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Diario

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Iran



Esfahan (ver en mapa)

31/07/2008:
Hoy hace un mes de nuestra entrada a Irán y, mientras cruzábamos un ardiente desierto dirección Yaz, hemos tenido una vez más una discusión sobre Irán y su gente. A pesar del gobierno islámico del país - fanáticos según el Alexandra - yo opino que Irán es uno de los mejores países donde viajar del planeta, pues aparte de ser económico (sólo nos hemos gastado 300€ en un mes incluyendo comida y diesel) y tener buenas atracciones culturales y turísticas, sus habitantes son de los más hospitalarios del mundo (junto con Sudán). Ya ha ocurrido unas cuantas veces que nos han invitado a comer o cenar, y muchas más que nos han regalado pan, frutas y verduras; incluso una vez nos ofrecieron dinero. Y no sólo eso, aparte de ser hospitalarios, los iranís son honestos, en general abiertos e interesados a conocer extranjeros. Pero Alexandra no valora tanto estos aspectos positivos porque para ella pesa demasiado la obligación de llevar velo, en parte porque es un choque ideológico demasiado grande, pues ella sería partidaria de prohibir su en Europa. Por otro lado, según Alexandra, el hecho de viajar un país gobernado por una dictadura (además de Islámica) lo desacredita como un país favorable al turismo. En cualquier caso, aunque lo niegue, Alexandra se siente medianamente a gusto en Irán, porque a menudo manifiesta que preferiría quedarse más tiempo visitando el país, aunque quizás también es porque tiene miedo de adentrarse en Pakistán y quiere retrasar la entrada tanto como puede.


Persepolis (ver en mapa)

03/08/2008:
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Iran,+Persopolis,       


Persepolis es admirable, pero más lo tenía que ser en la antigüedad, cuando era la capital de ceremonias del imperio persa, antes de que Alejandro Magno decidiera quemar sus palacios. Me atrevería a decir que Persepolis formaría parte de una de las siete maravillas del mundo si Alejandro Magno no se hubiera querido vengar de las tropas del rey persa Xerxes, las cuales hacía unos 150 años, poco antes de ser vencidas definitivamente, habían llegado hasta Atenas y habían quemado la Acrópolis. En cualquier caso, la historia justifica la acción de Alejandro Magno explicando que el incidente se produjo en una noche de borrachera en la cual fue influido por una cortesana de origen ateniense.
Aunque queda poco de los antiguos palacios, lo que queda es formidable, destacando unas grandes puertas adornadas con caballos alados con el rostro del rey Xerxes, altísimas columnas (de 20 metros) que formaban parte de la sala central, las numerosas portadas de la sala del trueno, pero sobre todo, los magníficos relieves que adornan numerosas escaleras y paredes representando soldados, reyes matando criaturas mitológicas o luchas entre leones y búfalos. También figuran entre los relieves, diversas representaciones de Faravahar, el principal símbolo de la religión monoteísta zorostraiana, fundada por Zoroaster bastantes siglos antes de Jesús. Aunque antiguamente el zorostraismo era la principal religión de Persia, actualmente sólo restan poco menos de un millón de fieles, repartidos entre India e Irán. Prueba de ésta presencia es el templo del fuego en Yazd, que habíamos visitado dos días antes.
Yazd es una antigua ciudad que conserva un casco antiguo con callejuelas estrechas, algunas de ellas cubiertas por sucesiones de pequeñas cúpulas, y con las casas construidas de barro mezclado con paja, aunque también destacan diversas casas de ricos mercaderes, algunas convertidas en hoteles. Típicamente de Yazd, en la cima de muchas casas, sobresalen unas torres con aperturas verticales conectadas a las salas de bajo, las cuales se utilizaban para cazar el viento y dirigirlo hacia el interior de los habitáculos. También son típicos los qanats, unas canalizaciones de agua realizadas a más de veinte metros (hasta 200 m) de profundidad para evitar la evaporación durante los calurosos veranos.
Yazd había sido un refugio para los zorostraianos desde los inicios de la expansión del Islam por Persia, conservando actualmente sólo una pequeña comunidad entre medio de las mezquitas predominantes. Esta pequeña comunidad mantiene las llamas de un templo del fuego, las cuales queman ininterrumpidamente desde hace unos mil años. A las afueras de yazd hay unas torres del silencio, las cuales se utilizaban hasta hace pocos años según la tradición zorostraiana para que los cuerpos de los muertos fueran limpiados por buitres.
De Yazd, nos dirigimos hacia el sur, dirección a Shiraz y las próximas antiguas ciudades en escombros. Primero visitamos los escombros de Pasargadae, sin demasiado interés, aparte de la tumba de Cyrus el Grande, el fundador del imperio persa. Más interesante eran las tumbas reales de Naqsh-e Rustam, excavadas en la pared de la roca y conteniendo interesantes relevos. Y por supuesto Persepolis, la cual visitamos ayer tarde y otra vez hoy por la mañana, para acabar de disfrutarla con todos los posibles ángulos de luz.




Shiraz (ver en mapa)

08/08/2008:
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Shiraz es conocida como la ciudad de los poetas, del vino y de las flores, con evidencias de producción de vino desde hace más de 7000 años. Y quizás es gracias al famoso vino que Shiraz fue la cuna de importantes poetas persas y sufís, entre los que destaca Hafez, un venerado poeta sufí del siglo catorce el cual escribió poemas de amor, místicos y otros dedicados al vino. Y aunque actualmente el vino esté prohibido en Irán, en Farzan, un chico que nos encontramos en Shiraz, nos comentó que mucha gente todavía lo produce en casa. De hecho, se nota que Shiraz es una ciudad poco conservadora, porque por la calle se ve bastantes mujeres que no visten de negro, llevan vestidos más ajustados y los velos coloridos. También hay mujeres de la etnia qashqai de origen nómada que vestían coloridos vestidos, que a Alexandra le recordaban los de los gitanos europeos.
Shiraz era interesante por su bazar, el cual - según Alexandra - era el más interesante que habíamos visitado durante el viaje después de Marraqueix, y no sólo por su bonita arquitectura, sino también por la diversidad de productos. Alexandra se estuvo perdiendo durante tres días por los bazares mientras yo visitaba otros monumentos, como la fortaleza de Arg-e Karim Khani, hecha de ladrillos y sin demasiado interés. Más interesante hay la mezquita de Regente y el mausoleo de Shah-e Cheragh con curiosos espejos decorando las cúpulas del interior. Ayer también visité los jardines de Bagh-e Eram, de mil años de antigüedad y con un bonito palacio del siglo 18. Allí me hice pasar por iraní y sólo pagué 50 céntimos de dólar (el precio normal para la mayoría de monumentos) en vez de los 4 dólares que pedían a los turistas. Y hoy, antes de marcharnos hacía Kerman, visitamos el bonito y tranquilo mausoleo de Hafez, el poeta.
Mientras visitábamos la mezquita de Regent, nos encontramos unos catalanes que visitaban Irán durante unos veinte días. Fuimos a comer juntos unas hamburguesas, y en medio de la conversación uno de ellos me preguntó: "os costó mucho relajaros al iniciar el viaje"?. Al principio me pareció una pregunta sin sentido, pero después recordé los primeros meses de estrés cuándo viajaba por Europa, con la sensación que no tenía tiempo para hacer o visitar todo. Con esta pregunta me di cuenta de que hace mucho tiempo que el viaje transcurre muy tranquilamente, sin que sea tan importante el número de cosas visitadas o gente conocida, sino la calidad de estas visitas y amigos. No tenemos fecha límite y avanzamos cuando las ganas de conocer algo nueve superan las ganas de ampliar el conocimiento por lo viejo. Seguramente es debido a esta falta de presión que últimamente estoy experimentando muchos momentos de conciencia (Mindfulness), sintiendo todo lo qué pasa dentro de mi y al mis alrededores mientras mi cerebro está observando en silencio.
En Shiraz hicimos uno otro buen conocido, Farzan, el cual nos invitó un día a su bonita casa. Farzan nos comentó que Irán es bueno porque puedes hacer todo lo que desees, aunque sea medio escondido. Por ejemplo, un día sufrió un robo en casa y al presentarse la policía, ésta vio que tenía alcohol en el bar sin que le comentaran nada. O por ejemplo, en Irán es ilegal tener antena parabólica, aunque todo el mundo la tenga. Uno de los problemas según Farzan era la isolación, por ejemplo es complicado tener visado para viajar al extranjero o tener tarjeta de crédito para comprar a través de Internet. Después de que se viniera brevemente su chica que se presentó después con un vestido bien atractivo bajo el velo que se sacó, Farzan explicó que la conoció en una de las muchas fiestas "prohibidas", después siguieron manteniendo encuentros "prohibidos" en los parques (sólo los hombres y mujeres de una misma familia pueden estar juntos). Más tarde tuvieron relaciones sexuales, naturalmente prohibidas, igual que muchos otros jóvenes de su edad, aunque muchas chicas tienen relaciones sexuales evitando perder la virginidad, hecho que les dificultaría la boda. Y para acabar de presentarnos ejemplos de prohibiciones que no se siguen, Farzan nos llevó a un supermercado donde venían latas de salchichas alemanas producidas con un 60% de carne de cerdo (lógicamente los ingredientes no estaban traducidos al persa).




Kerman (ver en mapa)

13/08/2008:
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Iran,+Mahan,+garden+of+Shazdeh      


No teníamos previsto estar tantos días en Kerman, pero confluyeron diversos factores que nos han hecho estar casi una semana. Dirigiéndonos hacia Kerman tuvimos un problema eléctrico con un inyector del coche, el cual tardamos todo un día a solucionar. Por otro lado, Kerman era el último punto desde el cual Alexandra podía volver hacia Teherán, Turquía y Rumania, antes de entrar en el "peligroso" Pakistán, hecho por el cual la salida también se retrasó un poco. Pero el motivo principal fue Hamed, nuestro huésped de Kerman que nos trató con una hospitalidad espléndida. Tan a gusto nos encontrábamos, que David y Maria nos atraparon hace dos días y nos volvimos a reencontrar después de la despida definitiva de Teherán.
Nos encontramos con Hamed el sábado por la tarde y después de pasear un poco por el bazar, invitarnos a un té en un encantador local, de conversar y de obsequiarnos con una buena cena, quedamos en que al día siguiente nos ayudaría a arreglar el problema eléctrico del inyector y después iríamos a comier al pueblo vecino de Mahan. Y fue muy bien que nos ayudara con el coche porque tuvimos que visitar unos 10 talleres que nos fueron dirigiendo de uno en el otro antes que uno de ellos detectara la conexión que fallaba y lo arreglara. Con todo se hizo tarde para visitar Mahan y aprovechamos para aceptar la invitación de comer en casa del Reza, un amigo de Hamed. Reza era un hombre que trabajaba para el gobierno, serio, que parecía un buen musulmán, quizás estricto y con una mujer cubriéndose el cabello incluso en casa, pero nos sorprendió abriendo una botella de vino que había producido él mismo en casa. Y por la tarde, nos dirigimos por fin a Mahan, visitando primero los jardines de Shazdeh (o del príncipe), ocupando un terreno desnivelado con dos bonitos edificios conectados por una fila de pequeños estanques y cascadas. Después visitamos brevemente (porque nos querían hacer cobrar un precio desorbitado por ser turistas) la tumba de hah Nur-eddin Nematollah Vali, un poeta fundador de una orden de derviches, musulmanes sufís que viven ascéticamente e indiferentes a las posesiones materiales.
El día siguiente lunes, Hamed nos llevó a su empresa que comercializa pistachos. Igual que el día anterior, Hamed no tenía demasiado trabajo, pues la mayoría de sus trabajadores son inmigrantes afganis ilegales y habían huido temporalmente, pues unos días antes había recibido una espiada (sobornando) de un policía que lo informaba de que en breve habría una batida en búsqueda de afganis ilegales. Irónicamente, de camino en la empresa, Hamed se quejó de que cada día hay más corrupción entre los policías y los jueces. Una vez en la empresa, Hamed nos mostró toda la maquinaria que tenía para procesar los pistachos explicándonos que anualmente exportaban a Europa unas media de 3000 toneladas de pistachos. Después nos invitó a comer en casa de sus padres, y no es de extrañar teniendo en cuenta el volumen de su negocio, que su casa tuviera dos grandes pisos cubiertos de alfombras artesanales y un sótano con una gran piscina. La madre de Hamed cocinó un arroz delicioso, acompañado de una salsa de carne y hierbas, y unas gambas igualmente exquisitas que devoré con avidez. La tarde la pasamos en su casa explicándonos diferentes historias, como su visita a la Meca con la intención de descubrir a Dios, pero no lo descubrió, porque no encontró la explicación a tantas muertes inútiles, debido a las hambres del África, las guerras del mundo, o los desastres naturales, como el terremoto del próximo pueblo de Bam, donde al 26 de diciembre del 2003 un terremoto dejó 30.000 muertes. Nos explicaba este último hecho recordando la desesperante tarea de desenterrar y enterrar a los millares de muertos, mientras su reproductor de música seleccionaba una canción de un cantante iraní que también murió durante el desastre.
Más tarde, quedamos con otro amigo de Hamed también llamado Reza que estaba alojando a David y Maria, nuestros amigos recién llegados. Fue una sorpresa bien agradable, nos abrazamos y acto seguido empezamos a explicarnos las anécdotas de los últimos días, entre éstas la amonestación verbal que recibieron ellos cuando la policía detuvo el coche privado en el que viajaban porque David tenía el brazo por encima el hombro de Maria. Al día siguiente volvimos a quedar con David y Maria para visitar juntos el bonito bazar cubierto de Kerman, unos baños turcos convertidos museo y la interesante mezquita de Jameh. Por la tarde cogimos un taxi hasta el curioso museo de la guerra santa, donde hay expuestos diferentes documentos, imágenes y trastos recopilados durante la cruda guerra de 8 años entre Irak e Irán. A fuera, hay una gran explanada con numerosos tanques y todo-terrenos con lanza misiles y una buena recreación de un campo de batalla, incluyendo bunkeres, nidos de ametralladoras, un lago (emulando el río Shatt al-Arab, la unión del Eufrates y el Tigris) y centenares de metros de hilo espinoso.
La noche volvimos a quedar con Hamed y su amigo Reza, los cuales nos volvieron a llevar a los jardines de Mahan (David y Maria todavía no los habían visitado) y después a cenar, (fue la única vez que después de mucho insistir aceptaron de mala gana que invitáramos nosotros). Y hoy por la noche, después de un día de descanso y trabajo, hemos vuelto a reunirnos todos y hemos ido a cenar a un parque estirándonos sobre el césped, una de las pocas acciones (junto con la posibilidad de acampar en parques públicos) que están permitidas en Irán y son prohibidas en buena parte de Europa. Mientras cenábamos, Reza me ha sorprendido preguntándome si creía en la teoría de evolución de Darwin (o que nuestros antepasados eran monos), una teoría que contradecía sus creencias islámicas o religiosas. Yo manifesté que naturalmente creía, y después me he atrevido a explicar (mientras todos me escuchaban muy interesados) mi visión de la historia, en la cual durante la edad media, la iglesia o el cristianismo estaban en contra de la ciencia (por ejemplo quemando a los herejes que opinaban que la tierra era un planeta girando alrededor del sol), mientras el Islam estaba totalmente abierto a la ciencia, poseyendo las mejores bibliotecas, matemáticos y científicos. En cambio, actualmente, según mi opinión, el Islam está cerrado a la ciencia (porque ésta contradice algunas de sus creencias) mientras el cristianismo intenta adaptarse a la ciencia, de manera que la iniciativa científica se ha asentado principalmente en el mundo occidental.
Finalmente, después de manifestar que mañana iniciaremos la marcha hacia Pakistán, nos hemos despedido agradeciéndoles su gran hospitalidad. David y Maria habían aceptado viajar con nosotros, como mínimo hasta la primera ciudad del Pakistán, así pues, también se despidieron. Un poco tristes por nuestra marcha, nuestros huéspedes nos han expresado su envidia sana por nuestro viaje, sobre todo Hamed que me había comentado las dificultades de viajar por los iraníes, y no tan solo para conseguir visados, sino porque las relaciones familiares que mantienen son muy fuertes y es difícil de romper los vínculos. Eso mismo parece que le está pasando a Alexandra, que aunque se haya decidido a seguir el viaje hacia el "salvaje", sigue siendo un saco lleno de dudas.
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En Kerman entrevisté a Hamed que opinaba que el principal problema del mundo son los conflictos entre religiones, por ejemplo los conflictos provocados por los talibanes, conflictos que posiblemente crecerán en el futuro. La solución pasaría por conocer otras culturas y saber que todas las religiones tienen algo de positivo, que es lo que él intenta personalmente. El principal problema en Irán es la economía y la pérdida de la cultura iraní por parte de la juventud. La solución por la economía sería invertir mejor los recursos naturales que tiene el país. Él personalmente intenta mejorar la economía del país, mejorando su empresa. Hamed se considera feliz porque tiene trabajo, hobbies, amigos... Sería más feliz mejorando el trabajo. El secreto de la felicidad es entender que la vida cambia, y que nosotros no estamos en el centro del mundo.





Pakistan

Quetta (ver en mapa)

16/08/2008:
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Repitiéndose parte de la historia, Alexandra robó el protagonismo a los nuevos compañeros de viaje, David y Maria, mientras viajábamos juntos con la autocaravana hacia la frontera de Pakistán. Por la mañana, Alexandra todavía se mostró relativamente calmada y con un mal humor ligeramente controlado. Paramos a visitar la gran ciudadela de Rayen, construida a base de ladrillos, barro y paja, la cual no fue afectada por el terremoto del 2003, aunque se encuentra en medio camino de Bam. Alexandra tenía dolor de cabeza y no visitó el castillo, pero tuvo humor suficiente para cocinar unos deliciosos macarrones para los cuatro. Comimos en el parque bajo las murallas a la sombra de los árboles y a continuación seguimos el viaje hacia la frontera, sin detenernos en Bam ni en ningún otro lugar por el peligro de secuestros que ocasionalmente se producían en la zona, en manos de bandidos Afganos. Teníamos esperanza de llegar a la ciudad de Zahedan antes de que oscureciera, pero viendo que no llegábamos, Alexandra se iba poniendo nerviosa, y más cuando en un puerto de montaña vimos que un coche se detenía para recoger una decena de afganis que estaban escondidos detrás de unas rocas. Finalmente, con el sol ya puesto, llegamos a un control policial donde preguntamos si podíamos aparcar a su lado para dormir protegidos, pero sorprendentemente nos respondieron que no y que nos teníamos que dirigir al pequeño pueblo de bajo. Pero este polvoriento pueblo estaba lleno de inmigrantes que no inspiraban demasiada confianza y volvimos al control policial para insistir de dormir allí. Al principio parecieron aceptar nuestra petición, pero después nos dijeron que nos tendrían que escoltar hasta otro pueblo donde podríamos dormir mejor. En este punto Alexandra empezó a perder los nervios, pero viendo que no podríamos negociar con los estrictos policías iraníes, seguimos el coche de policía que nos tenía que escoltar. Pero una vez salidos del pueblo, en medio de la oscuridad y de las montañas, el coche de la policía se detuvo, haciéndonos parar a nosotros también. De su coche se acercaron unos cuatro policías armados y un oficial que parecía desconfiar de nosotros igual que nosotros de él. Nos empezó a hacer preguntas e incluso a intentar entrar a la autocaravana, pero los gritos histéricos que le dirigía Alexandra lo hicieron desistir, finalmente volviendo a su coche y conduciéndonos unos 50 kilometros más allá donde estaba el control policial donde en teoría teníamos que dormir. Pero sin fiarnos de los policías de allí, propusimos acabar de llegarnos a Zahedan y los oficiales lo encontraron bien si esperábamos que llegara un coche diferente para escoltarnos. Y así lo hicimos, y después de algunos otros paros sospechosos por el camino e intercambios de los coches que nos escoltaban, llegamos a Zahedan, donde aparcamos delante un tranquilo acuartelamiento de la policía. Cansados de tanta aventura, bajé la mesa de la autocaravana y giré el asiento del conductor para crear una cama suficiente ancha para David y Maria, y nos dormimos automáticamente, excepto Alexandra.
Al día siguiente nos despertamos temprano, para cruzar puntualmente la frontera con Pakistán, pero cuando nos estábamos preparando para marcharnos, Alexandra manifestó que no podía aguantar más el estrés de cruzar fronteras y que se marchaba hacia su casa. Delante de los pasmados David y Maria, yo le manifesté que si hacía las maletas no la dejaría volver atrás, contrariamente a Istambul o Tabriz. Y convencida, Alexandra empezó a preparar las maletas, pero al terminarlas empezaron a surgirle las dudas de siempre y a comentar que no quería ni podía marchar. Pero yo ya estaba cansado de estas situaciones y la amenacé que si se quedaba tiraría a la basura su adorado elefante de peluche, una amenaza suficientemente grave como para que se decidiera a salir del coche una vez aparcados ante la parada del autobús, a comprar el económico billete hacia Kerman y a subier al autobús después de darnos un breve abrazo y beso. A continuación me dirigí hacia la autocaravana donde me esperaban David y Maria todavía alucinados.
Sin conversar mucho, recorrimos los 90 kilómetros de Zahedan hasta la frontera, donde pasamos los trámites iraníes sin problemas y los paquistaníes todavía con menos problemas. De hecho, los oficiales pakistaníes eran unos de los más simpáticos del mundo, ofreciéndonos té con leche e incluso invitándonos a comer, a lo cual no pudimos rehusar después de situar delante nuestro tres platos de arroz sazonado delicioso. Mientras comíamos, hablamos con los oficiales sobre el mejor punto donde pasar la noche, pues según las informaciones que teníamos la carretera hasta Quetta, de unos 660 km, no estaba en demasiado buen estado y era peligrosa de transitar durante la noche, por los bandidos y por la proximidad a Afganistán. De todas maneras, los policías nos informaron de un pequeño pueblo a unos 150 kilometros, llamado Nokkundi y que tenía un control aduanero donde podríamos pasar tranquilamente la noche.
Salimos de la frontera sin recordar que a partir de ahora teníamos que circular por la izquierda, pero el primer coche que nos cruzamos nos hizo adaptar enseguida. Seguimos conduciendo unas dos horas por una gran planicie desértica, y finalmente llegamos a Nokkundi, donde unos oficiales de aduanas nos detuvieron. Ya nos deberían estar esperando, pues enseguida nos ofrecieron aparcar dentro de su recinto y nos ofrecieron té y después de pasear por el pueblo lleno de camiones pintados de mil y uno colores, nos invitaron a cenar, un plato de carne deliciosa altamente condimentada y picante. Entre los oficiales de la frontera había uno que hablaba bastante inglés y enseguida nos empezó a hablar de teorías que ya había escuchado a Irán algunas veces, explicando que Osama Bin Laden era un agente de la CIA y que los talibanes están financiados por Estados Unidos, motivo por el cual los paquistaníes odian los talibanes. Incluso, opinaba que los atentados de las torres gemelas fueron obra de la CIA (para permitir a los Estados Unidos de atacar a los países árabes). También opinaba que los atentados de los trenes de Madrid fueron obra de la CIA, confirmándome es muy fácil desinformar cuando se está lejos de la información. De todas maneras, los tres callamos, y tampoco comentamos nada cuando afirmó que el feminismo de occidente fue inventado por los gobiernos para ganar más impuestos con el trabajo de la mujer, o que los judíos eran los causantes de todos los problemas del mundo. Por otro lado, había otro policía más simpático que comentaba que los paquistaníes creían en Dios, el cual los había agraciado con una de las mejores tierras del mundo, con montañas, playas, desiertos, bosques y todas las frutas posibles que te puedas imaginar, un verdadero regalo de Dios.
Nos pusimos a dormir temprano, para despertarnos temprano y poder llegar antes de oscurecer a la ciudad de Queta al siguiente día, hoy. Pero esta madrugada me he despertado a las cuatro, sin que pudiera volver a dormir. Quizás echaba de menos a Alexandra, pero de otro banda, su ausencia me permitía soñar ilusionado con otras posibilidades para el viaje, como la de alargar mi estancia en la India un total de cuatro meses o de pintar toda la autocaravana como si fuera un camión pakistaní, los cuales son verdaderas obras de arte ambulantes.
La carretera hacia Quetta siguió transcurriendo paralelamente a una omnipresente línea de tren, atravesando una planicie infinita con algunas montañas escondidas detrás de las lejanas tormentas de arena. Al principio, el asfalto estaba perfecto, pero poco a poco éste se fue abollando hasta que finalmente desapareció diversas veces para dar lugar a pistas de arena y piedra que me recordaban ligeramente a las del norte de Kenia. En cualquier caso, David estuvo conduciendo diversas horas en lugar mío, permitiéndonos llegar al anochecer al inicio de la ciudad de Quetta. Llamamos al huésped de David y Maria y nos comunicó el parque donde nos podíamos encontrar, aunque para llegar, tuvimos que cruzar toda la ciudad durante más de una hora tocando el claxon en todo momento para abrirnos paso entre bicicletas, rickshaws (triciclos), coches, autobuses y camiones, todos ellos también haciendo sonar los cláxones e intentando adelantarme por todos lados.



18/08/2008:
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Ulas y sus padres nos recibieron estupendamente, pero la noche que llegamos, yo estaba demasiado cansado y fui a dormir bastante temprano. El día siguiente, ayer por la mañana, Ulas nos ofreció un buen desayuno mientras comentaba que tener invitados era una bendición de Dios, una señal que Dios estaba contento. Seguimos disfrutando de su compañía mientras Ulas nos explicaba que Quetta era la capital de Balochistan, la mayor región del Pakistán, pero la menos poblada, con un gran sentimiento de independencia o de integración a Afanistan. De hecho, la familia de Ulas vivía en un pueblo fronterizo con Afganistán, en el cual todo el mundo era feliz - sin pretenderlo - porque todo el mundo posee armas y no hay crimen. Sin embargo, la presencia de Talibanes en Afganistán, los cuales odian, los hizo emigrar a Quetta, una ciudad tampoco del todo segura, donde cada semana son asesinados uno o dos policías por grupos separatistas. De todas maneras, Ulas abogaba por una revolución armada socialista, con Che Guevara como inspirador, un modelo social que según él está en completa armonía con el verdadero Islam.
Por la tarde, después de una comida deliciosa a base de carne picada y arroz, Ulas nos acompañó con coche hasta el animado bazar de Quetta, con mezclas de culturas y razas entre sus vendedores y compradores, pero todos ellos muy interesados en intercambiar algún saludo con nosotros o a que los fotografiáramos. De todas maneras, las pocas mujeres que había eran esquivas con nosotros y la mayoría dejando al descubierto sólo los ojos, o ni eso.
A noche me conecté a Internet desde casa Ulas y recibí diversos mensajes de Alexandra explicando que había llegado bien a Teherán, pero que se lamentaba mucho de haberse marchado y de todos los errores que había cometido, porque me amaba mucho. Seguía explicando que había decidido volver conmigo, aunque tuviera que cruzar todo Pakistán sola en autobús. Y para demostrarme que había empezado a cambiar me enviaba una foto de su elefante de peluche lavado después de un año y medio de acumular suciedad (nunca lo había querido lavar porque pensaba que se estropearía o perdería su esencia). Por otro lado, también explicaba que había pedido a su familia que no la presionaran más de volver a casa, porque ella quería estar conmigo por delante de todo. Después de leer sus mensajes concluí que si se atrevía a cruzar Pakistán sola, se bien merecía otra oportunidad, de todas maneras le rogué que vigilara mucho y que intentara coger un vuelo en caso de que lo hubiera.
Hoy hemos cogido un rickshaw y hemos vuelto al bazar de Quetta y hemos visitado un museo sin interés. Por la tarde, Ulas nos ha venido a buscar, pero cuando subíamos a su coche se ha aproximado un hombre y se ha presentado como miembro de la agencia de Inteligencia de Pakistán. Nos ha identificado a todos y después se ha pasado media hora interrogando a Ulas sobre el porque nos estaba alojando sin reportar sus huéspedes a la policía. Finalmente ha soltado a Ulas, éste bien asustado y explicando que ya no alojaría a nadie más a partir de ahora, pero por la noche lo ha llamado su hermana que trabaja en la Unicef y lo ha tranquilizado explicando que si el hombre fuera alguien importante de quien preocuparse no se habría presentado de aquella manera.
Por la noche he vuelto a hablar con Alexandra, la cual se acababa de organizar para tomar el autobús de aquí a un par de días (si no encontraba vuelo a Karachi). Hemos hablado que nosotros la esperaríamos a Multan, en otra ciudad más adelante, porque Quetta era bastante aburrida y así podríamos visitar otros lugares de interés por el camino. Ulas, que estaba atento a la aventura que tendría Alexandra para seguir viajando conmigo, nos explicó que la mayoría de los matrimonios en el Pakistán son arreglados entre las familias, aunque cada vez hay más matrimonios de amor. De todas maneras, esta palabra, "amor", parece demasiada extraña en esta área, porque en pocos días ya nos han preguntado dos veces "qué es amor"?. Antiguamente, los padres de la novia tenían que entregar dinero y regalos a la familia del novio, para que ésta entrara a la nueva familia, pero actualmente, algunas familias de las novias son las que empiezan a pedir el dinero, señal que los tiempos también están cambiando en el Pakistán. En cualquier caso, la dote es un gran problema para las familias pobres, las cuales se tienen que endeudar enormemente o incluso venderse un riñón (literalmente), o en caso contrario, quizás hacer que la hija tenga un accidente para sacarse un peso de encima.




Multan (ver en mapa)

24/08/2008:
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Pakistan,+Derawar+mosque Pakistan,+Derawar+fort Pakistan,+Derawar+fort Pakistan,+Uch+Sharif Pakistan,+Uch+Sharif Pakistan,+Uch+Sharif
Pakistan,+Uch+Sharif       


David y Maria decidieron seguir viajando conmigo. Por una parte, ahora que estaba solo me iba bien compañía, una buena compañía, porque con David y Maria nos entendíamos muy bien, quizás porque después de tanto tiempo viajando nos era más fácil adaptarnos a nuevas maneras de hacer y nuevas amistades. A mí también me iba bien, porque a Maria le gusta cocinar y cocina muy bien, y David diversas veces conduce mientras yo trabajo con el ordenador. Por otro lado, a David y Maria también parecía gustarles esta nueva manera de viajar, parando a cualquier punto para comer, no preocupándose por donde dormirían, siempre y cuánto encontráramos un lugar seguro; y visitando lugares de relativo interés que de otro modo no habrían visitado.
Nos marchamos de Quetta por la mañana, cruzando el paso de Bolan, famoso por las numerosas batallas que se produjeron y los ejércitos que lo cruzaron para acceder a las tierras de Afganistán, entre éstos, el ejército británico en los años 1839 y 1878. A partir del paso de Bolan empezamos a descender por una accidentada y rocosa valle, pasando la noche en un control de policía, debido a la existencia de una familia de bandidos que luchan desde las montañas para recuperar sus propiedades perdidas en manos del gobierno. Al día siguiente, seguimos el trayecto, con la intención de visitar las ruinas de la ciudad de Mehrgarh, habitada durante unos 5 milenios hasta su extinción unos 2000 años BC. De todas maneras, el camino pedregoso que cruzaba el río estaba en demasiado mal estado y no llegamos. En cambio, si que llegamos por la noche, a las ruinas de Moenjodaro, las más importantes de Pakistán, una antigua ciudad de unos 40.000 habitantes que fue ocupada hasta el año 1500BC, cuando por causas desconocidas la población decayó abruptamente. En cualquier caso, a pesar de su intrigante historia y la extensión de sus ruinas, que conservan la cuadrícula de las calles y la base de las casas hechas de ladrillos, Moenjodaro no nos impresionó.
Mucho más nos estaban impresionando los impactos visuales que nos estaba suministrando Pakistán durante nuestro itinerario. El paisaje había pasado rápidamente del desierto a los húmedos campos de arroz, donde la gente, siempre simpática, pululaba por todas partes, los hombres vistiendo camisa y pantalones anchos de colores claros y las mujeres más coloridas, pero siempre con el cabello tapado y las más jóvenes con una capucha tapándoles la cara, mirando a través de una reja tejida. A menudo nos cruzábamos con bonitos camiones pintados, cubiertos de adhesivos o esculpidos con madera o metal, los cuales me hacían incrementar día a día mis ganas de transformar la autocaravana en manos de un artista pakistaní. Por las carreteras había pocos coches particulares, pero no por eso dejaban de sorprendernos, por ejemplo uno de éstos cargando una vaca. Mucho más presentes eras las bicicletas, que cargaban hasta cuatro pasajeros o dos pasajeros mas una bicicleta estropeada; o las motos, las cuales cargaban hasta cinco pasajeros (toda la familia). De vez en cuando, también teníamos que adelantar enormes camellos arrastrando carretas, pequeños burros estirando carros llenos de ladrillos o vacas cargando su propia comida. También sorprendían los deteriorados autobuses pintados con gran destreza pero sin cristales en las ventanas (pobre Alexandra si había tenido que coger uno de éstos), o los tractores igualmente tunados y con altavoces con la música apuntando hacia adelante. En los alrededores de la carretera también se sucedía el espectáculo, con grandes estanques de agua marrón donde grandes remados de búfalos se refrescaban mientras los niños nadaban a su alrededor; bulliciosos mercados de frutas, frituras y carne empanada de moscas; perros comiéndose una baca muerta o cuervos comiéndose un perro muerto; ... De todas maneras, había detalles que yo no podía captar, como los olores, que David y Maria se encargaban de transmitirme eficientemente: el tufo de mierda, de basuras, de alcantarilla, de agua estancada, de gallinas muertas, de sobre-frituras, de especias ... aunque que el último olor lo acostumbraran a definir como positivo la mayoría de las veces.
La siguiente visita después de Moenjodaro fue Sukkur, una ciudad a la orilla del río Indus que posee una mezquita con un minarete de ladrillos de 26 metros de altura desde el cual se disfrutaba de una vista impresionante. Justo en el otro lado del Indus se encontraba el pueblo de Rohri, donde visitamos una dorada mezquita que atesora un pelo de la barba del profeta Mahoma. Más al norte visitamos la moderna mezquita de Bong, con detalles artísticos bastante curiosos, y a partir de aquí entramos en la provincia del Punjab, la cual nos empezó a sorprender con monumentos cada vez más interesantes.
Primero visitamos el palacio Sadiq Garh, construido en el siglo XIX y perteneciente a la familia Abbasi, una familia descendente de un tío de Maoma que dominó el oriente medio más de 5 siglos, y muchos más Pakistán. Después, nos adentramos hacia el desierto del Cholistan, el mismo desierto Thar que se extiende por el Rajastan en la India, hasta el magnífico fuerte de Derawar, el cual también pertenece a la familia Abbasi. El fuerte es sorprendente, con unos muros de ladrillos de más de treinta metros de altura, un perímetro cuadrado de 1,5 kilometros y 40 enormes bastiones a su alrededor. También es de admirar la mezquita que hay un centenar de metros delante fuerte, construida con mármol blanco e imitando las mismas líneas de la mezquita del fuerte rojo en Delhi. Llegamos al fuerte por la noche y al aparcar delante de la mezquita, nos vinieron a saludar a un grupo de chicos que estaba asistiendo a tres días de retiro espiritual. Tal como ya va siendo costumbre en Pakistán, uno de ellos me preguntó si era yo musulmán y educadamente respondí que no, aunque estaba interesado en el Islam. Contento por mi respuesta, me invitó a asistir a una de las plegarias que el chico me fue traduciendo: "Todas las cosas en el mundo tienen un creador, igual que un reloj tiene un relojero detrás, el mundo tiene a Alá como creador". Después, al explicarle que yo había leído el Corán, comentó a todos los otros que yo sería un buen musulmán en un futuro próximo, sin que yo me atreviera a contradecirle.
Al día siguiente, caminamos por los alrededores del fuerte Derawar y hasta el otro lado de un lago donde había unas muy bonitas tumbas valladas también de la familia Abbasi, en las cuales también teníamos la entrada vetada (igual que al fuerte). De todas maneras, viendo que podíamos saltar la tapia por un lado y volver a escalarla después, David y yo nos colamos para admirar los impresionantes mausoleos cubiertos con cerámicas de tonalidades azules. A media mañana, cuando el sol empezaba a quemar, nos marchamos del fuerte dirección al pueblo de Uch Sharif, donde por la tarde visitamos las tumbas de diferentes santos islámicos, que predicaron el Islam por la zona, uno de ellos, con el honor de haber convertido al invasor Genghis Kan al Islam. Algunos de sus increíbles mausoleos estaban medio destruidos, conservando bonitos detalles con cerámica azul, y otros estaban completamente en pie, con decenas de peregrinos desfilando entre las tumbas de su interior, dando limosna y reverenciando la tumba central, siempre cubierta con ropas y adornos de estética hinduista, aunque todos los símbolos eran musulmanes. Poco más tarde, después de hacer diversas fotos a los peregrinos que continuamente nos pedían ser fotografiados, llegó una pareja de músicos, tocando un instrumento de viento y otro de percusión. Los peregrinos empezaron a bailar desinhibidos en torno a los músicos, y incluso yo, llevado por la alegría del momento, entregué mi cámara a Maria para añadirme rodeado de gritos en medio de los alocados danzantes.
Finalmente, hoy hemos visitado Bahawalpur, una ciudad con numerosos palacios, que también pertenecían antiguamente a la familia Abbasi pero que actualmente están en manos del ejército, el cual restringe la entrada. Así pues, la principal atracción que encontramos en Bahawalpur fue su zoo, el cual, a pesar de estar en condiciones mucho peores que los zoos de Europa, estaba mucho mejor que algunos de los zoos que habíamos visitado en África.
Y mientras tanto, durante estos días que estábamos viajando por el sur este de Pakistán, Alexandra se había acabado de decidir de devolver conmigo, arriesgando mucho más de lo que no había aceptado unos días antes, y casi sin intercambiarnos ningún mail, sms o llamada, hace unos cuatro días me comunicó que ya había iniciado su periplo hacia el Pakistán, que ayer por la mañana llegaría en Zahedan y ésta madrugada en Quetta, donde por suerte la podría alojar Ullas. Y de aquí dos días, finalmente llegará a Multan donde nos reencontraremos, esperando que esta experiencia haya cambiado un poco su carácter y acepte más fácilmente las naturales vicisitudes del viaje.



27/08/2008:
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Alexandra llegó ayer por la mañana, cansada de tantos días de viaje. Contrariamente a lo que habría que suponer, nuestro primer encuentro no fue del todo romántico, pues yo no estaba seguro de que quisiera su vuelta y ni confiaba en que Alexandra hubiera cambiado el carácter o la ilusión para seguir el viaje, y naturalmente, mi recelo provocó un inmediato mal humor en Alexandra. Las siguientes horas, tuvimos alguna discusión, incluso nos amenazamos de separarnos otra vez, pero finalmente hoy, hemos acordado solemnemente delante de David y Maria darnos una nueva oportunidad y el resto del día me he animado a pensar que quizás sí, que las cosas serían diferentes y mejores a partir de ahora.
Por otro lado, aunque yo y Alexandra estuviéramos medio bloqueados, me sorprendió la alegría que Alexandra aportó a la familia que nos estaba alojando en Multan desde hacía dos noches. Aqsa, su hermano, la hermana pequeña y su madre nos habían venido a buscar el domingo a la noche delante de un hotel de Multan. Parecían una familia bastante adinerada y medio reprimida por la tradición y las apariencias y casi sin demasiada confidencia nos hicieron seguir con la autocaravana hasta casa de sus tíos, donde nos hicieron aparcar y nos hicieron subir a su coche para dirigirnos a su casa, donde parecía que no podríamos entrar con la autocaravana porque se encontraba en una zona militarizada. Su padre nos recibió en su casa y conversando sobre su país empezamos a romper el hielo. Primero nos explicó que era abogado, pero como la mayoría de abogados en Pakistán estaba en huelga desde hacía más de un año desde que el general Musharraf había destituido los jueces del tribunal supremo, los cuales lo querían destituir a él. Hacía pocos días que Musharraf había dimitido por las presiones del partido de la asesinada Benazir Buttho (PPP), pero la huelga continuaba porque este partido no quería instaurar a los jueces, pues éstos podían investigar algunas tramas oscuras del PPP. Después, el padre nos preguntó cuáles eran nuestros estudios y profesión en España. Yo respondí de que era ingeniero y que tenía una pequeña empresa, pero al llegar el turno de David, éste respondió que era carpintero. Y ante la sorpresa de todos, Maria respondió sin ser preguntada que ella trabajaba en un restaurante. Enseguida cambiaron de tema, pues las respuestas no les cuadraron con el perfil de viajero, sobre todo teniendo en cuenta que estos trabajos eran muy poco remunerados en el Pakistán, pero indirectamente, David y Maria les estaban diciendo que en Europa el trabajo de uno no era tan importante y que cualquiera puede cumplir sus sueños, como el de realizar un largo viaje, siempre y cuando se esté dispuesto a hacer sacrificios, como el de ahorrar durante un año, para poder viajar unos cuatro años gastando menos 300€/mes entre los dos.
De todas maneras, aunque la familia se empezara a mostrar más abierta, todavía no parecían del todo confortables con nosotros, de manera que pasamos bastantes horas en nuestra habitación disfrutando del aire acondicionado a intervalos, pues, como en todo Pakistán, los cortes de luz eran recurrentes y puntuales: de las 17 h a 18 h, 21 h a 22 h, 23 h a 24 h ... Y durante estas horas, igual que el resto de la familia, nos moríamos de calor ya que su ostentosa casa de estilo austriaco parecía retener el calor más que cualquier otra.
En cualquier caso, el siguiente día (un día antes que llegara el Alexandra), toda la familia y nosotros subimos al minibús que tenían y visitamos algunos monumentos de interés de la ciudad (entre éstos, un fuerte y unos mausoleos), mientras el padre explicaba las grandezas de Multan, donde había vivido su familia desde innumerables generaciones. Nos explicó que Multan era la ciudad viviente más antigua del mundo, junto con Damascus, nos aseguró que todas las cerámicas azules de la zona (o del mundo) tenían su origen a Multan y que los mejores mangos del mundo eran evidentemente de Multan.
Pero Alexandra llegó y a pesar de estar cansada, y revolucionó la familia explicando que le gustaban mucho algunas tradiciones paquistaníes y sobre todo los vestidos de sus mujeres y que le gustaría comprar uno. Por otro lado, también nos hizo reír a todos cuando contaba exagerada, como siempre, algunas anécdotas de su viaje. Así pues, con la familia más abierta, por la tarde fuimos a hacer otra vuelta por la ciudad y a intentar encontrar unos tejidos para el vestido de Alexandra y otro para Maria, que también se había animado con la idea de confeccionarse un vestido. Pero a pesar de recorrer numerosas tiendas, no encontraron ninguna tela que las enamorara en exceso.
Y hoy por la mañana nos hemos despedido de la familia de Agsa y una hora más tarde, cuando ya enfilábamos la carretera hacia Lahore nos han enviado un mensaje explicando que nos añoraban. Aunque había sido complicado romper el hielo inicial, había sido una experiencia muy buena para todos, y quizás más para ellos, que habían conseguido salir unos tres días de su rutina. De todas maneras, a buen seguro que a partir de ahora empezarían a alojar a muchos más viajeros a través de couchsurfing y estas extraordinarias experiencias les serian más frecuentes.
Por la noche hemos parado a una gasolinera para dormir. Mientras organizábamos un poco la autocaravana, Maria ha empezado a conversar con unas chicas y al volver ha explicado que una de las niñas le ha comentado inocentemente que todos los cristianos tenían que morir quemados. Alexandra también había explicado que en el tren se había encontrado un hombre que argumentaba que los cristianos querían matar a todos los musulmanes, pero que eso no pasaría porque antes los musulmanes matarían en todos a los cristianos. He comentado que tampoco era de extrañar que algunos paquistanís se expresaran de esta manera, pues en el Corán está escrito exactamente lo mismo, aunque en otros capítulos también esté escrito que se tiene que respetar a los cristianos y judíos. Por otro lado, según los medios de comunicación y los mismos paquistaníes, Pakistán se estaba infiltrando de talibanes, los cuales eran mayoritariamente odiados, porque aparte de matar cristianos en occidente, también mataban a muchos musulmanes que no eran considerados suficientemente radicales o que colaboraban con el gobierno.





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