|
Quienes somos | >> Diario << | Diario de Alex | Fotos | Proyecto | Respuestas | Videos | Cuestionario | Itinerario | Sponsors | Otros viajeros | Colabora | Contacto |
Diario Este es el diario de Jan. Si queréis recibir este diario semanalmente por correo electrónico, escribid vuestro mail en el formulario de contacto.
‹ Anterior (29/09/2010) MES Siguiente (2010-11-28)› ‹ Anterior (2010-10-08 - Canada) PAIS Siguiente (2011-01-23 - Mexico)› US Portland (Maine) (ver en mapa) 29/10/2010: Portland es la ciudad más grande de Maine, donde por fin pudimos resguardarnos de la lluvia en una acogedora casa donde fuimos alojados por John, otro hombre de couchsurfing. John resultó ser un hombre retirado y con ilusiones de viajar que había tenido una apasionada vida. Entre muchas anécdotas nos contó cómo estuvo perdido durante 10 días por los bosques y montañas de Alaska hasta que la fortuna lo dirigió hasta una cabaña habitada. Pegado cada mañana a las noticias de la radio, a menudo expresaba su preocupación por la radicalización de las opiniones políticas en Estados Unidos, extremándose a medida que se acercaban las próximas elecciones al Senado. Por ejemplo, muchas radios republicanas estaban intentando inculcar a su electorado que el presidente Obama es un musulmán radical y que ni siquiera es americano. Pero más preocupante estaba que la cadena FOX, con el presentador Rush Limbaugh a la cabeza, intentara convencer a sus oyentes que la tierra no estaba experimentando un calentamiento global. Y a muchos ya les había convencido, incluyendo los hermanos y hermanas de John, quienes no querían comprobar la información que les llegaba o finalmente replicaban que había demasiadas opiniones diferentes, que era complicado llegar a ninguna conclusión clara. Según John, este pensamiento sería desastroso para las futuras generaciones, pero también para la economía americana porque, así como en el pasado la industria de US había sido puntera produciendo coches y más tarde ordenadores, en estos momentos debería centrarse con la tecnología verde para volver a generar trabajo. En la misma línea se expresó John cuando le entrevisté tomando el pulso al mundo (www.youtube.com/watch?v=A4yiWnddguM), opinando que el principal problema del mundo era el calentamiento global que afectará dramáticamente todo el planeta, un problema que debería solucionar globalmente, asumiendo cada país la existencia del problema. El principal problema en América es el partido republicano, que puede destrozar el país, por eso él intenta colaborar en la solución votando en todas las elecciones. A nivel personal, John es más o menos feliz, pero lo sería más con una mejor actitud, básicamente aplicando su secreto de la felicidad: siendo feliz con lo que tienes y no con lo que quieres. Al día siguiente de nuestra llegada a Portland cogí una bicicleta de John y pedaleé hasta el centro de la ciudad, con algunos edificios antiguos construidos con ladrillos pero sin demasiado atractivo. Estuve dando unas vueltas por el puerto y por diferentes calles empedradas hasta convencerme de que Portland era como la mayoría de ciudades de Norte América, sin casi nada de interesante a ofrecernos. Volví a casa un poco defraudado y convencido de que mis opiniones por las ciudades americanas no mejorarían en el futuro. En ese momento recordé los comentarios de algunos de nuestros amigos en California, que opinaban que estábamos dedicando demasiados meses a recorrer los Estados Unidos, y empecé a darles toda la razón. Tenía ganas de empezar a visitar América Latina, una tierra más repleta de historia y de contrastes culturales. De todas formas aún nos faltaban recorrer unos 8.000 o 10.000 kilómetros y todavía nos esperaban otras regiones y ciudades americanas que nos podían sorprender, como podían ser Nueva York, Miami o Nueva Orleans.
Hacía algunas semanas, desde Canadá, que había programado nuestras siguientes visitas a los Estados Unidos y me había dado cuenta que alrededor del 31 de octubre estaríamos en Salem, una ciudad famosa porque en 1692 se habían juzgado a varios acusados de brujería, definiéndose actualmente como una ciudad embrujada o encantada. Pensando que esta característica la calificaba como ideal para celebrar la fiesta pagana de Halloween (o de todos santos) escribí con tiempo a dos personas de Couchsurfing y una de ellas se comprometió a alojarnos, Darrel. Y seguramente fue una decisión acertada, porque poco más tarde leí un artículo que definía a Salem como la mejor ciudad del mundo donde celebrar el Halloween. Del mismo modo lo deberían considerar, los cientos de conductores que el sábado 30 de octubre por la mañana tenían bloqueadas todas las entradas de la ciudad. Por suerte, a pesar del caos, Darrel nos tenía reservado un aparcamiento gratuito y poco más tarde ya pudimos empezar a descubrir la ciudad con él y su novia Michelle, ambos con muchas ganas de fiestas. Por la calle había bastante gente disfrazada, con vestidos terroríficos o simplemente divertidos, como si fuera un carnaval, aunque a diferencia del carnaval de mi pueblo (Torelló) había mucha menos gente llevando disfraces. También había muchos japoneses disfrazados e intrigados por la fiesta y muchos otros grupos de turistas que visitaban las numerosas casas embrujadas y otros lugares categorizados como los más terroríficos de los Estados Unidos. De todas formas, hubo algo que me sorprendió mucho más que la gente disfrazada. En varias esquinas había predicadores cristianos (algunos de ellos católicos) con pancartas o con micrófono y altavoces que acusaban a los disfrazados de adorar al diablo y invitaban a los oyentes a seguir el camino de Jesús. Por suerte, la juventud disfrazada ignoraba a los predicadores o simplemente se quedaban escuchándoles y riéndose se la cara. El segundo día en Salem volvimos a salir disfrazados pero al volver a casa me quedé escuchando a uno de esos predicadores al tiempo que le hacía fotos. Estaba tan fascinado por las tonterías que decía (por ejemplo: ´antes yo era un homosexual pero Jesús me ha salvado y ya estoy curado´) que no podía dejar de hacerle fotos para inmortalizar aquellos momentos. Pero en un momento dado el chico se me encaró y me preguntó: A pesar de haber disfrutado mucho con la fiesta de Halloween en Salem me quedó un sentimiento de pena, pues los predicadores me hicieron recordar que en ese mismo pueblo, el año 1692 y 1693 unos fanáticos religiosos con pensamientos similares lograron acusar a 150 personas de brujería, consiguiendo colgar o apedrear a 20. Los turistas visitaban los cementerios de Salem y las casas de las brujas acusadas o de los jueces del tribunal sin meditar demasiado con la tristeza de los sucesos. Todo empezó cuando las hijas de un reverendo del pueblo sufrieron varios ataques epilépticos o de locura que la familia atribuyó a un hechizo. Enseguida empezaron a acusar a gente de Salem, generalmente enemistades de la familia o mujeres no excesivamente cristianas, y tomando como evidencias las visiones ´espectrales´ que habían tenido las niñas en los siguientes meses condenaron a 14 mujeres y 5 hombres en morir en la horca. También hubo otra víctima, un hombre de 81 años que se negó a declararse culpable o inocente y, sin posibilidad de ser juzgado legalmente, a los dos días murió ahogado por el peso de las piedras que habían amontonado encima de su cuerpo. De esta manera, el hombre pudo conservar sus propiedades (no la vida) y transmitirlas por herencia a sus hijos. A medida que bajábamos hacia el sur las temperaturas eran más agradables y en San Agustín, un pueblo costero en Florida, ya empezamos a pasear en manga corta. Nos gustó San Agustín, un antiguo pueblo Español, con una imponente fortaleza, que me recordaba ligeramente a los turísticos pueblos de la costa brava, con una calle principal llena de pequeñas tiendas. Pero mucho más nos impresionó el Kenedy Space Center que visitamos los siguientes dos días. La entrada era muy cara, $50 por persona, aunque realmente valía la pena, con varias películas IMAX en 3D, museos, representaciones de varios éxitos espaciales, excursiones hasta las plataformas de lanzamiento, charlas con astronautas,... Aquellos días hacía una presentación Mark Lee, un astronauta que ya había viajado 4 veces con las naves shuttle, y le pregunté si le gustaría formar parte de una expedición sin retorno a Marte, según proponen algunos científicos, pero muy convencido manifestó que no, que prefería envejecer entre sus nietos. Finalmente, después de aquellos intensos dos días, me di cuenta de que hay muchas más misiones espaciales de las que la gente imagina y me acabé sorprendiendo que más de 500 personas de 38 nacionalidades ya hayan volado al espacio o que desde 1957 hayan lanzado más de 6500 satélites en órbita alrededor de la tierra. From Boston to NY (ver en mapa) 07/11/2010: Salimos de Boston bajo una intensa lluvia que nos privó de visitar el barco USS Constitution y nos hizo aparcar junto al pueblo de Chatham, al cabo Cod, hasta el día siguiente a media mañana, cuando la lluvia empezó a aflojar. Aprovechando algunos pocos minutos sin agua, visitamos el puerto y la larga playa de dunas de Chatham, y acto seguido empezamos a hacer camino hacia el pueblo de Little Compton, el cual nos gustó mucho más. Al día siguiente lo visitamos sin prisas, paseando por las rocas donde chasqueaban las olas de un mar enfurecido y recorriendo las pequeñas carreteras de la región que serpenteaban por el lado de hermosas mansiones de madera rodeadas por cerrados de piedras amontonadas. Aún más interesante fue el siguiente día, cuando visitamos algunas de las fabulosas mansiones de Newport, una ciudad que empezó a prosperar gracias al comercio de esclavos y a la existencia de varios piratas considerados ciudadanos de honor. De todos modos, el verdadero crecimiento se inició a mitad del siglo dieciocho a partir de la llegada de varias familias de comerciantes judíos provenientes de Portugal, donde habían practicado su religión a escondidas los últimos 3 siglos. Y más prosperó cuando a principios del siglo diecinueve varias acaudaladas familias de las plantaciones del sur empezaron a construir espléndidas mansiones alrededor de la avenida Bellevue, una actividad que continuó a lo largo de un siglo, atrayendo a las familias más ricas de todo el país. Actualmente, muchas de estas mansiones siguen siendo privadas, aunque también hay algunas que se han convertido en museos y están abiertas al público, aunque el elevado precio de entrada sólo nos permitió visitarlas por fuera. El último día antes de entrar en Nueva York, pudimos detenernos en la ciudad de New Haven, en el centro de la cual se extiende la famosa universidad de Yale, la cual me impresionó mucho más que la de Harvard visitada en Cambridge. Con el tiempo justo, nos dirigimos directamente al centro de los visitantes para sumarnos a la visita guiada gratuita por la universidad. Antes, todos los asistentes visualizamos un divertido vídeo de 20 minutos que presentaba Yale de una manera tan atractiva que me vinieron ganas de volver a ir a la universidad y estudiar. Después una chica estudiante y guía nos llevó a conocer su universidad, la cual sorprendía por sus edificios góticos de principios del siglo XX que intentaban imitar la arquitectura de las antiguas universidades inglesas. Según explicaba la guía, algunos ingleses comparaban aquella arquitectura con Disneylandia, pero a mí me gustó, porque aún tenía el síndrome de abstinencia para ver edificios históricos. De todos modos, aunque Yale me gustara más que Harvard, Yale no tiene tan buenas estadísticas como la universidad de Cambridge y sólo cuenta con 49 premios novel que han sido afiliados a la universidad y sólo ha producido a 5 presidentes de Estados Unidos. New York, la ciudad de los rascacielos, no nos defraudó nada. Teníamos grandes expectativas puestas en la ciudad, la capital del mundo, y prácticamente todas se cumplieron. Sólo tuvimos cuatro días para conocer New York, porque fue difícil encontrar alojamiento gratuito a través de couchsurfing por más tiempo. Pero aprovechamos intensivamente las cuatro jornadas, caminando largas distancias cada día para visualizar y sentir nuestra presencia en los lugares más importantes de la ciudad. Caminamos por debajo de los rascacielos de Midtown en Manhattan, pasando por el lado del famoso y antiguo Empire State, cruzando la luminosa Times Square, y visitando antiguas reliquias como podían ser la biblioteca, la Catedral de St. Patrick, o la estación de trenes Gran Central Terminal. El segundo día cogimos el ferry gratuito hasta la isla Staten, desde donde pudimos observar la estatua de la libertad y los excelsos rascacielos de Lower Manhattan a primera línea de mar, por debajo de los cuales paseamos más tarde, pasando por delante de la bolsa en Wall Street, por el lado de las obras de restitución del World Trade Center y el próximo edificio donde se estaba construyendo la mezquita de la discordia, finalizando nuestra agotadora caminata al otro lado del estético puente de Brooklyn. El tercer día decidí visitar la sede central de las Naciones Unidas, un territorio internacional en el centro de Manhatan y haciendo una excepción a mi política de no visitar lugares de pago, ese día pagué $16 para de poder entrar en el edificio de la Gran Asamblea, donde carismáticos gobernadores y líderes de todo el mundo han pronunciado importantes discursos. La sala no era más impresionante que un teatro, pero me dejé impregnar de la trascendencia del lugar y por unos momentos me sentí un espectador mucho más cercano a los acontecimientos de la historia contemporánea. Después, la guía nos condujo por diferentes salas mientras nos explicaba los nobles objetivos de la ONU: acabar con las guerras, prohibir las minas, evitar la proliferación de bombas atómicas y armas de destrucción masiva, acabar con el hambre o buscar una solución al conflicto entre Israel y Palestina. Al salir del recinto de las Naciones Unidas, pensé que muy pocos objetivos se habían cumplido, pero más tarde, mientras paseaba por el bonito parque de Hight Line que ocupaba una antigua línea de tren elevado, pensé que probablemente el mundo estaría mucho peor sin la ONU. El cuarto día terminé pasear por Xinatown, Little Italy y Soho, unos famosos barrios del sur de Manhatan cercanos al piso de Ian y Magda, nuestros anfitriones en Nueva York, una pareja que habíamos conocido hacía unos tres años y medio en Sudáfrica, en un encuentro de Couchsurfing en Johannesburgo. Fue una lástima que Ian y Magda estuvieran un poco estresados con su trabajo y no pudiéramos pasar demasiado tiempo con ellos, aunque una noche salimos a tomar una cerveza con Ian y unos amigos, una pareja de Chile que también conocíamos de haber intercambiado varios correos electrónicos durante el viaje. Durante la conversación mantenida, nos dimos cuenta que Ian utilizaba el adjetivo liberal o demócrata liberal para definir a una persona de izquierdas y progresista, mientras en el resto del mundo era más bien al revés e identificaba a una persona de derechas que apuesta por la libre economía. Luego los chilenos y yo comentamos que en Sudamérica o en Europa se utilizaba la palabra republicano para definir a una persona de ideología izquierdista que tradicionalmente había luchado en contra de las monarquías hereditarias, mientras en Estados Unidos, el término republicano era utilizado para definir el partido derechista. Pensaba que el comentario quedaría en una simple curiosidad, pero me sorprendió que Ian nos supiera explicar el motivo de esta divergencia en las definiciones. En Ian nos contó que inicialmente el partido republicano era de izquierdas y el demócrata de derechas, es decir, los demócratas estaban a en contra de los altos impuestos y a favor del libre comercio y los republicanos apostaban por las políticas contrarias. Además, una parte importante del partido demócrata era favorable a mantener la esclavitud, o que los estados tuvieran derecho a decidir sobre el tema, mientras los republicanos eran más progresistas y estaban mayoritariamente en contra de la esclavitud. Finalmente, con la subida al poder del republicano Abraham Lincoln en 1861, se resolvió el asunto con una cruenta guerra civil, que incrementó el fervor que la mayoría blanca del sur tenía por los conservadores demócratas. Durante las siguientes décadas se intercambiaron en el gobierno los republicanos y demócratas, hasta que estalló la gran depresión de 1929 bajo un gobierno republicano. Las próximas elecciones fueron ganadas por el demócrata Roosevelt, quien empezó a aplicar medidas que anteriormente detestaban los demócratas para evitar otro crack: más control económico, regulación de negocios, derechos civiles, beneficio social,... todo financiado con más impuestos. Fue así como se produjo el giro ideológico, pues los republicanos, empezaron a defender los negocios y la economía libre debido al lento crecimiento económico de los siguientes años. Así pues, los que antes soportaban los demócratas (por ejemplo los blancos del sur) comenzaron a votar republicanos, y al revés, los que antes soportaban los republicanos (por ejemplo los negros o clase obrera) comenzaron a votar por los demócratas. Y por este motivo muchos europeos nos hacemos un lío con la política americana. Pasa igual con la definición de liberalismo, pues a casi todo el mundo el término se utiliza para definir el posicionamiento a favor del libre mercado y economía, defendiendo un gobierno con poderes limitados en beneficio de las libertades individuales, pero en perjuicio de la igualdad o justicia social, pues la libertad individual puesta al extremo podría llevar a las personas a negarse a pagar impuestos. Según esta definición, utilizada prácticamente en todo el mundo, una persona liberal sería una persona claramente de derechas, pero no en Estados Unidos. En este país, históricamente siempre ha habido una mayoría de la población que se podría definir como liberal (según la definición europea), pero la gente consideraba este posicionamiento normal y no lo definía como liberal. De todos modos, el término se empezó a utilizar para definir a aquellos que luchaban por la libertad individual y los derechos de las clases sociales oprimidas, como podían ser las mujeres, los negros y más tarde los inmigrantes. Ampliando tal definición del concepto, también eran liberales aquellos que defendían la libertad de expresión, la libertad de prensa, la libertad de religión, el derecho a la igualdad ante la ley, y la separación de Iglesia y Estado; todas estas unas apuestas políticas claramente de izquierdas, completamente opuestas a las políticas liberales europeas. No dejamos escapar la oportunidad de tomar el pulso al mundo con Ian, estrenándose Alexandra como entrevistadora. Ian opinaba que el principal problema del mundo o la humanidad es el excesivo crecimiento de la población, un problema que se podría empezar a solucionar con más educación, aunque la educación era el principal problema en Estados Unidos, que está demasiado centrada en estudiar el propio país. A nivel personal Ian se siente feliz, aunque sería más feliz viajando más. El secreto de la felicidad es tener confianza en que las decisiones tomadas a lo largo de la vida son las mejores que podrías tomar. Después de 4 días extenuantes en Nueva York, cuando habíamos estado caminando de 3 a 5 horas diarias, fuimos a relajarnos en el próximo estado de New Jersey, en el pueblo de Cranford, donde Dan nos alojó. Dan, un hombre de 47 años que vivía en una bonita casa nos dio total libertad y nos dejó pasar todo el fin de semana encerrados en casa, básicamente editando fotos y escribiendo el diario, aunque también dejé pasar apaciblemente unas cuantas horas manteniendo conversaciones muy interesantes con Dan, intercambiando opiniones sobre las religiones, Dios, y sobre un tema que me apasiona y sobre el que tengo previsto escribir un libro al volver a casa: el libre albedrío. Entre los diversos temas, también hablamos sobre las percepciones que a veces pueden ser equivocadas, por ejemplo creía que los judíos acostumbraban a votar al partido republicano, porque sus presidentes habían sido los más obtusos luchando en contra de los países islámicos, pero Dan comentó que es prácticamente imposible encontrar un Judío que no sea demócrata, por eso Obama lo tiene difícil para presionar a Israel para que se avenga a firmar la paz con los palestinos. Dan también comentó que contrariamente a la percepción en todo el mundo, incluyendo la mayoría de los Americanos, Estados Unidos es un estado socialista, seguramente dedicando muchos más recursos a políticas sociales (aproximadamente el 35% del PIB) que la mayoría de países autodenominados comunistas (China, Vietnam, Corea del Norte,...). Entre los beneficios del estado del bienestar en los Estados Unidos se pueden enumerar la educación primaria y secundaria gratuita (obligatoria hasta los 16 años), las becas para acceder a la universidad para estudiantes con pocos recursos económicos, planes de pensiones para a todos los trabajadores a partir de los 65 o 67 años (es pagado con el 15% del salario), los seguros de invalidez, las ayudas a la renta para los trabajadores de bajos salarios, los subsidios de vivienda, los cupones de alimentos, el programa Medicare que ofrece cobertura de seguro de salud a todas las personas mayores de 65 años, el programa Medicaid que ofrece cobertura sanitaria a los individuos y familias de bajos ingresos y recursos, y muchos otros programas, además, cualquiera tiene derecho a ser atendido en los servicios de urgencias de los hospitales, aunque no tengan seguro médico privado contratado. La mayoría de estos programas se crearon entre 1935 y 1965 siempre impulsados por presidentes demócratas, de todos modos, a pesar de todos estos programas, actualmente la mayoría de familias sin seguro médico privado no están cubiertas por el estado y eso es lo que intentó arreglar el Presidente Obama durante los primeros dos años de su mandato. Pero no lo tuvo fácil, porque una de las objeciones que ponen los republicanos a tantos programas sociales es que normalmente son los inmigrantes los que acaban beneficiándose de las ayudas. Pero Dan consideraba que eso no era negativo, porque él era un americano de segunda generación (sus abuelos habían llegado de Eslovaquia e Irlanda) y sus abuelos y padres también se habían beneficiado anteriormente de estas ayudas, favoreciendo su integración y posibilitando que Dan tenga una compañía que tiene contratadas a unas 15 personas. Y siguiendo conversando sobre percepciones equivocadas, Dan nos preguntó cómo son percibidos los americanos en todo el mundo, pues los americanos suelen pensar que se encuentran en el centro del mundo y que todos los humanos los miran con admiración por su democracia y por su lucha incansable para instaurar la libertad en todo el planeta. Naturalmente, comentamos que no toda la gente que nos habíamos cruzado los veía de esta manera, indudablemente algunos les admiraban pero muchos otros también los detestaban. Incluso Alexandra tenía prejuicios hacia los americanos antes de emprender el viaje, detestando su política internacional y la radicalización de las religiones, aunque pasados cinco meses inmersos en su cultura también haya empezado a apreciar la simpatía y calidez de la mayoría de la gente que hemos ido conociendo. Alexandra también entrevistó Dan, quien opinaba que había varios grandes problemas en el mundo, calentamiento global, terrorismo, enfermedades como la malaria,... Escogiendo el primer problema, la solución vendría dada potenciando más las energías verdes e incluso las nucleares. Él puede ayudar en la solución del problema votando a políticos que se preocupan por el problema, además de reciclar o utilizar energías alternativas. A nivel local, el principal problema de los Estados Unidos es la mala situación economía del país que impide invertir en la solución de otros problemas también importantes. La solución debería llegar a nivel político pero también corporativo, y en este último apartado es donde él puede colaborar, mejorando la eficiencia de su empresa. A nivel personal Dan era feliz porque comparte la vida con amigos y familia, algo que forma parte del secreto de la felicidad, aunque también se necesita una seguridad económica para ser feliz, aunque la felicidad no se pueda comprar. Con Joshua de Philadelphia seguimos hablando de percepciones, aunque en este caso no estaban tan equivocadas. Joshua no tenía problemas en manifestar su orientación sexual gay, aunque de más joven también había tenido relaciones sexuales con algunas chicas. Intuyendo que Joshua era una persona muy abierta y nada reprimida me atreví a plantearle algunos interrogantes que normalmente no se preguntan por educación y que acaban quedando sin respuesta. Le comenté que Estados Unidos parecía una sociedad muy tolerante con la homosexualidad y él respondió que en cierto modo era así y que cada vez había más chicos y chicas que salían más temprano del armario. Pero añadió que también hay homofobia y que las iglesias se gastaron mucho dinero para pagar una campaña que finalmente prohibió las bodas entre parejas del mismo sexo en California. Debido a esto, lo que no entendía Joshua es la existencia de muchos gays en Estados Unidos que necesitaban sentirse integrados en una iglesia, a pesar de la mayoría de las religiones rechacen su orientación sexual. Sin querer ser insultante, le pregunté si creía que la homosexualidad era genética o cultural y comentó que seguramente era una mezcla de las dos, y que quizás la libertad y tolerancia a los Estados Unidos favorecía la aparición de más gays y lesbianas. Finalmente acabamos suscribiendo que, en un mundo donde la superpoblación era uno de sus principales problemas, la homosexualidad era muy positiva para la humanidad, pues en general los gays y las lesbianas no procrean y sólo adoptan, aunque habría de haber muchos más para que este efecto positivo fuera sustancial. En cualquier caso, yo tenía clara mi heterosexualidad y tuve que admitir mi pertenencia a la parte responsable del problema. Naturalmente hablamos de muchos otros temas con en Joshua, además de compartir cenas, películas e incluso un paseo por la hermosa Philadelphia, una ciudad que él mismo comparaba con Boston por su historia. Si Boston había tenido su importancia histórica al iniciar las confrontaciones y guerra contra los ingleses, Philadelphia fue la ciudad donde se consolidó la lucha política para la independencia. En concreto, fue en el precioso edificio de ladrillo llamado Independence Hall donde las trece colonias americanas entonces en guerra con Gran Bretaña firmaron el 4 de julio de 1776 una declaración formal y unilateral de independencia. Un momento que los estudiantes americanos se ven obligados a estudiar con gran detalle, según me quedó demostrado al visitar el edificio junto con unos niños de unos diez años que sabían de memoria casi todos los nombres de las personas ilustres que habían participado en el redactado y firma de la declaración. Evidentemente la declaración de la independencia es un momento histórico de capital importancia, por la independencia conseguida pero también porque plantó la semilla que provocó la guerra civil americana casi un siglo más tarde, porque en el texto firmado se declaraba que ´todos los hombres son creados iguales´ y los estados del sur no lo querían admitir en el caso de los esclavos. Aparte de los edificios históricos visitados en Philadelphia, hubo uno moderno que Joshua me recomendó visitar y que me dejó impresionado. Se trataba del jardín mágico de Philadelphia, un edificio y solar cubiertos completamente por mosaicos y esculturas singulares creados por el artista Isaiah Zagari. Era una obra fantástica iniciada en 1994, que tuvo ocupado al artista durante 14 años, durante los cuales cubrió hasta 280 metros cuadrados con trozos de cerámica, botellas de vidrio, ruedas de bicicleta y muchos otros objetos. El jardín mágico de Philadelphia me recordaba ligeramente al parque Güell de Barcelona o algún otro edificio de Gaudí, si no fuera porque este tenía una mentalidad de arquitecto que acababa dominando por sobre el caos, mientras Isaiah Zagari simplemente tenía una mentalidad del artista, donde el caos y el desorden dominaban toda la obra para expresar mejor sus sentimientos y emociones. Washington es un paraíso para los turistas y también por los viajeros, y personalmente me habría quedado muchos más días si no fuera porque no queríamos abusar de la hospitalidad de Mac, Masha y Giana. Los tres nos trataron muy bien, aunque no acabamos de conectar, tal vez porque eran demasiado jóvenes o porque basaban demasiado el divertimento en la fiesta y el alcohol. Sin embargo, su mentalidad alocada nos permitió disfrutar de una experiencia única, yo diría que muy americana. Tan pronto llegamos a Washington, Mac nos propuso ir con él y Giana a ver ´The Room´ la peor película jamás filmada y proyectada en un cine. Me pregunté qué sentido tenía ir a ver una película mala pero enseguida nos dijo, que el filme era tan esperpéntico que precisamente ésta era la gracia, y que por eso los espectadores se tronchaban. Pensé que el director (y también actor) Tommy Wiseau habría hecho una mala película expresamente, pero no, la película intentaba ser una buena película, pero estaba desenfocada en muchos momentos, los decorados eran horribles, los diálogos y las reacciones de los personajes eran incongruentes, la actuación de todos los actores era penosa,... Sin embargo, el público e incluso nosotros nos lo pasamos en grande, gracias al alcohol no se paraba de beber, pero también gracias al ambiente. Muchos espectadores habían entrado cargados de cucharas de plástico y cada vez que una escena mostraba un cuadro de una cuchara (parte de la decoración) el público las tiraba contra la pantalla. Al mismo tiempo, el público no paraba de gritar ´¡está desenfocado!´ o de repetir los absurdos diálogos de los actores, mientras algunos otros jugaban tirándose una pelota de fútbol americano, y unos cuantos más se echaban al suelo debajo de la pantalla para a recoger algunas de las cucharas de plástico antes tiradas. Era un espectáculo surrealista que muchos de ellos repetían cada mes, llegando a adorar a un director que sin merecerlo nada se había vuelto famoso por un grupo de borrachos. Como he dicho, yo y Alexandra también nos lo pasamos muy bien, pero sinceramente, antes de repetir preferiría ver una película de los Hermanos Marx, donde el surrealismo está un poco más estudiado y trabajado. La película ´The Room´ fue una excepción a Washigton, una ciudad donde la armonía y el orden podría ser una de sus principales características. Washington es la capital de los Estados Unidos, donde se encuentra la Casa Blanca, la residencia del presidente del país; el edificio del Capitolio, donde se encuentra la cámara del senado (con dos senadores por estado) y la cámara del congreso (con un número de congresistas proporcionales a la población de los estados), que junto con el presidente deciden el futuro del país. Visitamos la casa blanca por fuera y el Capitolio por dentro, pero además, visitamos un par de los numerosos monumentos dedicados a diferentes presidentes de los Estados Unidos, como el obelisco de 169 metros dedicado al primer presidente del país, el general Washigton que había luchado contra los ingleses, o el monumento al presidente Lincoln, que había unido el país tras una cruenta guerra civil. También visité el memorial a los soldados americanos caídos en la guerra de Vietnam, dejando sin visita los memoriales al holocausto o a los soldados americanos caídos durante la primera guerra mundial, segunda guerra mundial o la guerra de Corea. Y añadido a todos estos memoriales y monumentos, alrededor del parque llamado the national Mall también se pueden visitar infinidad de museos, todos ellos con entrada gratuita. Visité el museo del espacio y el aire y el museo de la historia natural, todos ellos con tanta información interesante que prácticamente me sobresaturaré de conocimiento y decidí no visitar ningún otro, en parte por falta de tiempo. Para haber asimilado más lentamente tal cantidad de conocimiento, habría sido mejor que otras ciudades de los Estados Unidos hubieran acogido algunos de estos 19 museos gratuitos del Instituto Smithsonian, a los que habría que añadir un zoo y unos jardines botánicos. Aunque la distribución actual permitía observar globalmente la herencia dejada por el científico británico James Smithson (1765-1829), quien en su testamento dejó 104.960 monedas de oro (equivalentes a 10.100.997 dólares de 2008) al gobierno de los Estados Unidos para la creación de una institución dedicada al desarrollo y difusión del conocimiento entre las personas. Seguramente hoy en día deberían de existir más personas como este James Smithson. Con la vista puesta en el estado de Florida, de Washington empezamos a descender hacia el sur, deteniéndonos el segundo día en Jamestown y Yorktown, dos lugares muy importantes históricamente, aunque no tan atractivos visualmente. En Jamestown sólo quedan las ruinas de un antiguo poblado y un interesante museo que ilustran como, tras 18 intentos fallidos de establecerse en otros puntos de la costa norteamericana, finalmente los colonos ingleses consiguieron crear el primer asentamiento permanente en 1607. Sin embargo, no lo tuvieron fácil pues los colonos se asentaron en un humedal lleno de mosquitos portadores de malaria, a finales de abril, demasiado tarde para sembrar cultivos. Durante los primeros meses murieron, 51 hombres, y muchos más murieron durante las hambrunas de los siguientes dos años, dejando vivos a sólo 61 colonos de los 500 originales. Sin embargo, tuvieron suerte que las tribus de indios que habitaban los alrededores al principio ayudaran a los colonos, aunque posteriormente se inició un conflicto que terminó en el 1613 con la captura de la hija del jefe de la principal tribu nativa. La chica, conocida con el popular nombre de Pocahontas, fue educada, instruida en la fe cristiana, bautizada y un año más tarde fue casada con John Rolfe, con quien tuvo un hijo. Desgraciadamente, la familia viajó a Inglaterra en 1616 y un año más tarde Pocahontas murió. Mientras tanto, la colonia de Jamestown empezó a crecer con la llegada de nuevos colonos, incluyendo mujeres, aunque también experimentaron algún que otro revés como la masacre india de 1622 que mató a 300 colonos y una revuelta interna en el 1676 que quemó la ciudad. Sin embargo, los ingleses de Jamestown estaban decididos a quedarse, iniciando así la primera parte de historia de los Estados Unidos. La segunda parte de la historia de los Estados Unidos también empezó muy cerca de Jamestown, el pueblo de Yorktown, donde los Ingleses perdieron la última batalla en 1781 contra el ejército de George Washington y contra la marina francesa, haciéndose efectiva la independencia de la colonia. A diferencia de Jamestown, donde sólo había los restos arqueológicos del pueblo y un interesante museo, en Yorktown también había un atractivo pueblo, con algunas casas antiguas entre algunas otras de más modernas que intentaban imitar el estilo colonial. Conducimos todo un día para llegar a Beufort, en Carolina del Sur, donde Erika nos dio la bienvenida. En cuanto llegamos, Erika nos llevó a un pub donde celebraban un bingo que regalaba cervezas. Allí Erika nos dijo que habíamos llegado al profundo sur, donde la sociedad era diferente, mucho más tradicional, conservadora y religiosa. Ella dijo que no encajaba en ninguna de las anteriores características aunque los domingos iba a misa. Después nos contó que en el sur creen que la guerra civil no se inició por culpa de los esclavos que poseían en el sur, sino por los impuestos que el gobierno federal aplicaba y por la gran productividad agrícola del sur. Nos siguió contando que actualmente casi todo el mundo se siente orgulloso de ser estadounidense, pero que ante todo se sienten sureños. Al día siguiente, Erika nos condujo con su coche por unas islas frente a Beufort y nos comentó que estas estaban habitadas principalmente por negros, porque después de la guerra civil los esclavos se apropiaron de algunas de las plantaciones abandonadas por los blancos. Y también paseamos entre varias mansiones del pueblo que denotaban el antiguo esplendor de Beufort, siendo considerada por algunos historiadores como una de las ciudades más ricas antes de la guerra civil. Al mediodía, Erika nos llevó a casa de sus padres, para celebrar una de las festividades más importantes de Estados Unidos, el Thanksgiving (el día de acción de gracias). Preguntamos a Erika por el origen de la tradición y sin avergonzarse dijo: El siguiente día, mientras Erika trabajaba, nosotros visitamos la hermosa y colonial Charleston, una ciudad fundada en 1670 que prosperó con la compra de pieles de animales a los indios y con las plantaciones de arroz y de anyil, y posteriormente algodón , trabajadas por esclavos africanos. Charleston fue la primera ciudad en Estados Unidos a garantizar libertad de religión, incluso para los judíos, pero no a los católicos, que no eran bienvenidos. También visitamos un par de días más tarde Savannah, una ciudad más nueva y con menos importancia histórica que Charleston, que nos atrajo mucho menos. |
|