socialista, aunque desde hace unos años se está convirtiendo en liberal. El país también deja de ser secular y, contrariamente al pasado, los partidos dejan de ser mixtos religiosamente, empezando a gobernar sólo los hindúes, creando conflictos entre religiones, que el gobierno aprovecha para aplicar reformas de mercado. Como las recientes bombas que han explotado en India, unos atentados terroristas que facilitarán reformas liberales, las políticas deseadas por el gobierno, quien - segundos Manu - quizás estaban detrás de los atentados. Pero quizás las cosas cambiarán porque, según nos explicaba, recientemente los trabajadores de una fábrica en la India habían linchado a su gerente porque éste no escuchaba sus justas demandas. Está pasando lo mismo en todo el mundo (a excepción del actual Latín América) donde los verdaderos gobernantes són los gerentes (CEO) de las grandes empresas y corporaciones, los cuales sólo buscan beneficio propio y no les importa las políticas sociales. Inevitablemente, el mundo cambiará y la clase media sufrirá más, y en el momento en que la clase media norte americana esté suficientemente tocada, se producirá una revolución mundial, ligada con los problemas ecológicos y falta de materias primas. En cualquier caso, a pesar de esta posible futura revolución mundial, Manu no se consideraba optimista y sólo pensaba en poder sobrevivir, tanto a él como su hija. Aparte de opiniones ideológicas, Manu también nos explicó que - contrariamente a lo que yo pensaba - en la India no había demasiados conflictos entre hindúes y musulmanes, y más bien entre hindúes y cristianos, los cuales, con sus misiones (especialmente católicas) buscan la conversión de los indios y a veces lo consiguen en pueblos rurales enteros. Por otro lado, las mejores escuelas en la India son cristianas, las cuales intentan limpiar el cerebro de los niños para acercarlos a valores occidentales. Por este motivo, y también debido a la mala situación política y económica del país (unos 700 millones de personas en la India viven con menos de 1 $ al día, en un país de un billón de habitantes), los hindúes han empezado a volverse más agresivos religiosamente y nacionalmente, empezando a aparecer hindúes fascistas o radicales. Finalmente, pregunté sobre el sistema de las castas, las cuales todavía son muy importantes en la India, según en Manú, explicando que el 90% de los matrimonios son entre miembros de la misma casta. Y aunque en muchos casos sea difícil clasificar externamente a una persona, el apellido siempre acaba clasificando a tu familia. En las zonas rurales, las castas también juegan un fuerte rol a la hora de definir el trabajo de una persona. Por otro lado, otra tradición nefasta para la sociedad es la obligación que tienen los padres de chicas de pagar por su boda y futura manutención, motivo por el cual en la India se matan muchas niñas (antes de nacer e incluso después, incluyendo también a las familias ricas). Manu nos comentó que tendrá que pagar una fortuna para casar a su hija, aunque que cuándo llegue el día, de aquí unos años, posiblemente la proporción será de 5 chicos por cada chica. Y aunque se llegue a estas proporciones exageradas, no cree que las cosas cambien, porque si no mantiene a la familia de su yerno contenta, con regalos constantes, se arriesgaría a que su hija fuera maltratada o incluso asesinada. Él escogerá a la mejor familia para la hija, considerando la que tenga que pagar menos dinero y donde su hija sea más feliz o menos maltratada. Por otro lado, aunque muchos jóvenes practiquen sexo en los parques y se muestren locamente enamorados, las bodas siempre son decididas por la familia y muchos pocas decisiones son desafiadas, porque Manú nos acabó explicando multitud de historias que mostraban que la rotura de las tradiciones se pagaba con la muerte. Nos hubiéramos quedado otro día disfrutando de la compañía de Manu y sus historias, pero dejamos con prisas Chandigarh con la intención de llegar a Delhi de noche y reencontramos con David y Maria al día siguiente. Pensábamos que las carreteras estarían más vacías durante la noche, pero no fue demasiado así, porque multitud de camiones empezaron a circular durante la noche. Por otro lado, también nos perdimos un poco al entrar en la grandiosa ciudad de Delhi (casi 14 millones de habitantes), llegando nuestro previsto aparcamiento al lado del tranquilo parque de Nerhú a las 12 de la noche. Delhi (ver en mapa) 03/10/2008: El primer día en Delhi, nos reencontramos con David y Maria, unas horas antes que ellos tomaran un tren con destinación sur. De nuevo nos explicamos nuestra historia reciente, las primeras experiencias en la India y los intentos de engaños económicos, o de sobre tarifarnos, a los que habíamos estado sometidos. Comentamos nuestras impresiones sobre la India en general, donde tanto yo como Maria y David habíamos estado hacía unos seis o siete años. En general comentamos que se observa menos pobreza y que quizás India está más desarrollada que Pakistán a nivel de infraestructuras. También comenté con David, la cantidad de chicas atractivas que había por la calle, vistiendo con colores llamativos y realizando tareas inimaginables en los países Islámicos anteriores, como la de conducir motocicletas o pedalear bicicletas. Por otro lado, también nos sorprendía grotescamente, la multitud de mujeres de media edad que vestían saris, dejando al descubierto sus barrigas voluminosas y caídas. En cambio, no había chicas jóvenes que mostraran la barriga, porque seguramente sería demasiado atrevido por el comportamiento infantil y apasionado de los chicos indios. Al despedirnos de David y Maria nos cruzarnos con más mendigos, muchos de los cuales se preparaban para dormir en la calle, y reflexioné que a pesar de la disminución de la pobreza en Delhi, había muchos más indigentes que en Pakistán, u otros países Islámicos, donde por religión la caridad es obligatoria (a través de organizaciones o entregando directamente al pobre). Teniendo en cuenta estos países anteriores, parecería que la caridad es positiva para eliminar la pobreza, pero según el dilema del samaritano, cuando entregas dinero o comida ayudas al indigente a sobrevivir, pero al mismo tiempo incentivas que dependa de la caridad y no necesite trabajar, impidiéndolo salir del círculo vicioso. Por eso pienso que es mejor dar dinero a aquellas ONGs que distribuyan mejor el dinero y, aparte de alimentar la barriga, también alimenten el cerebro ayudando en los indigentes a salir de la pobreza. De no actuar así, el resultado parece evidente en las zonas musulmanas de la India, donde los mendigos se amontonan para recibir caridad de los fieles, o incluso se mutilan (o a sus hijos) para recibir más proporción de la caridad entregada. Yo, personalmente, ante el dilema del samaritano escojo no entregar caridad, esperando colaborar después del viaje con alguna ONG, al igual que hacía con anterioridad. En cualquier caso, mi consigna actual, es entregar unas monedas a las personas necesitadas, cuando me aproveche de ellas haciéndoles una foto. El siguiente día de estas reflexiones y de encontrarnos con David y Maria, empezamos a visitar los principales puntos de interés de la ciudad, algunos de los cuales ya había visitado y otros no. Los principales lugares de interés en Delhi, son puntos religiosos de algunas de las principales religiones presentes en la India, como un gran templo hinduista dedicado a Lakshmi, la Diosa del bienestar; un templo Sikh donde unos músicos entonaban místicos cantos y una gran piscina donde los fieles se purificaban; un moderno templo de la fe Bahai, la misma religión universalista que me encontré en Israel; y diversas mezquitas y mausoleos, los monumentos más presentes en Delhi, pues el norte de la India fue gobernada durante más de cuatro siglos por musulmanes, gracias a sucesivas invasiones y masacres (en el caso de Delhi diversas veces saqueada y aniquilada de población). Se dice que Delhi ha tenido a lo largo de su larga historia hasta 8 emplazamientos diferentes, las primeras dos ciudades construidas por reinos hindúes y actualmente desaparecidas, las cinco siguientes construidas durante el dominio musulmán, y la última ciudad, New Delhi, construida durante el dominio Británico. Aparte de visitar diversos bazares, los puntos de interés más importantes según Alexandra, también tuvimos tiempo para cambiar los dos amortiguadores de detrás de la autocaravana, los cuales habían empezado a licuar al completar las carreteras africanas. En cualquier caso, no nos quedamos demasiados días en Delhi, porque no consideramos que fuera una buena ciudad donde relajarnos y por otro lado queríamos visitar muchos lugares diferentes en India y al mismo tiempo, queríamos coincidir por Navidad en el sur de la India con David y Maria y sus padres y pasar juntos estas entrañables fiestas. Desgraciadamente, a pesar de las prisas que teníamos y el itinerario en zig-zag planeado, éramos conscientes de que la India era inalcanzable y que nos perderíamos buena parte de sus maravillas. Agra (ver en mapa) 04/10/2008: De camino a Agra, donde se encuentra el Taj Mahal, el icono de la India, nos detuvimos en Mathura, donde los expertos hinduistas afirman que nació Krishna, en el año 3228BC (según las escrituras y complicados cálculos astrológicos), visitando primero el próximo pueblo de Vrindavan, donde se cree que Krishna creció escondido del poder de su tío que lo quería matar. Años más tarde, Krishna mató a su tío, devolviendo el poder del reino a su padre y convirtiéndose en un importante consejero, gran amante y héroe divino. Los hinduistas creen que Krishna, representado casi siempre con la piel azul, es una reencarnación de la deidad Vishnú, pero es tal la veneración que recibe Krishna, que algunos hinduistas afirman que Krishna es el mismo Dios único, a partir de quien todas las otras deidades se han reencarnado. Al entrar en Vrindavan, nos encontramos multitud de carteles anunciando gurús (viejos y jóvenes) posiblemente líderes de diferentes sectas religiosas. De hecho, el primer templo visitado, fue el bonito templo de la Internacional Sociedad por la Conciencia de Krishna, una secta conocida en occidente como los Hare Krishna. Dentro me recibieron diferentes fieles, muchos de ellos europeos y americanos y convencidos que la recitación del mantra "Hare Krishna" los limpiaba los pecados y que veneración de Krishna era el único camino hacia la iluminación. En cualquier caso, esta secta no se diferenciaría de muchas otras sectas hinduistas si no fuera que su expansión por occidente durante la época hippie le aportó mala publicidad como organización lava cerebros (brain washing) y debido a diversos escandalosos de abuso sexual infantil. En cualquier caso, aunque en Vrindavan y en Mathura haya infinidad de templos hinduistas, algunos de ellos fechados con algún siglo de antigüedad, Mathura había sido un importante centro budista, con 20 monasterios y 3000 monjes. Desde el año 500BC hasta mediados del primer milenio, el budismo fue la religión dominante de la India, cuestionando las escrituras y el sistema de castas hinduistas, pero con el tiempo, el hinduismo volvió a tomar fuerza, incorporando a Buda en su panteón de deidades reencarnadas de Vishnu. Según mi opinión muy personal, es muy extraño que una religión más mística o introspectiva como el budismo sea superada por otra religión más primaria, donde las historias de dioses (o iluminados) y las supersticiones son más importantes que el trabajo individual (mediante la meditación) de aproximación a la perfección. Posiblemente, la cultura (o genética) de los indios los mantiene atraídos a creencias que exaltan sus pasiones emocionales y devotas; o quizás el Hinduismo es una religión que mantiene las masas más controladas y clasificadas, resultando más útil para los gobernantes. 05/10/2008: Después de haber pagado unos 4€/persona para entrar en el fuerte de Delhi (los indios sólo pagaban 25 céntimos de euro) y el mismo precio por el maravilloso Qutub Minar (un antiguo minarete de 72 metros de altura en Delhi), decidimos intentar colarnos en el Taj Mahal como nacionales Indios, pero naturalmente, en la entrada no se han tragado que fuéramos del sur de la India (tal como intentaba explicarles) y hemos acabado pagado la entrada de 12€/persona (los indios pagan igualmente 25 céntimos de euro). En cualquier caso, a pesar del gasto fuera de presupuesto, el Taj Mahal era una visita obligatoria, al ser la construcción más bonita y perfecta de la India y al estar presente en numerosas listas de las 7 maravillas del mundo. Se dice que el Taj Mahal es el más bello edificio construido por amor. En 1631 se murió la esposa más querida del emperador Shah Jahan, y tal fue la tristeza por la muerte de su tercera esposa que esperaba a su decimocuarto hijo, que su cabello se volvió gris en una sola noche. Así pues, con el corazón desolado por la pérdida de tan valiosa mujer, Shah Jahan decidió de construir el más bello mausoleo nunca edificado, el cual finalizó trece años más tarde. Pero la fatalidad de Shah Jahan no se acabó aquí, pues en 1658, su hijo lo destronó y lo cerró en palacio hasta su muerte, momento en que retornó al lado de su querida, enterrado sin demasiados honores bajo el Taj Mahal. Realmente disfrutamos con la visita del Taj Mahal, paseando por sus jardines y maravillándonos por las simetrías del mausoleo blanco y de sus mezquitas adyacentes. De todas maneras, Alexandra pasó algunos malos momentos, pues estaba estrenando un vestido muy sexy que se había comprado en Delhi, y las peticiones de ser fotografiada por chicos indios se multiplicaron por diez, y siguieron así aunque Alexandra se tapara el torso con un velo y aunque les respondiera con “no” casi histéricos. Al mediodía, después de haber visitado durante unas horas el Taj Mahal, huimos de Agra y de todos sus estafadores y de los precios especiales para turistas, y nos empezamos a dirigir hacia el Rajastant, parando a media tarde en Fatehpur Sikri, las ruinas de la capital del imperio Mugal entre los años 1571 y 1585, momento en que se abandonó por escasez de agua (problema también existente en aquellos tiempos). Al llegar, tuvimos que escaparnos de diversas multitudes de guías y de diversos guardianes de parking que nos querían hacer pagar hasta 6€. Finalmente, Alexandra se quedó en el coche y yo subí a pie el cerro desde la cima del cual se podía observar las ruinas de diversos palacios y antiguas casas, un recinto cerrado de pago y una gran mezquita en el fondo de entrada gratuita. Sorprendentemente, la gran mezquita (Jama Masjid) estaba llena de tiendas ofreciendo comida y recuerdos, y de musulmanes acampando en su terreno amurallado, pues según me explicaron, estaban celebrando una festividad de una semana posterior al fin del ramadán. Jaipur (ver en mapa) 08/10/2008: Un centenar de kilómetros antes de llegar a Jaipur reventamos otra rueda de detrás, en las mismas circunstancias que la rueda reventada en Irán, circulando por una carretera nueva y completamente lisa. Las dos ruedas habían estado compradas en Etiopía, de la marca china Goodride, y el peso que soportaban seguramente era más del que podían. Así pues, fue una buena manera de comprar dos nuevos neumáticos en Jaipur, en teoría mejor que los originales y más económicos. Con todo, a pesar de éste imprevisto, tuvimos tiempo suficiente para pasear por la ciudad y sus bazares y conocer su historia. Durante más de 1000 años, el Rajastan estuvo dominado por los Rajputs, un grupo de clanes guerreros, originalmente de religión hindú pero algunos de ellos convertidos al Islam, y con un código de honor similar a los caballeros de la época medieval europea, los cuales preferían guerrear entre ellos antes de afrontar enemigos comunes, como era el poder central de los Mugals. En cualquier caso, el poder de los Rajputs se incrementó con el decaimiento de los Mugals, momento en que el maharaja Jai Singh II decidió construir una nueva ciudad en las llanuras, abandonando el fuerte de las montañas. La nueva ciudad, llamada Jaipur, se empezó a construir en 1727 diseñada a partir de un antiguo tratado de arquitectura hindú, con bloques de edificios rectangulares, grandes avenidas y unas poderosas murallas a su alrededor. Años más tarde, el poder de los Rajputs, momentáneamente se incrementó más con la llegada del poder británico, con los cuales pactaron la independencia de sus reinos. Y una buena prueba de esta excelente relación es la ciudad de Jaipur, la cual cambió su fisonomía en 1853, pintando todos sus edificios de color rosa, como muestra de bienvenida al príncipe de Gales que visitó la ciudad. En cualquier caso, la relación con los británicos provocó el fin de los maharajas, pues éstos, en vez de gobernar se dedicaron a viajar por el mundo gastando grandes recursos y dejando en la población del Rajastan con las peores tazas de esperanza de vida y de educación de la India en el momento de la independencia. Actualmente, Jaipur es una de las ciudades más turísticas de la India, incluida en un triángulo de oro junto con Delhi y Agra, y no es extraño de cruzarse en la calle con diversos turistas que hablan español. Al mismo tiempo, Jaipur es una ciudad con un inmenso bazar, ocupando casi todas las calles de la ciudad antigua, con extensas áreas dedicadas a textil y artesanía por donde Alexandra se perdió (seguida por mí) en busca de gangas. En cualquier caso, aunque hubiera dedicado una semana recorriendo todo el bazar, Alexandra no habría tenido suficiente tiempo para saciar sus ansias de remover vestidos y telas. Así pues, hoy por la tarde la he conseguido apartar de su locura y hemos tomado el coche para visitar algunos lugares de interés próximos a la ciudad, como el palacio de Jal Mahal en medio de un lago y dos castillos en las montañas, desde uno de los cuales se disfrutaba de una magnífica vista sobre la ciudad de Jaipur, la cual se extendía por una gran llanura, convenciéndome de sus 3 millones de habitantes. Ajmer (ver en mapa) 09/10/2008: Al llegar a Ajmer al mediodía, empezamos paseado por un parque a cuyo final había un paseo bordeando un lago con unos bonitos pabellones de mármol bajo los cuales había diversas familias descansando. Desde allí, dirigiendo la mirada hacia la melodía de una música lejana, hemos descubierto a unos dos cientos metros en la orilla del lago, unas escaleras (o ghats) que se adentraban en el lago y una colorida multitud de gente que estaban celebrando alguna festividad. Nos hemos dirigido allí, adelantando algún grupo de jóvenes que bailaban al ritmo de tambores y se tiraban polvo rojo o rosa, y hemos llegado a los ghats donde nos hemos introducido entre la festiva multitud para contemplar como tiraban ofrendas en el lago y bajaban diferentes deidades escaleras abajo introduciéndolas en el agua y dejando que éstas las engulleran desapareciendo para siempre. El ambiente era alegre y místico, y sería romántico si no fuera por los inconscientes indios, que tiraban las ofrendas de flores con las bolsas incluidas, sin ni tan solo abrirlas, dejando una larga estela de plásticos en el agua, bajo la cual reposaban los dioses. Hemos preguntado a la simpática gente que no paraban de pedirnos fotos (quizás demasiadas) qué estaban celebrando, y con poco inglés nos han conseguido explicar que celebraban las festividades de Navratri, dedicada a la deidad Durga, la cual valientemente decapitó a un terrible demonio que amenazaba la humanidad, prevaleciendo una vez más la bondad sobre la maldad. Cuándo se me ha acabado una de las tarjetas de fotos y me he dado cuenta que la otra la tenía en el coche, hemos vuelto, y yo me he dirigido a otro escenario, mientras Alexandra me esperaba en casa. De camino hacia la mezquita de Dargah, la cual contiene la tumba de un santo sufí venerada por centenares de peregrinos musulmanes venidos de toda la India, he cruzado un bazar donde vendían de productos islámicos. Estirados en la calle había diversos inválidos pidiendo caridad y entre éstos algunos cerdos, bastante presentes en la India aunque casi nunca están incluidos en los menús de los restaurantes (quizás los tienen sólo como insulto a los musulmanes). Después de dejar la bolsa en una taquilla, pasar por un detector de metal y ser registrado, he entrado en la gran mezquita mausoleo, donde el ambiente festivo era muy diferente al de los pulcros mausoleos de Irán. El mármol era sucio, había cordeles de colores colgados de puertas y ventanas, y en el suelo había restos de incienso quemado y flores de ofrendas, las cuales se vendían en diversas de tiendas. Las mujeres vistiendo coloridas y los hombres con la cabeza cubierta plegaban, paseaban o escuchaban un grupo que cantaba al ritmo de un tambor y un pequeño órgano. Entrando por una pequeña puerta, me he encontrado dentro del abarrotado mausoleo donde decenas de peregrinos entraban ofrendas de flores. Eran tantas las flores que se echaban sobre la tumba y se caían sobre el suelo para ser chafadas por centenares de pies que por primera vez en muchos días he olido un olor (normalmente no huelo olores), de rosas. Al salir de la mezquita me he encontrado con otra sorpresa. La entrada estaba mucho más custodiada de policías que cuándo he entrado y en frente había diversas carrozas tiradas por vacas o caballos cargando chicos disfrazado de dioses hindúes o personajes mitológicos. Las carrozas estaban rodeadas por diferentes bandas de música con un órgano muy estridente empalmado en unos potentes altavoces que hacían traquetear los cimientos de la mezquita. Parecía exactamente una provocación, a pesar de que bien estudiada, porque durante unos diez segundos, la música ha parado para que se pudiera escuchar el canto del muetzino de la mezquita, para después seguir con fuerza. La procesión se ha puesto en marcha, y yo, también observando delante de las carrozas, danzas con espadas en las que participaba un demonio con cara negra y lengua colgando que llevaba un collar de cabezas cortadas. Al llegar a la autocaravana, nos hemos puesto en marcha hacia el próximo pueblo de Pushkar, parando de camino otro vez en los ghats, donde he bajado a hacer otras fotos a los alegres jóvenes que llevaban a bañar a sus dioses. Naturalmente, al final he quedado completamente cubierto de polvo rojo (incluyendo la cámara), cuando en un ataque de histeria una multitud de chicos me ha rodeado tirándome la pintura hasta que he chillado histérico "stop!." Bikaner (ver en mapa) 12/10/2008: Alexandra se quedó paseando en solitario por el bazar de Pushkar a haciéndose pasar por iraní con el fin de conseguir los mejores precios, exclamando "en Irán este producto es más económico y proviene de India". Mientras tanto, yo dediqué la mañana a descubrir los ghats de Pushkar que rodeaban un pequeño lago, donde algunos sacerdotes se mostraban reticentes a dejármele pasear mientras observaba cómo los fieles tiraban ofrendas y se bañaban y purificaban, tanto hombres como mujeres. En cambio, otros sacerdotes se mostraban más receptivos a los turistas, invitándoles a hacer ofrendas mientras te hacían repetir un mantra que acababa diciendo "entregaré tres dólares al sacerdote por mi felicidad y la del mundo entero". Yo, naturalmente ya había avisado de que no tenía dinero para entregarle y al exigirme que le diera algo, le dije que le entregaba muchos buenos deseos. Aunque también había otros sacerdotes más tranquilos y que no buscaban ninguna gratificación directa, como el que me explicó la historia de Pushkar, nombre que significa "a partir de una flor". La leyenda explica que Pushkar y su sagrado lago se crearon a partir de una flor de lotus que Brahma (el dios creador del universo) dejó caer. Después de la creación del lago, Brahma decidió dedicar cinco días de penitencia para acumular buen Karma, pero contrariamente a la tradición, su mujer Savitri (deidad del aprendizaje) no quiso asistir, escogiendo Brahma de casarse con otra mujer durante su ausencia. Comprensiblemente enfadada, Savitri lo maldijo de manera que Brahma no fuera adorado en ningún sitio más aparte de en Pushkar, motivo por el cual Pushkar es uno de los pocos lugares del mundo donde hay un templo dedicado a Brahma. En cualquier caso, a causa de la ausencia de Savitri, Brahma también la maldijo de manera que su templo en la cima de una colina no tuviera acceso al agua sagrada del lago. De esta manera, con el fin de poder ser adorada, cada día un sacerdote sube agua proveniente del lago. En cualquier caso, siguiendo con la leyenda, después de estos cinco días de penitencia, Brahma acumuló suficiente buen karma para poder crear el universo, gracias al cual debemos nuestra existencia. Después de visitar el templo de Brahma, me reuní con Alexandra que cargaba una bolsa llena de vestidos y blusas cada una compradas con menos de 50 céntimos de euro, y empezamos a hacer camino hacia Bikaner. A medio camino perdimos más tiempo en un pueblo para intentar comprar unas bombonas de gas, pues no parecía que en la India pudiera recargar las mías compradas a Sudáfrica. Pero el precio que me ofrecían para una bombona de butano era exagerado, y enfadado por los continuos intentos de ser engañado nos marchamos sin comprar la bombona, empezando a plantearnos de apagar la nevera para tener suficiente gas para ir cocinando. En cualquier caso, al día siguiente por la mañana dejamos el problema del gas de lado y nos detuvimos en el templo Karni Mata, conocido como el templo de las ratas. Naturalmente Alexandra se quedó en el coche y yo me dirigí al templo, que tenía evidentes signos de alguna reciente celebración hindú, con diversas paradas alrededor que se estaban desmontando y toneladas de grano acumuladas en las entradas. Por otro lado, en el interior, las ratas parecían medio muertas de tanta fiesta y no reaccionaban a los peregrinos que todavía llegaban y les tiraban terrones de azúcar o galleta por encima. De hecho, la mayoría de las ratas deberían estar ocultadas en los numerosos agujeros que había en las paredes, y tanta debería ser la masificación que en algunos agujeros había 5 o 6 ratas durmiendo con las cabezas a dentro y los cuerpos fuera. Seguramente por eso, algunas de las ratas que había deambulando por el templo eran las más desgraciadas, con los cuerpos demacrados o con los ojos comidos. Estas ratas, junto con la mierda extendida por el suelo (por donde se tenía que andar descalzo), no eran un espectáculo muy agradable, aunque la leyenda del templo tuviera su interés. En el siglo 14, Karni Mata, una encarnación de la deidad Durga pidió a Yama, la deidad de la muerte, restaurar la vida del hijo de un desamparado cuentista. Pero Yama rehusó y enfadado, Karni Mata se reencarnó todos los cuentistas muertos en ratas, con el fin de privar a Yama de sus almas humanas (pobre vida la de los cuentistas). Después de volver al coche y de limpiarme bien los pies, acabamos de recorrir los pocos kilómetros hasta Bikaner, donde repetimos el intento de comprar una bombona de butano. Nos dirigieron a una dirección, pero para llegar tuvimos que preguntar múltiples veces, muchas de las cuales orientándonos a direcciones equivocadas (este comportamiento también lo observé entre indios mismos, prefieren responder cualquier cosa antes de que decir lo sé). En cualquier caso, al final llegamos a un distribuidor de gas que no me quiso vender una bombona y me vendía otra más pequeña a un precio todavía más desorbitado. Irritado, le dije que con estos intentos de engañar a los turistas estaban acumulando muy mala karma, o que en Irán o Pakistán eran mejores países que en India porque nunca nos habían engañado (eso último los parecía molestar más). Ya rendidos volvimos a la calle principal, aunque decidí hacer un último intento al observar un camión donde cargaban bombonas de butano. Allí me ofrecieron un precio más razonable para una bombona, pero al mismo tiempo, tuve la suerte de que apareciera un hombre, que por primera vez en la India parecía dispuesto a ayudarnos desinteresadamente y a encontrar una solución a nuestro problema. Binod (así se llamaba el hombre) me comentó que conseguiría recargar una de nuestras bombonas, así pues, tomé una y subí a su moto para dirigirnos a un punto, después a otro con la autocaravana, y finalmente a otro donde finalmente pudimos recargar las bombonas azules de campingaz que tengo a un precio razonable. Realmente Binod se comportó maravillosamente, acabando de redondear su amabilidad invitándonos a té y galletas en su casa, donde había su mujer y dos hijos. Allí, en Binod nos preguntó si nos habíamos casado por amor y nosotros respondimos que sí, pero ellos comentaron que su matrimonio fue arreglado, como todos los de la India, aunque actualmente se aman mucho. En palabras similares se había expresado otra mujer en la India, explicándonos que en su país, primero te casas, después te desencantas de tu nueva pareja, y finalmente empiezas a sentir amor. Yo comenté que en Europa, primero empiezas a sentir amor, después te casas y finalmente te desencantas de tu pareja; poniéndose la mujer a reír y a exclamar “¡chócala!", mientras extendía la mano. Con todo el tiempo perdido buscando por gas, ayer sólo tuvimos tiempo para visitar el magnífico palacio de Junagarh, donde descubrimos la opulencia con que vivían los maharajàs. Por la noche acampamos al lado de Devi Kund, el bonito cementerio de pequeñas cúpulas y mausoleos donde todavía se entierra la familia de los antiguos Maharajàs. Y hoy por la mañana hemos acabado de visitar Bikaner introduciéndonos por el casco antiguo con un rickshaw hasta el espléndido templo Jain de Bhandasar. El templo de Bhandasar es muy sencillo por fuera, en cambio, su interior está exquisitamente decorado con pinturas y algunas esculturas. Un monje muy simpático nos explicó que los jainistas creen que la belleza está a en el interior de los seres y no en el exterior, representándose de la misma manera en los templos. Por otro lado, también explicó que al construirse el templo en el siglo quince se utilizaron 40.000 kg de mantequilla en los cimientos (extraño e increíble, pero cierto), la cual, durante el verano aun engrasa y ensucia el suelo y provoca que las temperaturas dentro del templo sean insoportables (no fue demasiada buena idea de utilizar la mantequilla). Después de estar un buen rato conectados a Internet, a media tarde hemos empezado a dirigirnos hacia Jaisalmer. Al oscurecer, hemos acampado - por primera vez en la India - sin preguntar en un lugar descampado y deshabitado, similar a una sabana árida. Pero hacia las 10 de la noche, cuando acababa de editar fotos, se ha aproximado una moto. Alertados hemos apagado los ordenadores y he abierto la ventana preguntando quiénes eran. Pero el hombre y el chico de la moto no hablaban nada de inglés y con gestos bruscos y agresivos exigían que saliera del coche. Además, cuando les he preguntado exaltado si eran de la policía, han empezado a llamar en dirección a otras voces que parecían aproximarse. Mientras tanto, ya había puesto en marcha el motor del coche y los iluminaba con las luces, enojándoles todavía más, pues se encontraban delante del coche impidiéndome el paso. Pero yo no me quería quedar para no conocer la trama ni el desenlace de esta posible pesadilla, y he tirado el coche adelante con intención de tumbar la moto y el hombre si no se apartaban. Pero se han apartado y acto seguido he apretado el acelerador a fondo, saltando por encima la arena, plantas y rocas hasta llegar a la carretera asfaltada, donde hemos perdido de vista la moto que nos había estado siguiendo por momentos. Hemos conducido algunos kilómetros con las cosas saltando por dentro de la autocaravana. Después nos hemos parado unos segundos para vestirme y ordenar los objetos no fijados de la autocaravana y hemos continuado unos treinta kilómetros más, hasta una gasolinera, donde hemos hecho noche; durmiendo mientras escuchábamos en sueños las pruebas de fuego que el ejército Indio hacía cerca de la frontera con Pakistán. Jaisalmer (ver en mapa) 15/10/2008: En David y Maria nos habían comentado que Jaisalmer nos encantaría, y realmente nos encantó. La ciudad y su fuerte se fundaron en 1156, en una situación estratégica, dominando las rutas de camellos que comerciaban entre India y Asia central. Durante un largo periodo de prosperidad, en el cual no faltaron guerras con otros reinos rajputs, algunos comerciantes y locales de Jaisalmer se construyeron casas y mansiones (llamadas havelis) exquisitamente decoradas exteriormente con piedra de arena esculpida. A pesar de todo, la riqueza de Jaisalmer declinó rápidamente al incrementarse el comercio marítimo realizado a través del puerto de Mumbai (Bombay). Pero la fortuna volvió a la ciudad, prosperando otra vez, al finalizarse el canal de Indira Gandhi que lleva agua cruzando todo el desierto de Thar (el mismo desierto de Cholistan del Pakistán) hasta Jaisalmer; también, al confirmarse la posición estratégica de la ciudad en el eterno conflicto entre India y Pakistán; pero sobre todo con la llegada de los turistas, que han hecho florecer comercios por todas partes. Destinamos los tres días en Jaisalmer entrando a todos los comercios del casco antiguo en busca de tejido para hacer un nuevo cambio de estética en la autocaravana, una idea que me estaba rondando por la cabeza desde la decoración exterior a Pakistán. Ya hace dos años y medio que la autocaravana es nuestra casa, y si todo va bien, lo seguirá siendo otros dos años, así pues, había decidido que cualquier inversión que la hiciera más confortable o bonita sería bienvenida. Y en Jaisalmer hicimos otro paso y cambiamos las cortinas de la autocaravana. Ya llevábamos muchas opciones miradas y la decisión final fue la de comprar fundas de cojines de diferentes colores y llenas de espejitos para desmontarlas y volver a unirlas (pagamos un sastre) entre ellas para formar unas originales y bonitas (según nuestro gusto) cortinas. En cualquier caso, entre comercio y comercio, también tuvimos tiempo para visitar la ciudad, la cual conserva una atmósfera relajada, a pesar de la numerosa presencia de turistas y de vendedores impacientes para vender. Visitamos las fachadas de diversos havelis, algunos de ellos todavía habitados, otros convertidos en tiendas y el resto en museos. Subirnos diversas veces al inmenso fuerte, visible desde toda la ciudad, donde las calles son estrechas y teníamos que ir esquivando vacas, turistas y vendedores, mientras estábamos rodeado de bonitos edificios y templos. Entre éstos visité un magnífico templo jainista, de nuevo, muy simple en el exterior y maravillosamente trabajado en el interior, con columnas esculpidas con semi-dioses, paredes representando sensuales figuras femeninas y masculinas, y diversas esculturas de jinas o tirthankaras en estado de meditación, los 24 maestros jainistes que descubrieron y enseñaron el camino de la salvación hace unos 3000 años. Uno de los principales principios del jainismo es la no violencia, que implica el respeto para todo los seres vivos. Así pues, aparte de ser vegetarianos estrictos, algunos jainistes se tapan la boca y la nariz con ropa con el fin de no inhalar accidentalmente ningún insecto, un comportamiento que observé sorprendido en un monje de este templo. Finalmente, hoy por la tarde hemos visitado lo que parecía otro punto de interés de la ciudad y sus alrededores, las dunas de arena en Sam, pero el espectáculo que hemos encontrado era sorprendentemente grotesco. Sólo de llegar a las proximidades de las dunas, nos hemos encontrado centenares de camellos (no exagero) sentados y esperando los autobuses de turistas que después nos hemos cruzado. En los alrededores de las dunas había decenas de campamentos con decenas de tiendas cada uno. Tan solo hemos bajado del coche, decenas de hombres y chicos nos han estado llamado continuamente para vendernos un paseo en camello o una estancia en un campamento con comida y espectáculo incluido. He andado brevemente por las dunas, las cuales estaban completamente pisadas por camellos, personas y todo terrenos. Pero cuándo el décimo guía me ha chillado desde un centenar de metros para venderme algo, he decidido que este desierto era la antítesis de la tranquilidad y romanticismo y he vuelto al coche, donde el Alexandra estaba intentando mantener alejados de la autocaravana a otra decena de guías; hemos subido, y corriendo marchado otra vez hacia Jaisalmer. Udaipur (ver en mapa) 19/10/2008: La siguiente ciudad visitada fue Jodhpur, la llamada ciudad azul, que posee el más impresionante fuerte del Rajasthan, dominando las llanuras desde una colina. Conociendo que el principal punto de interés de Jodhpur, es el fuerte de Meherangarh, enfilamos una carreterita que inicialmente cruzaba algunos bazares, y llegamos a la entrada del fuerte, donde pudimos pasar la noche con tranquilidad. Al día siguiente, me desperté bien temprano, antes de la salida del sol y salí a hacer algunas fotografías, rodeando el bonito mausoleo Jaswant Thada, de mármol blanco. A la vuelta, ya satisfecho por las magnificas vistas disfrutadas, me dispuse a despertar el Alexandra para marcharnos hacia la siguiente destinación, pues la entrada en el fuerte de Meherangarh era demasiado cara para los turistas (para los indios siempre es muy económico). Por suerte, antes de subir al coche se me acercó un austríaco y, después de interesarse por nuestro viaje, me comentó que podíamos entrar al fuerte gratuitamente, siempre que no entráramos en los palacios convertidos en museo. Así pues, después de que Alexandra se despertara, visitamos el inexpugnable fuerte, el cual no tuvo que soportar nunca ningún asedio gracias a la alianza del clan rajput con los Mugals del norte de la India, que dejaron que Jodhpur prosperara beneficiada por las rutas comerciales que la cruzaban. Encima del fuerte, visitamos unos interesantes templos hindúes, pero sobre todo disfrutamos de las impresionantes vistas, que dominaban la ciudad de Jodhpur, que parecía sufrir un maravilloso hechizo por las numerosas casas pintadas de azul. Tradicionalmente, el color azul identificaba la casa de un Brahmin, una de las castas más elevadas de India, dedicada al estudio, enseñanza y prédica; de todas maneras, actualmente los miembros de otras castas también se pintan las casas de azul. Por la tarde, después de haber visitado los bonitos jardines de Mandore, en el norte de Jodhpur, empezamos a hacer carretera hacia Udaipur. Pero una hora antes de ponerse el sol, diversos camioneros y algún área de servicio, nos informaron de que la carretera que seguíamos no era buena, pues más adelante había bandidos y según entendimos, la carretera no estaba en demasiado buen estado. Así pues, retrocedimos unos treinta kilómetros y al día siguiente (ayer) empezamos a circular por una carreterita que primero nos condujo hasta el maravilloso templo de Ranakpur. Al llegar, el gran templo de Ranakpur estaba abierto sólo para los creyentes, por lo tanto, dedicamos el rato hasta la apertura visitando algunos otros pequeños templos jainistas, también impresionantes por los numerosos relieves de príncipes y sensuales consortes en el exterior de los templos. Pero increíblemente al entrar más tarde al templo de Ranakpur, este ente hizo olvidar cualquier otra maravilla observada con anterioridad. El templo de Ranakpur, dedicado a Adinath, el primero de los 24 tirthankaras o santos Jainistas, es uno de los templos más grandes y importantes de esta religión. Construido en el siglo 15, con mármol blanco, contiene diferentes salas soportadas por un bosque de 1444 pilares, cada uno diferente de los otros en formas y relieves y figuras esculpidas. Personalmente, no me pareció que hubiera tantas columnas como las mencionadas, de todas maneras, hay una leyenda que dice que no se pueden contar todos los pilares. De lo que no hay duda, es la fascinación que produce el templo, que algunos proponen como una de las siete maravillas del mundo. Interesándome más por el jainismo, descubrí que sorprendido que los Jainistas no creen en la existencia de Dios, creador y mantenedor del universo, en cambio si creen en un universo gobernado por leyes naturales y eterno, el cual pasa por sucesivos ciclos de creación y destrucción. En un nivel más pragmático, los jainistas practican la total no violencia, que les hace rehusar alimentos obtenidos con innecesaria crueldad, así pues, aparte de no comer animales, muchos de ellos no comen raíces de plantas (patatas, ajo, cebolla) porque al hacerlo se mata la planta y muchos animalitos que viven en la tierra. Naturalmente, para poder entrar en el templo tuve que dejar mi cinturón hecho de piel de vaca al coche, aunque irónicamente, en el interior del templo descubrí un par de tambores hechos de piel de camello. Al salir del templo en un estado casi místico, enseguida volvimos al nivel terrenal al darnos cuenta de que durante nuestra ausencia, algunos indios nos habían arrancado tres o cuatro adhesivos del coche. La Alexandra se puso hecha una fiera y yo, aunque me mostrara más calmado, no dejaba de estar indignado con los indios, los cuales tienen una cultura que no acabo de entender. Por ejemplo, me es completamente sorprendente, que cada día haya alguien (sobre todo personas adultas y muchas de ellas de clase media) que intentan abrir la puerta de la autocaravana. Muchas veces los sorprendemos y al cuestionarles sobre su actitud nos ignoran, como si no hubieran hecho nada malo. Sin embargo, naturalmente, lo que nos molesta más es que niños y jóvenes (y algunos adultos también) nos intenten arrancar los adhesivos plantados en el Pakistán. No es extraño que Alexandra tenga pesadillas en que mata a Indios (y también a musulmanes o Indios musulmanes). La verdad es que no entiendo su comportamiento, ni cuando éste es positivo, por ejemplo alguien nos dejó hace unos días 10 rupias (0,13€) en la ventana, seguramente en señal de bendición. Con el sol poniéndose, llegamos a Udaipur, una romántica ciudad que ya había visitado durante mi anterior viaje a la India. A pesar de todo, nuestra llegada fue estresante, pues a pesar de ser una bonita ciudad creciendo en torno a unos lagos, Udaipur es una ciudad terrible para entrar con autocaravana y sobre todo para encontrar aparcamiento durante la noche. Normalmente, en las ciudades aparcamos en la zona de los hoteles de lujo, pero en Udaipur, estos hoteles se encuentran en torno al lago (o en el centro del lago) en una zona de acceso imposible para la autocaravana. Así pues, nos pusimos a buscar y a buscar, hasta que tirando marcha atrás en una oscura callejuela sin salida choqué contra una moto aparcada. Al principio Alexandra exclamó asustada: ¡"has matado a alguien"! y salió disparada a mirar detrás. También salió una familia de una casa de delante quejándose por la moto caída, pero cuando comprobaron que la moto no tenía nada y en cambio yo tenía todo el parachoques caído (hace reír pero es cierto) se tranquilizaron. Entonces nos preguntaron dónde íbamos, y al responder de que simplemente estábamos buscando algún lugar donde aparcar, esta familia nos mostró el primer indicio de hospitalidad desde hacía días y nos dejaron aparcar en su calle (media hora antes una familia nos había echado de su calle donde había otros coches aparcados). Hoy, hemos movido la autocaravana un poco más al centro y hemos ido a pasear dirección al lago Pichola y la Ciudad Palació, pero contrariamente a mi anterior visita, la ciudad me ha desencantado, y a Alexandra también. El lago estaba sucio, el sol nos venía de cara (eso también contribuye), muchos comercios estaban cerrados (era domingo), hemos comido en un restaurante mediocre, ... Seguramente, nuestros sentimientos serian muy diferentes si hubiéramos encontrado un tranquilo emplazamiento cerca de en el lago para la autocaravana, pero sin ganas de dar una segunda oportunidad a Udaipur, anulamos los planes de relajarnos unos tres días e hicimos destinación hacia la siguiente ciudad. Bundi (ver en mapa) 22/10/2008: Aunque Chittorgarh quede fuera de los circuitos turísticos, este fabuloso fuerte bien merece una visita, y asimismo lo consideran decenas turistas locales que cada día recorren el fuerte de Chittorgarh con rickshaw. Nosotros tuvimos la suerte de que los elefantes pueden tener medidas similares a la autocaravana, porque ésta pudo pasar muy justo por todas las puertas del fuerte, ahorrándonos así hacer una larga caminata o estresarnos negociando la visita con rickshaw. El fuerte, ocupando una gran área sobre una colina, conserva diversos palacios, monumentos y templos. Por encima de todos, destaca de espectacular torre de la victoria, construida al siglo quince y elevándose 37 metros, siendo posible de ascender hasta el octavo piso a través de las unas laberínticas escaleras de su interior. A pesar de todo, la historia de Chittorgarh no es demasiado victoriosa, y así queda reflejado en numerosas canciones indias en que relatan con romanticismo los tres jauhares o suicidios en masa de las mujeres y los hombres rajputs del fuerte, antes de caer derrotados por el enemigo. El primer jauhar, el cual influenció otros jauhares sucedidos posteriormente en otras ciudades del Rajasthan, sucedió en 1303, cuando el sultán de Delhi en frente de un poderoso ejército atacó Chittorgarh, con el objetivo (así cuenta la leyenda) de tomar a la hermosa esposa del rey rajput. Pero antes de que eso sucediera, y previendo la inminente derrota, el rey y el ejército rajput se vistieron ropas de color azafrán y se tiraron a luchar contra el enemigo a una muerte segura, mientras la reina y las mujeres de la corte encendían una gran pira donde se tiraron vivas evitando así de ser deshonradas por el sultán de Delhi. Contrariamente a algunas leyendas, no toda la población de Chittorgarh debería morir, ya que un par de siglos más tarde, en 1535 y en 1568, los rajputs de Chittorgarh tuvieron ocasión de efectuar otros dos jauhares antes de caer en manos de dos otros poderosos enemigos. Se cuenta que el segundo jahuar fue efectuado por 13000 mujeres y 32000 guerreros rajputs, y el tercero por unos 8000 guerreros, unas cifras quizás un poco inchadas, pero en cualquier caso terríficas, aunque se saquen uno o dos ceros de las cifras. Entre los diversos templos visitados en Chittorgarh, había uno de jainista situado delante la torre de la fama (construida por un mercader jainista). En este templo destacaba, tanto en algunas esculturas como en diversas fotografías de su interior, diversos maestros o monjes completamente desnudos, pues según la secta jainista Digambar, el único camino hacia la iluminación es el desarraigo de cualquier cosa material, incluso la ropa. Así pues, según esta tradición, sólo los hombres pueden conseguir la iluminación, pues a las mujeres no les es permitido desprenderse de sus ropas, porque seguramente dificultarían la iluminación de los hombres. Al salir de Chittorgarh estuvimos preguntando a mucha gente sobre el mejor camino para llegar a Pundi, pues en David y Maria nos habían explicado que hacía un mes habían hecho el mismo recorrido y la carretera estaba terrible, recorriendo unos 200 kilómetros en 6 horas. Finalmente nos convencimos de que las informaciones que nos decían los indios eran correctas y que había una nueva carretera estrenada hacía justo una semana. Y así fue, aunque sólo se podía circular por dos de los cuatro carriles que acababan de construir y tuvimos que seguir afrontándonos a locuras de la carretera, pues la conducción de algunos indios (sobre todo conductores de camiones y autobuses) parece suicida, como si no tuvieran respeto por su propia vida ni la de los demás. La India es uno de los países más peligrosos de conducir, donde la posibilidad de tener un accidente depende más de los otros que de uno mismo. En los lados de las carreteras hay muchos camiones con signos evidentes de haber chocado frontalmente, pues estos se adelantan sin importarles que vengan vehículos en sentido contrario. Por otro lado, en todo momento tenemos que ir esquivando vacas sagradas que consideran el asfalto más confortable que el césped y personas, que creen estar paseando por su jardín. La verdad es que no entiendo la manera de ser india y los riesgos que toman, por ejemplo hace unos días vimos un autobús yendo a 90 km/h por una carretera, y de repente, un hombre sale por una ventana lateral, y haciendo equilibrios se sube arriba del autobús junto con al equipaje. Quizás, ¿al creer con la reencarnación no dan tanto valor a la vida? Entonces, ¿ sería esta una prueba que los cristianos y musulmanes no creen con la misma fe en el paraíso? (*) Al día siguiente antes del mediodía llegamos a Pundi, otro maravilloso fuerte y palacio, dominando una pequeña y simpática población. A pesar de todo, hasta que no encontramos un tranquilo aparcamiento dentro de una comisaría de la policía, pensábamos que no disfrutaríamos nada del pueblo, al igual que había pasado en Udaipur. Después fuimos a comer en un restaurante (una excepción bastante económica en la India), al terminar subimos hacia el gran palacio, donde visitamos las estancias de las mujeres (las de los hombres eran de pago) las cuales estaban formidablemente pintadas, a continuación anduvimos un poco por el bazar, y finalmente volvimos a la autocaravana, donde nos relajamos con el permiso del guardián de la policía. Pero a las 9 de la noche, vino otro hombre que abrió sin ninguna contemplación la persiana del coche y nos dijo que nos teníamos que marchar. Me indigné con la poca hospitalidad india y con la policía tan poco servicial (ni tanto solo nos quisieron proponer donde aparcar), pero no tuvimos más remedio que recoger de nuevo las cosas y aparcar a un centenar de metros de la comisaría, delante de un bonito lago que refractaba el palacio y las murallas iluminadas. El día siguiente, hoy bien temprano por la mañana, he salido a pasear por el lado del palacio hasta la cima de la montaña, donde había una línea de murallas y algunos palacios olvidados. Igual que en muchos otros fuertes del Rajasthan, he observado una vez más en la cima de la montaña grandes piscinas o depósitos que acumulaban agua verdosa. Me sorprende esta prueba de la cantidad de lluvia que cae durante los monzones, que son capaces de acumular en una cuenca reducida agua para todo el año. Al volver, hemos empezado a hacer camino hacia Gwalior, la siguiente destinación, recorriendo igual que el anterior día, una autopista en construcción. Pero esta vez, en dos ocasiones, la autopista cruzaba un río por un puente muy elevado, en cuyo inicio había un punto de peaje hecho con cuatro maderas. Al primer peaje nos han anunciado que tenía que pagar el equivalente a unos 10 euros, y yo, riéndoles la broma y comentándoles que sin ticket no pagaría nada, he ido avanzando hasta saltarme la barrera. Pero en el segundo peaje, los chicos parecían más serios, pero también más exaltados. Nos han comunicado que tenía que pagar un euro por el peaje, el mismo coste que un autobús. Entonces hemos iniciado la misma discusión que en todos los peajes de la India (son bastante frecuentes y en cualquier punto): que nuestra autocaravana no tenía la categoría de camión o autobús y que simplemente era una furgoneta (las cuales, normalmente pagan menos de un tercio que los anteriores). Pero en este peaje, los chicos no parecían seguir ninguna disciplina y su agresividad me ha hecho creer que si no pagaba tendría problemas. Pero como la barrera estaba bajada, los otros camiones en sentido contrario no podían pasar, así pues, cuando la han alzado momentáneamente para dejar pasar un camión, yo he arrancado haciendo apartar al chico de delante, mientras el resto golpeaba con violencia la autocaravana. Nos hemos escapado pero estábamos completamente exaltados. ¿Valía la pena todos aquellos nervios sólo por un euro? Seguramente no, pero por otro lado, si aceptábamos cualquier intento de engaño, tampoco podríamos hacer el viaje, por falta de presupuesto. En cualquier caso, nos estamos acostumbrando a estas frecuentes fases de tensión y al cabo de poco ya soy capaz de volver a relajar mi mente y de disfrutar del presente. Prueba de eso es el sueño de esta noche, en el que unas fieras (representando los indios o mi exaltación) me querían atacar, pero con paciencia y sangre fría, finalmente las conseguía amansar. (*) Días más tarde leí en un diario internacional que, según datos oficiales, el 10% de los accidentes fatales de tráfico en el planeta pasan en la India. En el 2006, hubo más de 460.000 accidentes (cuatro accidentes cada cinco minutos), en los que perdieron la vida más de 100.000 personas, a las que se tendría que sumar a unas 500.000 personas que resultaron gravemente heridas. ‹ Anterior (24/08/2008) MES Siguiente (2008-10-23)› ‹ Anterior (2009-08-29 - Nepal) PAIS Siguiente (2009-09-19 - Pakistan)› |
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