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Ethiopia



Adis ababa (ver en mapa)

31/12/2007:
Ethiopia,+Addis+Abeba Ethiopia,+Addis+Abeba,+500+persons+waiting+in+Sudanes+Embassy


Alexandra tenía ganas de celebrar la Navidad en Addis Abeba y por este motivo habíamos estado corriendo para llegar a Lalibela, visité las iglesias en 24 horas y volvimos también escopeteados hacia Addis. Llegamos a Addis el lunes 24 por la mañana y nos reunimos con Michael, Stephania, y su pequeña hija Maria, la pareja de austriacos que nos habíamos encontrado en la embajada del Sudán hacía unos días. Con ellos visitamos a otro grupo de viajeros en un hotel de Addis para organizar alguna cena o comida de Navidad conjuntamente, pero éstos ya habían comprado comida para su cena. A pesar de todo, nos invitaron después de cenar para hacer unas copas, pero por la noche Alexandra se encontró mal (hay una pasa de gripe en Addis) y nos quedamos en casa de Claudio mirando películas en el ordenador. En cualquier caso, el siguiente día 25 sí hicimos una comida de Navidad en una pizzería con Michael, Stephania, y la pequeña Maria. Aunque la Navidad fuera una tradición casi sagrada para Alexandra, creo que ella también está sufriendo el típico desarraigo de los viajeros, en el cual los acontecimientos emotivos de la tierra de origen (fiestas, tradiciones, conflictos políticos, partidos de fútbol,...) pierden importancia. A mí ya hace tiempo que me pasa lo mismo, navegando entre dos culturas sin identificarme con ninguna de ellas.

El miércoles 26 pasamos todo el día en el taller de Andrea Rossetto, arreglando los desperfectos del coche causados por el viaje a Lalibela. Al mismo día, toda mi familia estaba reunida en Barcelona celebrando la Navidad. Es curioso pero, a pesar de haber recibido una llamada de mis padres hacía dos días deseándonos una buena Navidad, no pensé en mi familia reunida hasta ahora que escribo el diario (más consecuencias del desarraigo). Tuvimos que pasar la noche en el taller, porque habían enviado el estárter del coche a limpiar y no estaría listo hasta el día siguiente por la mañana (en realidad el estárter tenía un problema más grave, pero decidí solucionarlo más adelante).

El jueves 27 por la mañana, tomamos un taxi hacia la embajada del Sudán. Era el primer día que abrían después de 10 días de fiesta. Antes de cerrar el día 17, nos habían comunicado que el día 27 podríamos tramitar el visado de tránsito y que lo podríamos recoger el día siguiente. Pero sólo lo pudimos tramitar, porque por la tarde nos comunicaron que aunque nuestros visados estaban aceptados, no los podríamos pagar hasta el día 31 y pasarlos a buscar al día 1 de enero del próximo año.

Así pues, nos van sobrado otros 3 días en Addis Abeba, sin ningún otro desperfecto a reparar ni ninguna otra atracción a visitar. En la misma situación se encontraban Michael, Stephania y su pequeña hija, así pues compartimos la espera con ellos, decididos también a compartir el fin de año. Seguimos acampando en casa de Claudio, pero cada mañana movimos la autocaravana hasta el hotel donde se alojaban los austriacos y pasábamos el rato con ellos, conversando o jugando a bádminton con unas raquetas suyas.

Michael es un joven que pronto cumplirá los 30 años, muy trabajador y apañado, y por lo visto muy requerido en Austria para solucionar o construir cualquier cosa. Stephania es chica de 20 años, sencilla y vegetariana, que poco después de conocer Michael se quedó embarazada. Aun así, pocos meses después de tener la niña hicieron un largo viaje por India, y después de trabajar un poco más en Austria, se embarcaron en un nuevo viaje por tierra hasta Etiopía (no más lejos porque el motor de su vieja autocaravana a duras penas aguanta). Su hija Maria es una niña de 20 meses alegre y extrovertida que siempre cautiva al corazón de los Etíopes. De momento Maria está bastante mimada, por que con sus ojitos y sonrisa consigue cualquier cosa que pida, aunque sea un caramelo de un niño pobre que los vende por la calle o una banana de una frutería.

Hoy día 31, el último día del año, era el día de ir a pagar el visado para el Sudán. Hemos llegado a la embajada por la mañana, 30 minutos más tarde de la hora oficial de apertura. A fuera había unos 500 etíopes (los conté aproximadamente) también esperando para entrar. Los guardas nos han dejado esperar cerca de la puerta de entrada (los blancos tienen prioridad), aun así, hemos tenido que esperar unas dos horas bajo el ardiente sol. Junto con nosotros y los austriacos había otros blancos de diferentes nacionalidades: alemanes, belgas, holandeses, ingleses ... también una china y dos coreanas que se conocieron a la embajada. Definitivamente, la embajada de Sudán es el meeting point (punto de encuentro) de los extranjeros en Addis Abeba. La espera de las 500 personas ante la embajada me ha parecido una vergüenza denunciable, pero después he recordado haber visto colas similares enfrente de embajadas europeas, por lo tanto, no me podía quejar. Al abrirse la puerta, Alexandra y los austriacos se han podido colar, pero debido a la caótica aglomeración posterior, el oficial no ha dejado entrar a nadie más y yo me he quedado fuera. Los guardas han empezar a aclarar la entrada a golpes de bastón y han conseguido formar dos colas lado y lado de la puerta, la mayoría de los cuales de seguro no entrarían hoy. La embajada del Sudán había estado cerrada para los etíopes durante 15 días y esta era la razón de las excepcionales aglomeraciones. Por otro lado, la gran cantidad de etíopes que piden el visado del Sudán parece ser uno de los principales motivos de la dificultad de conseguir el visado sudanés desde de Addis. Todos los extranjeros, incluyendo los etíopes, necesitan la aprobación de Jartum para tener el visado de turismo. En cambio, desde Egipto, en 24 horas te entregan el visado. Hay viajeros que vuelan a Egipto desde de Addis para conseguir el visado y después poder seguir el viaje por tierra desde Etiopía. Al cabo de media hora observando los policías poniendo orden en las colas, el oficial de la puerta me ha dejado entrar. Todos los blancos estaban esperando para pagar delante de una taquilla que estaba cerrada. Finalmente hemos podido pagar y a última hora hemos podido entregar los pasaportes para que el miércoles día 2 (en vez del martes) nos devuelvan los pasaportes con el visado.

Después de comprar comida y bebidas hemos ido al hotel donde se hospedaban los austriacos, para celebrar con ellos el fin de año. Aunque habíamos anunciado nuestra llegada al hotel, el aparcamiento que habíamos reservado al lado de la autocaravana de Michael y Stephania estaba ocupada por dos coches. Alexandra ya estaba un poco de mal humor, pero este contratiempo la ha enfadado de sobremanera. La tarde ha ido pasando pero los coches no se marchaban, y la furia de Alexandra ha seguido en aumento, insultando a los trabajadores del hotel y sin hablarme porque yo aceptaba la realidad y no la defendía. Alexandra estaba de tan mal humor que en un momento que he ido a comprar cervezas con Michael, éste me ha preguntado inocentemente "seguirás el viaje solo cuando no aguantes más el Alexandra"?. Finalmente ha aparecido uno de los conductores y ha aparcado su coche fuera de nuestra plaza asignada, pero el otro coche, un taxi, ha seguido en el mismo lugar. Observando que el taxista no llegaba y que el enfado del Alexandra no disminuía, los trabajadores del hotel han abierto el taxi con unas pinzas y han podido apartar el coche. Así pues, finalmente he podido aparcar la autocaravana al lado de los austriacos. Aun así, Alexandra no se ha calmado y ha seguido enfadada y chillando histéricamente a los trabajadores del hotel, tanto, que éstos me han pedido de marcharnos del hotel. Pero yo les he pedido un momento para arreglar las cosas, y mientras Michael los invitaba a un whisky yo he cumplido una de las amenazas que mas aterrorizaban a Alexandra y he cortado la cola de Tuki, su elefante de peluche. Eso ha tranquilizado a Alexandra, aun así no hemos tenido uno de los fines de años más felices, aunque haya intentado olvidar los momentos anteriores con unas tres cervezas y media botella de whisky.



02/01/2008:
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Después de la desgraciada noche de fin de año, comuniqué muy seriamente a Alexandra que si tenía otra crisis de nervios nos lo dejaríamos. Desde Zambia ya había tenido 5 crisis de nervios en diferentes situaciones y yo no me encontraba con fuerzas de soportar ninguna más. Alexandra es como una niña malcriada que cuando las cosas no son como ella quiere se pone a chillar o llorar como una histérica, como cuándo no pudimos aparcar al lado de los Austriacos, cuando no quiso mover la autocaravana para visitar a un amigo a las afueras de Nairobi, cuándo nos encontramos en la playa de Diani Beach sin poder aparcar en un lugar tranquilo, cuando atasqué el coche yendo hacía el pueblo de Livingstònia en Malawi, cuándo me desvié antes de Lusaka para visitar un fuerte que aparecía al mapa ...

En cualquier caso, la tensión parece que se ha ido suavizando hoy, cuando por fin hemos podido recoger el esperado visado del Sudán (hacía más de uno mes que lo habíamos solicitado) y hemos empezado a hacer camino hacia Bahir Dar, donde esperamos relajarnos con los austriacos.

Hemos ido dejando Addis Abeba atrás con un extraño sentimiento de culpa, durante el mes que habíamos pasado en la capital, no había realizado ninguna entrevista para tomar el pulso en el mundo, aunque había tenido bastantes oportunidades, sobre todo con los amigos de Claudio. Me he propuesto a partir de ahora tomarse más seriamente el proyecto.




Bahar Dar (ver en mapa)

08/01/2008:
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Bahir Dar es un encantador pueblo en el Sur del lago Tana, justo al lado del nacimiento del Nilo Azul que toma las aguas del lago. Desde el hotel donde acampamos podíamos ir a zambullirnos al lago, rodeados de negros que nos observaban como si fuéramos una atracción turística. A menudo, el horizonte del lago era recortado por una fila de pelícanos que aleteaban las alas rítmicamente. Por el jardín del hotel había otras especias de menores y curiosos pájaros, algunos con una larguísima cola que no pude fotografiar. Bordeando el lago había un bonito paseo, a final del cual descubrí un bar donde se reunían decenas de pelícanos que esperaban que les tiraran los restos de algún pescado.

Bahir Dar era un buen punto para celebrar un aniversario, y ésta fue la suerte de Michael que cumplió 30 años al día siguiente de nuestra llegada. Durante estos días, y acompañados a menudo de alguna cerveza, hemos estado conversando de nuestras vidas y sobre nuestros proyectos y sueños. Michael es un chico sencillo que quiere vivir fuera del sistema. Hace pocos años estuvo viviendo tres años en una barraca sin agua corriente ni electricidad, cerca del bosque, y allí quisiera vivir toda la vida. Pero se quejaba de que el gobierno austriaco no le permitiría cumplir su sueño, porque de hacerlo, el gobierno le tomaría la hija. Yo le expliqué mi situación, completamente al revés, mis padres son los que fueron a vivir desde Barcelona a una masía sin agua corriente ni electricidad. Allí crecí hasta los 20 años, pero después de los estudios me integré al sistema creando una empresa. Pensaba que hacer la vuelta en el mundo era una manera de desligarme del sistema, pero Michael me hizo notar mucho acertadamente que seguía completamente integrado en el sistema, viajando con una moderna autocaravana, con esponsores, escribiendo para revistas, pensando escribir un libro ...

El tercero o cuarto día en Bahir Dar fuimos a visitar las cascadas del Nilo Azul, a pocos kilómetros del lago Tana. A pesar de la desaprobación del Alexandra, ofrecí a los austriacos ir los cinco en nuestra autocaravana. Aun así, Alexandra supo refrenar sus nervios y no se enfadó excesivamente cuando la pequeña Maria se meó en el asiento o cuando la caja de las bombonas de gas se desenganchó debido a las vibraciones del camino. En cualquier caso, Alexandra se quedó en el coche mientras yo andaba con los austriacos hasta las magníficas cascadas. De todas maneras, antiguamente las cascadas tenían que ser todavía mucho más impresionantes, ya que buena parte del agua del Nilo Azul es recogida por una central hidroeléctrica y la imagen está bastante alejada de la mostrada en los billetes de un bir (0,10$).

Ayer, después que Michael me arreglara desinteresadamente la caja de las bombonas de gas rota el día anterior, visité solo los cautivadores monasterios del lago Tana. Compartí una barca del hotel con dos otras parejas de turistas y nos dirigimos al monasterio de Entos Eyesu, que no visité (la entrada de cada monasterio costa 3,5$) por no encontrarse recomendado en mi guía, pero sí visité el bonito monasterio de Kebran Gabriel fundado en 1321 en medio de una pequeña isla donde viven 64 monjes. Allí, observando las bonitas pinturas de las paredes centrales, nos explicaron que los etíopes creen, según la Biblia, que Jesús era mulato, mezcla de blanco y negro, como los Etíopes. En torno a las cuatro macizas paredes centrales, el monasterio estaba rodeado por una pared circular y exterior a ésta, aún bajo el tejado de paja, unos bonitos portales de columnas. El monasterio de Ura Kidane Meret en la península de Zege tenía la misma estructura que el anterior, pero las pinturas quizás lo superaban con belleza. Quizás por este motivo, los alrededores estaban rodeados de vendedores de artesanía, la cual siempre es cara y sin el atractivo de los otros países africanos.

Por noche conocimos un alemán que vive en Etiopía desde hace 7 años. Empezamos a hablar de política y nos explicó la guerra entre Etiopía y Eritrea podría volver a explotar, básicamente por la fallida situación de Eritrea, el cual no dispone de divisas ni para comprar combustible. Una guerra sería una buena manera para callar las protestas internas. Por otro lado, la fuerza militar Etíope está enfocada básicamente a Somalia ayudados por los Estados Unidos. El gobierno provisional de Somalia aceptado internacionalmente pidió a Etiopía el apoyo de su ejército para reconquistar el país. Pero la razón de los Etíopes, no era otra que anular los tribunales islámicos somalíes que reclamaban parte del territorio etíope musulmán de la misma etnia somalí y que habían condenado a muerte todos los ortodoxos de la región. De todas maneras, los etíopes en general no están interesados en política, aunque tampoco están informados, por ejemplo, es imposible de saber las bajas militares debidas a la invasión de Somalia.

Hoy, por la tarde hemos alquilado unas bicicletas (0,35$/hora) y hemos pedaleado hacia las afueras del pueblo, cruzando el río Nilo Azul y después dirigiéndonos hacia el lago hasta una granja esponsorizada por holandeses que producían queso. El queso era delicioso, pero sólo hemos podido comprar 500gr, porque las otras tamaños que tenían eran enormes. En cualquier caso, la excursión con bicicleta ha estado una buena manera de despedirnos de Bahir Dar. Mañana nos llegaremos a Gondar y al cabo de dos días nos volveremos a encontrar a los austriacos para cruzar juntos el Sudán.




Gonder (ver en mapa)

10/01/2008:
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Antes de marcharnos de Bahir Dar, una pareja de australianos que se alojaban en el mismo hotel me pidieron de llevarlos hacia Gonder y a cambio pagarnos el equivalente al billete de autobús. Sabía que no sería del gusto de Alexandra, pero acepté. En cualquier caso, al final fue Alexandra la que mantuvo una conversación más estrecha con ellos que yo.

Mientras circulábamos por la bien pavimentada carretera, observé una bonita roca a fotografiar y me detuve. Tal como ya me esperaba, enseguida aparecieron una decena de niños corriendo de todas partes pidiendo dinero o bolígrafos. Al volver de hacer la foto entregué una botella de agua vacía a uno de los niños, pero al arrancar el coche saludando, vi por el retrovisor uno de los niños que empezaba a tirar patadas con fuerza contra la autocaravana. Con rabia, paré en seco mientras el niño en cuestión huía corriendo. Al instante cogí una piedra y la lancé con puntería, aunque afortunadamente no lo toqué. Entonces volví al coche amenazando al resto de niños, los cuales siguieron paralizados después de nuestra marcha.

Pero éste no fue el único incidente con los niños. Después de dejar a los australianos en su hotel de Gonder, aparqué en una explanada enfrente del recinto real y Alexandra empezó a preparar la comida. Comimos y justo después, mientras yo estaba cagando, un niño golpeó la puerta. Alexandra dejó sonar la alarma un minuto, pero instantáneamente el niño (o niños) siguieron golpeando más fuerte. El proceso se repitió 3 veces, sin que los niños dejaran de picar la puerta y al final, enfadado, descalzo y con el cinturón aun sin atar, abrí la puerta de repente y atrapé al primer niño que pude, el cual abofeteé un par a veces, mientras unos chicos mayores se mofaban más allá. Al final resultó que el niño era el mayor de los que picaban la puerta y aunque él negó que lo hubiera hecho, lo sermoneé que se lo bien merecía: por ser el mayor y no haber detenido en los demás más pequeños.

A pesar de estos pequeños incidentes, hemos podido disfrutar plenamente de Gonder, la llamada Camelot de África. Alexandra también ha disfrutado, porque después de mucho tiempo hemos visitado juntos una atracción turística de pago (a excepción del museo de Addis Ababa). El recinto Real de Gonder es maravilloso, seguramente no sería tan extraordinario en Europa, pero lo es por su presencia en el África. Etiopía había sido un país gobernado desde antes del nacimiento de Cristo por diferentes dinastías reales, las cuales se habían beneficiado de la situación privilegiada de su país, a caballo entre diferentes rutas comerciales. Al principio del siglo XVII, el emperador Fasiladas fundó una nueva capital en Gonder (las anteriores habían estado en la provincia de Lalibela) la cual prosperó durante un siglo y medio, hasta que las conspiraciones e intrigas Shakespearianas provocaron su bajón. El recinto Real contiene diversos palacios y castillos, algunos de los cuales se conservan bastante bien y otros sólo en escombros.

A excepción del recinto Real, algunas iglesias (que no hemos visitado) y los baños de Fasiladas, Gonder no tiene demasiado interés. Aun así hemos permanecido hasta hoy, puliéndonos los últimos birs. Por la tarde hemos salido de la ciudad dirección al Sudán, con la intención de detenernos a una decena de kilometros, en un punto acordado previamente con los austriacos. Michael, Stephania y su hija Maria ya se encontraban allí, con su coche rodeado de niños y algunos adultos. Hemos aparcado detrás suyo y hemos empezado a conversar sobre los empipadores Etíopes. De todas maneras, al cabo de poco, se ha acercado un hombre de una casa próxima y nos ha invitado a tomar café. Yo y Michael hemos aceptado agradecidos y mientras tomábamos las tres tazas de rigor, la pequeña Maria correteaba por la pequeña casa de barro dando risa a todo el presente. Me ha gustado la hospitalidad mostrada, aun así, al acabar de tomar el café y de comer un poco de injera (la comida típica de Etiopía), entendí que los anfitriones nos pedían dinero, aunque no muy insistentemente. Es una lástima que los Etíopes siempre piensen en dinero cuando ven un blanco. Es verdad que la mayoría son muy pobres, pero no tanto como en otros países por los cuales hemos pasado. Más tarde, pensando en los motivos de la pobre hospitalidad etíope, he pensado que la religión juega un papel muy importante porque la religión cristiana no obliga a la hospitalidad, muy contrariamente a la musulmana.

Al volver a las autocaravanas, nos hemos encontrado que Stephania había acabado de cocinar una deliciosa sopa. Michael ha ofrecido un plato a nuestro anterior anfitrión, el cual ha aceptado gustosamente. De todas maneras, me ha sorprendido la poca habilidad para sostener la cuchara (siempre comen con las manos), pero todavía me ha impresionado más observar la cara de asco al probar la sopa, la misma cara que el resto de chicos que se han ido pasando el plato, hasta que lo han tirado. Podía entender que Alexandra hiciera igual cara de asco al probar la injera, pero me ha constado de aceptar que pudiera pasar lo mismo con una exquisita sopa austriaca.




Sudan border (ver en mapa)

11/01/2008:
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Por fin estamos a punto de salir de Etiopía, y no escribo "por fin" porque nos haya costado tanto conseguir el visado del Sudán, ni para que la carretera de Gonder en la frontera no estuviera en demasiado buen estado, escribo "por fin" porque finalmente dejaremos de ver etíopes. Todos estamos cansados de que, en general, los etíopes nos saluden con un "give" (entrega) o directamente "money" (dinero), en vez de "buen día" o "como estás". También estamos cansados de que una gran mayoría no nos saluden moviendo la mano, y simplemente la extiendan con la palma arriba con acción de pedir. También estamos cansados de que intenten engañarnos por el hecho de ser blancos (aunque eso pasa en muchos otros países africanos) o incluso robar (a Stephania le robaron los zapatos en el punto donde acampamos la noche anterior). Y es una lástima que estemos tan cansados de los habitantes de Etiopía, porque el país es muy bonito. Quizás habría sido mejor que hubieran sido colonizados una temporada más larga o que no hubieran recibido tanta ayuda durante las hambrunas, pero definitivamente, lo mejor que les podría pasar sería que dejaran de recibir tantos turistas ricos que no les importa dar dinero a los niños que dejan sus rebaños sin cuidado o dejan de ir a la escuela para poder pedir.





Sudan

Khartum (ver en mapa)

14/01/2008:
Sudan,+Khartum,+women+seling+te.


Si conseguir el visado del Sudán ya fue toda una odisea, conseguir registrarnos en la oficina de inmigración del Sudán, también fue toda una aventura. Todos nos preguntábamos por qué nos teníamos que registrar en la oficina de inmigración si no éramos inmigrantes, ni tan solo turistas, simplemente teníamos un visado de tránsito para llegar a Egipto. En cualquier caso, si no nos registrábamos podíamos tener verdaderos problemas y lo primero que hicimos al llegar a Jartum fue dirigirnos a la oficina de registro de alienígenas (el otro nombre de la oficina). Hicimos diversas colas para conseguir los formularios, y después de completarlos hicimos algunas más para presentarlos, pero cuando llegó nuestro turno nos comunicaron que no nos podían aceptar los formularios porque necesitábamos una garantía de algún Sudanés. Michael tenía unos buenos amigos en Jartum que había hecho cuando llegó de Egipto y les telefoneó. Primero se presentó Shazeli, el cual nos entregó una fotocopia de su pasaporte como garantía, pero al llegar de nuevo nuestro turno después de más colas nos volvieron a comunicar que no aceptaban pasaportes como garantía. Al cabo de poco llegó Yossef, el hermano de Shazeli, hicimos fotocopias de su tarjeta de identidad y de su tarjeta de trabajador para las Naciones Unidas, pero de nuevo nos rehusaron la garantía explicándonos que necesitábamos un carné de identidad internacional, un documento que muy pocos Sudaneses poseen. Por la noche, mientras cenábamos una deliciosa comida que cocinó la mujer de Yossef, éste estuvo telefoneando a amigos y familiares preguntando quién nos podía garantizar. Pero hoy por la mañana todavía nos encontrábamos en la misma situación: queríamos salir del Sudán, pero nos sería imposible si no encontrábamos alguien que garantizara nuestra estancia. ¡Ante la grave problemática, hemos vuelto a la oficina de registro de alienígenas (qué nombre! Como si fuéramos extraterrestres) para preguntar entre la gente de las colas si alguien nos podía garantizar a cambio de pagar algunos cuántos dólares (es increíble, los Estados Unidos son el principal enemigo del Sudán pero el país sólo acepta dólares y a duras penas euros). Hemos preguntado y preguntado pero nadie nos podía garantizar, hasta que una alemana en una situación similar a la nuestra nos ha sugerido ir a un hotel donde también nos podían garantizar. Hemos ido a un hotel próximo insinuando que más tarde nos alojaríamos y sorprendentemente nos han hecho el papel necesario sin ningún tipo de problema. Después hemos vuelto a la oficina que estaba cerrada por ser hora de comer, pero hemos entrado por una puerta lateral y afortunadamente nos han sellado al instante los pasaportes diversas veces, eso sí, después de pagar unos 40 $ por persona. En la frontera también nos podíamos haber registrado, pero lo descartamos porque nos cobraban 65 $. Me había ahorrado 50 $ entre los dos y seguramente había valido la pena perder un día y medio, pero ha estado agotador.

Después de los trámites hemos tomado un pequeño autobús desde el moderno centro de Jartum dirección al barrio de Yossef, el amigo de Michael en casa del cual habíamos aparcado las autocaravanas. Hemos cruzado el Nilo Blanco, muy próximos a la unión con el Nilo Azul, y hemos estado circulando unos kilómetros más hasta un mercado, donde todo el mundo ha bajado del autobús. La zona nos era desconocida, pero preguntando y andando más de dos horas hemos llegado a la casa de Yossef. Durante el camino nos hemos parado algunas veces a tomar té, preparado con un coladero conteniendo hojas de te trituradas sobre las cuales se vierte agua muy caliente, instantáneamente sale un té sabroso de color oscuro en el cual añaden mucho azúcar. Si el centro de Jartum es moderno, con grandes edificios, los extensos barrios de las afueras son tradicionales, con casas bajas y calles del tierra, aunque atravesados por grandes avenidas.

Al llegar a media tarde a casa de Yossef, nos esperaban las mujeres y un nuevo festín. Michael y Stephania habían conocido a Yossef cuando estaban cruzando Sudán dirección a Etiopía. En Jartum estaban pasando la noche aparcados en una gasolinera, pero Yossef les ofreció de aparcar delante de su casa, tratándolos como los más apreciados invitados. Al volver a Jartum, Yossef y su familia también nos recibieron a mí y a Alexandra con los brazos abiertos, ofreciéndosenos amistad, comida y toda la ayuda que nos fuera necesaria. Que diferente de Etiopía, aquí hay verdadera hospitalidad, y se ofenden realmente si les propones colaborar económicamente con la compra de los alimentos compartidos.



17/01/2008:
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Sudan,+Khartum,+Yossef+with+the+travellers Sudan,+Khartum,+Yossef+family+with+the+travellers    


Hoy por la mañana, mientras yo y Michael esperábamos con Yossef que me llenaran mis bombonas de gas, Yossef nos ha comprado un sombrero tradicional sudanés, y un vestido para Alexandra y otro para Stephania. Después, hemos vuelto para estar agraciados con la hospitalidad sudanesa, pues hemos sido invitados a la comida de celebración del nacimiento del hijo de un vecino. Mientras las mujeres estaban reunidas dentro de la casa cantando, bailando, charlando y cocinando, los hombres se relajaban fuera esperando que llegara la comida. Yossef nos ha explicado que los nacimientos en el Sudán son muy caros, porque se tiene que invitar a mucha gente a comida y opcionalmente organizar una fiesta con música. Las bodas también son muy caras, costando hasta 5000 $ incluyendo los vestidos para la mujer, el oro, muebles para la casa, la fiesta ... El coste de la boda siempre lo paga la familia del esposo, por eso Yossef está contento, porque de momento sólo tiene hijas. Finalmente ha llegado la comida - deliciosa! - en una gran bandeja en la cual había una decena de platos tradicionales de la cocina sudanesa, incluyendo el popular ful (un plato de sabrosas judías cubiertas de aceite). Después de bien atiborrarnos (si nos acabábamos un plato nos llevaban otro, y así hasta reventar) nos hemos vuelto a relajar, esta vez con el estomago lleno. Algunos hombres han empezado a tomar Tombac (o Sou), la única droga o estimulante legal en el Sudán (el alcohol está prohibido), compuesto, de unas hojas de árbol desmenuzadas y fermentadas las cuales se sitúan unos minutos entre el labio inferior y los dientes. Me he situado la pasta bajo del labio y casi al instante he sentido que se me aclaraba la mente y acto seguido me vendía una bajada de tensión que por poco me duerme o me desmaya. Michael, acostumbrado a las drogas, no ha sentido nada y me observaba divertido como me iba recuperando y volvía a ser capaz de vocalizar alguna palabra. Me pregunto por qué todas las culturas han encontrado y utilizado elementos para estimular o modificar la mente y las sensaciones, incluso la cultura islámica en la cual el alcohol está prohibido.

Los anteriores dos días también nos estuvimos beneficiando de maravillosa hospitalidad sudanesa. Primero, Shazeli, el hermano de Yossef, ayudó a Michael a recibir dinero a través de Western Union (los extranjeros no pueden recibir dinero en Sudán, ni tampoco obtenerlo con tarjetas de crédito) mientras yo estaba conectado en Internet desde su pequeña oficina. El siguiente día, Yossef acompañó Michael a comprar ruedas de recambio y a mí me ayudó a arreglar el aire acondicionado del coche: llevando a reparar el escape del radiador y comprando gas y las herramientas necesarias (a Etiopia me pedían 100 $ para arreglar el aire acondicionado y con Yossef sólo me costó 42,5$, incluyendo el manómetro y conexiones que regalé a Yossef).

Mientras tanto, Alexandra con su inocencia cautivaba a las mujeres de la familia del Yossef y del vecindario, las cuales la invitaron a tomar el té y la llenaron de regalos. Incluso una mujer intentó convencerla de quedarse en el Sudán y convertirse al Islam, pero Alexandra rehusó muy educadamente contestando que es muy difícil cambiar la religión bajo la cual te han educado pequeña.

Aunque lo intenté, no conseguí hablar demasiado sobre la situación del país con Yossef, en cambio, uno de estos días que volvíamos del centro con Michael, nos encontramos un taxista que comentó:
- A mediados de este año el gobierno dejará de suministrar LPG (gas para los coches) y tendré que venderme el taxi o modificar el motor.
- ¿Por qué dejará de suministrar LPG? - pregunté yo.
- En el Sudán no puedes preguntar nunca "por qué", porque te puede llevar muchos problemas.
Entonces empezó a explicar que había estado trabajando un tiempo en el Darfur, en el Sur del Sudán, dónde la gente es matada sin que nadie sepa el por que. Durante los años 90, el líder religioso y político Al-Turabi pregonaba que los sudaneses que fueran al Sur del país a matar infieles tendrían la entrada al cielo asegurada. El taxista manifestó que Al-Turabi ya hace tiempo que se apartó del poder, aun así, en el Dafur continúa muriendo gente a manos de diferentes guerrillas de las cuales se desconocen los vínculos y financiación. Aparte de eso, el taxista siguió explicando que en el Sudán no hay libertad de prensa ni de expresión, y así me quedó demostrado cuando después de aceptar que lo entrevistara para "tomar el pulso al mundo", me suplicó borrar su nombre de la grabación porque temía por su vida y la de su familia.

El único comentario que Yossef efectuó en contra del gobierno, fue cuando, después de intentar convencernos que nos quedáramos más días en su casa, entendió por fin que nos teníamos que marchar porque sólo habíamos obtenido un visado tránsito de 15 días y que sería muy difícil de renovarlo. Entonces expresó con tristeza:
- El gobierno del Sudán me está robando a mis mejores amigos.

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A la entrevista, el taxista de Jartum (a pesar de querer que borrara su nombre, la entrevista no fue demasiada crítica con el gobierno) opinaba que el principal problema del mundo son las guerras que destrozan el futuro de la gente. El taxista era pesimista y no creía que las guerras se pudieran terminar, porque los gobiernos no quieren. Si él pudiera, sacaría todas las armas del mundo. Los problemas del Sudán se están arreglando, incluso el problema del Darfur. El taxista se consideraba muy feliz por que el Sudán es un país bonito, aunque sería más feliz con la paz permanente. El secreto de la felicidad es la paz.




Wadi Halfa (ver en mapa)

21/01/2008:
Sudan,+bad+and+prety+road+to+Wadi+Halfa,+sunset. Sudan,+bad+and+prety+road+to+Wadi+Halfa Sudan,+bad+and+prety+road+to+Wadi+Halfa Sudan,+bad+and+prety+road+to+Wadi+Halfa Sudan,+bad+and+prety+road+to+Wadi+Halfa,+sunset
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Jartum es una ciudad de unos 4 millones de habitantes (o 10 millones según Yossef), en medio de una gran planicie casi deshabitada. Antes de llegar a Jartum el paisaje había pasado de las montañas de Etiopía a una planicie con la mayoría del terreno de hierba alta y seca sin cultivar ni pacer, aunque en algunas zonas también había grandes extensiones de campos labrados y también grandes rebaños. Al salir de Jartum, el paisaje se volvió estéril y desértico, a pesar de todo, cuando la carretera serpenteaba cerca del Nilo, las casas y pequeños pueblos no dejaban de sucederse entre palmeras y campos de un verde intenso. A lo largo de todo el recorrido por el Sudán - y seguramente pasará a lo mismo en los próximos países Islámicos por los cuales pasaremos - no hemos observado demasiadas mujeres en la calle o en los campos, y si están, siempre van tapadas con un velo cubriendo el cabello. En otros países africanos las mujeres siempre estaban fuera de casa trabajando mientras los hombres descansaban pero en el Sudán las mujeres parecen recluidas en casa mientras los hombres trabajan. Seguramente la reclusión en casa es mejor que el trabajo extenuante, pero lo peor de ambos casos es que las mujeres no tienen derecho a escoger en qué sistema de vida vivir.

Sabíamos que en el Norte del Sudán encontraríamos la última carretera no asfaltada de África (y quizás una de las últimas de nuestro recorrido por el mundo), de todas maneras, los problemas que esperábamos que sufriría el coche aparecieron poco después de salir de Jartum, circulando sobre una perfecta carretera de asfalto: la lucecita de la batería se encendió. Hice luces a Michael que circulaba en frente para que parara. Analizamos el problema y muy pronto dedujimos de que el alternador no cargaba la batería y que nosotros mismos no podríamos solucionar el problema. En los siguientes cien kilómetros no encontramos ningún pueblo, atravesando interminables dunas de arena, pero afortunadamente, en el primer pueblo después de las dunas había un electricista de coches. El electricista sacó el alternador y al cabo de unas cuatro horas dejó solucionados tres problemas (uno de original, uno causado por él y uno tercero que sospecho también causado por él). Pagué 15 $ por su trabajo y seguimos la carretera todavía asfaltada hacia el norte.

Al siguiente día (ayer) empezamos a adentrarnos por la pista no asfaltada, cuando de repente la lucecita de la batería se volvió a encender. El anterior día habíamos averiguado que el coche no consumía demasiada energía mientras circulábamos y calculamos que tendríamos suficiente batería para llegar al día siguiente a Wadi Halfa, nuestro destino. Desgraciadamente, la dinamo no fue el único problema que el coche sufrió durante este trayecto. A medida que nos adelantábamos por la pista no asfaltada, cruzando complicados pasos de arena y atravesando montañas de rocas, la nevera se volvió a estropear, destrozamos el apoyo de la rueda de recambio y el arranque del estárter pareció empeorar.

Si tuviéramos que puntuar la carretera hacía Wadi Halfa por su dificultad y por el número de averías sufridas, yo y Alexandra la compararíamos con la pista del Gabón, la cuarta más complicada de África. De todas maneras, la espectacularidad del paisaje, la belleza de los pueblos y la amabilidad de la gente (que nos invitaba a té o a comida si nos parábamos) nos hizo decidir de clasificar la pista hacía Wadi Halfa sólo como la quinta peor de África. A pesar de todo, también tengo que escribir que no todo el mundo se mostró amable con nosotros, también había algún niño que nos tiró una piedra (sin tocar el coche). De todas maneras, dos veces paré en seco y pillé al niño que había tirado la piedra para reñirlo bien enfadado, mientras éste lloraba aterrorizado. A buen seguro que estos niños no tirarán ninguna piedra más y quizás estaría bien que otros viajeros hicieran lo mismo, en vez de tirar bolígrafos u otros regalos si se ven amenazados.



23/01/2008:
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En Wadi Halfa, un pueblo sin ningún tipo de atractivo a la orilla del lago Nasser, teníamos que esperar el barco que nos tenía que llevar hasta Aswan, Egipto. Diferentes viajeros nos habían advertido sobre los desorbitados y anárquicos precios de este trayecto, de todas maneras teníamos la ventaja de conocer que había pagado Michael de bajada de Egipto en Sudán (450€) y que Michael también conocía las personas con quien teníamos que negociar. El primer día ya iniciamos los contactos con la agencia que nos tenía que vender los billetes, pero nos anunciaron que el ferry todavía no había llegado y que el precio de transportar el coche no estaba fijado y que dependía del capitán. El siguiente día (ayer), me pasé casi todo el día arreglando el apoyo de la rueda de recambio, ayudándome de palancas y gatos hidráulicos, y prácticamente lo volví a su estado original. A la noche volvimos a hablar con el eufórico chico de la agencia que nos confirmó que el barco había llegado y que quizás nos mantendrían el precio de 450€ por coche. Pero hoy, cuando hemos ido a pagar, nos han informado de que el precio sería unos 600€ por coche. Michael se ha estado quejando enérgicamente preguntando el por que de la diferencia de precio entre el primer trayecto y el segundo, pero ellos nos han enseñado lo qué parecía una lista oficial de precios e interpretando los números árabes he deducido que los precios eran correctos. Entonces yo he empezado a jugar mi papel comentando que no tenía suficiente dinero conmigo (era cierto) y que no podría pagar la cantidad total hasta Egipto dónde podía sacar dinero con la tarjeta Visa (desde el Sudán es imposible). Eso ha parecido enternecerlos y después de hablar un rato entre ellos me han rebajado el precio unos 200€. Al ver que me hacían este descuento, Michael continuó protestando todavía con más energía, pero observando que se podían echar atrás con su oferta, propuse a Michael de compartir el descuento y pagar unos 500€ cada uno, confiando que Michael también habría hecho lo mismo para mí. Pagamos y a continuación fuimos a buscar los coches, pero mi estárter no quiso poner en marcha el motor y Michael me tuvo que estirar para poder encenderlo. Y finalmente, después de mucha burocracia cargamos el coche en una plataforma con la promesa que al día siguiente partiría y nosotros subimos al barco que partió poco después. Por el ticket del barco habíamos pagado unos 80€, incluido en el precio total, que de ninguna manera estaba justificado, pues el precio correcto por el demacrado barco correspondía más con lo que pagaban los locales, un 20% de lo que habíamos pagado nosotros. En cualquier caso, al día siguiente por la mañana llegamos a Aswan sin demasiados incidentes, después de haber pasado una noche amontonados en una pequeña habitación para sólo dos personas.





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