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Laos



Vang Vieng (ver en mapa)

27/04/2009:
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Laos,+Vam+Vieng Laos,+Vam+Vieng,+caves Laos,+Vam+Vieng,+caves Laos,+Vam+Vieng,+caves Laos,+Vam+Vieng  


El viaje de Luang Prabang a Vam Vieng duró unas ocho horas en autobús, circulando por una carretera de continuas curvas, que se subía y bajaba por diversas montañas. El paisaje montañoso era bonito, aunque lo habría sido mucho más si no hubiera estado oculto por la neblina. Por otro lado, también dañaba la vista observar en muchas ocasiones, los pendientes de las montañas completamente deforestados y pelados, seguramente para comercializar con la madera, pero también, en algunos casos, para cultivar café. Por otro lado, la mayoría de las casas de los pequeños pueblos que cruzábamos estaban hechas de madera y paja. Realmente, aparte de los pueblos considerados turísticos, la vida en Laos no había cambiado demasiado en el último siglo.
Tendría que ser interesante visitar algunos pueblos perdidos del norte de Laos, pero vamos un poco justos de tiempo (sólo 5 meses por el sureste asiático) y nos hemos vuelto a detener en otro pueblo lleno de turistas: Vam Vieng. De todas maneras, a diferencia de Luang Prabang, Vam Vieng es un pueblo horrible, lleno de hoteles de baja categoría, agencias de viaje, cafés de Internet y restaurantes. Los restaurantes son un espectáculo, pues la mayoría tiene una gran televisión encendida emitiendo series de Friends o Simpsons, con decenas de turistas embobados delante de la pantalla. Por suerte, el aliciente turístico no se encuentra en el pueblo, sino en el paisaje y en unas cuevas próximas. De todas maneras, la mayoría de los turistas no parecían demasiados interesados en el paisaje, pues en vez de andar por los alrededores, preferían hacer tubing. El tubing es un deporte que se han inventado las agencias de viaje, en el cual el turista es abandonado al corriente de un tranquilo río, sentado en un neumático inflado de camión y generalmente con una cerveza a la mano.
Sin interés de hacer tubing (admito que el precio tampoco me resultaba demasiado atractivo), decidí dedicar estos dos días a Vam Vieng a perderme por el otro lado del río, donde había algunos prados y detrás diversas montañas de rocas y vegetación que se elevaban verticalmente, ofreciendo un paisaje que me recordaba algunas postales de Asia. Al pie de estas montañas había diversas cuevas que estaban señaladas con un trapo ondulante en un palo y con unos niños que cobraban una mínima entrada. Estos niños también se ofrecieron hacerme de guía, con un precio más elevado que no acepté. Pero fue una buena decisión, porque las emociones de entrar sol a una profunda cueva son inolvidables.
La primera cueva que visité, llamada Phadeng, básicamente era un pasadizo (a veces de un metro de altura) que se introducía unos quinientos metros dentro de la montaña, con diferentes escaleras de madera para bajar y subir desniveles y pasarelas para cruzar fisuras. Al final, el corredor acababa en una pequeña piscina de agua marronácea, donde en teoría te podías bañar y donde en teoría había unos grandes peces. Eso de los pescados no me lo acabé de creer, de todas maneras, también era increíble observar tan en el fondo de la cueva unos insectos parecido a gajos con unas antenas de unos veinte centímetros de largo. Al volver, después de haber estado todo el rato preocupado por la fiabilidad de mi linterna, decidí perder el miedo y apagarla. Había entrado con un bastón, y como si fuera un ciego fui golpeando el suelo, rocas y techo para ir avanzando sin peligro a tropezar. Adelanté unos cincuenta metros en la oscuridad total y palpando con el bastón mis alrededores, hasta que me encontré en un entorno incomprensible y encendí la luz, temeroso de caer por una grieta.
La segunda cueva, la de Goldjar, era mucho más grande, con diversas estalactitas que resonaban al golpearlas suavemente. Todas las paredes blancas de la cueva estaban llenas de dibujos hechos con barro por los diferentes trogloditas que habían visitado la cueva los últimos años, y en el fondo había una estatua de buda con algunas ofrendas. Cuando estaba visitando un rincón, escuché que estaban entrando unos turistas. Apagué la linterna para no asustarles, y acto seguido me di cuenta de que así les asustaría más, pero ahora ya la tenía apagada y esperé, hasta que fue inevitable que sus linternas me descubrieran, y encendí la mía, causándoles un buen susto, naturalmente.
Al día siguiente, hoy, me he dirigido a las montañas más en el sur dispuesto a visitar otras cuevas, caminando por un caminito con telarañas y serpientes que se ocultaban al pasar. Pero al llegar a la primera cueva, me di cuenta de que me habían seguido a un hombre y un chico de pintas sospechosas, con los vestidos sucios y con un puñal encintado. Alexandra me había advertido que en las cuevas se producían robos, así pues, me situé en un punto elevado en la entrada y empecé a hacer punta en el bastón que llevaba con mi navaja. El hombre y el chico se quedaron en la entrada, hablando entre ellos y sin osar acercarse, mientras yo seguía haciendo punta a mi bastón como si fuera la cosa más normal del mundo. Hasta que el hombre y el chico decidieron marcharse sin mostrar interés de entrar a la cueva. Pero yo sí que lo hice, envalentonado por mis experiencias de Indiana Jones, aun así no llegué demasiado lejos, porque en una escalera de madera que se enfilaba por la cueva me encontré una pequeña araña que se ocultaba, y al agacharme para observarla y hacerle una foto me encontré una araña enorme, de unos diez centímetros, que me hicieron perder todas las ganas de seguir con mis aventuras.




Vientiane (ver en mapa)

05/05/2009:
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Vientiane, la capital de Laos, es una ciudad muy tranquila de sólo medio millón de personas sin demasiado de atractivo (o sin ningún atractivo, segundos nos manifestaron Michel y Christine). De todas maneras, tiene un descuidado paseo paralelo al río Mekong, con algunos sencillos restaurantes, un centro mucho más moderno y caro y una pareja de monumentos a los que vale la pena hacer una ojeada. Bueno, en realidad, el Patuxai es el monumento más horrible nunca diseñando, un arco de triunfo construido en 1969 con cemento dado por los Estados Unidos destinado a la construcción de un aeropuerto. En cambio, la estupa de Pha That Luang, empezada a construir en 1566, era bastante más seductora, con una alta cúpula pintada de color dorado, símbolo de la religión budista y de la soberanía de Laos.
Uno o dos días habrían sido suficientes para conocer Vientiane, en cambio, nosotros hemos pasado una fabulosa semana. Por primera vez (viajando sin autocaravana) hemos sido alojados por una pareja de Couchsurfing, Michel y Christine, los cuales nos han obsequiado con una hospitalidad comparable a la Iraní o Egipcia. Michel y Christine son un matrimonio canadiense que trabajan en Laos de profesores para una escuela internacional (donde van los hijos de embajadores, directores de ONGs y miembros del gobierno). De todas maneras, después de 3 años trabajados en el Nepal, y tres más en Laos, ahora empiezan a empaquetar para cambiar de continente, e iniciar una nueva aventura en Túnez. Michel y Christine estaban bastante liados y estresados con el final de curso de la escuela y nos dejaron buena parte de tiempos solos (incluso se marcharon tres días a relajarse a Vam Vieng), insistiéndonos de coger cualquier cosa que quisiéramos de la nevera u ofreciéndonos sus bicicletas para movernos por la ciudad o para ir a las embajadas de Tailandia y Vietnam a hacernos los visados. Alexandra enseguida se sintió en casa, riendo ilusionada mientras andaba por la magnifica casa y apropiándose del mando de la tele y del mejor sofá. Mientras tanto, yo aproveché la tranquilidad para seguir escribiendo mi novela, la cual finalicé hace unos tres días (ahora sólo me faltará repasarla). De todas maneras, ayer y hoy, también hemos tenido más tiempo para compartir y conversar con Michel y Christine, los cuales han llegado más relajados, de Vam Vieng. Hemos estado conversando mucho sobre educación, sobre su próximo viaje a Turquía, sobre las religiones, y mucho más. Ha estado muy interesante conocerlos y verdaderamente esperamos que algún día nos puedan hacer una visita a Barcelona para devolverles parte de la hospitalidad recibida.




Si Phan Don (ver en mapa)

10/05/2009:
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En Laos, el transporte público parece bastante caro, por lo tanto, inevitablemente nos vemos obligados a copiar al resto de turistas y comprar los desplazamientos a través de agencias de turismo. Asimismo, lo hicimos para desplazarnos de Vientiane a Si Phan Don, comprando un billete de autobús de dormir (sleeping bus). Pensábamos que sería un autobús con los asientos reclinables, pero en vez de eso nos sorprendimos en el ver que era un autobús con literas con capacidad para unas 30 personas. No hay que decir que el espacio de las camas no era nada ancho, aun así el viaje fue agradable, sobre todo porque las carreteras eran rectas y bien asfaltadas.
Muy próximo a la frontera de Camboya, Si Phan Don (traducido como 4000 islas) es una maravilla de la naturaleza formada en el curso del río Mekong, cuando éste se diverge bordeando multitud de islas, muchas de ellas existentes sólo durante la época seca, cuando el Mekong está más bajo. No sé si realmente hay 4000 islas; lo que sí hay es una isla llamada Don Det, donde van la mayoría de los turistas. A pesar de todo, la isla conserva un aire rural y tradicional que todavía no había observado en ningún otro punto turístico de Laos.
Ocupamos un bungalow grande y limpio (había otros más bonitos al lado del río pero Alexandra prefería éste) y enseguida empezamos a hacer amistad con otros turistas que habitaban otros bungalows próximos. Mientras hacíamos el viaje con autocaravana, a menudo pensaba que sin el coche estaríamos más cerca de las culturas y conociendo a más gente local, pero en Laos realmente no es así: viajamos con turistas y vivimos con turistas. Posiblemente, no es culpa nuestra, pues a menudo escuchamos decir que las culturas asiáticas acostumbran a ser bastantes cerradas y herméticas. De todas maneras, no deja de ser agradable relacionarnos con otros viajeros o gente de la misma tribu que nosotros. Por otro lado, viajando sin autocaravana visitamos menos lugares pero nos entretenemos más en cada lugar, teniendo más oportunidades de relajarnos y más tiempo para escribir. Y no hay que decir que, viajando con autocaravana, posiblemente no habríamos visitado Si Phan Don, o sólo lo habríamos hecho durante un día. Al mismo tiempo, ya hace semanas que no tenemos el estrés de tener una accidente, de ser despertado durante la noche, de encontrarnos con los adhesivos arrancados ...
Aparte de la tranquilidad de Don Det, uno de estos días hemos hecho una excursión con bicicleta a la isla vecina, nombrada Don Khon, donde hay las atractivas cascadas de Somphamit a ver. Las dos islas están conectadas por antiguo puente de piedra construido por los franceses y por donde pasaba un pequeño tren que mantenía el comercio (y extracción de minerales) fluvial interrumpido por las cascadas. Después de visitar las cascadas, nos dirigimos más al sur de la isla, pasando de largo pequeños bosques tropicales, pequeños campos y algunas casas de madera aisladas, hasta llegar a una playa donde me bañé y desde dónde se podía coger una barca para observar unos delfines de río, pero el pasaje era demasiado costoso, y después del baño volvimos hacia Don Det.





Cambodja

Phnom Phen (ver en mapa)

13/05/2009:
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Al dejar Laos y entrar en Camboya, enseguida se hizo evidente que habíamos entrado en un nuevo país y en un nuevo sistema político. Nos hicimos el visado en la frontera, pero a la hora de pagar nos pidieron dos dólares extra por pasaporte. Les pedí un recibo para asegurarme de que eran dos dólares de corrupción y efectivamente, no nos querían hacer ningún tipo de recibo y no nos pensaban entregar los pasaportes si no pagábamos. No me puse duro, pues estaba en una cola con muchos otros turistas dispuestos a pagar, así pues, pagué y ya estuve. La carretera del norte era muy buena, pero muy pronto se empezó a estropear y durante bastantes kilómetros nos encontramos circulando por pistas de tierra. La carretera estaba bastante desierta, pero de vez en cuando nos cruzábamos con algún coche de lujo (entre estos un Hummer), una señal de encontrarnos en un país corrupto. Y efectivamente, después, mirando a Internet he descubierto que Camboya es uno de los 20 países más corruptos del mundo. Pero los problemas políticos no se acaban aquí, pues aunque Camboya se considere democrático, parece bastante dictatorial, con el mismo presidente gobernando desde la caída del régimen de Pol Pot o de los Jemeres Rojos en 1979, y con grandes placas metálicas a lo largo de la carretera con publicidad del Partido de las Personas de Camboya.
Phnom Phen, la capital de Camboya parece mucho más desarrollada que Vientiane, favorecida por el capitalismo enfrente del comunismo, pero inevitablemente, también había mucha más miseria. El autobús nos dejó al lado del lago Boeng Kak, donde hay diversos hoteles relativamente económicos y restaurantes relativamente caros. En el autobús habíamos conocido una pareja de catalanes, Jordi de Olot y Anna de Gerona, y todos juntos escogimos un hotel al lado del lago que de noche parecía bonito. De todas maneras, los siguientes dos días nos hemos convencido de la mala elección, pues nuestra habitación continuamente crujía dándonos la sensación que se hundiría en el lago y posteriormente Alexandra ha descubierto una rata al lavabo que hoy se ha comido la pastilla de jabón acabada de comprar. Desgraciadamente, este bonito lugar quizás dejará de existir porque según se quejaban algunos propietarios de la zona, una compañía extranjera ha comprado el lago y tiene previsto secarlo para construir un hotel de lujo. Naturalmente, el gobierno corrupto parece dispuesto a ayudar a la llegada de capital y de momento ignora las quejas de los habitantes del barrio.
En cualquier caso, aunque el marronáceo lago no tenga ningun atractivo, la zona era agradable, con una callejuela llena de tiendas que ofrecían precios el doble o triple de caros que los de una tiendecita lateral, bares medio vacíos con chicas Camboyanas jóvenes que esperaban la ocasión para cazar a un turista, diversas filas de tuc-tucs (triciclos) o motos taxi que esperaban clientes, y muchas chicas y mujeres que vestían pijama. En realidad, la imagen de las mujeres vistiendo pijama ya nos había sorprendido de camino a Phnom Phen. Yo ya había asumido que el vestido tradicional de las mujeres era muy similar a los pijamas occidentales (tela fina, de colores claros y vivos, y con dibujos infantiles), pero después, leyendo un artículo me enteré de que estas piezas de ropa realmente eran pijamas que se vendían junto con la lencería. De todas maneras, vestir pijama se había vuelto popular en Camboya porque es una de las ropas más frescas que se pueden llevar. En cualquier caso, también tengo que decir que no hemos observado a ningún hombre en pijama.
Ayer, al día siguiente de llegar, salimos a pasear por el centro, llegando al mercado central, donde venían de todo: roba, frutas, joyería, pescado, carne, conchas, insectos y arañas fritas ... Después fuimos volviendo por el lado del río Tonlé Sap, que a pesar que se junte con el río Mekong delante de la ciudad no tiene demasiado atractivo. También subimos al templo budista de Wat Sampao Meas, el cual contenía unas interesantes pinturas, y fuera me encontré una imagen repetitiva con Laos: diversos hombres vendían pequeños pájaros enjaulados para que los pudieras liberar. No deja de ser una ironía que se considere una buena obra liberar los pájaros cuando en realidad estás fomentando que se enjaulen más pájaros porque el negocio es rentable
Finalmente, hoy el miércoles por la mañana hemos cogido una moto taxi y hemos ido hacia el sur de la ciudad hasta la embajada China, donde hemos empezado a tramitar el visado (en teoría lo tendremos el lunes). Después hemos andado hasta un museo próximo que expone uno de los episodios más lamentables de la historia de Camboya y de la historia reciente del mundo. Antiguamente, los edificios del museo habían sido las aulas de una escuela secundaria, pero durante el régimen de los Jemeres Rojos, el edificio fue convertido en una de las prisiones más infames del siglo XX. Desde 1975 a 1979, entre 17000 y 20000 personas pasaron por la prisión de Tuol Sleng o S21, de las cuales sólo 7 personas salieron con vida. El resto sufrió interminables horas de sistemática tortura con el objetivo de conseguir sus confesiones y poder ser posteriormente desnucados y degollados a las afueras, en los infames campos de la muerte (death fields). Es curioso saber que algunos de los guardas de la prisión, y diversos dirigentes de los Jemeres Rojos, también acabaron sufriendo las torturas y la muerte en la prisión, porque habían mostrado demasiada empatía con las víctimas. El terror que Pol Pot (el líder de los Jemeres Rojos) consiguió instaurar en Camboya se aguantaba por sí mismo porque, si no conseguías comportarte con suficiente crueldad contra las víctimas, acababas convirtiéndote en víctima. Además, nunca te podías cuestionar sobre la inocencia de las víctimas, pues según los Jemeres Rojos, era mejor aprisionar a diez inocentes que dejar a un culpable en libertad. Sin embargo, ¿quien eran inicialmente las víctimas? Naturalmente los disidentes políticos, pero también cualquier persona que mostrara signos de tener educación (por ejemplo llevar gafas) o de haber pertenecido a la clase social media o alta. Pol Pot era un líder comunista que creía que los campesinos eran los únicos representantes de la clase trabajadora y que las ciudades constituían foco donde era muy difícil eliminar las actividades de libre mercado. Así pues, cuando Pol Pot ganó su revolución en 1975, eliminó el sistema monetario y obligó de vaciar todas las ciudades (más de 2 millones de personas en Phnom Phen) y envió a toda la gente a diferentes regiones a cortar la selva y a cultivar arroz, trabajando con condiciones de esclavitud. Mucha gente murió por el camino, y mucha más en la destinación, pues la producción de arroz no consiguió los objetivos ambicionados por Pol Pot y el hambre se extendió para todo el país. Al final, con una industria case paralizada (una de las 7 personas que se salvaron de la prisión Tuol Sleng era un mecánico que podía arreglar máquinas) y una población aterrorizada, fue bastante sencillo para los comunistas de Vietnam y desertores de Camboya de conquistar en 1979 buena parte del país, donde reinstauraron la figura simbólica de un rey y a una corrupta democracia. Desgraciadamente, estos 4 años de Pol Pot al poder fueron más de los soportables, pues a causa del régimen murieron 2 millones de camboyanos (un 20% de la población), unas de las cifras más aterradoras de la historia de la humanidad. Pol Pot murió exiliado en las montañas en 1998 y desde entonces, se han empezado a detener y juzgar a algunos líderes del régimen, como el director de la prisión Tuol Sleng, a pesar de que éstos (y todos los otros represores) se justifican argumentando si no hubieran actuado así se habrían convertido en víctimas.




Sihanoukville (ver en mapa)

17/05/2009:
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Teníamos ganas de playa y, habiendo escuchado que las playas de Tailandia eran demasiado desarrolladas y llenas de turistas, nos decidimos de probar la única ciudad en Camboya que vive mirando al mar, Sihanoukville, una ciudad que empezó a existir a partir de 1955 cuando se construyó el único puerto de aguas profundas en el país (antes todo el comercio se desarrollaba por tierra o por los ríos). Los catalanes Jordi y Anna también venían con nosotros y juntos nos dirigimos a la playa de Serendipity, la más popular y llena de turistas. Por suerte, encontramos un hotel bastante económico comparado con los precios de la zona: cinco dólares por una habitación bastante grande y limpia, con televisión y lavabo. No hay que decir que Alexandra estuvo encantada con la habitación, a pesar de la visita que tuvimos una noche de un insecto de unos cinco centímetros de largo que se empeñaba en subirse al hombro de Alexandra, mientras ésta chillaba como una histérica que lo matara. La verdad, me daba asco matarlo y finalmente conseguí echarlo de la habitación. Fue un día de suerte para el insecto, porque si se hubiera caído en manos de un Camboyano a buen seguro lo habría capturado, freído y comido.
Jordi y Anna no encontraron habitación en nuestro hotel y tuvieron que coger una habitación el doble de cara en un bonito bungalow sobre la playa. Se notaba que ellos no tenían las mismas restricciones presupuestarias que nosotros y por ejemplo, con el mismo dinero que ellos gastaban para viajar un año por todo el mundo, nuestros amigos David y Maria podrían viajar 4 o 5 años. De todas maneras, la calidad en la forma de viajar se notaba porque, mientras nosotros intentábamos imitar la manera de viajar de nuestros amigos, en Jordi y Anna no se restringían de comer en los caros restaurantes de la playa. El problema fue que aparte de los restaurantes de la playa no había casi nada, además, todas las tiendas de la zona tenían los productos unas cuatro veces más caros que en Phnom Phen. Alexandra se desesperó bastante enseguida, comentándome en todo momento que se estaba muriendo de hambre, pues sólo encontramos a las afueras unas paradas que vendían sopas y unos bocadillos bastante mediocres.
Al segundo día en Sihanoukville, salí a andar por encima las rocas en el oeste de la playa de Serendipity hasta la playa de Sokha, donde había un par de grandes hoteles que ocupaban casi toda la extensión de costa. A pesar de todo, la playa era bonita porque al final de ésta se podía observar un pueblo de pescadores. Llegué hasta allí y anduve entre sus casas de madera, ante la sorpresa de sus habitantes que continuamente me saludaban con simpatía. Allí encontré un restaurante local y con hambre del día anterior me comí un par de sopas deliciosas y compré unas frutas al precio local. Después volví bajo el sol abrasador hasta el hotel.
Por la tarde tenía pensado bañarme, pero nos encontramos con Jordi y Anna y se hizo oscuro mientras conversábamos. Pero, tampoco me bañé al día siguiente, porque por la noche me empecé a sentir mal y el siguiente día lo pasé enteramente en la cama. Tenía ganas de vomitar, indicándome que había comido algo nocivo, aunque a ratos pensaba que podría ser malaria o alguna réplica de la que tuve en África. También Alexandra se encontró mal, con unos síntomas diferentes a los míos. Así pues, cuando hoy ya nos hemos sentido un poco mejor hemos decidido saltarnos el presupuesto y hacer una buena comida en un restaurante de la playa, Alexandra comiendo pollo y yo pescado, acompañado de una tinaja de cerveza (la cual sólo costaba 0,25 dólares, una promoción para captar turistas). Ha sido una velada agradable, observando como la luz se apagaba detrás de unas nubes de atormenta y escuchando las demandas de los niños que pedían caridad o venían pulseras.




Phnom Phen (ver en mapa)

19/05/2009:
Cambodia,+Phnon+Phen,+Veasna


El lunes, un día más tarde de lo que habíamos previsto, volvimos hacia Phnom Phen. Volvimos a la zona de hoteles del lago Boeng Kak y volvimos a parar al mismo hotel donde nos habíamos alojado anteriormente. Por suerte en la nueva habitación no había ningún agujero por donde pudieran entrar las ratas, aunque las corridas que hacían éstas por el techo eran aterradoras. También era impresionante como traqueteaba toda nuestra habitación cuando la chica extranjera de la habitación del lado invitaba al joven propietario camboyano del hotel a compartirla con ella. Nos teníamos que esperar a hoy el martes por la mañana para recoger el pasaporte en la embajada China pero todavía estábamos un poco cansados y enfermos y ayer tarde no hicimos nada. Tampoco hoy. Por la mañana hemos recogido los pasaportes y hemos pagado los visados chinos (inexplicablemente el Alexandra tenía que pagar 70 $ y yo sólo 30 $). Después, sin ni tan solo pasamos por la zona del mercado central, volvimos a la zona del lago y pasamos la tarde entre el hotel y el pequeño restaurante de calle regentado por Veasna.
Veasna era un hombre muy simpático que contrariamente a todos los hoteles de la zona tiene un establecimiento muy sencillo pero que hace los mejores bocadillos (David y Maria: cuando estéis por la zona probad el bocadillo de tortilla!). Ayer por la tarde le pregunté cómo vivió la represión del régimen de los Jemeres Rouges y sin ningún tipo de reticencia nos empezó a explicar que de pequeño, su familia vivía en Phnom Phen. Cuando los Khemers Rouges entraron en la ciudad, éstos obligaron a marcharse hacia el campo a los dos millones de personas, incluyendo los diez miembros de su familia. Por el camino mataron a su padre, que había sido soldado y una vez llegado al destino mataron a su hermano, que había sido policía militar. Después de un mes dividieron a todas las familias desplazadas según sexo y edades y Veasna, que tenía 8 años, fue enviado a trabajar a cavar canales, junto a otro grupo de 30 chicos de entre 6 y 15 años. Durante los cuatro años que estuvo trabajando de esclavo para los Khmeres Rouges pasó mucha hambre, pues sólo le daban un bol de arroz al día. Aun así, Veasna comentaba que tubo suerte, porque en otras zonas la comida todavía era más escasa y la mortalidad por desnutrición muy elevada. Por otro lado, el grupo de Veasna cambiada de localización cada diez días, una vez finalizada una canalización para llevar agua a los nuevos campos de arroz, y al pasar por el bosque podían recoger de escondidas raíces o cazar insectos que comían con deleite. Cuando finalmente acabó el régimen de Pol Pot se pudo reunir con los otros dos familiares supervivientes (de una familia de 10 personas) y volvió a Phnom Phen. Su casa estaba ocupada por militares vietnameses, pero éstos le dijeron que la familia podía ocupar cualquier otra casa vacía de la ciudad y quedársela (la mayoría de la gente muerta durante el régimen provenía de las ciudades). Ocuparon una buena casa por unos años, pero ante la falta de trabajo y de dinero, en 1995 se la vendió y se compró una de más humilde cerca del lago. Por suerte, en 1999 empezaron a aparecer los primeros turistas por la zona y abrió el primer restaurante, con bastante éxito, a pesar de que siempre lo ha mantenido con un aspecto muy humilde. Ahora, Veasna parece un hombre feliz, aunque mire con preocupación el próximo secamiento del lago Boeng Kak y la posible repercusión en el turismo.




Siem Reap (ver en mapa)

23/05/2009:
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A pocos kilómetros de Siem Reap se encuentra Angkor, la mayor maravilla del sureste asiático. A pesar de todo, después de 3 años y medio de viaje y de las numerosas visitas de monumentos por todo el mundo, parece que yo esté perdiendo la capacidad de impresionarme. A pesar de todo, pagué la entrada de 40dolas y estuve recorriendo en bicicleta durante tres días las decenas de templos que hay esparcidas por una enorme área. Sí, Angkor es fascinante, pero personalmente me sentí más seducido durante la visita a algunos templos visitados en India y construidos también entre los siglos 9 y 13. Y es más, dejando de lado algún templo en concreto, lo que me ha fascinado más en Angkor no han sido los templos, sino que la paciente y poderosa lucha de la naturaleza para reconquistar el terreno ocupado por las construcciones humanas. Algunos templos conservan señales de esta feroz batalla y todavía conservan espectaculares raíces adentrándose entre las piedras de los muros y sosteniendo árboles centenarios. Pero en la mayoría de los casos, los templos se han vuelto a conquistar a la naturaleza y se han restaurado en un largo proceso iniciado a finales del siglo diecinueve por arqueólogos franceses. De todas maneras, aunque se haya talado el bosque en torno a muchos templos, se hayan reparado fundaciones, se hayan excavado canales para proteger los monumentos de la erosión del agua e incluso, en algunos casos se hayan reconstruido piedra en piedra sobre unas nuevas fundaciones; la naturaleza aun se puede considerar la vencedora en Angkor. Según revelan imágenes obtenidas por satélite, Angkor fue el centro urbano pre-industrial más extenso del mundo, ocupando un área de 3000 kilómetros cuadrados (mayor que el actual Nueva York) y soportando una población de un millón de habitantes; un espacio que hoy en día continúa ocupado por bosques y campos de arroz.
En cualquier caso, el Imperio Khemer dominó la naturaleza y las culturas vecinas entre el siglo 9 y 13, cuando construyó la grandiosa metrópoli de Angkor y sus templos, en general construidos con piedra apilada en forma piramidal sobre unos cimientos de arena. Los templos se construyeron y consagraron primero a de hinduismo, más tarde al budismo y unos siglos más tarde otra vez al hinduismo, bajo el patrocinio de un emperador que hizo destruir todas las estatuas de buda. Sin embargo, la religión finalmente vencedora fue la budista, aunque ésta fue la causa del declive del imperio, influenciado también por la superioridad del imperio de Sukhothai, del cuando visitamos sus ruinas hace unas semanas en Tailandia. El Imperio Khemer se convirtió a una rama del budismo llamada Theravada, la cual niega a la divinidad. Esta negación del divino restó poder a los gobernadores, los cuales dejaron de construir templos y perdieron la capacidad de mantener los canales de agua que tenían que irrigar los campos de arroz para alimentar al millón de personas de la ciudad. Finalmente, la ciudad colapsó y se tuvo que mover donde actualmente hay Phnom Phen.





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