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Cambodja



Phnom Phen (ver en mapa)

13/05/2009:
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Al dejar Laos y entrar en Camboya, enseguida se hizo evidente que habíamos entrado en un nuevo país y en un nuevo sistema político. Nos hicimos el visado en la frontera, pero a la hora de pagar nos pidieron dos dólares extra por pasaporte. Les pedí un recibo para asegurarme de que eran dos dólares de corrupción y efectivamente, no nos querían hacer ningún tipo de recibo y no nos pensaban entregar los pasaportes si no pagábamos. No me puse duro, pues estaba en una cola con muchos otros turistas dispuestos a pagar, así pues, pagué y ya estuve. La carretera del norte era muy buena, pero muy pronto se empezó a estropear y durante bastantes kilómetros nos encontramos circulando por pistas de tierra. La carretera estaba bastante desierta, pero de vez en cuando nos cruzábamos con algún coche de lujo (entre estos un Hummer), una señal de encontrarnos en un país corrupto. Y efectivamente, después, mirando a Internet he descubierto que Camboya es uno de los 20 países más corruptos del mundo. Pero los problemas políticos no se acaban aquí, pues aunque Camboya se considere democrático, parece bastante dictatorial, con el mismo presidente gobernando desde la caída del régimen de Pol Pot o de los Jemeres Rojos en 1979, y con grandes placas metálicas a lo largo de la carretera con publicidad del Partido de las Personas de Camboya.
Phnom Phen, la capital de Camboya parece mucho más desarrollada que Vientiane, favorecida por el capitalismo enfrente del comunismo, pero inevitablemente, también había mucha más miseria. El autobús nos dejó al lado del lago Boeng Kak, donde hay diversos hoteles relativamente económicos y restaurantes relativamente caros. En el autobús habíamos conocido una pareja de catalanes, Jordi de Olot y Anna de Gerona, y todos juntos escogimos un hotel al lado del lago que de noche parecía bonito. De todas maneras, los siguientes dos días nos hemos convencido de la mala elección, pues nuestra habitación continuamente crujía dándonos la sensación que se hundiría en el lago y posteriormente Alexandra ha descubierto una rata al lavabo que hoy se ha comido la pastilla de jabón acabada de comprar. Desgraciadamente, este bonito lugar quizás dejará de existir porque según se quejaban algunos propietarios de la zona, una compañía extranjera ha comprado el lago y tiene previsto secarlo para construir un hotel de lujo. Naturalmente, el gobierno corrupto parece dispuesto a ayudar a la llegada de capital y de momento ignora las quejas de los habitantes del barrio.
En cualquier caso, aunque el marronáceo lago no tenga ningun atractivo, la zona era agradable, con una callejuela llena de tiendas que ofrecían precios el doble o triple de caros que los de una tiendecita lateral, bares medio vacíos con chicas Camboyanas jóvenes que esperaban la ocasión para cazar a un turista, diversas filas de tuc-tucs (triciclos) o motos taxi que esperaban clientes, y muchas chicas y mujeres que vestían pijama. En realidad, la imagen de las mujeres vistiendo pijama ya nos había sorprendido de camino a Phnom Phen. Yo ya había asumido que el vestido tradicional de las mujeres era muy similar a los pijamas occidentales (tela fina, de colores claros y vivos, y con dibujos infantiles), pero después, leyendo un artículo me enteré de que estas piezas de ropa realmente eran pijamas que se vendían junto con la lencería. De todas maneras, vestir pijama se había vuelto popular en Camboya porque es una de las ropas más frescas que se pueden llevar. En cualquier caso, también tengo que decir que no hemos observado a ningún hombre en pijama.
Ayer, al día siguiente de llegar, salimos a pasear por el centro, llegando al mercado central, donde venían de todo: roba, frutas, joyería, pescado, carne, conchas, insectos y arañas fritas ... Después fuimos volviendo por el lado del río Tonlé Sap, que a pesar que se junte con el río Mekong delante de la ciudad no tiene demasiado atractivo. También subimos al templo budista de Wat Sampao Meas, el cual contenía unas interesantes pinturas, y fuera me encontré una imagen repetitiva con Laos: diversos hombres vendían pequeños pájaros enjaulados para que los pudieras liberar. No deja de ser una ironía que se considere una buena obra liberar los pájaros cuando en realidad estás fomentando que se enjaulen más pájaros porque el negocio es rentable
Finalmente, hoy el miércoles por la mañana hemos cogido una moto taxi y hemos ido hacia el sur de la ciudad hasta la embajada China, donde hemos empezado a tramitar el visado (en teoría lo tendremos el lunes). Después hemos andado hasta un museo próximo que expone uno de los episodios más lamentables de la historia de Camboya y de la historia reciente del mundo. Antiguamente, los edificios del museo habían sido las aulas de una escuela secundaria, pero durante el régimen de los Jemeres Rojos, el edificio fue convertido en una de las prisiones más infames del siglo XX. Desde 1975 a 1979, entre 17000 y 20000 personas pasaron por la prisión de Tuol Sleng o S21, de las cuales sólo 7 personas salieron con vida. El resto sufrió interminables horas de sistemática tortura con el objetivo de conseguir sus confesiones y poder ser posteriormente desnucados y degollados a las afueras, en los infames campos de la muerte (death fields). Es curioso saber que algunos de los guardas de la prisión, y diversos dirigentes de los Jemeres Rojos, también acabaron sufriendo las torturas y la muerte en la prisión, porque habían mostrado demasiada empatía con las víctimas. El terror que Pol Pot (el líder de los Jemeres Rojos) consiguió instaurar en Camboya se aguantaba por sí mismo porque, si no conseguías comportarte con suficiente crueldad contra las víctimas, acababas convirtiéndote en víctima. Además, nunca te podías cuestionar sobre la inocencia de las víctimas, pues según los Jemeres Rojos, era mejor aprisionar a diez inocentes que dejar a un culpable en libertad. Sin embargo, ¿quien eran inicialmente las víctimas? Naturalmente los disidentes políticos, pero también cualquier persona que mostrara signos de tener educación (por ejemplo llevar gafas) o de haber pertenecido a la clase social media o alta. Pol Pot era un líder comunista que creía que los campesinos eran los únicos representantes de la clase trabajadora y que las ciudades constituían foco donde era muy difícil eliminar las actividades de libre mercado. Así pues, cuando Pol Pot ganó su revolución en 1975, eliminó el sistema monetario y obligó de vaciar todas las ciudades (más de 2 millones de personas en Phnom Phen) y envió a toda la gente a diferentes regiones a cortar la selva y a cultivar arroz, trabajando con condiciones de esclavitud. Mucha gente murió por el camino, y mucha más en la destinación, pues la producción de arroz no consiguió los objetivos ambicionados por Pol Pot y el hambre se extendió para todo el país. Al final, con una industria case paralizada (una de las 7 personas que se salvaron de la prisión Tuol Sleng era un mecánico que podía arreglar máquinas) y una población aterrorizada, fue bastante sencillo para los comunistas de Vietnam y desertores de Camboya de conquistar en 1979 buena parte del país, donde reinstauraron la figura simbólica de un rey y a una corrupta democracia. Desgraciadamente, estos 4 años de Pol Pot al poder fueron más de los soportables, pues a causa del régimen murieron 2 millones de camboyanos (un 20% de la población), unas de las cifras más aterradoras de la historia de la humanidad. Pol Pot murió exiliado en las montañas en 1998 y desde entonces, se han empezado a detener y juzgar a algunos líderes del régimen, como el director de la prisión Tuol Sleng, a pesar de que éstos (y todos los otros represores) se justifican argumentando si no hubieran actuado así se habrían convertido en víctimas.




Sihanoukville (ver en mapa)

17/05/2009:
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Teníamos ganas de playa y, habiendo escuchado que las playas de Tailandia eran demasiado desarrolladas y llenas de turistas, nos decidimos de probar la única ciudad en Camboya que vive mirando al mar, Sihanoukville, una ciudad que empezó a existir a partir de 1955 cuando se construyó el único puerto de aguas profundas en el país (antes todo el comercio se desarrollaba por tierra o por los ríos). Los catalanes Jordi y Anna también venían con nosotros y juntos nos dirigimos a la playa de Serendipity, la más popular y llena de turistas. Por suerte, encontramos un hotel bastante económico comparado con los precios de la zona: cinco dólares por una habitación bastante grande y limpia, con televisión y lavabo. No hay que decir que Alexandra estuvo encantada con la habitación, a pesar de la visita que tuvimos una noche de un insecto de unos cinco centímetros de largo que se empeñaba en subirse al hombro de Alexandra, mientras ésta chillaba como una histérica que lo matara. La verdad, me daba asco matarlo y finalmente conseguí echarlo de la habitación. Fue un día de suerte para el insecto, porque si se hubiera caído en manos de un Camboyano a buen seguro lo habría capturado, freído y comido.
Jordi y Anna no encontraron habitación en nuestro hotel y tuvieron que coger una habitación el doble de cara en un bonito bungalow sobre la playa. Se notaba que ellos no tenían las mismas restricciones presupuestarias que nosotros y por ejemplo, con el mismo dinero que ellos gastaban para viajar un año por todo el mundo, nuestros amigos David y Maria podrían viajar 4 o 5 años. De todas maneras, la calidad en la forma de viajar se notaba porque, mientras nosotros intentábamos imitar la manera de viajar de nuestros amigos, en Jordi y Anna no se restringían de comer en los caros restaurantes de la playa. El problema fue que aparte de los restaurantes de la playa no había casi nada, además, todas las tiendas de la zona tenían los productos unas cuatro veces más caros que en Phnom Phen. Alexandra se desesperó bastante enseguida, comentándome en todo momento que se estaba muriendo de hambre, pues sólo encontramos a las afueras unas paradas que vendían sopas y unos bocadillos bastante mediocres.
Al segundo día en Sihanoukville, salí a andar por encima las rocas en el oeste de la playa de Serendipity hasta la playa de Sokha, donde había un par de grandes hoteles que ocupaban casi toda la extensión de costa. A pesar de todo, la playa era bonita porque al final de ésta se podía observar un pueblo de pescadores. Llegué hasta allí y anduve entre sus casas de madera, ante la sorpresa de sus habitantes que continuamente me saludaban con simpatía. Allí encontré un restaurante local y con hambre del día anterior me comí un par de sopas deliciosas y compré unas frutas al precio local. Después volví bajo el sol abrasador hasta el hotel.
Por la tarde tenía pensado bañarme, pero nos encontramos con Jordi y Anna y se hizo oscuro mientras conversábamos. Pero, tampoco me bañé al día siguiente, porque por la noche me empecé a sentir mal y el siguiente día lo pasé enteramente en la cama. Tenía ganas de vomitar, indicándome que había comido algo nocivo, aunque a ratos pensaba que podría ser malaria o alguna réplica de la que tuve en África. También Alexandra se encontró mal, con unos síntomas diferentes a los míos. Así pues, cuando hoy ya nos hemos sentido un poco mejor hemos decidido saltarnos el presupuesto y hacer una buena comida en un restaurante de la playa, Alexandra comiendo pollo y yo pescado, acompañado de una tinaja de cerveza (la cual sólo costaba 0,25 dólares, una promoción para captar turistas). Ha sido una velada agradable, observando como la luz se apagaba detrás de unas nubes de atormenta y escuchando las demandas de los niños que pedían caridad o venían pulseras.




Phnom Phen (ver en mapa)

19/05/2009:
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El lunes, un día más tarde de lo que habíamos previsto, volvimos hacia Phnom Phen. Volvimos a la zona de hoteles del lago Boeng Kak y volvimos a parar al mismo hotel donde nos habíamos alojado anteriormente. Por suerte en la nueva habitación no había ningún agujero por donde pudieran entrar las ratas, aunque las corridas que hacían éstas por el techo eran aterradoras. También era impresionante como traqueteaba toda nuestra habitación cuando la chica extranjera de la habitación del lado invitaba al joven propietario camboyano del hotel a compartirla con ella. Nos teníamos que esperar a hoy el martes por la mañana para recoger el pasaporte en la embajada China pero todavía estábamos un poco cansados y enfermos y ayer tarde no hicimos nada. Tampoco hoy. Por la mañana hemos recogido los pasaportes y hemos pagado los visados chinos (inexplicablemente el Alexandra tenía que pagar 70 $ y yo sólo 30 $). Después, sin ni tan solo pasamos por la zona del mercado central, volvimos a la zona del lago y pasamos la tarde entre el hotel y el pequeño restaurante de calle regentado por Veasna.
Veasna era un hombre muy simpático que contrariamente a todos los hoteles de la zona tiene un establecimiento muy sencillo pero que hace los mejores bocadillos (David y Maria: cuando estéis por la zona probad el bocadillo de tortilla!). Ayer por la tarde le pregunté cómo vivió la represión del régimen de los Jemeres Rouges y sin ningún tipo de reticencia nos empezó a explicar que de pequeño, su familia vivía en Phnom Phen. Cuando los Khemers Rouges entraron en la ciudad, éstos obligaron a marcharse hacia el campo a los dos millones de personas, incluyendo los diez miembros de su familia. Por el camino mataron a su padre, que había sido soldado y una vez llegado al destino mataron a su hermano, que había sido policía militar. Después de un mes dividieron a todas las familias desplazadas según sexo y edades y Veasna, que tenía 8 años, fue enviado a trabajar a cavar canales, junto a otro grupo de 30 chicos de entre 6 y 15 años. Durante los cuatro años que estuvo trabajando de esclavo para los Khmeres Rouges pasó mucha hambre, pues sólo le daban un bol de arroz al día. Aun así, Veasna comentaba que tubo suerte, porque en otras zonas la comida todavía era más escasa y la mortalidad por desnutrición muy elevada. Por otro lado, el grupo de Veasna cambiada de localización cada diez días, una vez finalizada una canalización para llevar agua a los nuevos campos de arroz, y al pasar por el bosque podían recoger de escondidas raíces o cazar insectos que comían con deleite. Cuando finalmente acabó el régimen de Pol Pot se pudo reunir con los otros dos familiares supervivientes (de una familia de 10 personas) y volvió a Phnom Phen. Su casa estaba ocupada por militares vietnameses, pero éstos le dijeron que la familia podía ocupar cualquier otra casa vacía de la ciudad y quedársela (la mayoría de la gente muerta durante el régimen provenía de las ciudades). Ocuparon una buena casa por unos años, pero ante la falta de trabajo y de dinero, en 1995 se la vendió y se compró una de más humilde cerca del lago. Por suerte, en 1999 empezaron a aparecer los primeros turistas por la zona y abrió el primer restaurante, con bastante éxito, a pesar de que siempre lo ha mantenido con un aspecto muy humilde. Ahora, Veasna parece un hombre feliz, aunque mire con preocupación el próximo secamiento del lago Boeng Kak y la posible repercusión en el turismo.




Siem Reap (ver en mapa)

23/05/2009:
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A pocos kilómetros de Siem Reap se encuentra Angkor, la mayor maravilla del sureste asiático. A pesar de todo, después de 3 años y medio de viaje y de las numerosas visitas de monumentos por todo el mundo, parece que yo esté perdiendo la capacidad de impresionarme. A pesar de todo, pagué la entrada de 40dolas y estuve recorriendo en bicicleta durante tres días las decenas de templos que hay esparcidas por una enorme área. Sí, Angkor es fascinante, pero personalmente me sentí más seducido durante la visita a algunos templos visitados en India y construidos también entre los siglos 9 y 13. Y es más, dejando de lado algún templo en concreto, lo que me ha fascinado más en Angkor no han sido los templos, sino que la paciente y poderosa lucha de la naturaleza para reconquistar el terreno ocupado por las construcciones humanas. Algunos templos conservan señales de esta feroz batalla y todavía conservan espectaculares raíces adentrándose entre las piedras de los muros y sosteniendo árboles centenarios. Pero en la mayoría de los casos, los templos se han vuelto a conquistar a la naturaleza y se han restaurado en un largo proceso iniciado a finales del siglo diecinueve por arqueólogos franceses. De todas maneras, aunque se haya talado el bosque en torno a muchos templos, se hayan reparado fundaciones, se hayan excavado canales para proteger los monumentos de la erosión del agua e incluso, en algunos casos se hayan reconstruido piedra en piedra sobre unas nuevas fundaciones; la naturaleza aun se puede considerar la vencedora en Angkor. Según revelan imágenes obtenidas por satélite, Angkor fue el centro urbano pre-industrial más extenso del mundo, ocupando un área de 3000 kilómetros cuadrados (mayor que el actual Nueva York) y soportando una población de un millón de habitantes; un espacio que hoy en día continúa ocupado por bosques y campos de arroz.
En cualquier caso, el Imperio Khemer dominó la naturaleza y las culturas vecinas entre el siglo 9 y 13, cuando construyó la grandiosa metrópoli de Angkor y sus templos, en general construidos con piedra apilada en forma piramidal sobre unos cimientos de arena. Los templos se construyeron y consagraron primero a de hinduismo, más tarde al budismo y unos siglos más tarde otra vez al hinduismo, bajo el patrocinio de un emperador que hizo destruir todas las estatuas de buda. Sin embargo, la religión finalmente vencedora fue la budista, aunque ésta fue la causa del declive del imperio, influenciado también por la superioridad del imperio de Sukhothai, del cuando visitamos sus ruinas hace unas semanas en Tailandia. El Imperio Khemer se convirtió a una rama del budismo llamada Theravada, la cual niega a la divinidad. Esta negación del divino restó poder a los gobernadores, los cuales dejaron de construir templos y perdieron la capacidad de mantener los canales de agua que tenían que irrigar los campos de arroz para alimentar al millón de personas de la ciudad. Finalmente, la ciudad colapsó y se tuvo que mover donde actualmente hay Phnom Phen.





Thailand

Bangkok (ver en mapa)

29/05/2009:
Saliendo de Camboya, observamos más que nunca, trampas para cazar insectos. Las trampas eran sencillas, constando de un gran plástico vertical, una luz encima para atraer los insectos y un recinto con agua a bajo para atrapar los que se caían. A pesar de ya haber observado múltiples paradas de insectos fritos en Thailàndia, Laos y Camboya, todavía me resultaba increíble hubiera tanta gente vendiendolos. Pero lo que me resultaba más extraño es que la gente se parara en las paradas, escogiera un tipo de insectos, y después de pagar se marchara contenta con una bolsa de plástico llena de insectos, los cuales degustaban con deleite. Era extraordinario que nadie los coaccionara para comprarlos y comerlos, o que no estubieran estuvieran participando en ningún concurso de televisión. Quizás, al fin y al cabo, los insectos eran buenos. De hecho, me encontré con un viajero que probó las larvas de insectos en una parada y acabó comprando una bolsita porque le gustaron. Quizás nosotros también los tendríamos que haber probado para no pasar hambre en Camboya, por suerte, estábamos entrando en Tailandia y ya no nos tendríamos que sentir tentados probarlos.
Alexandra se quiso quedar como mínimo cinco días en Bangkok, reposando pero sobre todo comiendo. Qué gran diferencia con los dos anteriores países... Verdaderamente yo también tenía ganas de llegar a Bangkok. Nos hemos pasado cinco días comiendo pollo crujiente hasta reventar, y dulces, cafés, cocacolas... También hemos aprovechado para relajarnos con la gente de Overstay, la gente de Couch Surfing con quien habíamos estado la anterior vez. Hemos estado conversando, leyendo, escribiendo y jugando diversas partidas de ajedrez o de escrable. Por otro lado, también había otro motivo para quedarnos en Bangkok. Antes de ayer, el miércoles, el FC Barcelona jugaba la final de la Copa de Europa de Fútbol contra el Manchester. En el 2006, justo iniciar el viaje también hice todos los posibles para ver la final de la Copa de Europa desde Tirana, la capital de Albania y el Barça ganó. Este año el Barça volvía a estar en la final y con algunos otros chicos de de Overstay fuimos en el centro turístico de Bangkok donde a las dos de la madrugada había muchos bares abiertos ofreciendo el partido de fútbol. No hay que decir que el partido fue excelente y que el Barça ganó muy merecidamente, pero la celebración no fue tan animada como en el 2006 en Albania, quizás era demasiado tarde o quizás había una mayoría de aficionados del Manchester.


Ko Kradan (ver en mapa)

03/06/2009:
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Antes de salir de Bangkok busqué a través de Internet gente de Couchsurfing que estuviera dispuesta a alojarme en las playas del sur Tailandia. Me respondió un chico muy interesante que vivía en una isla, pero desgraciadamente no tenía colchón dónde pudiéramos dormir, y nos acabamos de decantar por otra oferta en otra isla, Ko Kradan, al oeste de Tailandia, donde unos italianos tenían un hotel (www.kalumekradan.com) que ofrecía pequeñas cabañas gratuitas a los miembros de couchsurfing. De Bangkok cogimos un tren de noche con un vagón de segunda clase bastante confortable y ancho (un espacio de 2 personas en el tren de Tailandia sería ocupado por 6 o 8 personas en la India). Al día siguiente por la mañana llegamos a Trang, desde donde cogimos un minibus hacia un puerto de río donde nos esperaba una barca para llevarnos a la isla de Ko Kradan. Pero aquí nos dimos el primer susto, pues la barca costaba 16euros y el mismo importe para volver. Aun así, yo estaba dispuesto a pasar unos días de relax en una isla y embarcamos. El segundo susto lo tuvo Alexandra, pues al salir del estuario del río y dejar la protección de una isla próxima, nos encontramos en medio del mar abierto con unas olas que parecía que tumbarían la pequeña barca de madera a cualquier momento. Fue un viaje de casi una hora que se hizo muy largo para Alexandra, pero para mí fue muy corto, pues el paisaje de pequeñas islas recortando la línea del horizonte era encantador.
La Isla de Ko Kradan es una isla muy pequeña, de más de un kilómetro de largo y unos 200 metros de ancho. Aun así, la larga extensión de playa (protegida de las olas al este de la isla) estaba ocupada por unos 4 o 5 hoteles de bungalows donde sólo había un total de dos turistas y nosotros. Evidentemente, habíamos llegado en temporada baja, pero afortunadamente el tiempo ha aguantado y a lo largo de los cinco días ha hecho bastante sol y sólo ha llovido una hora. De todas maneras, a pesar de encontrarnos en un paraíso de vacaciones, Alexandra estaba completamente insatisfecha, pues en la isla no había tiendas o paradas de calle donde comprar comida y los precios del restaurante del hotel del italiano eran un poco caros. Evidentemente, el italiano estaba haciendo un poco de negocio alojando gratuitamente a gente de couchsurfing pues éstos se veían obligados a comer en su restaurante y a coger la barca de la que tendría una comisión. De todas maneras, aunque el italiano no estuviera en la isla y no lo hayamos encontrado, también tengo que mencionar su honestidad, porque antes de llegar a la isla nos recomendó por teléfono de llevarnos comida y agua de tierra firme.
En la isla no había demasiado nada a hacer excepto relajarnos, leer, escribir... aun así, los tres últimos días he estado dedicando un par de horas diarias a nadar por encima los corales próximos a la playa, con unas gafas y pies de pato del hotel. La visibilidad del agua no era demasiado buena (seguramente por la temporada) pero en contrapartida, la cantidad de peces que había era impresionante (sobre todo en los corales del sur). En numerosas ocasiones me encontré nadando entre centenares de peces de colores que nadaban a contracorriente comiendo microorganismos de las aguas. En teoría, la isla se encontraba protegida en un parque natural, aun así, una tarde no me sorprendí demasiado de observar una barca que tiraba sus redes muy cerca de la zona coralina.
Ayer tarde también salí de mi rutina de trabajo al ordenador y salí a pasear por la isla, enfilando un caminito marcado como "escapatoria en caso de tsunami". El caminito cruzaba un bosque o selva tropical, muy espeso, hasta el otro lado de la isla, donde estallaban las olas con fuerza contra las rocas. Sorprendentemente, era un espectáculo completamente diferente a las tranquilas playas del este de la isla.





Malaysia

Penang (ver en mapa)

08/06/2009:
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Después de relajarnos unos 5 días en la pequeña y tranquila isla de Ko Kradan, volvimos a tomar diversos minibuses para hacer otros centenares de kilómetros más hacia el sur, para visitar otra isla, esta vez dentro de la amigable Malasia, un país en el cual entramos sin ningún problema. La isla visitada, llamada Penang, es el enclave inglés más antiguo en Malasia, adquirida en 1786 por el capitán Francis Light a cambio de casarse con la hija del sultán de Kedah y a cambio de una protección militar que nunca proveyó. El capitán Francis estableció la ciudad Georgetown declarándola un puerto libre, atrayendo rápidamente chinos e indios de otros enclaves ingleses. Estas diferentes culturas, incluyendo a la malaya, prosperaron en la ciudad, conservando cada comunidad su identidad y religión, siendo éste un de los motivos de la fascinación que actualmente produce Georgetown.
En Georgetown hay la mayor proporción de chinos en Malaysia (40% chinos, 40% malayos y el resto mayoritariamente indios). Eso se nota en la gran cantidad de templos chinos en la ciudad: taoístas y budistas, los cuales son muy similares en diseño, con una decoración cargada, aunque los templos taoístas tienen figuritas de sus ídolos y Dioses y los budistas esculturas de buda. Por otro lado también hay que destacar la presencia de algunas antiguas iglesias (una pequeña proporción de chinos son cristianos), templos hinduistas y un par de bonitas mezquitas, a las cuales van los malayos, mayoritariamente musulmanes. En la mezquita del Kapitan Kelin, un malayo me dio conversación explicándome que, contrariamente a los budistas y taoístas chinos y a los hinduistas indios, los cuales veneran sus estatuas con ofrendas, incienso y plegarias, los musulmanes no tienen imágenes en las mezquitas porque ellos veneran directamente a Dios. Por otro lado, no todo son templos, iglesias y mezquitas en Penang. Georgetown tiene un interesante barrio chino con sus tiendas ocultadas detrás de portales y persianas de madera medio bajadas, y un barrio indio donde se vende música a todo volumen y ropa india. En este barrio, el ambiente es el de una película india, donde puedes reconocer a los actores indios, y a sus templos y restaurantes, pero no puedes oler los desagradables olores de la india o no puedes observar la omnipresente suciedad de la calle. Sorprendentemente, el barrio indio era una copia inmaculada de india, con sus restaurantes limpios y anchos y sirviendo buenas comidas con mucha carne.
En Georgetown nos encontramos casualmente con un chico alemán de Couchsurfing, quién había quedado con Kendra, una chica local de CS. Kendra, nos recogió con su coche y los cuatro nos dirigimos al hipódromo de Penang que abría sus puertas por unos días, después comimos unos deliciosos noodles (fideos) con marisco, y por la tarde visitamos el jardín botánico de Penang que tenía una interesante exposición de bonsáis, plantas carnívoras y orquídeas. Durante todo el rato, kendra, de origen chino, nos ofreció buena conversación y nos explicó que cada una de las tres comunidades en Malasia (chinas, indias y malayas) hablan su idioma y tienen sus tradiciones, pero se relacionan entre sí y no hay discriminaciones. Por ejemplo, en la escuela estatal, las culturas están mezcladas y los jóvenes tienen amigos de todas las culturas. A pesar de todo, a veces hay problemas con el gobierno, porque éste aplica la ley Sharia o Islámica. Por ejemplo, una chica china se casó con un musulmán y para hacerlo se tuvo que convertir al Islam, pero la relación no fue bien y se divorciaron. Entonces, la chica quiso dejar de ser musulmana pero la ley islámica no lo permite (cuando uno se ha convertido al Islam, se es musulmán para siempre, se quiera o no) y ahora no se puede casar con un chino de su cultura porque él también se tendría que convertir al Islam.
Hoy nos hemos relajado y hemos dejado pasar las horas del día con tranquilidad. En un momento dado, estaba en nuestra pequeña habitación del hotel, mirando el ventilador de la pared que medianamente se me salvaba del bochorno del sur este asiático, y se me ha hecho extraño pensar que me siento muy feliz, a pesar de haber abandonado desde hace tiempo mi vida de confort en Europa. Me puedo imaginar fácilmente viviendo el resto de mi vida en pequeñas y calurosas habitaciones de hotel, a cambio de no volver a tener un trabajo estresante o a cambio de poder seguir descubriendo culturas y nueva gente alrededor de todo el mundo.




Kuala Lumpur (ver en mapa)

12/06/2009:
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Zaikha y Faizal fueron los primeros couchsurfers que alojé en mi casa ahora hará unos cuatro años. De aquel encuentro quedó un buen recuerdo, y desde el despido quedamos en que en el futuro me alojarían ellos, cuando mi viaje alrededor del mundo me llevara a Kuala Lumpur (o KL según lo llaman los locales). Zaikha y Faizal habían viajado por Europa con su pequeña hija Aresha, pero ahora ya estaba más crecida, en cambio, había un nuevo bebé a la familia, Zara. La familia nos dio la habitación de Aresha y, aprovechando que tenían Internet, al día siguiente de encontrarnos nos quedamos en su casa, reponiendo y conversando con Zaikha.
El siguiente día, yo y Alexandra celebrábamos nuestro tercer aniversario juntos. Yo nunca he estado tanto tiempo con una chica, y mucho menos compartiendo tantas horas y aventuras. No siempre la convivencia ha estado fácil, pero con el tiempo, hemos empezado a aprender a aceptar nuestras diferencias y a comprender nuestras personalidades. Seguramente, una vez acabado el viaje, la convivencia será mucho más fácil, aunque no podemos olvidar que todavía nos quedan unos dos o tres años de viaje. Aun así, seguimos con la idea de casarnos una vez llegados a Europa, porque nos amamos y porque en caso contrario sería difícil conseguir el visado de USA para Alexandra. La celebración en sí no fue demasiado especial, o quizás sí, porque subimos al hasta el puente que une las dos torres Petronas (con 252 m, uno de los edificios más altos del mundo) e hicimos una actividad que no hacíamos desde que salimos de Europa: ir al cine (vimos: Ángeles y demonios).
Ayer, el día siguiente de nuestro aniversario, quedamos con otro chico de couchsurfin, Yu Wei, de origen chino, y con su coche nos dirigimos a Melaka, otra ciudad colonial que nos recordaba a Penang. El estado de Melaka es uno de los sultanatos malayos más antiguos (actualmente es uno de los pocos estados que no tiene sultán) que prosperó hasta la llegada de los portugueses, que conquistaron la ciudad y construyeron una fortaleza. A pesar de todo, los holandeses la robaron a los portugueses, cediéndola finalmente a los ingleses. No es de extrañar que la ciudad tenga interesantes vestigios de este pasado colonial, aunque nosotros los visitamos sin entretenernos demasiado, prefiriendo asentársenos en un bar para conversar con Yu Wei y Kirksman, un chico de Melaka de origen chino que se entrenaba para los juegos olímpicos como levantador de pesas. Uno de los primeros temas de conversaciones fueron las razas, las cuales son un signo identitario para los Malasianos y en cambio, son un signo de prejuicio o racismo en Europa. En cualquier caso, en Malasia es normal hablar de razas y nombrar algunas de las discriminaciones que los chinos o indios sufren por los malayos. Por ejemplo, las universidades tienen un cupón máximo para los chinos, los cuales se ven obligados a estudiar al extranjero (muchos no vuelven). Por otro lado, Yu Wei y Kirksman también se quejaban que a pesar de las ayudas del gobierno, las comunidades más pobres eran las malayas y indias, y que eso se debía a la cultura china, que siempre está centrada en trabajar y ganar dinero.
Hoy, para acabar de redondear la semana, me he encontrado con Roman un amigo suizo con quien habíamos compartido algunas semanas en la playa de Goa. Roman acababa de recibir su Land Rober en KL proveniente de Bangladesh (bastante más económico que enviarlo desde India). De todas maneras, con el coche atrapado en el sur este asiático, Roman todavía no sabía cuál sería su futuro inmediato, aunque seguía con el sueño de viajar por todo el mundo con su 4x4 (incluso en el carísimo Japón). Roman tiene un sentimiento de ligadura por su 4x4 muy similar a la mayoría de viajeros de coche; similar también al mío, aunque yo conseguí romperlo abandonando el coche en Nepal, la cual ha sido una decisión muy acertada, porque nos ha permitido viajar con un presupuesto mucho más ajustado. Por otro lado, aunque Roman llevara menos tiempo viajando que nosotros, ya se estaba intoxicando con el espíritu de viajero, y me manifestó que empezaba a soñar de viajar durante toda su vida, aunque fuera sacrificando la relación con su lejana novia, si ésta no se decidía a seguirlo.





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