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‹ Anterior (27/07/2010) MES Siguiente (2010-09-25)› ‹ Anterior (2010-10-08 - Canada) PAIS Siguiente (2011-01-23 - Mexico)› US Rapid City, SD (ver en mapa) 27/08/2010: Los dos días posteriores al Parque de Yellowstone los tomamos con calma, conduciendo dirección a Rapid City y visitando por el camino, el cañón de Bighorn, espectacular pero no demasiado fotogénico, y el siguiente día Devils Tower (o torre del diablo), una impresionante montaña que se alza verticalmente, compuesta por columnas de roca formadas durante el enfriamiento de una gran masa de magma y posterior contracción y fragmentación. Finalmente, por la noche llegamos a casa de Carrie, que vivía con su hijo en un trailer o gran caravana un poco deteriorada. A nuestra llegada también había otra chica de Couchsurfing alojada por Carrie, Kaylene, del estado de Washington que había iniciado un viaje con una furgoneta con la intención de establecerse y trabajar en algún otro lugar de Estados Unidos que la atrajera suficiente. También había en Robbie, un compañero de trabajo de Carrie en ´AmeriCorps Vista´ o ´Voluntaeers of America´, una organización sin ánimo de lucro con base espiritual, según la Carrie no únicamente cristiana porque entonces la comunidad india o nativa no querría participar. La organización ayudaba a familias o personas pobres, las cuales suman unos 37 millones en todo US, ayudando en situaciones de emergencia (por ejemplo ofreciendo casa a los sin techo) o activando mecanismos para que las familias desfavorecidas pudieran ser autosuficientes. Comentamos a Carrie que no habíamos observado gente sin techo o viviendo en la calle desde que habíamos abandonado la costa Oeste, pero Carrie nos comentó que también había indigentes en el interior, además, en South Dacota había una gran comunidad de nativos Americanos, tradicionalmente mucho más necesidados que el resto de la población. Carrie nos comentó que incluso ella era una beneficiaria de AmeriCorps Vista, pues estudiar en la universidad mientras mantenía un hijo le ocasionó grandes deudas que la habrían llevado a la ruina, a no ser que la organización le hubiera pagado los estudios en cambio de ayudar a familias o mujeres que hubieran pasado por una situación similar a la suya. Durante las conversaciones de aquel primer encuentro, en Robbie comentó que el fin de semana iría a un pow-wow, un encuentro de tribus de indios que incluía concursos de canto y baile, y nos animó a asistir. Aunque habíamos planeado quedarnos 3 o 4 días visitando las atracciones cercanas a Rapid City, al final me dejé atraer por la atractiva propuesta, dejándonos sólo el siguiente día, viernes, para visitar unas pocas de las atracciones locales. Naturalmente no nos perdimos el Mount Rushmore, el famoso monumento que resume los primeros 150 años de la historia de Estados Unidos con las esculturas de George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln. Rushmore se concibió y construyó durante la década de los 30 para atraer turistas y realmente funcionó, porque toda la carretera que enlaza Rapid City con Rushmore estaba llena de parques de atracciones temáticos, pueblos ambientados en el mid-west, parques de animales,... Entre éstos destacaban varias esculturas de grandes dinosaurios, recordando que en las montañas de black hills o Bad Lands (visitado al día siguiente) se habían encontrado numerosos fósiles de estos animales prehistóricos. El mismo mount Rushmore estaba concebido como una gran atracción turística, con un inmenso aparcamiento en su pie que nosotros nos negamos a pagar. Así pues, después de hacer las fotos pertinentes desde fuera, a continuación nos dirigimos hacia otra atracción de la zona, la cueva de la joya (jewel cave), la segunda cueva más grande del mundo, de la que se han explorado 245km de pasillos y corredores, los cuales suponen sólo el 2% del volumen total de la cueva, estimado a partir de la cantidad de aire que la cueva exhala cuando la presión exterior decae o que inhala cuando la presión exterior incrementa. Según este cálculo, aun pueden existir 10.000 km de corredores por explorar, por lo que siempre hay espeleólogos voluntarios que día a día van ampliando el conocimiento de la cueva. En cualquier caso, la visita a una de las salas de la cueva no fue muy extraordinaria, aparte de algunas pocas vetas de cristales que brillaban en el techo. El sábado temprano por la mañana seguimos conduciendo hacia el Este, dirección a Rosebud, la reserva de Indios donde se celebraba el pow-wow. A medida que íbamos conduciendo hacia oriente, el paisaje ondulado se iba aplanando y las carreteras se iban volviendo rectas, con sólo dos direcciones posibles: norte-sur, este-oeste, y total ausencia de carreteras con curvas o en diagonal dibujadas en mapa. De camino paramos en Wall, un pueblo que desde hacía tiempo atraía turistas ofreciendo café a 5 céntimos y agua fresca gratuita. A continuación nos desviamos hacia Bad Lands, otro parque natural que habríamos visitado con mucha más tranquilidad si no fuera por nuestra siguiente cita. En cualquier caso fue muy interesante recorrer la carretera que cruzaba aquella gran extensión de colinas y montañas extremadamente erosionadas por las lluvias y las riadas. Antes de llegar al Pow-wow, me cambié la camiseta que semanas atrás me había comprado por $ 2 en un supermercado, en la que había representada una gran bandera de Estados Unidos. Pensaba que los nativos americanos no estarían demasiado contentos con la nacionalidad que les habían impuesto uno o dos siglos atrás, pero sorprendentemente, el escenario circular donde se representaron las diferentes ceremonias y bailes estaba rodeado de banderas americanas que ondeaban con gran solemnidad. Al mismo tiempo, en diferentes ocasiones honraron a varios soldados nativos que habían servido al ejército y habían luchado por la patria en las diversas guerras extranjeras en las que había participado US. En cualquier caso, también me sorprendió que durante el acto algunos soldados nativos elevaran con orgullo algunas banderas capturadas al general Custer, un general de Estados Unidos de finales del siglo diecinueve detestado por los nativos, pues éste tenía la misión de entrar en los poblados indios matando, mujeres, niños y adultos hasta que los jefes de las tribus entraran en razón y accedieran a emigrar hasta las minúsculas reservas que les habían asignado. De todos modos, antes de que el ejército de los Estados Unidos consiguiera este objetivo, varias tribus de indios habían logrado frenar y aniquilar la totalidad del batallón de Custer, matando a 268 soldados americanos, incluyendo al general Custer. Las banderas capturadas a Custer, en medio de las banderas americanas durante la ceremonia, no dejaba de ser una manera de reivindicar el orgullo de pertenecer a la tribu, mostrando al mismo tiempo el orgullo de pertenecer al país. Aparte de las ceremonias de enaltecimiento de las banderas y los soldados nativos, gran parte del pow-wow consistió en un concurso de dos días de danzas y de antiguas canciones acompañadas de tambores. Fue fascinante vernos transportados a la antigüedad del continente americano, con danzas donde los hombres movían con éxtasis el cuerpo y los pies mientras las mujeres saltaban o giraban con sensualidad; emotivos cantos y ritmos de tambores ancestrales y la vestimenta de algunos pocos nativos, idónea para una buena película de indios y vaqueros. Desgraciadamente, la mayoría de los indios llevaban productos modernos que deslucían un poco sus vestimentas: tejidos con colores demasiado vivos (algunos fosforescentes), espejos, cinta aislante para sujetar algunas partes, cascabeles en los pies y zapatos hechos de bits de colores, que no dejaban de tener su gracia. A parte de disfrutar del pow-wow, al atardecer del sábado tuvimos una aventura nocturna, similar a las vividas en África, pero en este caso ambientada en América. Robbie conocía una chica que trabajaba para AmeriCorps y que vivía en una habitación alquilada en una misión Luterana, donde teníamos intención de pasar la noche. Pero al llegar, la mujer responsable de la misión nos interceptó y nos dijo que no nos podíamos quedar allí porque la amiga de Robbie no le había anunciado nuestra llegada con antelación. En aquel momento, obligados a irnos de un entorno paradisíaco con una excusa barata, recordé un chiste que el presentador del pow-wow había explicado al mediodía: ´Un hombre no demasiado honesto se ve obligado a hacer una estancia en el infierno después de morir. El hombre tenía mucho miedo del sufrimiento y caos que encontraría en el infierno, pero al llegar se encuentra que todo está en orden, con el césped cortado, las casas recién pintadas, las calles arregladas,... Extrañado el hombre pregunta a un demonio: ¿Qué pasa aquí? ¿No era el infierno un lugar terrible?; Sí, sí lo era, hasta que empezaron a llegar los mormones, respondió´. Pero después de nuestra experiencia, el chiste también se podría aplicar a los Luteranos, porque según su fe, esa mujer merecía ir al infierno, donde de seguro seguiría cuidando de su jardín. Entretanto, expulsados del paraíso, vagamos de noche por una reserva de Indios considerada peligrosa hasta que encontramos un aparcamiento junto a la carretera donde nos dispusimos a pasar la noche. Pero al poco se presentó un coche de la policía y muy amablemente nos explicaron que no nos podíamos quedar allí, porque era demasiado peligroso para nosotros, y también habíamos aparcado al lado de una penitenciaría. Finalmente, encontramos aparcamiento en un supermercado cercano donde no fuimos molestados el resto de la noche. El domingo antes de continuar con el pow-wow, se celebró una ceremonia religiosa abierta a todas las iglesias cristianas, a la que casi nadie asistió, porque seguramente la comunidad nativa sólo asistía a los servicios religiosos si a cambio recibían ayuda. De todos modos, durante el sermón intentaron atraer a los nativos americanos haciéndoles ver el paralelismo entre su espiritualidad y el cristianismo, recordando que ellos también creían en un gran espíritu (o único Dios) y también que iban a las montañas a tener visiones (o rezar). Es decir, Dios había revelado una parte de la verdad a los nativos, pero no toda, porque aún no habían tenido oportunidad de conocer la llegada de Jesús ni su Biblia. Robbie nos explicó que también había crecido en una iglesia sectaria, pero que había podido escapar de ella, a pesar de seguir creyendo en algo supremo. En cualquier caso, debido a la mala experiencia vivida con los Luteranos, durante la ceremonia religiosa Robbie se burló de toda la parafernalia, manifestando que la resurrección de Jesús tenía un gran paralelismo con los zombies que despiertan de la tumbas y viven después de morir, y que la eucaristía alentaba a beber y comer la sangre y cuerpo de Jesús, con el objetivo de contagiarse y convertirse en nuevos zombies seguidores de su mesías. El anterior fin de semana habíamos vivido una fascinante introducción a la cultura india o nativa-americana, desgraciadamente, los siguientes tres días fuimos alojados otra mujer de Couchsurfing que nos mostró la otra cara de la moneda. Pamela estaba apuntada desde hacía tiempo en un programa de acogida de niños maltratados o provenientes de familias muy desestructuradas o con problemas de alcohol. Hasta el momento había acogido en diferentes ocasiones hasta 100 niños, todos ellos hijos de familias indias. La última chica que había acogido tenía 14 años cuando la recibió, con problemas de alcohol y drogas debido al consumo habitual de su familia. Pamela la cuidó como hija propia, ofreciéndole amor, educación y estabilidad hasta los 17 años, cuando la chica estuvo preparada para entrar en un programa de inserción social y laboral en la ciudad SiuxFalls. Pero, al ser menor de edad, la chica necesitaba permiso de los servicios sociales de la reserva india, que decidieron retornarla a la reserva para facilitarle ellos mismos el programa de inserción social y laboral. Habiendo cuidado a la joven los últimos 3 años de su vida, Pamela se quejó de que no le ofrecieran el mejor futuro, pero los servicios sociales de la reserva le respondieron que ella no era de su raza o tribu y que la chica tenía que volver con los suyos. Pamela explicó que este desenlace había sucedido sólo hacía dos semanas, lamentándose de no poder tener contacto con la chica acogida, quien muy probablemente se vería abocada de nuevo al círculo vicioso del alcohol y las drogas en la reserva India. Pamela trabajaba de abogada fiscal por el condado de Lake Andes, el décimo condado (similar a provincia) más pobre de Estados Unidos (Rosebud era el segundo) porque en su interior albergan una reserva india que hace disminuir significativamente las estadísticas de riqueza (el 27% de la población vivía bajo la línea de la pobreza). Según nos explicó, las reservas Indias gozan de una jurisdicción e independencia similar a los estados, captando sus propios impuestos, redactando sus leyes, dirigiendo su propia policía,... De todos modos, a diferencia de los estados, el funcionamiento de las reservas indias en general es un fracaso, con gobiernos corruptos y nepotistas, y a veces permisivos con negocios de drogas, que sólo la policía federal o FBI tiene potestad para investigar. De todos modos, la ineficacia está bastante delimitada, porque a lo largo de los años los indios habían vendido numerosas tierras a los blancos, quedando fuera de la jurisdicción de la reserva, aunque actualmente los nativos están presionando para ampliar las fronteras hasta sus límites originales, haciendo temblar de miedo a los propietarios afectados. El siguiente día tuvimos oportunidad de asistir como espectadores a la corte o tribunal del condado donde Pamela trabajaba de fiscal. Nos sorprendió que todos imputados citados aquella mañana fueran nativos, todos ellos habiendo cometido alguna falta fuera de la reserva, en general relacionaba con problemas de alcohol, peleas, incumplimiento de penas,... Después Pamela y su secretaria nos contaron que en general, un 85 o 90% de los imputados en los juicios son nativos americanos, aunque estos sólo constituyan menos del 50% de la población del condado. Habiendo escuchado la historia personal de Pamela, pensé que la pobreza no podía ser el único causante del alto grado de delincuencia, y que quizá la cultura y la educación también afectaban. Pamela no tuvo una vida nada fácil, porque a los 16 años quedó embarazada y se vio obligada a abandonar los estudios y empezar a trabajar. Durante muchos años estuvo trabajando de camionera, pero finalmente, a los 40 años decidió retomar los estudios y se licenció como abogada. Seguramente ella tenía una fuerza de voluntad que faltaba a los imputados aquella mañana al tribunal. Como aspecto positivo, escuchando al juez, me pareció que la justicia americana era bastante flexible y estaba enfocada a castigar con el objetivo de evitar que se repitiera la falta. El juez siempre reducía la pena considerablemente e insistía mucho al acusado que si cometía alguna falta similar durante un periodo de tiempo determinado la reducción de la pena quedaría anulada automáticamente. Intentaban hacer al acusado responsable de su conducta imponiendo unos límites muy claros a sus futuros actos, así como las consecuencias de traspasarlos. Así pues, en muchos casos, el juez sólo imponía una multa, que los acusados tenían que comprometerse a pagar antes de un día determinado. Si no podían pagar las multas, el acusado las tenía que pagar con cárcel (a razón de 60 $/día de reclusión) o trabajos en la comunidad (a razón de 8$/hora). Pregunté a Pamela si consideraba justo este sistema en el que los pobres tenían más posibilidades objetivas de ir a la cárcel por una misma falta y me respondió que no, pero que por otro lado la justicia se aseguraba que todo el mundo pague las multas impuestas. El siguiente día, aparte de seguir trabajando escribiendo el libro de África, de ayudar a Pamela a cortar el césped de su jardín (una actividad muy típica entre los americanos) y de pasar un buen rato derrapando con un quad, también tuvimos tiempo para conversar sobre su trabajo. Entre otras cuestiones le pregunté si estaba a favor de la pena de muerte, que era legal en South Dakota, y muy segura me respondió que sí. Incluso aseguró que debería aplicarse más, porque para una familia que, por ejemplo, le hayan torturado y matado a un hijo, resulta insuficiente ver al asesino entre rejas por vida. Intenté rebatir su opinión con un argumento típico: que en el pasado se había condenado a muerte a muchos acusados que posteriormente se había demostrado con pruebas de ADN que eran inocentes, pero Pamela respondió que este argumento favorecía la aplicación de la pena de muerte, pues actualmente la tecnología está tan avanzada que es prácticamente imposible condenar a un acusado erróneamente. Volví a preguntar la misma pregunta a Tobi, nuestro siguiente huésped en Mankato, y enseguida respondió que no estaba de acuerdo con la pena de muerte (no era legal Minnesota) y añadió que él sería incapaz de asumir la responsabilidad de enviar a alguien en la silla eléctrica pensando en su posible inocencia. Decía que tendría pesadillas, aunque también creía que poca gente podría asumir su trabajo de profesor de anatomía, en el que tenía que matar y diseccionar varias tortugas y ranas por semestre para que sus alumnos conocieran correctamente el funcionamiento de los diferentes órganos del cuerpo y pudieran convertirse en el futuro en unos buenos enfermeros. Cuando llegamos a casa de Tobi, acababan de llegar a sus dos hijas que tenía en custodia compartida con su ex mujer, algo bastante típico en Estados Unidos, donde los hijos de las parejas separadas pasan exactamente el mismo tiempo con cada uno de los padres. Pasamos dos buenos días con ellos, aunque yo me quedé buena parte del tiempo encerrado en la biblioteca y en casa para seguir escribiendo el libro de África. Alexandra salió un poco más que yo, aprovechando para comprarme una buena chaqueta y unas mantas por el frío de otoño en una tienda de segunda mano, bastante típicas en US, las cuales reciben los productos como donaciones para destinar sus beneficios a causas sociales o benéficas. De todos modos, Toby ya explicó que en Mankato no había prácticamente nada turístico a visitar, aunque la ciudad era famosa por haber llevado a cabo la mayor ejecución en masa de la historia de Estados Unidos, colgando a 38 indios Dakota, por su participación en la guerra Dakota. Inicialmente, el tribunal militar había sentenciado a muerte a 303 indios, aunque 265 fueron perdonados por el presidente Lincoln, ganándose bastantes enemistades en la región. La guerra Dakota fue provocada por el incumplimiento por parte de los Estados Unidos de suministrar alimentos y recursos a los Dakota de las reservas, los cuales, ofuscados por el hambre decidieron expulsar a los pobladores blancos de la región, matando entre 400 y 800 personas. En los meses posteriores, los Dakota perdieron la guerra con el ejército de Estados Unidos que, después de la ejecución en masa, envió a Dakota hacia otros estados anulando sus reservas en Minnesota. Las hijas de Toby me explicaron que iban a una escuela católica la que -según me describieron- era mucho más retrógrada que las europeas, con clase de religión diaria y 5 a 10 oraciones cada día. Ante este panorama, no me atreví a preguntar sobre su religión hasta el final de nuestra estancia, después de descubrir que Toby era persona muy abierta. Entonces, él y su novia que lo estaba visitando, me explicaron que pertenecían a la iglesia Universalista Unitaria, de la cual ya había oído hablar. Interesándome en sus creencias, me explicaron que la iglesia Universalista Unitaria no tiene ni enseña credos ni dogmas, que está abierta a cualquier creencia, incluso ateos, y que simplemente intenta reflexionar con la propia experiencia, conciencia y razón para mejorar nuestra relación con la sociedad, con un buen comportamiento ético para una mejor humanidad. Tanto abierta era la iglesia, que incluso aceptaban gays y lesbianas, oficializando al mismo tiempo bodas por la iglesia si lo deseaban. Me debería haber mostrado tan interesado al preguntarles sobre su iglesia que me ofrecieron ir con ellos al oficio del domingo por la mañana, y naturalmente acepté, a pesar de los temores de Alexandra a que me convirtiera en una nueva religión. Me sorprendió que la estética de la iglesia fuera cristiana, con bancos de madera, un altar con una llama ardiendo encima, canciones acompañadas de piano con una musicalidad idéntica a los cantos espirituales,... Lo encontré normal, cuando después me explicaron que la mayoría de los asistentes venían de una educación Luterana o Católica, las dos principales religiones del estado de Minnesota. De todos modos, no mencionaron a Dios, Jesús, las escrituras, o la salvación, y por el contrario sólo hablabaron sobre el espíritu, el alma (dos palabras que a mí también me sobraban), la paz, la esperanza, la justicia y el amor. Encontré interesante que durante un rato abrieran el micrófono a cualquiera de la treintena de asistentes que quisiera compartir sus joyas e ilusiones o sus preocupaciones o tristezas, para crear un sentimiento mayor de comunidad. Me dio la sensación de que la iglesia Universalista Unitaria simplemente había intentado extirpar lo malo de las otras iglesias: dogma y opresión; para dejar el resto igual. La explicación tal vez me la dio una mujer, cuando contó que si no perteneces a una iglesia en Estados Unidos corres el peligro de ser marginado y excluido de la sociedad. Por otra parte, quizá la iglesia Universalista Unitaria resultaba un consuelo para todos aquellos que se sintieron desengañados en sus iglesias originales pero recordaban como se sentían a gusto durante los oficios o perteneciendo a una comunidad. Al acabar el oficio y mientras tomábamos un café, comenté a algunos de ellos que en Europa (o al menos en España) la iglesia Universalista Unitaria difícilmente tendría éxito, porque la iglesia tiene mucha menos fuerza que en Estados Unidos , y la gente que se siente desengañada normalmente reniega para siempre de las iglesias, volviéndose ateo o buscando la espiritualidad en religiones orientales. Nuestro siguiente destino era Cuyahoga Falls, cerca de Cleveland, donde vivía una amiga nuestra. Teníamos opción de llegar pasando por debajo del lago Michigan y cruzando Chicago o bien recorriendo el norte del lago Michigan y por debajo del lago Superior. A pesar de ser un itinerario más largo, conseguí convencer a Alexandra de elegir la segunda opción, para visitar algunos parques naturales y evitar ciudades grandes, las cuales en Estados Unidos nos habían dejado bastante indiferentes. A pesar de todo, la tarde del domingo tuvimos que cruzar la gran ciudad de Minneapolis antes de empezar a conducir pequeñas carreteras cerca del lago Superior. En aquellas carreteritas volvimos a encontrar las enormes autocaravanas, grandes como un autobús, arrastrando normalmente un pequeño coche o todoterreno detrás, que en Estados Unidos se podían conducir con el carnet de coche. Aunque hubiéramos visto muchas en la costa Oeste, todavía nos sorprendían esas grandes y costosas casas que solían conducir parejas de jubilados, de un lado a otro de los Estados Unidos. El lunes por la mañana nos acabamos de llegar hasta el parque natural de las Islas Apóstoles, donde hice una bonita caminata entre un bosque cercano a la orilla del lago hasta unas cuevas en la roca vertical, creadas por las olas del lago. Tuve suerte de que no lloviera, porque poco más tarde empezó a llover y así continuó todo el martes. No estamos demasiado acostumbrados a que nos llueva durante el viaje, así pues, tuvimos que descartar las visitas a unas minas de cobre abandonadas, y por un día decidimos de encerrarnos en una biblioteca y posteriormente en un McDonalds conectados todas las horas a Internet. En cambio, el miércoles tuvimos un poco más de suerte y pudimos hacer alguna pequeña caminata por el Parque Natural de Pictured Rocks. Visitamos una pequeña cascada de un río tintado de marrón o rojo y con mucha espuma blanca que atribuimos a la contaminación, aunque luego leímos que se debía a la gran cantidad de metales en las aguas. Después caminamos por una playa cercana a unos grandes acantilados esculpidos por la fuerza del agua, que se mostraba especialmente virulenta aquella mañana. Desgraciadamente, la lluvia volvió a destrozar nuestros planes y tuvimos que volver a la carretera mucho más pronto de lo que pensábamos. Esto nos permitió visitar la mañana del jueves las impresionantes dunas del parque natural del oso durmiendo (Sleeping Bear dunes NP) y a continuación conducir nueve horas para llegar completamente agotado en Cuyahoga Falls, donde nos esperaban nuestros amigos, Amanda y Mark. Realmente nos relajamos en casa de Amanda y Mark, quizás demasiado, pues prácticamente nos aletargamos, como si la vida no hubiera transcurrido durante estas dos semanas. Necesitábamos unas vacaciones del viaje (sobre todo Alexandra) y parar unos días sin hacer demasiado nada, igual que lo habíamos hecho otras veces. Pero nuestros motivos no siempre se comprendían y no era la primera vez que alguien me preguntaba intrigado por correo electrónico: ´¿Cómo podéis hacer vacaciones de las vacaciones?´, ´¿Que viajáis estresados?´. En primer lugar, el viajero no viaje en vacaciones, al menos en mi caso. Mis ansias de descubrir y comunicar mediante la fotografía y el texto me mantienen ocupado buena parte del día, además de las innumerables horas de conducción. Hace meses que no tengo tiempo para leer un libro, algo bastante usual durante las vacaciones, pues a la mínima que tengo alguna hora parada la intento aprovechar escribiendo el libro de África. Así pues, no diría que viaje estresado, aunque intento hacerlo con tanta pasión que ocasionalmente esta termina consumiendo las energías y es necesario descansar unas horas, ya veces unos días, para recuperarlas para seguir con la misma ilusión que al principio. De todos modos, a pesar de estar buena parte de las horas del día sin hacer nada (básicamente mirando series en el caso de Alexandra y jugando a go a través de Internet en mi caso), también tuvimos ocasión de tener interesantes conversaciones con Amanda, Mark y otros amigos de ellos. Fue curioso poder asistir con Amanda a una gran fiesta para captar fondos para una organización que ofrecía asesoramiento legal gratuito a personas sin recursos. Amanda estaba invitada al trabajar para otra organización que ofrece ayuda y protección a las víctimas de violencia doméstica o de género, y de rebote nosotros también fuimos invitados. La cena fue de película, compartiendo comedor con grandes personalidades de la sociedad de Cleveland, incluyendo la nueva jueza del tribunal supremo: Sonia Sotomayor, quien hizo un discurso aplaudido por las más de 1000 personas asistentes, que en general habían pagado $ 150 por cubierto. Me sorprendió la gran cantidad de recursos que movía la organización que organizo el evento, sobre todo teniendo en cuenta que sólo actuaba en el condado de Cleveland. Pero luego pensé que el tamaño de la organización era equivalente al problema, pues según me explicó Amanda, Cleveland es la peor ciudad de Estados Unidos donde vivir (según la revista Forbes), después de analizar calidad de vida , trabajo, bienestar social, pobreza, corrupción, educación, violencia,... Por ello, Cleveland era llamada ´the Mistake by the Lake´ (el error junto al lago). También la organización de Amanda trabajaba exclusivamente en el contado de Cleveland, trabajando con cientos de clientes cada año, de los cuales ella sólo atendía las mujeres latinas. Teniendo en cuenta la gran cantidad de ilegales en Estados Unidos, Amanda explicó una interesante iniciativa del gobierno americano que a cambio de denunciar a los agresores, las victimas sin papeles eran nacionalizadas. También fuimos a cenar varias veces con amigos de Amanda y Mark, conociendo una de estas veces un hombre que me pareció fascinante. A medida que me iba interesando por su historia personal, Miguel me fue describiendo sus orígenes de clase media en El Salvador, hasta confesar de que había participado en la guerra civil en su país, luchando con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Miguel me explicó alguna de las crueldades del gobierno dictatorial del Salvador durante los años 80, como los escuadrones de la muerte, que -según él- justificaba su lucha como terrorista. Sin que me lo dijera, intuí que Miguel había participado en la muerte de muchos dirigentes políticos o militares, debido a su clase social y facilidad para relacionarse con gente importante. De todos modos, al final fue descubierto y tuvo que huir del país, para evitar que el gobierno lo capturase o que el FMLN lo matara, pues sabía demasiado. Durante sus años de lucha, me contó que había conocido a varios terroristas de ETA, a quienes consideraba demasiado radicales y con menos argumentos para mantener su lucha terrorista, pues en el País Vasco no se cometían las mismas injusticias que en El Salvador. Finalmente me comentó que nos facilitaría el contacto con mucha gente interesante en su país donde, tras los acuerdos de paz en 1992, actualmente gobierna el FMLN. Nos reservamos para el penúltimo día, la visita a los amish, una comunidad religiosa presente en el estado Ohio caracterizada por su aislamiento del mundo moderno, conservando un estilo de vida de siglos atrás. De todos modos, la realidad que nos encontramos fue muy diferente a la esperada e incluso frustrante. Por un lado, el pueblo donde en teoría vivían los amish estaba completamente corrompido por el turismo, lleno de tiendas de productos amish, hoteles y restaurantes. Por otro lado, en seguida nos dimos cuenta que los amish, a pesar de las informaciones que teníamos, no viven una vida tan anticuada y están rodeados de tecnología relativamente moderna. Decidimos pagar una entrada para visitar una casa amish, que no nos pareció demasiado diferente a una casa de los años 60 o 70, con la diferencia que en vez de instalación eléctrica, la luz funcionaba con gas natural. Pregunté a la mujer que atendía la casa, que vestía un sencillo traje tradicional, porqué los amish no podían utilizar electricidad y nos comentó que la biblia les obligaba a vivir con humildad. Luego añadió que sin electricidad no tendrían la tentación de tener televisión, un aparato que desintegra las familias, por ejemplo evitando que padres e hijos coman juntos en la mesa. En cualquier caso no entendí que no pudieran utilizar la electricidad, y ni tan solo pudieran conducir coches, pero sí pudieran utilizar maquinaria que funcionara con combustible, como tractores o aserraderos. Y menos lo entendí cuando en la misma casa leí que los obispos amish permitían la utilización de paneles solares para tener luz eléctrica durante la noche, más económica que la luz a gas. Al final pensé que los amish no querían renegar de la tecnología, ni siquiera vivir igual que en la antigüedad, simplemente querían adaptarse más lentamente a la tecnología, para así poderse considerar más humildes que el resto de mortales. A pesar de no conservar sus orígenes, esta manera de vivir incluso se podría considerar romántica para algunos nostálgicos, pero la práctica, estas regulaciones y dogmas acaban llevando más problemas que ventajas. Me sorprendió leer que los niños amish sólo pueden estudiar en la escuela primaria, hasta el octavo grado, porque consideran que los conocimientos de la escuela secundaria y universidad son estériles para su modo de vida. Pregunté a la mujer de la casa porqué un chico o chica amish no podían ser médicos, a los que visitan cuando se ponen enfermos, o ingenieros, quienes han diseñado sus tractores, pero la mujer me respondió que no lo pueden ser porque si lo fueran deberían de utilizar la electricidad, algo prohibido en su cultura. Así pues, en teoría los amish sólo podían trabajar en el campo, fabricando muebles y casas de madera y en el sector del turismo, esta última una actividad que los mantenía conectados al mundo exterior y bajo la influencia de personas indiscretas -como yo- que ponían en cuestión su fe y normas. Teniendo en cuenta todas estas incongruencias que mantenían su sociedad atrasada en el presente, no me extrañó leer que -según sus datos- un 20% de sus jóvenes abandonaban esta secta cristiana, aunque yo juraría que son muchos más. Inevitablemente, esta forma de vivir está condenada a desaparecer, y al final puede que sea una lástima, porque los amish también son reconocidos por su rechazo a la violencia, por ejemplo negándose a servir al ejército, una calidad a veces demasiado ausente en actualidad.
Niagara Falls (ver en mapa) 24/09/2010: Hace poco más de 3 meses, cuando llegamos al aeropuerto de Los Ángeles, un policía de inmigración nos preguntó cuáles eran nuestros planes en los Estados Unidos. Le explicamos que ya llevábamos cuatro años viajando y que teníamos intención de viajar 2 años más en América del norte, central y sur, incluyendo unos ocho meses en Estados Unidos. Entonces, el policía de inmigración nos advirtió que sobre todo pasáramos un mes en Canadá porque sino, al entrar de nuevo a los Estados Unidos, no nos darían seis meses más de visa y deberíamos terminar de visitar los Estados Unidos con el tiempo que restara del visado original de seis meses. Confiando con esta información, habíamos programado nuestra estancia en Canadá por un mes, pero al cruzar la frontera en Niagara Falls, preguntamos a un policía de inmigración canadiense si las informaciones que teníamos eran correctas. Sorprendentemente, el policía nos dijo que no, que al entrar de nuevo en Estados Unidos seguiríamos teniendo la misma visa, y que en teoría tendríamos que abandonar el país el 9 de diciembre. Chocados por esta nueva información, pedimos al policía si podíamos volver a Estados Unidos a preguntar sobre este problema, pues en la entrada en Canadá no había ningún control de inmigración americano. Para poder hacerlo, tuvimos que hacer una cola en las oficinas de inmigración canadienses y otra en las oficinas de inmigración de los Estados Unidos, lo cual molestó a Alexandra, quien me acusó dos o tres veces de meterme en problemas. Finalmente nos atendió un policía de inmigración de los Estados Unidos, quien nos confirmó las informaciones recibidas en Canadá, que nuestro visado era de seis meses y que para poder disfrutar de seis meses más, teníamos que volver un mes a Europa, pues Canadá no contaba como tercer país. Entonces empezamos a preguntarle por posibles soluciones, pues para nosotros era complicado volver a Europa o llegar a México en dos meses y medio, hasta que el policía fue a hablar con su jefe y volvió con nueva información: ´`la ley dice que tenéis que volver a Europa para obtener 6 meses más de visado. Pero si os estáis un mes en Canadá y al regresar a Estados Unidos convencéis que vuestra intención no es quedarnos para siempre en el país y que en cuatro meses saldréis a México, el policía de inmigración correspondiente también tiene la opción de daros 6 meses más de visa, pero depende completamente del policía´`. Contentos con esta información más detallada, volvimos a Canadá con la intención de pasar un mes, con la esperanza de que al regresar a Estados Unidos nos encontráramos un policía de inmigración suficiente simpático a quien pudiéramos convencer de que realmente estábamos realizando un viaje de 6 años por todo el mundo. Cruzamos la frontera que hay en las cascadas de Niagara, las cuales ya nos habían maravillado al observarlas desde los Estados Unidos. Pero desde Canadá, las cascadas aún resultaban mucho más espectaculares, pues podíamos observar por delante como las caudalosas aguas del río Niagara se precipitaban a lo largo de casi 700 metros por un risco de 50 metros de altura tallado en forma de herradura. Era un espectáculo formidable, aunque no fueran las mejores cascadas del mundo, contrariamente a algunas opiniones escuchadas, pues eran superadas en altura, anchura y caudal (durante la época de lluvias) por las cascadas de Victoria, entre Zambia y Zimbabwe. Particularmente, habíamos disfrutado más de las cascadas de Niagara, pues habíamos visitado las de Victoria durante la época seca, aunque esperábamos extasiarnos mucho más al cabo de un año, cuando teníamos planeada la visita a las cascadas de Iguazu, entre Brasil y Argentina, en teoría aun más impresionantes a las dos anteriores. |
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